DUNKERQUE ... De Raymond Cartier

La guerra en el oeste de Europa

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:22 pm

El 14 de mayo por la tarde, Blanchard ha alineado perfectamente sus 3 cuerpos de ejército (3º, 4º y 5º), en la brecha de Gembloux. La batalla se entabla el mismo día. No afecta más que al centro del I ejército, una docena de batallones de los 82 de Blanchard. El atacante es el 16 cuerpo blindado de ese general Hoeppner, que estuvo a punto de marchar sobre Berlín para derribar a Hitler. Todos los ataques alemanes son contenidos por el 4º cuerpo, y rechazados por un contraataque del cuerpo de caballería. La confianza es tal, que el mando ya piensa en organizar relevos, y hace venir saxofones y acordeones para amenizar el reposo de los combatientes.

Al día siguiente, la batalla ha terminado. A las 2 de la madrugada, el ala derecha del I ejercito, descubierta por la derrota del IX, recibe orden de girar alrededor de Gembloux. A las 6 de la tarde, esa orden de retirada parcial se transforma en orden de retirada general. Se manda al I ejercito replegarse sobre el canal de Charleroi, desde el Sambre a Tunice, para resistir allí “sin ánimo de retroceder” . La orden de retirada se extiende al cuerpo expedicionario inglés, la B.E.F. , y asombra a los ingleses más aún que a los franceses. Han hecho 60 millas a la carrera para alcanzar una posición que les habían dicho que iba a ser de lucha a ultranza. Ni siquiera han tomado contacto con el enemigo y ya, media vuelta …

Ni los soldados ingleses ni los del I ejercito conocen el desplome que se produce a su derecha. No pueden sospechar que la orden de retirada precipitada que obedecen, es en realidad una orden de retirada demasiado tardía. Los ejercitos del norte ya tienen dos etapas de retraso sobre las formaciones mecanizadas que les rodean. Y el mando no se da cuenta de la amplitud del movimiento que habría que ordenar para escapar al envolvimiento.

El 22 de agosto de 1.914, en la tarde de Charleroi, Joffre había ordenado a su ala izquierda una retirada general. Para quienes la hicieron, quedó como el recuerdo más penoso de toda la guerra. Pero la decisión instantánea de Joffre salvó al ejército. En mayo de 1.940, una prontitud igual quizás (solo quizás), habría permitido sustraer al G.E.1 al envolvimiento. Pero hacía falta una decisión que ya no tenían unos jefes preparados para la guerra estática.

El I ejercito francés se bate “sin ánimo de retroceder” alrededor de Maubeuge, con la mision de defender las fortificaciones de las posiciones fronterizas. Cubiertas al sur por flanqueamientos que se permiten el lujo despectivo de establecer cabezas de puente sobre el Aisne y el Somme, las panzerdivisionen alemanas suben hacia el norte, marchando hacia Arras y Calais, y apretando el fondo de la bolsa en que se agitan 46 divisiones aliadas, 1 millón de hombres, más 1 millón de refugiados. Situación comparable a la de los mayores desastres de la Historia. Napoleón, en todas sus campañas, nunca consiguió un envovimiento a tal escala.

Nombrado el día antes, Weigand va a intentar romper ese anillo de acero.

Weigand toma un avión, sobrevolando el campo de batalla, para tomar contacto con los ejercitos del norte. Ya que no brillante, la situación estratégica tiene ahora la ventaja de ser clara. Los ejercitos aliados están cortados en dos por el avance de las panzerdivisionen alemanas.

La fracción del norte, estrechamente cercada, está amenazada de destrucción. La fracción del sur es demasiado debil para resistir ella sola en seguida un segundo ataque alemán. Si no se llega a soldar otra vez la espada rota, la guerra está perdida. Y todo es cuestión de horas, pues en la brecha abierta por las fuerzas mecanizadas, las fuerzas convencionales alemanas se meten con toda la velocidad de sus piernas. La aviación señala aún “un vacío completo en el triángulo Laon-Moncornet-Neufchatel” , pero la aventurada situación de las panzerdivisionen mejora, y las probabilidades de los Aliados de volverse a soldar antes de que las tropas alemanas constituyan frentes inquebrantables van disminuyendo por momentos.

La maniobra recomendada por Gamelin es refrendada por Weigand. Marchando al encuentro uno del otro, es como los dos muñones tienen más posibilidades de reunirse. Weigand no puede más que reanudar la idea de su predecesor, que sería la de un niño de 6 años al mirar un mapa. Pero Weygand, más proximo a la realidad, sabe que el II ejercito, acurrucado en la cabeza de puente de Montmedy, está fuera de combate. Sólo ve posible el desbloqueo de los ejercitos de norte con una ofensiva a partir del Somme, yendo al encuentro de la ofensiva que los ejercitos del norte lancen hacia el sur.

El cuadro del G.E. 1 trazado por Billotte, no tiene nada de consolador. El I ejercito francés, en el que se entremezclan los restos del IX, forma una hernia en relación al conjunto del grupo de ejercitos, y está constantemente desbordado sobre su derecha, combatiendo en condiciones crueles y penosas. Pero sin embargo, el mismo día 21, dos divisiones atacan hacia Cambrai, mientras que, bajo el mando del general Franklyn, las divisiones británicas 5ª y 50, retiradas del Escalda, atacan ante Arras. El objetivo es reducir, cuando menos, la amplitud de la brecha abierta entre el Somme y el G.E.1 .

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:29 pm

Arras se ha hecho el centro de la batalla. Organizada como centro de resistencia, ha recibido una guarnición proporcionada por elementos de formación reciente, que Lord Gort había evitado llevar a Bélgica. Pero la guarnición resiste, y el general Franklyn acaba de llegar con las divisiones 5ª y 50. Solamente 40 km las separan de las líneas francesas del Somme. Eso mide el débil pedúnculo que bastaría cortar para que las 9 divisiones panzer que allí se han metido quedaran en la trampa, cortadas de su aprovisionamiento, paralizadas, clavadas al suelo. El mismo general Besson lo dice al tomar el mando de los ejercitos Touchon y Frere “Ya no basta con defenderse. Hace falta atacar, atacar, atacar” . Se ha comprendido que a una ofensiva mecanizada no hay más respuesta que una defensa tan móvil como ella. ¡La verdad militar surge en el momento en que están destruídos todos los medios que habrían debido servirla!

Junto a Hitler, sin embargo, el cielo de la victoria no carece de nubes. Olas de jubilo y de angustia se alternan en el puesto de mando de Munstereifel. Menos nerviosos que su Fuhrer, los jefes del ejercito no están libres de inquietudes. Las panzerdivisionen han alcanzado el Canal, pero las tropas lentas no han superado la confluencia del Sambre: vacío enorme que un adversario maniobrero convertiría en un día de luto para el ejercito alemán. En la brecha, aparte de los blindados, sólo los elemento de cabeza del IV ejercito están empeñados en torno a Maubeuge. En el Somme, siguen siendo las divisiones motorizadas del 14 C.E. las que aguantan los flancos y mantienen las cabezas de puente, en vez de combatir junto a las Panzer. Estas, a fuerza de suplir a la infantería y a la artillería, dan signos de desgaste. El grupo von Kleist da cuenta de que ha perdido la mitad de sus panzers. Las fuerzas alemanas están distendidas, dispersas, fatigadas, a merced de un cuerpo acorazado que, por suerte para ellas, no existe.

