¡Hola a todos!
Rapido Guderian escribió:
En las primeras páginas de este POST, ya en el año 2005 o 2006 vos ya habías dado una excelente explicación, de por qué había fracasado la invasción a la URSS. Pero en el fondo era más de lo mismo.
Esta frase me ha hecho recordar que por esos años, concretamente en el 2005, ya se había publicado el
Thunder in the East de Mawdsley, si bien entonces yo no lo había leído todavía. Pues bien, este historiador es el que mejor ha explicado, a mi juicio, las razones de la derrota alemana en la URSS y las razones de la victoria soviética. Nadie como él ha sabido sintetizar hasta la fecha (en lo que yo conozco) en unas 400 páginas los factores claves y los hechos más importantes de la guerra nazi-soviética.
Lo que explica en sus primeras páginas podría muy bien ser una respuesta en síntesis, ésta sí brillante, a la pregunta del hilo. Quiero resumiros lo más importante de lo que dice (y recomendaros que leáis este libro).
A las seis semanas de iniciada Barbarroja, el Ostheer había conseguido una brillante victoria “operacional”, y quizás incluso, en el sentido napoleónico o schlieffeniano, había ganado una batalla de aniquilación. Pero Alemania no había ganado la guerra, el Ejército Rojo no había sido destruido, el conflicto nazi-soviético se había convertido en una guerra de desgaste y entraban en juego los factores de largo plazo. Sin embargo, en el bando alemán continuó prevaleciendo, durante 1941 y todavía durante 1942, la convicción general de que el Ejército Rojo y la URSS estaban al borde del colapso.
La realidad, en cambio, es que con el fracaso estratégico de Barbarroja había cambiado el cálculo estratégico de la guerra. Para una batalla de aniquilación todo lo que importaba eran las divisiones y las escuadras aéreas al comienzo del combate. Para una guerra de desgaste
importaba ahora que Rusia tenía abundantes recursos naturales, una enorme población, carreteras embarradas e inviernos inclementes. Importaba que había 1.120 km desde la línea del Dvina-Dnepr hasta el Volga. Importaba cuántos tanques y aviones podía producir mensualmente la URSS.
En una guerra prolongada entran en juego comparaciones fundamentales. La primera de ellas, la población. En septiembre de 1939 Alemania tenía una población de unos 80 millones y la URSS de 171 millones. La segunda era la enormidad del territorio que tenía que conquistar la Wehrmacht en una guerra prolongada (más que ocupar tras una rápida batalla de aniquilación). Solo el área de la parte europea de la URSS se extendía sobre unos 3.400.000 km2, con otros 10.400.000 km2 en su parte asiática. En comparación, las conquistas previas alemanas eran ridículas: Polonia tenía unos 190.000 km2 y la Francia ocupada alrededor de 340.000 km2. En conjunto, los alemanes reconocieron oficialmente haber ocupado unos 1.108.000 km2 de territorio soviético hasta noviembre de 1942.
Había pocas carreteras modernas en Rusia y el movimiento era impracticable durante los deshielos de primavera y otoño. Las carreteras se tornaban barrizales y las crecidas de los ríos en grandes obstáculos. La nieve del invierno bloqueba las carreteras y las heladas inutilizaban los motores. Los alemanes tenían que reconstruir el ancho de los tendidos ferroviarios, dificultad agravada por los daños sufridos por las redes ferroviarias como consecuencia de los combates. Por su parte, los rusos evacuaron gran parte del material rodante ferroviario y dañaron todo lo posible lo que dejaron atrás. En cambio, los soviéticos tenían tras de sí un buen sistema de transporte ferroviario, fluvial y terrestre.
En el terreno económico también la URSS tenía ventaja. En 1941 Alemania había producido 1.539.000 fusiles (la URSS 2.421.000), 96.000 ametralladoras (149.000 los soviéticos), 22.000 piezas de artillería (41.000 los soviéticos), 3.800 tanques y cañones autopropulsados (contra 6.600 soviéticos) y 8.400 aviones (12.400 los soviéticos). Y la grieta se ampliaría a favor soviético en 1942, que arrojó, en el mismo orden, la siguiente relación: 1.370.000 (4.049.000), 117.000 (356.000), 41.000 (128.000), 6.200 (24.700), 11.600 (21.700).
