19 de Octubre de 1941. Cruce del Volchov

La guerra en el este de Europa

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19 de Octubre de 1941. Cruce del Volchov

Mensaje por Antonio » Sab May 01, 2010 9:08 am

LA OFENSIVA DE LA DIVISION AZUL
“¡Qué limpio está hoy el cielo! ¡Qué buen día para morir!”.

Teniente Jaime Galiana, cruz Laureada de San Fernando
Para las 8 de la mañana del 19 de octubre se fijo un nuevo intento de establecer la cabeza de puente al otro lado del Volchov, pero las lanchas de goma llegaron tarde. Una pausa en las heladas junto con la lluvia convirtieron la carretera de Miasno Bor a Urdanik en un lodazal, y la zona entera en un pantano. Botes y esquifes fueron maltratados por entre los arboles hasta el borde del agua.

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Generales Muñoz Grandes y Franz Von Roques planeando la ofensiva
"La Division Española de Hitler"


A las 3 de la tarde, el teniente José Escobedo se lanzó a la carga sin preparación de artilleria
. La sorpresa fue completa. Escobedo condujo su sección de 36 hombres a través de los campos de minas y cayó sobre los rusos, que se habían atrincherado en una elevación en la cresta topográfica oriental de la carretera. Los rusos huyeron dejando atrás diverso botín y 42 prisioneros. Tras emplazar sus dos ametralladoras en previsión del esperado contraataque, Escobedo evacuó a los heridos. Los prisioneros tuvieron que descargar las municiones y suministros que se mandaban a través del río, de 250 metros de ancho. Las municiones resultarían muy necesarias.

La artillería rusa comenzó a bombardear con intensidad las dos orillas del Volchov para impedir la llegada de refuerzos, señal de que iban a atacar la cabeza de puente con fuerza. El 2º batallón del 848 regimiento atacó a las siete de la tarde. Y fue rechazado. Reforzados por el 3º batallón del mismo regimiento, los rusos, con las orejeras de sus puntiagudos gorros mogoles sueltas, volvieron al cabo de una hora. Penetraron en la posición de Escobedo, pero tras una breve lucha cuerpo a cuerpo, se retiraron. Con el escozor de las bajas sufridas, trataron de recuperarse, y su asalto de las 11 de la noche careció de la ferocidad del anterior. Una vez más, desencadenaron otro ataque a medianoche. Apoyados por la potente artillería rusa, se lanzaron en oleadas al pavoroso grito de “¡Urrah!” “¡Urrah!” , y rompieron la línea española. Todo parecía perdido. Pero Escobedo tenía en reserva 2 pelotones de la 6ª compañía. Los guripas atacaron con toda la furia de 4 siglos de tradición de la infantería española. Sorprendidos, los rusos vacilaron, y luego se dispersaron por el bosque. La cabeza de puente del mejor batallón de la division Azul, el 2º del 269, estaba asegurada.

El amanecer reveló la amplitud de la carnicería. La altura estaba rodeada de muertos y heridos soviéticos. Escobedo permitió a los rusos que retiraran a sus sangrantes camaradas. Desde Urdanik, el coronel Esparza observaba la escena y, en honor a un amigo caído, dio a aquella posición el nombre de “Capitán Navarro”.

Los exitos de Escobedo y su victorioso establecimiento de una cabeza de puente española en “Capitan Navarro” eran desconocidos para el 16 ejercito y el grupo de ejercitos norte. La mañana del 20 de octubre, tanto Busch como Von Leeb estaban preocupados por la resistencia del enemigo a retirarse.

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Recreación del forista Armia Krajowa

Olvidando las vacilaciones y dudas del alto mando, Esparza y Román comenzaron a mandar refuerzos a través del río. Dos compañías del 2º del 269 cruzaron bajo un intenso pero carente de puntería fuego artillero. Esparza lanzó aquella tarde su reserva regimental, la 11 compañia ciclista, y la 11 compañía del 3º batallon del 263, las compañias 9ª y 10ª del 3º del 263, así como la 2ª compañía de anticarros divisionaria, que esperaban confiadamente retar a los T-26 rusos de la 3ª division acorazada. El capitán Barbudo, de la 13ª compañía (apoyo artillero directo), reforzó la cabeza de puente haciendo pasar 4 obuses de 75 mm en el transbordador de pontones que los alemanes habian establecido prontamente. Estas 4 piezas de tiro directo quebrantarían seriamente a los rusos en las siguientes fases de la ofensiva.

