Al impartir Hitler la directiva del plan que determinó la invasión a Rusia, señaló el carácter totalmente secundario que asignaba a las operaciones navales en la lucha contra la URSS. Posteriormente, destacados jefes navales germanos habrían de señalar lo equivocado de esta política. Efectivamente, uno de ellos, el almirante Ruge, planteó claramente las ventajas que se habrían podido obtener de un mayor aprovechamiento del poderío naval: "La guerra en un país pobre en caminos y vías ferroviarias, corno era Rusia, consistía, antes que en ninguna otra cosa, en un problema de transporte. ¿Por qué no se aprovecharon las ventajas del transporte marítimo para realizar el avance...? La distancia en línea recta de la frontera de Prusia Oriental a Leningrado era de 800 kilómetros, de la frontera a Moscú era de 1.000 kilómetros y de Leningrado a Moscú era de 600 kilómetros. ¿Por qué se renunció, ante esta situación, a la eficiente vía marítima que, desde los puertos germanos de Lübeck, Stettin y Koenigsberg llevaban directamente a los puertos soviéticos de Reval y Leningrado...? Los finlandeses eran nuestros aliados: podíamos, por lo tanto, disponer de toda la costa meridional de Finlandia como punto de partida. Las islas del Báltico, el puerto de Reval y naturalmente también la flota rusa se ofrecían como favorables objetivos para un ataque por sorpresa. Después del hundimiento de nuestro acorazado "Bismarck" quedaron libres las unidades asignadas a su escolta, y pudieron ser utilizadas en el Báltico sin perjudicar sensiblemente la guerra contra Inglaterra. Aun empeñando en la lucha contra los británicos todos los sumergibles y cruceros auxiliares necesarios, nos restaban todavía fuerzas suficientes para actuar sorpresivamente y con la máxima agresividad en los golfos de Riga y Finlandia...".
Esta estrategia no fue adoptada. La marina, tal corno lo dispuso Hitler, sólo realizó acciones de carácter fundamentalmente defensivo: sembrado de minas, patrullaje, etc. El 20 de septiembre de 1941, cuando las fuerzas terrestres germanas alcanzaron los suburbios de Leningrado, Hitler dispuso formar una "Flota del Báltico" con el acorazado “Tirpitz", el acorazado de bolsillo "Scheer" y naves de escolta, con la intención de bloquear la posible huida de los barcos de guerra rusos a los puertos de Suecia. Este hecho no se produjo. El grueso de la flota rusa permaneció refugiada en la base de Krondstadt y Leningrado, y sus pesados cañones colaboraron en la defensa de la plaza contra el asedio germano. Así, la campaña inicial contra la URSS concluyó sin que la flota rusa del Báltico fuera destruida ni sus bases conquistadas. Con ello, Hitler perdió una oportunidad que ya no se le volvería a presentar: asestar un golpe decisivo al poder naval soviético y, paralelamente, facilitar la penetración de las fuerzas terrestres sobre la retaguardia rusa, mediante el desembarco masivo de tropas y material en los puertos del norte.
La guerra naval en el Báltico, a partir de ese momento, se redujo a escaramuzas de unidades menores. Un ancho campo de minas, tendido por los germanos, cerró el golfo de Finlandia, impidiendo así las operaciones en gran escala. Algunos submarinos rusos, lograron abrirse paso y hundieron a siete barcos mercantes germanos, dañando a otros cinco. En el transcurso de los años 1942-1943, los alemanes perdieron otras seis unidades de guerra menores. En el Mar Glacial Ártico, las operaciones terrestres, llevadas por los germanos contra el puerto de Murmansk, fueron apoyadas por un débil destacamento naval constituido por cinco, cazatorpederos y algunos dragaminas y naves de patrullaje. Los rusos, a su vez, disponían en esa zona de catorce cazatorpederos, veinte sumergibles y otras unidades menores. No hubo mayores choques entre ambas fuerzas navales, pero los sumergibles soviéticos, apoyados por submarinos británicos, realizaron efectivos ataques, hundiendo a siete barcos mercantes alemanes y un cazasubmarinos.
A principios de 1942, y luego del fracaso de la ofensiva terrestre germana contra el puerto de Murmansk, Hitler ordenó apostar grandes fuerzas navales en el norte de Noruega, ante el temor de que los británicos realizaran allí un desembarco para apoyar a Rusia. Estas fuerzas, además, tendrían como misión interceptar el tránsito de convoyes aliados al puerto de Murmansk. Se produjeron así una serie de intensos choques entre las fuerzas navales y aéreas germanas y los convoyes aliados. Estos últimos sufrieron graves pérdidas. Algunas unidades germanas, a su vez, como en el caso del "Admiral Scheer" y "Hipper", se internaron en el Océano Glacial Ártico, donde atacaron a los barcos rusos y a sus bases.