El 21 por la tarde, las noticias parecen alarmantes. El OKH nota que, por primera vez, puede haber un éxito enemigo. La 7ª Panzer se ha hallado en una situación crítica. Alcanzaba el sudoeste de Arras, en Beaurain, pero el regimiento de fusileros transportados no la ha seguido, y los panzers han tenido que dar media vuelta, con severas pérdidas. Rommel ha estado a punto de ser capturado: durante una hora ha estado, sólo con su oficial de trasmisiones, en medio de un carrusel de blindados franceses. “Die Krise bei Arras”. La decisión, dice Halder, se juega en torno a Arras. Si aguantamos, la batalla está ganada.

A decir verdad, los alemanes nunca han tenido nada que temer. “Die Krise bei Arras” es imaginaria. El fracaso de la 7ª Panzerdivisión es sólo un incidente local. La acción común franco-inglesa es demasiado debil, demasiado mal coordinada para poner seriamente en peligro a las panzerdivisionen. Los jefes de la Wehrmacht han perdido la sangre fría sólo porque han sido superados ellos mismos por la inmensidad de su éxito.

En Arras, Franklyn no tiene ni las fuerzas ni las instrucciones necesarias para que su empujón se convierta en el preludio de la liberación de los ejercitos del norte. Despeja los bosque de la ciudad y luego se encierra en ella, lleno de inquietudes por el movimiento desbordante que continuan las panzers entre el Canal y él. El 23, por la tarde, después de duros combates, recibe de de Gort la orden de defender Arras “hasta el ultimo cartucho”. Los tommis están haciendo barricadas en las salidas, cuando llega una nueva orden: evacuar Arras a favor de la noche y llevar a las divisiones 5ª y 50 al canal del alto Deule para sostener el flanco de resistencia que Lord Gort organiza sobre los cauces de agua del norte. Pensando en un reembarco, el jefe de la BEF reagrupa sus fuerzas y rehúsa aventurarlas en una empresa sin salida. Ese retroceso de Arras, ese abandono de la última ocasión, han sido objeto de polémicas envenenadas. Se ha sostenido que mataron el plan Weygand y sellaron el destino de los ejercitos del norte, pero el conocimiento global de los hechos no nos permite compartir ese modo de ver.

Habiendo abandonado la esperanza de una brecha, Weygand se aferra a la de una cabeza de puente de Flandes, alimentada por Calais, Dunkerque y Ostende, y capaz de una resistencia indefinida gracias al dominio del mar. Ahora bien, en el momento en que concibe ese nuevo proyecto, la decisión inglesa está tomada. El reembarco está decidido.

El hombre de esta decisión es Lord Gort, personalmente. Como sus colegas franceses, pensaba que tendría que librar una batalla bien asentada en un sector bien delimitado. Y ahí estaba, en su puesto de mando de Premesques, en medio de un caos de derrumbamiento. La noche resuena de explosiones y se enrojece de incendios. Las comunicaciones son precarias o están destruidas. Todas las encrucijadas, todas las estaciones, sufren bombardeos repetidos. La BEF está a media ración y el mismo, jefe supremo, esta acosado tan de cerca por el enemigo, que ha organizado su puesto de mando como punto de apoyo cerrado. Rara vez se habrá encontrado un jefe en condiciones tan dramáticas y tan inesperadas.

Si Gort considera la situación táctica, su célebre optimismo no le puede ocultar que la situación es más que peor. La BEF está totalmente desarticulada. Sus divisiones 4ª, 3ª, 1ª y 42 resisten, cara al norte, en las fortificaciones de la frontera. Sus 48, 44, 2ª y 46 se estiran a lo largo de la Canal line, en dirección al sudoeste. Y por añadidura, las divisiones 5ª y 50, en vez de reforzar esa debil cortina, suben hacia Ypres tan deprisa como lo permite el atasco de los caminos, pues el ejercito belga se disgrega. Que los belgas resistan hasta el fin, o que capitulen, la diferencia solo puede ser de unas horas. Todo el flanco norte de Gort está al descubierto.

Los franceses, por su parte, sostienen las dos extremidades del frente sur. El grueso del I ejercito al sudeste de Lila está en una especie de pico que se encoge y se estrangula. El cuerpo de caballería está disperso. Una de sus divisiones ligeras mecanizadas (DLM) ha subido hacia el norte para apoyar a los ingleses, y las otras dos cooperan en la defensa del canal del Aire en la Bassée. Al oeste, el litoral está defendido por los restos del 16 cuerpo y por dos divisiones de serie B (68 y 60). Todo el peso de las Panzer gravita sobre ese sector, cuya pérdida significa el corte del camino al mar y el envolvimiento irremediable. Boulogne está tomada desde el día antes, 24 de mayo, a pesar del refuerzo de un regimiento de la guardia enviado desde Inglaterra, y Calais, que ha recibido orden de resistir hasta el ultimo extremo, es atacado con violencia. Queda abierta una sola puerta, Dunkerque. Pero está claro que su captura es sólo cuestión de unos días.

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:39 pm

Hitler y Runstedt salvan el ejercito inglés

Die krise bei Arras no ha estorbado el avance de las panzerdivisionen.

Las 10 están ya en el flanco sur de la bolsa. La 9ª , retirada del XVIII ejercito, ha llegado a reforzar a la agrupación von Kleist (19 y 41 cuerpos blindados, seis divisiones) que opera entre Saint-Pol y Lens. Los aliados no pueden oponer a esa masa de panzers más que los restos de dos DLM.

El 23 de mayo, un cuartel general sobre raíles se detiene en la estación de Polch. El mariscal Goring sube al puesto de mando de Hitler. Tiene derecho a estar triunfante. La aviación, más aún que los panzers, ha sido el arma decisiva en las sensacionales batallas que se desarrollan desde el 10 de mayo. No obstante –asombrosa presunción- , Goring se queja. Su Luftwaffe no toma una parte bastante importante en la victoria. Los laureles se los quita el ejército reaccionario, cuyos jefes detestan a la revolución nacionalsocialista. El, Goring, pide justicia. Sobre todo, quiere que le dejen el cuidado de rematar a los ejercitos aliados caídos en la trampa de Flandes. Se encarga de obligarle a capitular destruyendo sus puertos.

Para Hitler, la batalla del norte ha terminado. El plan amarillo está realizado. Lo que ahora prepara es el plan rojo: el segundo tiempo de la campaña del oeste, la derrota final de Francia. Quiere lanzar ya desde el 31 de mayo, una poderosa ofensiva sobre el Aisne y el Somme, para tomar por la espalda a los ejercitos franceses tras la línea Maginot. Tropieza con las objeciones de los mandos, que quieren reorganizar el ejercito y reequipar a las panzerdivisionen. Hitler se niega a esperar, pero reconoce que el desgaste de las divisiones blindadas es preocupante.

Otra consideración pesa en su espíritu: el terreno en el que combaten ahora los blindados ha dejado de serles propicio, un laberinto de canales y de inundaciones. Keitel, a quien se dirige para confirmar su punto de vista le dice -como siempre- que tiene razón.

