Mi cordial bienvenida, Juan Pablo.JUAN PABLO escribió:HOLA, soy nuevo el foro y quisiera brevemente aportar algo sobre el porque Beevor, Craig y tantos otros, tan poco dedican a la organización, orden de batalla y reemplazos en el Ejército Soviético.
Simplemente creo que durante muchos años, la historiografía soviética practicamente no hizo ningún aporte al verdadero conocimiento histórico ya que estaba totalmente condicionada por la propaganda del partido.
Por lo tanto, lo que sabemos de sus organizaciones, es en gran parte producto de los oficiales de inteligencia alemanes, que pueden haberse equivocado tanto por una mala o incompleta recopilación de información o que también pudieron haber alterado sus cifras, tanto para realzar sus victorias como para justificar sus derrotas.
Saludos
Lo que dices sobre la historiografía soviética es cierto hasta un grado, pero no lo explica todo. Efectivamente, los historiadores soviéticos estuvieron condicionados por la propaganda comunista, y sometidos a la criba política del acceso a los archivos soviéticos. Así que de muchas operaciones militares no dieron cuenta o lo hicieron muy parcialmente (sobre todo de aquellas en que el Ejército Rojo cosechó fracasos), y del resto dieron cuenta muy detallada, pero tremendamente propagandística. Y si esto sucedía a los historiadores de la URSS, se excusaría decir nada de los historiadores occidentales. Pero hay que decir.
Todos los artículos que yo he leído publicados en el Voyenno en su traducción del JOINT PUBLICATIONS RESEARCH SERVICE (JPRS) de Arlington (una parte de los cuales podéis encontrar en http://www.redarmystudies.net/index_sort.htm ) dan muy buena cuenta de los asuntos militares soviéticos (que yo llamo la cosa soviética), pero, en general, presentan la cosa alemana de forma partidista y no pocas veces con cifras injustificadamente hinchadas. Por tanto, su lectura requiere siempre una buena reserva cuando dan cuenta del aspecto alemán del conflicto y de la composición y cantidad de hombres y equipo en los ejércitos alemanes. Sin embargo, son una buena referencia para la investigación de la cosa soviética. Esas publicaciones (las que yo he leído se publicaron en la década de 1980) han estado desde entonces al alcance de los investigadores occidentales que quisieran utilizarlas, desapareciendo así la barrera del idioma al menos en lo que a esa parte de la historiografía soviética se refiere. En ellas hay suficiente material como para dar una cuenta de la cosa soviética en Stalingrado bastante más detallada de lo que han hecho algunos historiadores occidentales en sus publicaciones sobre esa campaña. También es cierto, afortunadamente, que hay otros historiadores occidentales que han dado muy buena cuenta del asunto.
Pero, por tomar un ejemplo, cuando Beevor estaba escribiendo su libro de Stalingrado no sólo tenía a su disposición la historiografía soviética traducida al inglés, sino que también estaban a su alcance los archivos oficiales soviéticos (al menos una buena parte de ellos, sobre todo los del TsAMO) que se desclasificaron (desgraciadamente sólo de forma temporal y parcial) a principios de la década de 1990.
Por tanto, el no dar una cuenta más detallada de la cantidad de hombres, armas, equipo, municiones y reemplazos de las formaciones y unidades del Ejército Rojo que combatieron en la campaña de Stalingrado no se debe tanto a la inexistencia o escasez de historiografía soviética y/o a la imposibilidad de acceder a parte de los archivos oficiales rusos, como a la financiación del proyecto editorial (fundamentalmente), barrera idiomática y otras cuestiones de índole burocrática.
Saludos cordiales
José Luis