En septiembre de 1943, la lucha naval en el Ártico sufrió un vuelco decisivo, al quedar inutilizado el gran acorazado Tirpitz" por las cargas explosivas que fueron adosadas a su casco por un submarino inglés enano. A este episodio se sumó poco después, en el mes de diciembre, el hundimiento del "Scharnhorst", en un combate con barcos de guerra británicos. Las consecuencias de ambas acciones se concretaron en la reanudación intensiva del tránsito de convoyes aliados que, en adelante, sufrieron muy pocas bajas.
En cuanto al Mar Negro, cuando se dio comienzo a las operaciones en el Mar Negro, no existían allí fuerzas navales germanas. La Wehrmacht podía contar con el apoyo de cuatro cazatorpederos, un submarino y algunas lanchas torpederas rumanas. Fue así que los rusos pudieron valerse de su superioridad naval para transportar fuerzas y abastecimientos al puerto de Sebastopol, en Crimea, cuando esta plaza fue sitiada por los alemanes. Estos últimos realizaron un esfuerzo para aumentar sus efectivos, y llevaron al Mar Negro, por vía férrea, embarcaciones desmontadas
Además, construyeron algunos pequeños barcos en astilleros rusos capturados. De esta forma llegaron a contar con una flotilla integrada por diez lanchas torpederas, veintitrés dragaminas, seis submarinos, tres posaminas, ocho cazasubmarinos, trece naves de transporte y numerosas naves auxiliares. A estas fuerzas se unieron naves italianas (seis MAS, seis submarinos de bolsillo, diez lanchas de asalto). Además, la intervención de la fuerza aérea germana permitió equilibrar la situación frente a la marina soviética. De esta forma, los rusos se vieron obligados a suspender el envío de abastecimientos y refuerzos a Sebastopol por medio de transportes y tuvieron que hacerlo empleando sumergibles y veloces destructores que operaban de noche. Luego de la caída de Sebastopol, las flotillas alemana e italiana consiguieron hundir a numerosas unidades menores rusas.
La lucha se trasladó luego al sector oriental del Mar Negro, donde tuvieron lugar numerosos encuentros entre las embarcaciones menores de ambos bandos, apoyadas por las respectivas aviaciones.
La falta de poderío naval germano tanto de guerra como de transporte, en el Mar Negro, influyó decisivamente en el curso de las operaciones terrestres en la región del Cáucaso. Efectivamente, las tropas germanas que avanzaban por el Cáucaso se vieron obligadas a recibir la casi totalidad de sus abastecimientos por los largos y primitivos caminos terrestres. Los soviéticos, en cambio, pudieron mantenerse sobre las costas del Mar Negro y utilizar en su provecho los puertos del mismo.
A pesar de su debilidad marítima, los alemanes, después de la derrota de Stalingrado y Kursk, completaron sin mayores pérdidas, a través del Estrecho de Kerch, la evacuación de casi 200.000 soldados, 35.000 vehículos, 1.200 cañones y 3.000 toneladas de material, retirándolos de la región caucásica a Crimea.
En definitiva, es el de la estrategia naval alemana otro aspecto no por poco conocido menos relevante que añadir a los ya debatidos hasta la saciedad del terrestre y aereo.
Esta estrategia no fue adoptada. La marina, tal corno lo dispuso Hitler, sólo realizó acciones de carácter fundamentalmente defensivo: sembrado de minas, patrullaje, etc. El 20 de septiembre de 1941, cuando las fuerzas terrestres germanas alcanzaron los suburbios de Leningrado, Hitler dispuso formar una "Flota del Báltico" con el acorazado “Tirpitz", el acorazado de bolsillo "Scheer" y naves de escolta, con la intención de bloquear la posible huida de los barcos de guerra rusos a los puertos de Suecia. Este hecho no se produjo. El grueso de la flota rusa permaneció refugiada en la base de Krondstadt y Leningrado, y sus pesados cañones colaboraron en la defensa de la plaza contra el asedio germano. Así, la campaña inicial contra la URSS concluyó sin que la flota rusa del Báltico fuera destruida ni sus bases conquistadas. Con ello, Hitler perdió una oportunidad que ya no se le volvería a presentar: asestar un golpe decisivo al poder naval soviético y, paralelamente, facilitar la penetración de las fuerzas terrestres sobre la retaguardia rusa, mediante el desembarco masivo de tropas y material en los puertos del norte.