Mientras tanto, los hombres de la 11ª compañía ciclista del 263 avanzaron 4 kilometros hacia el norte desde Capitan Navarro. Justo en las afueras de Shevelevo, se encontraron con una unidad montada de reconocimiento de la 126 division alemana. Las cabezas de puente alemana y española se unieron.

Más que ampliar su posición moviéndose al este, Esparza buscaba profundizar hacia Novgorod lo más pronto posible. Su objetivo era el cuartel Muravevskiia, frente a Podbereze. La batalla que más tarde libraría en los Cuarteles el batallon de reserva “Tia Bernarda”, formado por veteranos del Pingarrón y legionarios del batallon Ceuta, es otra historia.

El día 22, el comandante Román lanzo el ataque sobre Sitno. El ataque se inició justo a mediodía. Los rusos estaban atrincherados en los oscuros bosques. Dando cara al norte, los servidores de las ametralladoras del 848 regimiento sovietico, tenían un despejado campo de fuego contra el 2º del 269, que avanzaba por campo abierto a lo largo del río. La artillería española, aunque sacudía de firme, sólo era parcialmente eficaz contra los bien construidos nidos de ametralladoras y los fusileros sovieticos escondidos en los arboles.

Román ordenó ¡Adelante!. El teniente Galiana se desplegó con su seccion de 30 hombres. Cayeron soldados bajo el fuego ruso. Se detuvo el resto. De pronto, dos figuras se lanzaron hacia las armas enemigas. Estallaron granadas de mano en el nido, matando e hiriendo a sus servidores. Galiana y su cabo saltaron dentro, entregandolo a la seccion que se acercaba. Una ametralladora disparaba aún. Galiana y el cabo corrieron por la linde del bosque. Una ráfaga cogió a la pareja en pleno grito de ¡Arriba España!. Galiana dio unos pocos pasos y cayó inerte en la humeda hierba. En ese mismo instante, el ametrallador ruso se retorció y quedó derrumbado sobe el cañon de su Maxim. Atónitos, los rusos escaparon. Galiana fue propuesto por esta acción para la Laureada de San Fernando. En Alicante, en la Plaza de Castelar, su madre María, recibió llorando la noticia de la heroica muerte de su hijo.

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Teniente Jaime Galiana
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El cabo Armengol lo vivió asi:
En un bosque se topó con unos nidos de ametralladoras medio enterrados. Las piezas antitanque se emplazaron enfrente y la seccion de asalto, llevando explosivos en la punta de unas perchas, comenzó a arrastrase en aquella dirección. Hubo muertos. Armengol vió como los españoles caían casi al pie de las ametralladoras enemigas. Pero se consiguió hacerlas callar y se reanudo el avance. Uno de los muertos era el teniente Galiana, un tío con unas pelotas enormes. Lo evacuaron en una manta sus propios soldados, con los rostros demudados.

El avance sobre Sitno continuó entonces. En las cunetas, sentados, con las manos encima de la cabeza, algunos rusos esperaban clemencia. Sobre las 4 de la tarde se llegó al poblado, ocupando las casas junto a la carretera, aunque las situadas cerca del río permanecían en poder ruso. Pero al caer la noche quedó ocupado todo el pueblo.
Imagen
Teniente José Escobedo
Por sus acciones en "Capitan Navarro", donde rechazaría dos feroces contraataques rusos,
y en los combates de Sitno, donde resultaría herido de gravedad, el jovencísimo teniente fué
condecorado con la Medalla Militar individual y la Cruz de Hierro, que luce en sus vendajes.
"La Division española de Hitler"


Pero lo peor aun habría de venir. Se temían siempre los contraataques rusos al filo de la medianoche. Se les tenía preparado un gran recibimiento. Pero las horas fueron transcurriendo sin que hubiera más que algunos tiros sueltos, entre patrullas que se asustaban mutuamente. Relajada un tanto la vigilancia, cuando los españoles dormían con el sopor del cansancio, estalló en el centro mismo del pueblo una tremenda batahola. El enemigo se había infiltrado y estaba dentro. Cinco minutos después ardía todo el pueblo.

La luz del día trajo un recrudecimiento del combate, una vez establecidas las posiciones. Las casas arrebatadas por los rusos fueron reconquistadas a golpe de bomba. Armengol contempló asombrado a un capitán español combatir con una vara en la mano por todo armamento, si bien detrás suyo tenía a su asistente, que manejaba una ametralladora rusa de disco como si fuera el mismísimo dios Marte.