Goring vuelve a marcharse con la promesa de que se aumentará la parte de gloria de la Luftwaffe. Al mismo tiempo, ha tenido que revocar una orden de transferencia de las divisiones acorazadas emitida por el OKH. Se indigna al saber que se haya hecho tal transferencia sin saberlo él, y felicita a Rundstedt, asegurándole su confianza particular: “Usted –dice- ha comprendido admirablemente mi pensamiento …” Luego, recobrado el humor radiante, escucha el relato de las operaciones que le hace el sucesor de von Manstein, el jefe de estado mayor von Sondersen.

La situación ha vuelto a ser excelente. Hoth se ha apoderado de las crestas que dominan la cuenca de Lens, Kleist ha tomado Boulogne y remata duramente la conquista de Calais. La 1ª division Panzer alcanza el primero de los rios europeos por orden alfabético, el Aa, debil arroyo canalizado que desemboca en Gravelinas. Guderian está, pues, a 16 km de Dunkerque, último vinculo de los ejercitos franco-británicos con el mundo exterior. 16 km ¡una hora de marcha de Panzer! El envolvimiento está prácticamente terminado. Por eso Rundstedt ha accedido a una petición de von Kluge, concediendo un día de reposo a las unidades blindadas. La orden se ha dado el dia anterior, a las 18,10 horas.

Hitler hace algo más que aprobar: insiste. Hay que cuidar a las panzer. Ahora hay que ahorrarles toda pérdida. “Mi Luftwaffe les dará el resto a los ingleses …”. Generalizando la de Rundstedt, la orden dictada por Hitler dice expresamente: “Dunkerque ha de ser dejado a la aviación”. La ofensiva terrestre será continuada por la divisiones ordinarias del grupo von Bock y del IV ejercito. Pero los medios blindados no deberán superar la línea Lens-Béthune-Aire-Saint-Omer-Gravelinas … ¡Por orden del Fuhrer!

Partido Hitler, Rundstedt recibe un mensaje del OKH ordenándole proseguir vigorosamente la ofensiva al norte de la línea de los canales. No la tiene en cuenta, pero, al dia siguiente, 25, recibe del OKW otra comunicación decididamente extraña. Le hacen juez: Brauchitsch y Hitler han chocado una vez más. El primero ha sostenido que se debe aplicar la presión más violenta al flanco sur de la bolsa y consumar la captura del enemigo tomando Dunkerque cuanto antes. Desde Gravelinas, Guderian da cuenta de que ve la ciudad, que tira sobre los barcos, que observa embarques masivos, y que pide autorización para caer en medio del prodigioso desorden que reina entre el enemigo. Brauchitsch consiente, pero Hitler responde repitiendo las razones por las que quiere cuidar a las Panzer. Al final, encuentra un medio de dar una nueva punzada al orgullo de Brauchitsch … “No quiero decidir yo mismo. Me remito al juicio de Rundstedt …” ¡Y se pide al jefe del grupo de ejercitos A que sea el arbitro entre su propio jefe y Hitler! Rundstedt no vacila: da la razón a Hitler.

Mas tarde, esa grave falta será objeto de interminables discusiones. Contra la opinión de sus generales, el cabo estratega detuvo el avance de los blindados contra Dunkerque. Se ha lanzado la hipótesis de que lo hizo por una razón política: pensando tratar con Inglaterra, quiso ahorrale la humillación de capturar su ejército; pero absolutamente ningún testimonio apoya esa interpretación. Hitler cometió sencillamente ante Dunkerque el primero de sus grandes errores tácticos. Pero Rundstedt tiene también su parte de responsabilidad, puesto que anticipó, y luego confirmó, la orden dada por Hitler.

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:44 pm

El 27 de mayo, el ejercito belga capitula en campo raso. Las condiciones ofrecidas por Hitler son claras: capitulación sin condiciones. Prisionero de guerra en bloque, el ejercito belga debe despejar los caminos para permitir continuar las operaciones contra los franceses e ingleses. El rey de los belgas se niega a abandonar su país, y piensa que no tiene otro deber que compartir el sufrimiento de su pueblo. Leopoldo III , como habia reivindicado el honor, es admitido a compartir el cautiverio de sus soldados. Con este desplome, el destino de los ejercitos aliados parece sellado. Durante esa misma jornada, Hitler ha observado que las divisiones ordinarias se retardan. Revoca su orden del 24 y manda a las Panzer dar una última acometida, antes de volverse hacia el Aisne y el Somme.

Junto al Aa, Guderian ataca derecho hacia Dunkerque, con la 1ª Panzer, el regimiento Gross Deutschland y el Leibstandarte Adolf Hitler. La division francesa que se enfrenta a estos perforadores de Sedán, la 68 de infantería, es una división de serie B análoga a las que se desbandaron en el fatal campo de batalla. Pero ésta se bate con encarnizamiento y habilidad, no se deja romper y, al final del día, se restablece sobre el viejo canal de Mardyck. La ocasión de quedarse con el puerto mediante un golpe de mano no es renovable, y al mismo tiempo, se demuestra que los viejos reservistas franceses valen tanto como los soldados de la Gran Guerra, una vez que superan la sorpresa causada por los panzers y los stukas.

Contenido y luego bloqueado por las inundaciones, Guderian sin embargo está a 8 km de Dunkerque. Su artillería tira sobre la ciudad, aportando su ayuda a las escuadrillas de Goring. El Ayuntamiento, Correos, los diques, están destruídos. Los depósitos de petroleo arden en medio de un humo sofocante. El puerto está tan dañado que hay que renunciar a cerrar las esclusas a la hora del reflujo. La evacuación parece una empresa destinada al desastre. El Almirantazgo británico pensaba trasladar a Inglaterra unos 45.000 hombres, la décima parte de los cercados, pero las operaciones del primer día hacen dudar que se pueda alcanzar semejante cifra. El primer barco en atracar es el vapor Mona´s Isle: habiendo escapado milagrosamente a las bombas, será cañoneado al regreso por las baterias de Gravelinas, que le matarán a 100 de sus 1.400 pasajeros. Otros 5 transportes han dado media vuelta antes de alcanzar Dunkerque, y el total de soldados embarcados ese primer día es sólo de 7.669 . Por lo demás, el embarque no es todo el problema. Primero hace falta que los hombres lleguen a Dunkerque ¿Cómo lo conseguirán?

Desde el ayuntamiento de Cassel, donde se reunen los mandos aliados, se escucha un gruñido de terremoto que resuena hacia Dunkerque: la primera ola de bombarderos del día acaba de atacar la ciudad, y grande nubes suben sobre el horizonte al noroeste. La 6ª Panzer y la 20 motorizada atacan una junto a otra, mientras que la 8ª Panzer prolonga el movimiento hacia el bosquecillo de Hazebrouck. Por la tarde, a pesar de los esfuerzos de la 46 division inglesa, el collado de Cassel estará desbordado al este y al oeste. El estrecho pasillo por el que pasan las tropas franco-británicas habrá menguado en otros 15 km. Hay todavía divisiones inglesas en la frontera, desde Comines a Bourghelles. Hay todavía divisiones francesas al sur de Lila, hacia Seclin y Carvin; 100 km las separan de Dunkerque, que Guderian tiene bajo el fuego de sus cañones: ¡100 km contra 8!

