Operación Tifón: datos sobre la batalla aérea

La guerra en el este de Europa

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Angel
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Mensaje por Angel » Jue Ago 18, 2005 3:51 pm

Saludos, José Luis, y a todos

Realmente admiro, tanto tus conocimientos, tu capacidad de formular análisis, como tu paciencia.

Esta vez sólo una digresión, casi una pregunta. La identificación de actitudes tan impropias en los líderes que decidían el curso de las acciones durante la colosal confrontación, como, el aventurar, la incapacidad de reconocer y superar los propios errores cuando aun se está a tiempo, y que tan graves consecuencias tuvieron para ambos bandos; y en medio de todo ello la estrategia de guerra, sometida a voluntades obsecuentes.

El caso de Hitler, parece ser el más evidente de todos, y Stalin no le queda mucho a la zaga. Dos dictadores, y dos sistemas totalitarios como tal vez fue nunca antes vio la historia. Si Hitler fue un aventurero, si no varió de estrategia, si arruinó a Alemania, ello sólo puede revelar a una figura impulsada por una motivación enfermiza que le llevó a sacrificar la suerte de un ejército y de un pueblo. ¿Ambición desmedida de poder? ¿El ver realizado en vida un sueño mesiánico?

Desde esa perspectiva que podría importar que la Luftwaffe enfrentará con aviones de una tecnología de los años 36 a una aviación rusa surgida en los años 39 a marchas forzadas y en absoluto secreto. Acaso importaba saber eso para quienes se habían cubierto a sí mismos de una aureola de invencibilidad, no obstante lo sucedido en los cielos de Inglaterra. O por último, podrían unos eslavos siquiera acercarse o igualar las insuperables máquinas de guerra creadas por el genio Alemán. ¿Por qué no habría que mostrar a las delegaciones soviéticas los últimos modelos de cazas o de bombarderos, que visitaran las fábricas, adquieran lo que quisiesen y que temblarán con el poderío germano como tembló toda Europa? Pobre Udet.

Uno de los libros más tristes que he leído hace ya algunos años, fue el de un soldado sobreviviente en Stalingrado y de los campos en Siberia, pues fue víctima primero del abandono de los líderes encabezados por Hitler y compañía, y luego objeto de la venganza y crueldad de los rusos. Fue un libro que no pude terminar de leer. La muerte de cientos y miles de personas por inanición, por el frío inhumano; las partes de cuerpos putrefactos aserrados como único medio de salvarse de la gangrena, y sólo unas cuantas balas para disparar si todavía quedaban fuerzas para hacerlo o para poner fin a una ya desgraciada existencia. Y todo ¿para qué? Para que Hitler diga que conquistó el Volga; o que Goering tuviera la oportunidad de ofrecer que su Luftwaffe abastecería a un cercado ejército de aproximadamente 200,000 hombres. Si es para mondarse de risa, si en medio de la tragedia queda moral para hacerlo. Tal vez para ¿salvar del cerco a los ejércitos del Cáucaso? A algunos hasta podría parecerles admirable sacrificio.

Y por eso pienso que poco en materia de estrategia de guerra, vista como arte, puede esperarse de líderes con mentalidad cercana a la insanía. Casi todo lo que se propuso lo alcanzó. Quiso ser el fuhrer de un oscuro grupo y lo fue. Luego Canciller de la Gran Alemania y también se le concedió; quiso todo el poder en sus manos y lo obtuvo. Pidió Austria y quien se lo iba a negar. Luego los Sudets y con ella toda Checoslovaquia, que se quede con ella. Danzing, claro, con buena parte de Polonia. ¿Noruega? Su lista de pedidos no tenía fin, por que Alemania reinaría mil años. Una guerra injusta tras otra. Siempre victoriosos, siempre invencibles. Por poco y lo logra.

Un abrazo

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José Luis
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Mensaje por José Luis » Jue Ago 18, 2005 5:57 pm

¡Hola a todos!

Tu última digresión, Ángel, da pie para un debate demasiado denso como para tratarlo en este topic (ya multitemático).

Hay una lectura muy interesante que, tal vez, puede responder, aunque sea de forma parcial, a tus inquietudes. Busca por la red el siguiente título:

"The Ideology of Self-Destruction: Hitler and the Choreography of Defeat (Bernd Wegner)".

Está en formato pdf.

Ya me dirás.
Saludos cordiales
José Luis
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sino como un hombre
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Angel
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Mensaje por Angel » Dom Ago 28, 2005 6:36 am

Hola nuevamente

Vaya traductor que resulte. Pero, en la lectura recomendada, las ideas principales están tan clara y reiteradamente expuestas, que la ideología de la autodestrucción no deja lugar a dudas de la “visión” mesiánica de los nazis; y lo a mi entender es un burdo intento no sólo de transformar lo que fue una derrota en victoria, sino también de ganar un lugar en la historia y en el destino del pueblo alemán, que sólo está reservado para sus grandes hombres.