Confiando en que el comandante Román disponia de suficientes fuerzas para capear cualquier temporal, Esparza se sorprendió solo en parte cuando le llamó el general Muñoz Grandes. El fiero coronel nunca estaba más tranquilo que cuando el estado mayor empezaba a preocuparse. Ahora tenía una helada calma. Tras asegurar a su jefe que todo iria bien, cruzó el Volchov. Al desembarcar, se encontró con un grupo de guripas heridos. En vez de quejarse de sus males, le dieron pormenores de la accion. Despues de unos cuantos abrazos y apretones de manos, el coronel continuó hacia Sitno. Al acercarse al arroyo al norte de Sitno, se tropezó con los 75 de Barbudo que, tirando a cero, disparaban granadas de metralla a nubes de sombrías figuras apenas 100 metros de distancia.

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19 de Octubre de 1941. Cruce del Volchov

Mensaje por Antonio » Sab May 01, 2010 5:37 pm

El cabo Armengol relataba así el combate:
Fueron dos horas de pesadilla. Pero de auténtico combate. Nunca habian combatido tan alegremente los españoles. No se sentía el frío, ni se temía a la muerte, ni el cansancio atormentaba. ¡Por fín se tenía al enemigo al alcance! Se agotaban las municiones y era preciso una verdadera odisea para procurarse más, escabulléndose por las esquinas. Hubo quien cayó prisionero una vez, y escapó, volviendo a caer en el garlito poco después, para liberarse definitivamente o cascarla, no menos definitivamente.

La MG 34 estaba emplazada cerca de un molino, que era por donde se había infiltrado el grueso de la fuerza enemiga. Se agotaron las municiones. El sargento ordeno replegarse al puesto de mando de la compañía. Por fin, con la llegada de algunas reservas, la situación se decantó por el lado español. Una característica rusa era el desmoronamiento rápido de sus unidades una vez iniciado el fracaso de lo que se proponían. Combatían como fieras, sin que nada hiciese presagiar el derrumbamiento, y de repente, empezaban a huir en grupos o, levantando las manos, se entregaban en masa. Los que escapaban se encontraban con todos los tiros que se perdían y alli era donde los rusos sufrían sus mayores bajas.

Llegó el Coronel del Regimiento, repartiendo abrazos entre los oficiales y lamentaciones ante los muertos: el capitán Benítez y otros muchos, los mejores, como siempre sucedía. El capellán, llegado con el coronel, atendía a los heridos graves …

Cedió el fuego. Esparza se dirigia a la calle principal, cuando oyó unos debiles gritos al otro lado de la aldea. Se encontró con el bravo comandante. Román le informó de la acción. Ambos se abrazaron y el pequeño nucleo de oficiales y soldados que les rodeaban empezaron a cantar el “cara al sol”. En realidad, las bajas españolas habían sido importantes en la confusa lucha cuerpo a cuerpo: 9 oficiales, incluído el teniente Escobedo, herido de gravedad, y 71 soldados. Pero el 1º y 2º batallones del regimiento 1002 soviético, cogidos en la garganta al norte de Sitno, perdieron 250 muertos y 400 prisioneros. Documentos recogidos del cadáver de un comandante ruso confirmaban que el objetivo del ataque consistía en liquidar la cabeza de puente. Como anteriormente, los comisarios políticos fueron los primeros en ponerse a salvo.

Por primera vez, la Wehrmacht mencionaba a la División Azul en los despachos. El comunicado del OKW de fecha 24 de Octubre anunciaba: “al defenderse de un contraataque soviético, la division española, en el sector norte del Frente Oriental, ha rechazado al enemigo causándole numerosas bajas y haciendo varios centenares de prisioneros”

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Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 7:10 pm

DIA 31 DE OCTUBRE

No sé ni como tengo humor para escribir. Supongo que será para verter en el papel las barbaridades que, dichas en alta voz, me expondrían a ser devuelto a España como indeseable. Pero como no es cosa de manchar un diario con palabrotas, éstas las escribo aparte y luego me las trago.

Tragar, tragar mecha, como decimos por acá, es lo que estamos haciendo desde que estamos aquí. Y este aquí no sé hasta cuando llegará. Puestos a sacar la cuenta con los dedos, mi compañía, la 12ª del 263, lleva en el frente 10 días. ¡¡Diez días …!!! Ahora con interrogante: ¿Diez días? … ¡¡Mi madre!! ¡Si tenemos canas, reuma, arteriosclerosis y demás síntomas de senectud!