Por los caminos, 4 o 5 filas de autos y vehiculos hipomóviles avanzan con lentitud mortal. La aviación alemana retarda la retirada derribando las casas de los pueblos sobre las viejas calzadas pavimentadas de piedra. La lluvia, que había desaparecido de Francia desde el 10 de mayo, reaparece; no carece de ventajas: disminuye el rendimiento de la Luftwaffe, pero inunda el interminable éxodo, aumenta la fatiga, reblandece los ánimos. En la tarde del 27, la evacuación de la cabeza de puente de Dunkerque parece realmente una quimera. Antes de 24 horas, los alemanes habrán tapado la salida …

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:48 pm

CERCO Y DEFENSA DE LILA

La primera razón por la que el éxito de la operación de Dunkerque superará al final todas las esperanzas, es la confusión que se introduce en el mando alemán, que había funcionado magistralmente desde el comienzo de la campaña, y ahora se desorganiza y deja escapar en parte los frutos de Sedán.

Von Rundstedt había perdido el autobús deteniendo sus blindados a las puertas de Dunkerque. Von Bock lo pierde también. La capitulación belga le ha abierto todas las rutas de Flandes. Pero pierde tiempo, se deja cercar alrededor de Ypres por el 2º cuerpo inglés, permite a la 60ª division de infantería, que combatía con los belgas, desprenderse y alcanzar la cabeza de puente, a cuyo sector este pone precipitadamente en estado de defensa. De nuevo, la ocasión de apoderarse de Dunkerque por sorpresa se ha perdido.

Al sur y al este, la acción del mando alemán no es menos mediocre. El VI y el IV ejércitos se enredan y se mezclan en la region de Lila. El grupo Rundstedt permanece toda la jornada decisiva del día 28 sin recibir una sola directiva. Su jefe considera que su papel ha terminado una vez que ha llegado al mar y ha cercado el ala izquierda aliada. Hitler, por su parte, se vuelve a desinteresar por la batalla de Flandes. La huida de soldados que abandonan sus armas no le preocupa. Todo su pensamiento se ha vuelto hacia el plan rojo ¿Cómo hacer que se derrumbe de un solo golpe el nuevo frente francés? ¿Cómo tratar París?. Dunkerque, para él, ya es del pasado.

Ya el 27, el apretón se afloja. La penetración en el sector Cassel-Hazebrouck no se explota. Las 2ª, 9ª y 10ª panzerdivisionen ya se han dirigido hacia el Somme, y otras divisiones blindadas reciben órdenes preparatorias para un movimiento análogo. La impaciencia de Hitler, su prisa por dar el golpe de gracia a Francia, vuelven a dar a los ingleses su oportunidad de evasión.

La unica batalla seria se desarrolla en torno a Lila, es decir, en una zona que ya no ofrece ninguna importancia para el vencedor. El trabajo es esencialmente de Rommel. El 27, escribe a Lu, su mujer : “Estoy muy ocupado cercando a los franceses e ingleses en Lila. En cuanto a mi ropa, etc. , todo va bien”. En Givenchy, ha forzado el canal del Bassée y, reforzado con una brigada de panzers suplementaria, ha corrido derecho a las salidas de la gran ciudad. Al caer la noche, el coronel Rothenburg le da cuenta de que ha cortado el camino de Arementiéres, en Lomme, al ras de la aglomeración de Lila. Es tarde para interceptar al 3º CE, a la 12 DI, a la 32 DI, a una parte de la 1ªDIM, que el general de La Laurencie llevará hasta Dunkerque con energía admirable. También es tarde para capturar a los generales que mandan los 4º y 5º CE, Aymes y René Altmayer, que han precedido con mucho a sus cuerpos de ejército en el Lys. Pero las seis divisiones que han dejado atrás quedan metidas en la trampa que se ha formado al este del Deule. Los ingleses, que la mantenían abierta, se han marchado sin la menor advertencia. La ruptura del mando aliado quita su última oportunidad a los soldados que combatían más lejos del mar.

En Lila, la rapidez con la que se suceden los acontecimientos produce una confusión terrible. Dos días antes, la triple A se ha regocijado derribando dos aparatos de silueta desconocida que se acercaban al aeropuerto. Eran dos Glen Martin, recién entregados por América, que llevaban al prefecto del norte los millones que había pedido al ministro de finanzas para sostener su tesorería … Ahora, el prefecto del norte, Fernand Carles, ve entrar en su despacho a un oficial alemán que le pide que baje a la calle para recibir a su general. El responde invitando al general a subir. “He aceptado –dirá el vencedor- porque es usted el primer funcionario francés que encuentro en su sitio …”

Mientras que el enemigo penetra en el centro, 100.000 hombres convergen hacia Lila. La noche del 27 al 28 es negra como la tinta. Una multitud inmensa se estanca en una oscuridad cargada de angustia. Las columnas se mezclan. Inmensos embotellamientos inmovilizan kilómetros de masas humanas. Nadie sabe el sentido y el objetivo de esa marcha de ciegos, pero corre el rumor de que está cortada la retirada. Muchos hombres se dejan caer donde están, en medio del material abandonado y de todos los caballos muertos.

Al amanecer, el general Juin, jefe de la 15ª DIM, está ante Haubourdin, donde piensa cruzar el Deule. Una multitud inmensa le impide el acceso al puente. Pasa a campo traviesa y, rehaciendo el camino, se instala en posición defensiva en las localidades del arrabal sur, Wattignies-lez-Lille, Ronchin, Abrisseau. Atacado unas horas mas tarde, se repliega combatiendo al arrabal de Correos y al arrabal de Arras.

En el oeste, se constituyen otros centros de resistencia: Lambersart y Canteleu, donde el general Mellier, jefe de la 1ª division marroquí, aglomera elementos heterogéneos; Loos, donde el general Jenoudet forma en cuadro a las fracciones de la 1ª DIM que no pudieron seguir la evasión de su cuerpo de ejercito; Haubourdin, donde tras el canal de Deule, se reúnen fuerzas considerables: 25ª DIM 2ª y 5ª DINA. Molinié, el más antiguo de los generales, toma el mando de la plaza e intenta coordinar la resistencia de los restos dispersos del Iº ejercito.

En Haubourdin, hay un puente intacto. El general Dame, jefe de la 2ª DINA, uno de los divisionarios más jóvenes del ejercito, reclama un intento de perforación. Tiene lugar a las 19,30 , pero los tiradores no logran salir. Algunos elementos encuentran otros pasos sobre el Deule. El jefe de escuadrón marqués de Moustiers, diputado del Doubs, jefe del grupo de reconocimiento de la 15ª DIM, llevará a sus coraceros hasta Dunkerque, no sin graves peleas con los ingleses, que queman sus camiones sobrantes antes que dejárselos utilizar a sus desgraciados aliados. En Lila, la lucha dura todavía tres días. Una seccion del 38 RI hace prisionero al general Hanke, y le encuentra una lista de las siete divisiones alemanas que atacan la ciudad. Soldados borrachos, malhechores y muchachas dudosas se mezclan entre los combatientes que defienden tercamente los centros de resistencia. Por ganarse a la población civil, el atacante se abstiene de bombardeos masivos, multiplica los parlamentarios y hace llover octavillas informando a los defensores que su resistencia es inútil y que sus queridos aliados ingleses se han reembarcado abandonándoles.

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 8:56 pm

UNA ARMADA DE CHALUPAS SALVA AL B.E.F.