La guerra naval en el Báltico, a partir de ese momento, se redujo a escaramuzas de unidades menores. Un ancho campo de minas, tendido por los germanos, cerró el golfo de Finlandia, impidiendo así las operaciones en gran escala. Algunos submarinos rusos, lograron abrirse paso y hundieron a siete barcos mercantes germanos, dañando a otros cinco. En el transcurso de los años 1942-1943, los alemanes perdieron otras seis unidades de guerra menores. En el Mar Glacial Ártico, las operaciones terrestres, llevadas por los germanos contra el puerto de Murmansk, fueron apoyadas por un débil destacamento naval constituido por cinco, cazatorpederos y algunos dragaminas y naves de patrullaje. Los rusos, a su vez, disponían en esa zona de catorce cazatorpederos, veinte sumergibles y otras unidades menores. No hubo mayores choques entre ambas fuerzas navales, pero los sumergibles soviéticos, apoyados por submarinos británicos, realizaron efectivos ataques, hundiendo a siete barcos mercantes alemanes y un cazasubmarinos.
A principios de 1942, y luego del fracaso de la ofensiva terrestre germana contra el puerto de Murmansk, Hitler ordenó apostar grandes fuerzas navales en el norte de Noruega, ante el temor de que los británicos realizaran allí un desembarco para apoyar a Rusia. Estas fuerzas, además, tendrían como misión interceptar el tránsito de convoyes aliados al puerto de Murmansk. Se produjeron así una serie de intensos choques entre las fuerzas navales y aéreas germanas y los convoyes aliados. Estos últimos sufrieron graves pérdidas. Algunas unidades germanas, a su vez, como en el caso del "Admiral Scheer" y "Hipper", se internaron en el Océano Glacial Ártico, donde atacaron a los barcos rusos y a sus bases.
En septiembre de 1943, la lucha naval en el Ártico sufrió un vuelco decisivo, al quedar inutilizado el gran acorazado Tirpitz" por las cargas explosivas que fueron adosadas a su casco por un submarino inglés enano. A este episodio se sumó poco después, en el mes de diciembre, el hundimiento del "Scharnhorst", en un combate con barcos de guerra británicos. Las consecuencias de ambas acciones se concretaron en la reanudación intensiva del tránsito de convoyes aliados que, en adelante, sufrieron muy pocas bajas.
En cuanto al Mar Negro, cuando se dio comienzo a las operaciones en el Mar Negro, no existían allí fuerzas navales germanas. La Wehrmacht podía contar con el apoyo de cuatro cazatorpederos, un submarino y algunas lanchas torpederas rumanas. Fue así que los rusos pudieron valerse de su superioridad naval para transportar fuerzas y abastecimientos al puerto de Sebastopol, en Crimea, cuando esta plaza fue sitiada por los alemanes. Estos últimos realizaron un esfuerzo para aumentar sus efectivos, y llevaron al Mar Negro, por vía férrea, embarcaciones desmontadas
Además, construyeron algunos pequeños barcos en astilleros rusos capturados. De esta forma llegaron a contar con una flotilla integrada por diez lanchas torpederas, veintitrés dragaminas, seis submarinos, tres posaminas, ocho cazasubmarinos, trece naves de transporte y numerosas naves auxiliares. A estas fuerzas se unieron naves italianas (seis MAS, seis submarinos de bolsillo, diez lanchas de asalto). Además, la intervención de la fuerza aérea germana permitió equilibrar la situación frente a la marina soviética. De esta forma, los rusos se vieron obligados a suspender el envío de abastecimientos y refuerzos a Sebastopol por medio de transportes y tuvieron que hacerlo empleando sumergibles y veloces destructores que operaban de noche. Luego de la caída de Sebastopol, las flotillas alemana e italiana consiguieron hundir a numerosas unidades menores rusas.
La lucha se trasladó luego al sector oriental del Mar Negro, donde tuvieron lugar numerosos encuentros entre las embarcaciones menores de ambos bandos, apoyadas por las respectivas aviaciones.
La falta de poderío naval germano tanto de guerra como de transporte, en el Mar Negro, influyó decisivamente en el curso de las operaciones terrestres en la región del Cáucaso. Efectivamente, las tropas germanas que avanzaban por el Cáucaso se vieron obligadas a recibir la casi totalidad de sus abastecimientos por los largos y primitivos caminos terrestres. Los soviéticos, en cambio, pudieron mantenerse sobre las costas del Mar Negro y utilizar en su provecho los puertos del mismo.
A pesar de su debilidad marítima, los alemanes, después de la derrota de Stalingrado y Kursk, completaron sin mayores pérdidas, a través del Estrecho de Kerch, la evacuación de casi 200.000 soldados, 35.000 vehículos, 1.200 cañones y 3.000 toneladas de material, retirándolos de la región caucásica a Crimea.
En definitiva, es el de la estrategia naval alemana otro aspecto no por poco conocido menos relevante que añadir a los ya debatidos hasta la saciedad del terrestre y aereo.