Nitlikino es en estos instantes un lugar muy tranquilo. Hace media hora que no suenan disparos. Con un poco de suerte llegaremos a la noche sin ninguna alarma. Esto me hace pensar en el bruto de Riquelme, que tiene una filosofía estupenda. Dice : ¿La bala que me haya de matar?. Primero, tiene que estar fabricada; luego, de entre las 900 divisiones de la Krassnija Armija, deberá ser entregada a la que tenemos enfrente, y precisamente a un ruso llamado Dimitri Vanka, de la 5ª compañía del 2º batallon del regimiento 848. Dimitri la tiene que disparar contra mí un dia que vaya de patrulla o escoltando los suministros.
Bien, le decimos ¿Y porqué no ha de tener Dimitri esa bala? … Puede que la tenga. Pero a Dimitri le casqué yo ayer en el camino de Dubrowka.

Así razona el camaleón de Riquelme. Pero después de los combates del 28 y 29 de octubre, cuando ocupamos Tigoda y Nitlikino, hemos cesado de atacar. Muchas bajas. No quiero apuntar los nombres de los camaradas muertos … ¡no me da la gana! . Nuestro batallon y el 1º de Esparza han quedado reducidos a la mitad, y ahora los han fusionado en una cosa que se llama “Agrupacion Oriental”. Cubrimos frente en posición avanzada desde Sitno a Dubrowka, con el citado batallon cubriendo Tigoda, y nosotros Nitlikino. Estamos esperando. Esperando a que el enemigo contraataque, vamos, lo cual tiene mucha gracia.

Los ataques se esperan de día. No he visto atacar de día desde que estoy aquí, excepto las patrullas. Esto de las patrullas nos vuelve locos. Los ruskis vienen de noche a dar la lata. Y a dejarse, de paso, alguna mina por los caminos. Por la mañana vienen los camilleros, o los antitanques, creyendo que los zapadores han limpiado el terreno y, zas, se dejan un caballo o un tío que se levantó con el pié izquierdo.

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Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 7:12 pm

DÍA 1 DE NOVIEMBRE

La noche pasada fue de aúpa. Y dicen que esta que asoma lo será peor. Está bien. Hemos pasado el día fortificando. No hubo manera de descansar, salvo pequeñas escapadas para calentarse un poco. Pero enseguida vienen los que mandan arreando tortazos. Estoy aborregado. La tierra está tan dura, que los picos saltan por el aire, y hubo dos heridos del rebote. Una herida poco honrosa, pero que sirve para rebajarse.

Tenemos prisioneros trabajando. No acabo de entender a estos ruskis. Es imposible odiarlos. Me refiero a los prisioneros. Se da el caso de algunos que apresamos nosotros en Russa y Sitno, han estado dos días por la retaguardia preguntando por nosotros, y han venido a Nitlikino para trabajar. No lo entiendo. Van y vienen en aparente libertad. Va a llegar un día en que antes de disparar contra un ruso, tendremos que mirar antes si lleva armas o no. Cuidan de los heridos y hacen de asistentes. Y hasta chamullan algunas palabras en español. En la Plana de la compañía tenemos dos, Mischa y Volodia, que hacen de cocineros.

Hemos tenido bajas esta tarde. De mi compañía: Nicasio, Ortega, Cueto y Barrionuevo. Resulta que vino una compañía de zapadores con unas maquinitas para cortar arboles, unas sierras mecánicas que hacen mucho ruido. El enemigo se ha debido figurar que venían camiones y tanques, y ha bombardeado con artillería y morteros. Después, mandó a unos curiosos para que observaran mejor. A ésos los recibimos a modo. Nuestra artillería del siete y medio también ha tirado.

Nada más. Si estuviera en España escribiría una novela con lo sucedido en el día de hoy. Como estoy en Nitlikino, me aguanto. Tengo un montón de capotes rusos. Los dejé en la nieve dos días para que se helaran los piojos. Veremos si es verdad …

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Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 7:27 pm

DÍA 2 DE NOVIEMBRE

Hemos tenido jaleo. Estoy en Sitno, donde he bajado con unos heridos. Me quedaré aquí hasta que se forme una sección para Tigoda.

