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El Cañón Dora en el asedio a Sebastopol 1942.
Trabajo preparatorio completado.
El trabajo se intensificó con la llegada de un equipo de ingenieros especiales de 1.000 hombres. Esta unidad se complementó con una fuerza laboral de 1.500 civiles reclutados entre la población nativa. A medida que avanzaba la campaña de movimiento de tierras, las precauciones de seguridad aumentaron en todos los lados. Tropas especiales acordonaron toda la zona, en una distancia de varios kilómetros. Esta fuerza incluía 300 soldados de infantería, una gran unidad de policía militar y un grupo de especialistas que empleaba perros. Una unidad química reforzada de 500 hombres tuvo que ocultar los disparos reales con humo, mientras que la protección antiaérea provino de un batallón de artillería antiaérea reforzado agregado de 400 hombres. Sobre sus cabezas, la fuerza aérea brindó protección continua a los combatientes además de las actividades normales de observación. La dotación de personal de las diversas unidades directamente involucradas en poner al Dora en posición de fuego superaba los 4.000 hombres.
El arma llegó al área de montaje a principios de marzo de 1942, pero tuvo que esperar a que terminaran los trabajos preparatorios. En los primeros días de junio todo estaba preparado y el tren que transportaba a Dora se adelantó para la operación de montaje. Aunque se había asignado una semana para los preparativos, el arma estuvo lista dos días antes de lo previsto. Sus objetivos consistían en un largo grupo de fuertes con vistas a la bahía de Sebastopol. Los soviéticos defendieron tenazmente sus búnkeres con todos los medios posibles a su disposición.
En vista de esta defensa integral, los objetivos no fueron difíciles de localizar. Los alemanes no tuvieron problemas para atacar todos los fuertes, pero descubrieron que los masivos proyectiles tenían un efecto sorprendentemente pequeño en las posiciones defensivas. En el principal bastión soviético, Maxim Gorkl, los alemanes utilizaron todas las piezas de artillería que pudieron encontrar.
Allí empeñaron morteros de la Primera Guerra Mundial, el mortero autopropulsado de 24 pulgadas, Karl, y nuevas bombas aéreas, pero fue en vano. Incluso los proyectiles de Dora no pudieron, con la excepción de un depósito de municiones, destruir objetivos vitales. Las tropas terrestres finalmente asaltaron el área a un gran costo. La ciudad agotada se rindió el 1° de julio después de soportar más de 30.000 toneladas de proyectiles de artillería.
Valor militar cuestionado.
Dado que los alemanes capturaron la ciudad, pudieron evaluar el efecto del fuego de Dora. El principal descubrimiento de este estudio fue la desagradable revelación de que, en el mejor de los casos, el valor militar de Dora era cuestionable. Los cráteres dejados por los proyectiles de Dora revelaron las limitaciones de armas tan masivas. Cada agujero era similar a la perforación lisa de un pozo finamente perforado, de tres pies de diámetro y al menos 40 pies (12,192 m) de profundidad. En la base de este agujero había un espacio bulboso de 10 pies (3,048 m) de diámetro donde la granada que explotó había compactado la tierra en un área limitada. Este cráter con forma de termómetro difícilmente justificaba el costo astronómico involucrado en la construcción, prueba, transporte y disparo.
Aunque sin duda una obra maestra técnica, Dora agobió la economía de guerra alemana con costos abrumadores desproporciondos a su utilidad militar o su presupuesto. El uso de 4.000 hombres para apoyar un arma cuyo uso principal era cavar pozos profundos es difícil de racionalizar. En el momento en que se la empleó tácticamente, el Dora ya se había vuelto obsoleto por las tácticas alemanas de blitz krieg y el poder engendrado por el apoyo aéreo táctico.
A pesar de estas abrumadoras objeciones a la utilidad del arma, uno no puede dejar de creer que el disparo de un cañón de 32 pulgadas debe haber aumentado la moral entre todas las tropas en el área. Por otro lado, el impacto de un proyectil de siete toneladas ha contribuido al debilitamiento psicológico de los defensores.
Posteriormente, el alto mando consideró utilizar a Dora en otras áreas. Hitler, que tenía un interés permanente en el arma, quería usarla contra Leningrado, pero las acciones ofensivas soviéticas impidieron tal compromiso. El Führer también esperaba usarlo contra Gibraltar, pero los puentes españoles no podían soportar las piezas del arma. Sebastopol fue entonces el único empleo en combate de esta extraordinaria arma.
En 1945, los aliados capturaron el arma y la desguazaron. No obstante, debe seguir siendo un monumento a una era pasada ahora obviada por cargas nucleares, pero, en la historia de la artillería, Dora reina como el arma más grande jamás utilizada en combate.
Granada y vaina del cañón Dora.................................................
Fuentes: Dora, the german’s biggest gun by Charles B. Burdick. Military review, dec 1961.
Saludos. Raúl M
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