Mientras se desarrolla la desesperada batalla de Lila, la situación en Dunkerque mejora para los ingleses. El numero de hombres embarcados aumenta de día en día: 17.804 el 28 de mayo, 47.310 el 29, 53.823 el 30, 68.014 el 31. Goring ha presumido demasiado; la Luftwaffe se muestra incapaz de capturar un ejército.

Las pérdidas son graves. Los muelles y la rada están llenos de cascos desventrados. De los 693 barcos ingleses de todos los tonelajes que colaboran en la evacuación, 226 son destruídos, entre ellos el correo Queen of the Channel y 6 destructores. Pero la noria continúa dia y noche. El embarque se hace simultáneamente en el muelle oeste, en el muelle este, y en las playas. Allí, los barcos atracan; operación cada vez más difícil por los restos, y a veces suspendida en lo más fuerte de los bombardeos; aquí, largas filas de hombres esperan, con los pies en el agua, los rosarios de embarcaciones que les llevarán a los barcos detenidos en el límite de los bajos fondos. El mar, viejo amigo de Inglaterra, está milagrosamente tranquilo. La menor resaca prohibiría utilizar las playas, reduciendo a la mitad el rendimiento de la evacuación.

Imagen

“Una armada de chalupas salva al B.E.F. “



En las playas es donde actúa la extraordinaria flotilla voluntaria que ha respondido a la llamada del almirantazgo: pescadores y yachtmen, marinos mercantes y retirados de la Navy. Han sido reclutados, remolcados, no sin innumerables incidentes, hasta la costa francesa cubierta de un velo de humo y resonante de explosiones. El espectáculo puede agitar hasta a un corazón aguerrido. Los stukas pican sobre los barcos. Los estampidos de la triple A granizan sobre el mar. Cadáveres danzan en la agitación de las estelas. Las embarcaciones sobrecargadas han de llevarse con grandes esfuerzos. Nunca se conseguirá establecer una lista completa de los hombres y los barcos que trabajan así. Muchas embarcaciones no se toman la molestia de hacerse registrar: van hasta las dunas de Dunkerque y se llevan a Inglaterra su carga de soldados.

Arriba, la batalla aérea es incesante. Para la salvación del cuerpo expedicionario, Inglaterra expone su más preciado tesoro: las fuerzas aéreas que guardaba celosamente para la defensa de sus islas. 16 escuadrillas del Figther Command tienen como misión asegurar una cobertura aérea desde el amanecer hasta el anochecer en Dunkerque: derribarán 262 aviones alemanes, perdiendo 133 de los suyos.

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DUNKERQUE ... De Raymond Cartier

Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 9:05 pm

Continúa el asombroso estancamiento alemán. El 3º CE francés y las divisiones inglesas más lejanas, pueden salir de situaciones en apariencia inextricables. El 28, al acabar el día, las divisiones 4ª y 42 todavía están en línea en el Lys, pero el 29 por la tarde, una ya ha vuelto al campo atrincherado y la otra está a salvo detrás del Yser. Las 5ª y 50, cuyo traslado de Arras a Ypres ha contenido la capitulación belga y salvado al cuerpo expedicionario, también estan fuera de alcance, tras haber sido consideradas como sacrificadas. Incluso unidades más aventuradas, como la 135 brigada, bloqueada en Cassel, y la 44 división, perdida en Hazebrouck y Merville, logran escapar en parte de las garras alemanas. Ante Dunkerque, los alemanes empiezan por asistir al embarque casi como espectadores. El jefe de estado mayor del IV ejército, el general Brennecke, describe el espectáculo a su jefe, von Kluge : “Grandes barcos atracan al muelle. Se echan pasarelas. Los hombres se precipitan a bordo. Abandonan todo su material, pero no es agradable pensar que volveremos a encontrar ante nosotros a esos hombres otra vez armados …”


El 30 por la tarde, todo el mundo se ha metido en la cabeza de puente. Esta está delimitada por el viejo canal de Mardyck, el canal del alto y del bajo Colme, el canal de Bergues y el canal de Nieuwpoort. A la salida se amontonan cantidades fabulosas de vehículos que las unidades han tenido que abandonar antes de penetrar en el reducto. La ciudad sigue ardiendo, la Luftwaffe sigue bombardeando, pero los embarques continúan a ritmo acelerado. El 3º cuerpo británico ha partido. Parte el 2º. El 1º aún está desplegado en el sector oriental, pero la cabeza de puente ha de reducirse al día siguiente por el abandono de Turnes y el repliegue sobre el canal de Chats. Lord Gort sólo abandonará su puesto de mando de La Panne para volver a Londres, dejando a Alexander el mando de las últimas tropas inglesas. El éxito supera a todas las esperanzas. 126.000 hombres han sido evacuados, y su número, al dia siguiente, alcanzará casi los 200.000. Pero, sobre ese total, no hay todavía más que 15.000 soldados franceses.

El 31, Churchill va a París con Attlee, Hill e Ismay. Reynaud hace notar que la cifra de 15.000 franceses, sobre los 165.000 hombres embarcados en Dunkerque, peligra producir un efecto deplorable en la opinión francesa. Churchill responde que el mando francés es el primer responsable: los inglese tienen una orden firme y clara, embarcarse, mientras que todavía no se sabe si los franceses quieren quedarse o marcharse. Dice, llorando, que ha dado la orden de embarcar en último lugar a los heridos, para salvar al máximo de combatientes. Ahora espera evacuar 200.000 hombres, pero se han perdido 1.000 cañones y la totalidad del material, y si desembarcara una pequeña fuerza alemana en Gran Bretaña, no encontraría delante otra cosa que la resistencia feroz de la población civil. La frase es contundente para Francia, cuya población civil piensa en cualquier cosa menos en oponer una resistencia feroz al invasor.

Se establece el acuerdo para mantener la cabeza de puente hasta el momento en que se tenga la certidumbre de que ninguna otra tropa aliada pueda alcanzar el mar. Luego, en la emoción comunicativa de la reunion, se establece una lucha de generosidad franco-británica. Paul Reynaud hace escribir en el borrador de actas que los ingleses serán los primeros en embarcar. “Nong! , nong! –protesta Churchill en su francés acentuado y con gestos- , juntos, del brazo, bras dessous, bras dessous” . Pide para el ejercito inglés el honor de cubrir los ultimos embarques.

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“La Luftwaffe sigue bombardeando, pero los embarques continúan a ritmo acelerado …”



En cambio, Reynaud y Weigand chocan con un muro cuando piden al primer ministro que lance a toda la RAF en la batalla decisiva que se va a emprender sin tregua en el suelo francés.
Sin que se lo imaginen, la cuestión ya está zanjada. Pocos días antes, el hombre que no ha dejado de combatir el envio de toda aviación de caza al continente, el Air Chief Marshal sir Hugh Dowding, pidió ser oído por el gabinete de guerra, y expuso que las campañas de Noruega y de Francia le habían costado ya 400 Hurricanes, el equivalente de 16 escuadrillas, y pidió que el Figther Command “no fuera sacrificado más tiempo en el altar de la solidaridad franco-británica”. Todo para cubrir la evacuación de Dunkerque, incluso los preciosos Spitfire; para lo demás, nada. Sir Hugh esperaba sostener una lucha, en particular contra Churchill, constante apóstol de la alianza. Con gran sorpresa suya, los ministros le dieron la razon sin discusión.