El enemigo atacó a las nueve de la mañana, cuando mejor dormíamos, después de una noche de abrigo. Montamos la ametralladora en la misma casa que ocupamos. Algunos han corrido a ocupar las fortificaciones que tenemos a medio construir. He visto dar la voltereta a varios hasta acomodarse en la trinchera, una trinchera que no llega a 1 metro de profundidad. Nosotros tiramos por encima de las cabezas de los que están allí, hacia el enemigo, que ha venido precisamente de la dirección explorada ayer y que se creía libre.

Ahora –son las 3 de la tarde- me encuentro un poco confuso para relatar lo visto. Y sin embargo, nunca he visto a los ruskis más cerca. He disparado a 50 metros. Hoy tengo la seguridad de haber matado a más de un hombre. Una alegría salvaje me emborrachaba cada vez que un enemigo se aplastaba como un trapo en la nieve.

Los rusos se infiltraron por un ángulo, y llegaron hasta la isba de la Plana Mayor, y los enlaces y morteristas has luchado a culatazos. En nuestra casa no ha pasado tal cosa, pues nada hay mejor que una máquina cantando para mantener las distancias.

Cada vez entiendo menos a los rusos. Vienen en manadas y no se agachan hasta que los ofíciales hacen las señales con un pito muy agudo. Si el oficial la diña, no saben qué hacer y entonces se entregan fácilmente. Como resisten bien el frío, se pegan al terreno como ladillas y hay que cazarles uno a uno.

A las 11 ha terminado todo. Tenemos 4 muertos y 30 heridos, algunos congelados también. Los heridos en las fortificaciones tienen heridas graves pues, como se protegen poco, todas las heridas son de cabeza y pecho. Los rusos han dejado bastantes muertos.

Vuelvo a la posición. Estoy tan agotado que temo quedarme dormido en una cuneta. Entrego todo mi dinero a Larita, que tiene una herida en un hombro. Le he dicho que me traiga un reloj de Riga. Veremos si se acuerda.

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Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 7:34 pm

DÍA 3 DE NOVIEMBRE


Jaleo de patrullas por la noche y ataque por la mañana. Grupos enemigos de 2 o 3 secciones, armados de naranjeros. Aumentan los heridos y congelados. He tenido que bajar a Tigoda buscando el suministro y municiones. Tenemos muchas municiones.

He traído conmigo a unos carreros. Vienen arrestados a pasar 2 días en primera línea. Los hombres vienen echando chispas y con más miedo que siete viejas. Resulta que hace 2 meses era denigrante ser carrero, pero ahora todos querríamos estar allí. Y cuando vienen al frente los carreros es porque son arrestados. Arrestados a luchar. ¡Vaya por Dios! . Los tales me dicen que se le mueren los caballos, pero que no tienen ellos la culpa; hace mucho frío y todo eso. Desde luego. Han retirado al 1º de Esparza y ha quedado solo nuestro batallon. O sus restos, para ser más exacto. Muy bien …

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Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 11:16 pm

DÍA 6 DE NOVIEMBRE

Ha venido el general y lo hemos recibido cantando: “Y nos meten en Tigoda/ Ocairí ocairá / Y después en Nitlikino / Ocairí ocairá / Los que volvamos a España / cabrán en un topolino / Ocairí ocairá ocairiariairá “ Se ha sonreido y no ha dicho nada. Por lo menos que yo lo entendiera, aunque dicen que le ha gustado lo nuestro, y que habrá recompensas.

Quedamos 42 hombres de una compañía de 200. Estoy asustado y contento al mismo tiempo. Me he librado de buena, con sólo un amago de congelamiento que me trataron a tiempo. Pero otros camaradas han caído, para siempre. Hemos recogido sus cuerpos y están ahora frente a la casa del capitán, esperando … ¿Qué podrán esperar unos muertos? . Solamente la decisión de ser enterrados allí mismo, a estilo alemán; o unos kilómetros más atrás, a estilo español.

No quiero pensar en ello. Me duelen los ojos. El practicante me dice que tenga cuidado. La refracción de la nieve puede dejarme ciego. ¿Será posible que la nieve, tan blanca y pura, encierre tanta maldad? Esta atmosfera transparente, límpida y sonora como el mejor cristal, llena de luz ¿podría apagar mis ojos?

Hemos tenido tres días de antología, como dice Gargalló. Especialmente ayer, el enemigo amenazaba con tragarse el mundo. Hubo bombardeo de aviación y todo, el primero que he visto en esta maldita guerra, aunque deba de aclarar que la aviación era rusa. La artillería nos dio un tute enorme. Anoto a título de curiosidad que no resultó incendiada ninguna casa. Hacia Sitno, sí. Pero en Nitlikino tuvimos la suerte de no asarnos.