A su vez, resulta claro que corresponde a la historia el desenmascarar lo que podría llamarse la última impostura de Hitler y los que lo secundaron. El “renacimiento” de tan importante pueblo está lejos de necesitarlo. No por algo hoy en día el partido nacionalsocialista está proscrito en la propia Alemania. Aunque les va a costar aún mucho sacudirse del hecho de haber seguido hasta el final a los líderes de la self-destruction.

Pero, se podría decir algo a favor del pueblo alemán en tan aciagas circunstancias, como que las potencias aliadas no les dieron demasiadas alternativas cuando en 1943 en la Conferencia de Casablanca la decisión anglosajona de proseguir la guerra hasta la rendición incondicional de Alemania, lo que habría derivado en el fortalecimiento de la decisión de resistir a toda costa. O el de haber sido objeto de sistemático terror por parte del Estado; la mayoría de pueblo vivía atemorizado y engañado. Pero, esto y otros temas ligados son, como lo has señalado, algo demasiado denso para tratarlo en éste topic; de ahí mis excusas a todos los amigos.

Alguna relación, empero, puede establecerse con los acontecimientos de la guerra aérea en el frente oriental y la importancia de los datos que puedan ofrecerse, pues a todas luces las catastróficas bajas de fuerza aérea soviética en los primeros lances sirvieron para que los alemanes persistieran en le autoengaño de creer que tenían la superioridad aérea asegurada, y la victoria a un paso. Por lo que tal vez no prestaron la necesaria atención a la modernización de su flota; y si finalmente lo hicieron, esto fue cuando ya era demasiado tarde.

“Por la tarde encontré a varios oficiales que conocía. Todos estaban pesimistas; lo cierto es que las noticias estaban muy lejos de ser alegres. Un solo rayo de sol aclaró este cuadro tenebroso: cuando paseaba un tanto desolado por las sendas del jardín, me encontré frente a frente con Hanna Reitsch. Me dijo que acababa de traer al Gran Cuartel General al caballero von Greim, uno de los principales generales de la Luftwaffe, y me invitó a ir a su barraca. A, medianoche, y después de la "situación" de la tarde, busqué a tientas el camino del pabellón reservado a los huéspedes de calidad. En una gran pieza, especie de living-room, Hanna me presentó al caballero von Greim, rostro fino y simpático, de rasgos acusados que subrayaban aún más los cabellos, de una blancura de nieve. En seguida se orientó nuestra conversación, abandonando cualquier trivialidad convencional, hacia dos cuestiones candentes que, en el fondo, no eran más que una: la guerra y la Luftwaffe. Me asombró la energía de que todavía daba pruebas el general en las circunstancias aquellas. Me explicó el motivo de su venida al Gran Cuartel General: el Führer quería retirar el mando de la Luftwaffe al mariscal Goering y nombrar en su lugar a von Greim. A pesar de todo, Goering quería conservar la supervisión de los asuntos de personal, mientras que von Greim reclamaba poderes absolutos. Actualmente la cuestión estaba en suspenso. Con una violencia extraordinaria criticó el caballero al Estado Mayor de la Luftwaffe y, sobre todo, a Goering.
—La Luftwaffe se ha dormido sobre sus laureles, merecidos, desde luego, de los años 1939 y 1940, sin preocuparse de preparar el porvenir. Las palabras pronunciadas por Goering: nuestra aviación es la mejor, la más rápida y la más valiente del mundo, no bastan para conseguir la victoria final — declaró amargamente von Greim.
Luego esbozó un cuadro pesimista de nuestra situación aérea. Hoy no tengo en la memoria todos los detalles; en cambio, recuerdo aún que el general entreveía alguna esperanza, ciertamente la única: los nuevos cazas de reacción iban a entrar en servicio. Quizá pudiéramos, gracias a esos aparatos, responder a los incesantes ataques de los bombarderos aliados y volver a conquistar, al menos en parte, la supremacía aérea. Yo me pregunto si con un poco de buena voluntad no hubiéramos podido poner mucho antes esos aviones a disposición de nuestros pilotos. Me consta que el estudio de dichos aparatos estaba terminado desde 1942. ¿Sería éste otro de los capítulos de la historia de nuestra guerra que habría que titular "Demasiado tarde"?" (Skorzeny, Otto. Misiones Secretas. Ediciones Cenit. Buenos Aires. 1954; págs. 146, 147).

Saludos

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