La alianza empieza a morir. Poco diálogo se establecerá ya. Inglaterra no puede ser censurada por querer conservar para sí su arma suprema, los 25 grupos de caza del Figther Command. Dentro de unos días, Reynaud reclamará el apoyo total de la RAF , pidiendo una intervención masiva de la caza británica para barrer del cielo esos aviones que acosan y desmoralizan a las tropas francesas. Churchill se negará, diciendo que no es el momento ni el lugar decisivos. Según Churchill, el momento será aquel en que Hitler lance su Luftwaffe contra Gran Bretaña, campo de batalla decisivo. Hay que reservar a la RAF para ese combate del que depende la suerte del mundo. Si se pierde, todo está perdido. Si se salva, todo está salvado, incluída Francia. Pero Churchill es el primero en comprender la inconsecuencia de una posición que consiste en pedir a Francia que acepte la devastación total de su territorio, la matanza o el cautiverio de toda su población, mientras guarda para sí el puñado de aviones que todavía podrían modificar el curso de los combates. “Durante aquella miserable discusión –escribirá- me obsesionaba el dolor al pensar que Gran Bretaña no había sido capaz de una aportación más importante a la guerra y que, hasta entonces, los nueve decimos de los esfuerzos y los noventa y nueve centésimos de los sufrimientos habían caído sobre Francia sola …”. Pero ese movimiento sentimental, ese noble remordimiento, no pueden desviarle del camino primordial, la salvación de su país.

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 9:13 pm

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Avanzando y retrocediendo según la marea, millares de soldados británicos y franceses esperan ser llevados por lanchas en la playa de Malo-les-Bains. Los últimos días, el fuego de artillería se unió al bombardeo aéreo para hacer peligrosa esa espera



Salvo en la cuestion de la aviación, la alianza parece intacta. No ocurre lo mismo en Dunkerque. Se multiplican los incidentes entre los aliados desunidos. Una violenta manifestación de hostilidad recibe a los primeros soldados franceses que entran en el muelle, en virtud de la orden de “ir del brazo”. Los jefes no se entienden mejor que los soldados. Alexander se pelea con Abrial, a quien los inglese llaman “almirante Abri –refugio-“ . El almirantazgo hace saber que cuenta con acabar todas las operaciones de embarque el 1 de Junio, debiendo estar repatriados en esa fecha todos los ingleses. Weygand y Reynaud protestan, insistiendo en que los medios británicos permanezcan durante unos días aún, a disposición de las tropas francesas. El almirantazgo solo se inclina ante una orden de Churchill.


Sin embargo, los franceses luchan con valor. A pesar de las generosas intenciones del Primer Ministro, son ellos y no los ingleses los que forman el último bastión de Dunkerque. La selección está hecha. Hay, en las dunas y las cuevas de Malo-les Bains, una multitud de hombres desbandados, de soldados que han tirado las armas y de oficiales que han abandonado a sus soldados. Esos no han superado el choque que les ha convertido en un rebaño tembloroso. Alcanzados por la batalla, cañoneados, bombardeados, no esperan más que el momento en que cese ese furioso estruendo, y muchos prefieren el cautiverio a la evasión por un mar en el que ven tantos naufragios y restos … Y luego están los demás, los 50.000 valientes que defienden la cabeza de puente. Esos ya no son los fugitivos de Dinant y de Sedán. Han vuelto a ser soldados.


Al oeste, los viejos reservistas de la 68 DI, serie B, conservan todas sus posiciones hasta el 1 de junio, no pierden en la jornada del 2 más que la aldea de Spicker, y el 3 por la tarde aún tienen un frente en ángulo que va desde Mardyck a los arrabales de Dunkerque. A su izquierda, el sector fortificado de Flandes, reforzado por el 37 regimiento, empieza por defender los viejos bastiones de Bergues, junto con un batallon de los Loyals, y, tras la partida de los ingleses, se repliega paso a paso al istmo de Notre-Dame-des-Neiges, entre las marismas de Petites Moeres y las inundaciones de Coudekerque. Detrás, algo descansada de la loca carrera que ha hecho desde Lila, la 12 DIM se instala sobre el canal de Chats, cubriendo ya ella sola todo el este de la cabeza de puente. Su jefe, el general Janssen, muere en su puesto de mando del fuerte de las Dunas, pero la división resiste con encarnizamiento los días 1, 2 y 3. Llano, esponjoso, en parte inundado, el pequeño campo de batalla presenta un aspecto extraordinario. El humo lo cubre como una niebla artificial. Mas allá de Dunkerque, todo en llamas, hay incendios que devoran la planta de acero de Firminy, la ciudad de Bergues, el enlace de Saint-Pol, la factoria de achicoria de Teteghem, los cobertizos llenos de lino y , en medio de la explosión de los armones, los montones de material abandonado.


Los alemanes, ahora con prisa de terminar, atacan con valentía y decisión. Teniendo en línea 6 divisiones, intentan perforar directamente hacia Dunkerque, pero ya nos disponen más que de algunos panzers y, una vez que los hombres se han acostumbrado al picado rugiente de los stukas, el puñado de regimientos desplegados en torno a Dunkerque encuentra por primera vez el combate para el que estaba preparado el ejercito francés. A tres contra uno, el enemigo gana terreno, pero no perfora por ninguna parte. El 2 de Junio, los 4.000 ultimos ingleses abandonan tierra francesa.

El embarque de los franceses da prioridad al cuerpo de caballería, impacientemente esperado para la inminente batalla del Somme. La nube de humo que se cierne sobre Dunkerque constituye la mejor pantalla antiaérea y sin embargo, las perdidas siguen siendo tan elevadas que las operaciones en el puerto sólo tienen lugar de noche. En la del 2 al 3 , que el Almirantazgo declara que ha de ser la ultima, hay un gran esfuerzo inglés: 13 vapores correo, 11 torpederos, 2 cargueros, 5 dragas de rueda, una multitud de pequeñas embarcaciones, y remolcadores arrastrando filas de gabarras, se dirigen hacia Dunkerque, reforzados por algunos buques de guerra y por un centenar de pesqueros franceses. Por desgracia, las disposiciones tomadas son defectuosas y demasiados hombres han quedado en las líneas de fuego. Varios barcos esperan horas hasta marcharse otra vez vacios. Se pensaba llevar 35.000 hombres. Solo se marchan 26.000 .

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Mensaje por Antonio » Dom Mar 15, 2009 9:26 pm

Sin embargo, habrá aún otra noche. La más emocionante. De nuevo, la heterogénea armada sale de Dover. La actividad aérea es débil, pero la infantería alemana está a menos de 3 km. del puerto y de las playas. El día antes el almirantazgo, demasiado apresurado, ha hecho hundir dos vapores entre los rompeolas, pero ese embotellamiento sólo ha salido bien en parte, y, una vez más, los barcos salvadores ocupan su sitio a lo largo del muelle este, de la embocadura, y del rompeolas-paseo de Malo. Se han tomado disposiciones cuidadosas para que las tropas en línea se replieguen hacia Dunkerque, bajo la protección de 2 escalones, que serán los últimos en desprenderse. Algunas piezas de artillería, algunas ametralladoras siguen tirando para permitir el relevo. Los cerrojos y las municiones se tiran al agua o se entierran en la arena. Los hombres dejan sus posiciones de combate, se forman en pequeñas columnas y se dirigen silenciosamente al puerto. Una calma absoluta reina en el frente. Los alemanes duermen, agotados por los duros combates que han sostenido.

