¡Hola a todos!
frosty escribió:
Estoy de acuerdo en que hay que desobedecer las ordenes inmorales , pero es que sólo veía ejemplos de un lado de la guerra( que también es verdad,en ese lado en cuestion, se dieron los tales ejemplos con una enorme cotidianeidad ).
Cierto, pero es que en ese bando fue, sin comparación posible, donde se dieron los casos más notorios del tema que plantea este hilo. Sin embargo, los ejemplos existieron en ambos bandos. Voy a exponer uno que, probablemente, es muy poco conocido.
Lo cuenta un protagonista del mismo, Belton Y. Cooper, un oficial del 3º Batallón de Mantenimiento de la 3ª División Acorazada estadounidense, y yo os lo resumo así.
Campaña de Normandía, durante el crepúsculo del 21 de julio de 1944. Suena la alarma de un ataque con gas en el cuartel general del 3º Batallón de Mantenimiento de la 3ª DA. Corre el pánico entre las tropas, mientras los hombres se desesperan buscando sus máscaras de gas. Tras las primeras confusiones se acaba por comprender que ha sido una falsa alarma. ¿Qué había sucedido? Los alemanes habían disparado un proyectil de fósforo blanco en la retaguardia del área donde estaba acuartelado el batallón americano y un centinela, confundiendo el humo blanco con gas, dio la alarma de ataque con gas tóxico. En cuestión de segundos la alarma se extendió por toda la cabeza de playa del Primer Ejército y se desató un infierno caótico donde los hombres abandonaron sus posiciones y se lanzaron como posesos a por sus máscaras de gas. Cito (traduzco) literalmente a Cooper: “Nadie sabe, quizás incluso hasta el día de hoy, cuán profundamente este pánico podía haber afectado la seguridad del ejército”.
A la mañana siguiente, el comandante del CCB (de la 3ª DA), general Truman Boudinot, reunió a todos los comandantes de la unidad. Expresó su asombro por la desintegración de la disciplina entre las tropas, diciendo que en toda su vida en el ejército jamás había visto nada igual y que no estaba dispuesto a permitir que se repitiera en el futuro. Les mostró una orden directa del general Bradley, que rezaba lo siguiente:
[En vista de la experiencia de la pasada noche, se ha llegado a la conclusión de que si los alemanes hubiesen usado realmente gas, el daño físico a nuestras tropas posiblemente no podía haber sido tan desastroso como el pandemónium que resultó de la alarma de gas. De esta forma, por la presente se le ordena instruir a todo el personal que la alarma de gas no será dada bajo ninguna condición, incluso en el caso de un verdadero ataque con gas].
La orden de Bradley terminaba ordenando que se disparara a cualquier soldado que estuviera dando la alarma de gas, al margen de cualquier circunstancia, y que debía disparar el soldado disponible que estuviera más cerca del que daba la alarma.
Bien, he aquí una orden discutible (e incluso discutible saber si Bradley tenía la autoridad suficiente para darla) cuya ejecución constituía el asesinato de un propio compañero. Afortunadamente, no hubo necesidad de ponerla a prueba. Pero si se diesen las circunstancias, ¿qué hacer?
El episodio completo en Belton Y. Cooper,
Death Traps: The Survival of an American Armored Division in World War II (Presidio Press Book, 2003), pp. 33 y ss.
Saludos cordiales
JL