En lo que respecta a la mano de obra para el esfuerzo de la guerra, los soviéticos sufrieron un duro golpe durante los seis primeros meses de la invasión alemana. Hacia el final de 1941 la fuerza de trabajo había descendido a 18,5 millones de hombres y mujeres, un 60 por ciento de lo que había sido seis meses antes. Pero el liderazgo soviético fue capaz de compensar ese déficit laboral echando mano de nueva mano de obra, especialmente mujeres, adolescentes y jubilados. El gobierno amplió la jornada de trabajo y equiparó (y castigó) la ausencia en el trabajo con la deserción. A finales de 1941, unas 750.000 personas servían en batallones de construcción, y la movilización decretada en febrero de 1942 afectaba a todos los hombres de 16 a 55 años de edad y a todas las mujeres de 16 a 45, explotándose además el trabajo forzado de los internos del sistema de campos de prisión del NKVD (GULAG).
En noviembre de 1941 los alemanes habían ocupado territorio del que los soviéticos habían sacado antes de la guerra dos tercios del mineral de hierro y carbón de la URSS. Había recursos fundamentales en Ucrania, en Krivoig-Rog y en la cuenca del Donets que, sin embargo, los alemanes nunca fueron capaces de explotar en la medida que habían planeado. Sin embargo, los soviéticos todavía tenían acceso a enormes recursos que estaban más allá del control alemán, en la parte oriental de la URSS, especialmente en los Urales, en Uzbekistán y en la Siberia central y meridional. Y cuando, en el terreno del petróleo, Bakú se vio amenazado, los soviéticos contaban con los recursos petrolíferos de la región este del Volga, entre Kuibyshev y Ufa, conocida como la “segunda Bakú”. La producción de petróleo soviética bajó de 33 millones de toneladas en 1941 a 22 en 1942 y 18 en 1943. Los alemanes, en cambio, sólo produjeron 5,7 millones toneladas de petróleo (3,9 sintético) en 1941, y de los campos rumanos sólo consiguieron 5,5 millones en 1941 y 5,7 en 1942.
Los nazis y los militare alemanes, concluye Mawdsley, cometieron errores fundamentales en sus valoraciones de las fortalezas y debilidades soviéticas. Subestimaron las dificultades de una campaña en la vastedad incluso de la Rusia occidental. Subestimaron la fureza del Ejército Rojo y el potencial económico y la adaptabilidad de la economía soviética. Ignoraron demasiado la capacidad del gobierno “bolchevique” para movilizar a la población para la causa de la defensa nacional. Estos errores de los alemanes (y de otros gobiernos extranjeros) procedían, en parte, de la naturaleza impenetrable de la URSS (la inteligencia británica y americana también se equivocó al asumir después del 22 de junio un rápido colapso soviético). El oficial del EMG alemán responsable de la coordinación de la inteligencia sobre el Ejército Rojo era una persona (general Kinzel) que no estaba especializada en asuntos rusos. Su sucesor en abril de 1942 (coronel Gehlen) tampoco era un experto en temas rusos. Y para coronar estos errores estaban la arrogancia de la destreza militar alemana y la creencia de su superioridad racial frente al eslavo. La última frase de Mawdsley merece traducirse tal cual:
La Operación BARBARROJA fue tan osada -y fallida- como los planes alemanes para la campaña contra Francia y la Rusia zarista en 1914. El plan de guerra alemán usado en 1914, al que usualmente se le llama el Plan Schlieffen, preveía un concepto estratégico y operacional similar al de Barbarroja. Se partió de la premisa de una rápida victoria operacional, en teste caso sobre los franceses (y estaba indirectamente ayudada por una estrategia “de vanguardia” francesa). Se suponía que esta victoria acabaría para el Segundo Reich con el peligro de una guerra en dos frentes, y continuaría con una fácil campaña contra una Rusia zarista sin amigos. El plan de 1914 falló en el corto plazo porque el ejército alemán no tenía los medios para ganar una rápida victoria operacional contra Francia, y falló en el largo plazo porque los alemanes no podían ganar la guerra de desgaste europea que siguió. Algo similar sucedió en 1941; Alemania no necesitaba a Hitler para cometer una metedura de pata estratégica.
Mawdsley,
Thunder in the East (Hodder Arnold, 2005), pp. 44-53.
Saludos cordiales
JL