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El fin del destructor Bourrasque



Pero la marcha se refrena. Los barcos han atracado con muchas dificultades, debido al embotellamiento parcial del puerto y las cantidades de restos. El embarque se hace relativamente deprisa, pero los que embarcan son sobre todo, grupos aislados que están sobre el terreno antes de caiga el día. Los combatientes, los defensores de Dunkerque, los infantes, artilleros y zapadores de las 68 D.I., de la 12 D.I.M , del S.F.F. , marcan el paso detrás de una muralla humana mientras transcurren las horas, tan parsimoniosamente contadas, de la última noche.


Las ordenes del Almirantazgo son estrictas: todas las operaciones deben cesar a las 3,30 horas. Las noches de junio son cortas, y los ingleses no quieren arriesgarse a más pérdidas, después de todas las que han sufrido. Ahora bien , la cabeza de columna de la 12 D.I.M. sólo llega a la entrada del gran muelle a las 3,00 horas, para encontrar ante ella una masa humana que goza de la prioridad de la presencia. El S.F.F. , que ha habido que mantener hasta el ultimo instante en las salidas de Dunkerque, todavía está detrás, en los muelles devastados del puerto. La 68 D.I. y los elementos de la 32 que han combatido con ella tienen que embarcar en la embocadura, pero el lugar está estorbado por los servicios del I ejército. La esperanza y la ansiedad se alternan en hombres extenuados por una semana de combate. Están tan cerca, la noche y el mar estan tan tranquilos, y sin embargo, ese retraso …

A lo largo de los muelles, los ultimos barcos largan amarras. Los marineros retiran las pasarelas. Los capitanes saben que el puerto quedará embotellado, esta vez sin remedio, a la 4,00 horas , y que ellos mismos quedarán cautivos si antes no se han hecho a la mar. A bordo, el amontonamiento es indescriptible. Pero la promesa del alba, mezclada con el fulgor rojizo de los incendios, todavía hace brillar en tierra millares de cascos. Ésos no partirán.


El oficial inglés que dirige los embarques, comodoro H.R. Troup, contará la escena suprema. El general Allaurent, que ha mandado la última cobertura, acaba de llegar al muelle este con su estado mayor. Ante ellos, la franja de agua negra, el muro de una prisión que durará años, se ensancha lentamente entre el muelle y el flanco del torpedero. El general y sus oficiales dan un taconazo y saludan a la libertad que se va. Unos minutos más tarde, la explosión de los barcos bloqueadores indican que la operación Dynamo ha terminado.

Ha tenido un éxito inesperado. En vez de los 45.000 hombres proyectados al comienzo, se han sacado de la bolsa cerca de 340.000, de los cuales 115.000 franceses. La última noche ha sido todavía un éxito, porque 26.175 hombres han podido ser embarcados en un puerto destruído y en el breve intervalo desde un crepúsculo a un amanecer de verano. El desgarrador abandono de los ultimos defensores de Dunkerque al enemigo, el regalo de 34.000 prisioneros útiles, sólo han sido consecuencia de errores de cálculo sobre la importancia de los efectivos, y falta de organización que han dejado 10.000 plazas vacías en los barcos del 3 de junio.


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Tropas francesas desembarcando en un puerto inglés. “Esta guerra no se limita al territorio desgraciado de nuestro país. Esta guerra no queda zanjada con la batalla de Francia …” Charles de Gaulle



Todas las trompetas de la propaganda aliada proclaman la nueva Anábasis. Esa hazaña de barquitos sirve para disimular la derrota, el aplastamiento, la aniquilación en menos de un mes, de tres ejercitos franceses, del ejercito inglés, del ejercito belga y del ejercito holandés. Hitler hace tocar durante 3 días las campanas del Reich, y anuncia sin exageración que ha destruído 75 divisiones, capturado su material, matado, herido o capturado a 1.200.000 soldados enemigos, al precio extraordinariamente bajo de 10,255 muertos, 8.643 desaparecidos y 45.523 heridos. Los aliados prescinden de esas terribles cifras para demostrar que no es posible un cerco contra potencias marítimas y que el dominio de las olas es el recurso decisivo de la estrategia.


Quizá tengan razón para Inglaterra. Pero Francia está mortalmente herida.



Fuentes:
La II Guerra Mundial, R.Cartier, pag 105 a 127
Paris-Macht
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tigre
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DUNKERQUE ... De Raymond Cartier

Mensaje por tigre » Lun Mar 23, 2009 4:15 am

Hola Antonio :-D; recién he podido leer completo el hilo, estupendo trabajo y gracias por tomarte el esfuerzo de postearlo. Saludos. Raúl M 8).
Irse a pique, antes que arriar el pabellón. Alte G. Brown.

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El Reembarque de Dunkerque (I). Introducción