Las bombas de aviación y las grandes granadas han dejado el aire cargado de cordita y se respira con dificultad, al menos con aspereza, tosiendo cuando la inhalación es demasiado profunda. La nieve, la pura y casta nieve, se encuentra manchada de negro y mezclada con tierra removida en un kilómetro de contorno. Los embudos no son muy grandes, porque la tierra helada lo impide. Pero eso mismo hace que los efectos de los impactos sean más considerables.

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Re: 19 de Octubre de 1941. Cruce del Volchov

Mensaje por Antonio » Dom Nov 13, 2011 11:45 pm

Ayer, a estas horas, hervía el pueblo entero. Los heridos se amontonaban en las casas. No se podía pensar en evacuarlos. El practicante les ponía unos remiendos encima, quejándose de los insuficientes que eran las bolsitas individuales de cura, esas bolsas que todos llevamos en el bolsillo, donde los felices mortales de la ciudad llevan las cerillas y el papel de fumar. No cabía pensar en evacuar a nadie, primero porque los caminos estaban enfilados, y segundo porque se necesitaban los brazos sanos para la defensa. La situación no llegó a ser desesperada, aunque sí pasamos el miedo consiguiente. No se cómo, pues disparábamos a mansalva y caían como moscas, los rusos llegaron hasta las casas más cercanas al bosque, amenazando con envolver a los que combatían en los refugios del sector sur

Hubo de salirse a su encuentro. Un teniente cayó herido, y su asistente luchó como una fiera contra cuatro rusos para rescatar su cuerpo. Recuerdo este episodio aislado porque, teniendo al enemigo a tiro, no me atrevía a disparar. Acudieron otros dos camaradas de la 9ª y el asunto se solventó por las buenas.

Pegados a un talud de la carretera había dos secciones de reserva, que intervenían cuando la situación empeoraba, envolviendo a los ruskis. Cuando se había solucionado una cuestión, se planteaba otra, porque los bolcheviques se mantenían pegados al terreno, y cuando amainaba la granizada, iniciaban otra carrerita. Pero ellos también sabían tirar con sus endemoniadas máquinas de carro. Utilizaron balas explosivas en ocasiones. A Mazo le abrieron un boquete en el pecho.

Los muertos se quedan helados en cosa de minutos. Hoy, al recogerlos, si se les quiere enderezar los miembros retorcidos hay que rompérselos. Y a uno le duele. Es como una crueldad innecesaria, sobre todo con los camaradas. Oscar, de la 11ª , tenía el fusil agarrado con las dos manos. Los dedos crujían como sarmientos y no volveré en mi vida a escuchar un sonido tan desgarrado. El teniente Servando me ha encargado que recoja las chapas de identificación. No se si tendré valor.

No tengo ganas de escribir más. Dicen que el general prometió relevarnos. Y que iremos a Gorka. No sé donde está ese pueblo. Debe estar al otro lado del río. Es igual. Dondequiera que esté, habrá de ser jauja comparado con Nitlikino. Es el frío y el cansancio lo que nos agobia. Y el notar tantos claros en nuestras filas, antes tan nutridas.

Hace dos días creía, y conmigo muchos, que el trabajar en las fortificaciones, las guardias una hora sí y otra no, los oficiales que se comían la mantequilla y las enemistades con tal y cual sargento eran lo peor de la guerra. Hoy veo que no es así. Todo eso se aguanta. Lo que desmoraliza de verdad es la muerte. Y el salir ileso de los combates no basta para compensar. Es verdad. Cada día se encuentra uno más solo. Caen a derecha e izquierda los camaradas. Y uno se dice: “La proxima vez seré yo. No puede fallar” . Y se tiene miedo. Un miedo que antes no se tenía porque éramos muchos. Muchos sin la muerte y pocos con ella, cuando comenzó a rondar nuestras cabezas. De ahora en adelante será peor. Tendrá “Ella” menos donde escoger … el primer cañonazo … ¡Quedamos tan pocos!

He vuelto de recoger las chapas. Tengo una en las manos que me hace temblar. Dice “Division 250, num. 11.317”. Es la placa de Riquelme. Tenía, mi buen camarada, un balazo en el corazón. Uno sólo y exacto. Dimitri Vanka debía tener un sosías en la acera de enfrente.



Tomás Salvador
Escritor, soldado
Division 250

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