Mensaje por molestoluegoexisto » Vie Mar 27, 2009 11:05 am

Tras la ruptura del frente francés en mayo de 1.940 la poderosa falange acorazada alemana, perteneciente ésta a tres cuerpos de ejércitos alemanes; el 15, el 41 y el 19, al mando respectivamente de los Generales Hoth, Reinhardt y Kleist avanzaron a buen paso siguiendo un eje este-oeste.
Los confiados alemanes, mientras las divisiones "panzer", (acorazadas) y "blitz", (rápidas) avanzaban a toda máquina hacia el Canal de la Mancha, se encargaron de que sus clásicas divisiones de fusileros, (que marchaban a pie y cuyo principal medio de transporte seguía siendo, al igual que en tiempos pretéritos el tiro de sangre caballar), avanzasen a marchas forzadas para crear prestas un muro defensivo por el flanco sur de esta sangrienta y esforzada guadaña blindada.
Pero para ser sinceros era el inestimable apoyo de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana), el brazo derecho de las panzerdivisionen en su constante lidiar. Es posible que su probada eficacia influyese a la hora de sobredimensionar sus capacidades a la hora de impedir la huida de la British Expedicionary Force, o "BEF", (Fuerza Expedicionaria Británica). Los aeródromos capturados se ponían en servicio en cuestión de horas con característica eficacia teutona.
Ya desde el día 15 de mayo el Cuartel General de Kleist había dado la orden de alto al 19 Cuerpo de Ejército Panzer de Guderian para que la infantería tuviese tiempo para crear el muro de contención al sur del eje de avance. En realidad Kleist únicamente obedecía las órdenes de su jefe; el Coronel General Rundstedt, que ya andaba preocupado por la seguridad de los flancos del avance alemán. La porfiada resistencia de tropas francesas en el pueblo de Stonne, situado a 20 kilómetros al sur de Sedán dio cuerpo a sus temores. En realidad la Batalla de Stonne había terminado el día anterior, pues Guderian había despachado a aquel lugar al antiguo regimiento de la guardia de Berlín, rebautizado por Hitler Regiment Gross Deutschland, (Gran Alemania), y a elementos de la 10 Panzer Division, pero como los franceses aún así se mostraron duros de roer mandó otras unidades de refuerzo que al final terminaron por doblegar al enemigo.
Los temores de Rundstedt tenían nombre y edad; Marne, 1914. En la Batalla del Marne el Ejército Francés, con la inestimable ayuda de la BEF contratacaron en el flanco del eje de avance del Ejército Imperial Alemán, (Reichsheer) convirtiendo una derrota en victoria defensiva. El Coronel General no deseaba que volviese a ocurrir debacle tal.
La realidad es que el 2º y el 9º ejércitos franceses se retiraban a buen paso. Además; Rundstedt contagió a otros generales, (y al mismo Hitler) sus temores. Guderian, hombre temperamental se enfrentó a Kleist, y mantuvo una dura conversación telefónica con su superior. Al final Kleist cedió, y le autorizó a avanzar 24 horas más, con el único objeto de ampliar la cabeza de puente para favorecer el despliegue de las divisiones de infantería. Pero en la práctica Guderian quiso ver en esta concesión una especie de carta blanca, por lo que se dispuso a alcanzar el Canal.
En la noche del 16 al 17 de mayo Kleist le dio de nuevo la orden de alto, y a las 07:00 de la mañana del día 17 le citó en un aeródromo cercano a la ciudad de Soize. Kleist venía muy sulfurado porque Rundtedt le había apretado las tuercas, y para colmo en la discusión con Guderian éste no sólo no bajó la cabeza, sino que además forzó máquinas al ofrecer a Kleist la dimisión del cargo de comandante del 19 Cuerpo de Ejército Acorazado, y claro, Kleist aceptó, ordenándole que cediera el mando al general más antiguo que tuviese a su mando.
Rundstedt había insistido en su orden de alto porque esperaba en cualquier momento algún contraataque francés. Así que ordenó que los carros pararan en el río Oise hasta que la infantería hubiese asegurado el flanco sur. Pero como el comandante del Grupo de Ejércitos B tampoco quería que Guderian no estuviese al mando del 19 Cuerpo mandó al Coronel General Wilhem List, (que comandaba el 12 Ejército de Infantería Alemán, que avanzaba en la retaguardia del Cuerpo de Guderian) que fuera a hablar con el dolido, y temporalmente en "paro" comandante para intentar bajarle los humos a cambio de un compromiso.
El Cuartel General del 19 Cuerpo quedaría en Soize, pero Guderian podría hacer avanzar una amplia fuerza de reconocimiento con capacidad de combate. Guderian no podía mudarse de sitio, cierto, pero mandó tender kilómetros de hilo directo de campaña para mantenerse perfectamente informado… es más, en sus memorias Guderian se congratula de sí mismo por usar este método de comunicación y no la radio, así de esta guisa los servicios de radioescucha del OKH y el OKW no podrían enterarse de sus órdenes, como sí había sucedido anteriormente.
El día 17 de mayo ocurrió el ataque que temió Rundstedt. El orgulloso Coronel de Gaulle atacó a la 1ª Panzer División en Montcornet. Pero tras dura lucha el ataque francés se quebró por falta de tropas, efectivos y combustible. Guderian, con evidente mala idea omitió hacer referencias a ese ataque frustrado hasta el día 18 de mayo. Además la propaganda racista aliada que tildaba a los alemanes poco menos que vampiros diabólicos se les viró en contra, pues las vías estaban repletas de aterrorizados civiles que obturaban los movimientos militares; esto es, cerca de 2.000.000 de refugiados belgas y holandeses, y 8.000.000 de franceses.
Al atardecer del día 19 de mayo Guderian recibió el permiso para desplazar su Cuartel Genaral.
Cuando el 20 de mayo de 1.940 una unidad perteneciente a la 2ª División Panzer inserta en el Cuerpo de Ejército de Heinz Guderian llegó al Canal.
Más de 1.000.000 de soldados aliados quedaron embolsados. Absolutamente todo el Ejército Belga, 45 divisiones francesas y 9 británicas quedaron separadas del resto de Francia.

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José Luis
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El Reembarque de Dunkerque (I). Introducción

Mensaje por José Luis » Vie Mar 27, 2009 11:13 am

¡Hola a todos!

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El Reembarque de Dunkerque (III). Consecuencias de la Batall

Mensaje por molestoluegoexisto » Vie Mar 27, 2009 11:15 am

Rommel, consciente de que el contraataque inglés estuvo bien cerca de separar a los “panzers” del resto de las fuerzas del Ejército alemán, (con todo lo que ello implicaba) cargó las tintas en su informe al Alto Mando. A éste comunicó que había sido atacado por centenares de carros enemigos, y no menos cinco divisiones de infantería enemigas. Estas exageradas divagaciones, (en la Segunda Batalla de El Alamein el famoso General, ya por entonces Mariscal volvería a caer en la desesperación) no dejaron de afectar a los mandos superiores. En consecuencia, el Coronel General Rundstedt ordenó al 41 Cuerpo Panzer de Reinhardt, que marchaba en el flanco norte del Cuerpo de Guderian que detuviera su avance hacia el mar, y que se preparase a marchar sobre Arras en caso de despacharse ordenes en ese sentido. El Contraataque de Arrás puso en alerta máxima a Rundstedt, pero Brauchitsch y Halder no estaban de acuerdo con su extrema cautela, y sin autorización previa trasladaron el control del Cuarto Ejército al Grupo de Ejércitos B, al mando de Von Bock.
El día 24 de mayo Hitler voló al Cuartel General de Rundstedt en Charleville, enterándose allí de estas indebidas licencias. El Fhürer dio contraorden y afirmó que independientemente de que hubiera que dar tiempo a las divisiones de infantería para reducir distancias con las divisiones panzer, sería una idiotez arriesgar los carros en los pantanos de Flandes, y más aún cuando le harían aún mucha falta en la segunda fase de la Batalla de Francia; “Operación Rojo", (la primera fase se denominó "Operación Amarillo").
Todos estaban de acuerdo en pensar que los aliados no podrían salir de la bolsa, sólo era cuestión de tiempo su rendición. Además, había otros factores que Hitler tenía en mente. Uno de ellos era no enemistarse en demasía con la población flamenca que era relativamente amistosa hacia el bando alemán, así que pensaba impedir en la medida de las posibilidades daños a sus propiedades. Tened en cuenta que el país no alemán que más voluntarios generó para las Waffen SS fue precisamente Los Países Bajos.
La verdad es que pocos protestaron en esa reunión. Rundstedt estaba a favor de la prudencia. El General Günter von Kluge, comandante del Cuarto Ejército dijo a Rundstedt que los carros de Kleist debían reagruparse, que estaban muy dispersos tras la intensa cabalgada, y que al menos necesitaba un día para reparaciones, descanso y reagrupación. Rundstedt le concedió un día, el 24 de mayo. Con anterioridad Kleist ya se había “lanzado al monte” al comentar a Kluge que la mitad de sus carros estaban averiados, algo que de paso angustió a Hitler.
En suma. El Fhürer lo único que hizo fue dar valor inequívoco a la orden de Rundstedt.
A las 12:30 PM del 24 de mayo de 1.940, desde el Cuartel General del Fhürer se dio la orden de alto. Los comandantes de Grupos de Ejército y Ejército recibieron la orden al oeste de las líneas de los canales. El mandato de alto del OKH no sólo decía que había que ejecutar el alto y detenerse a la altura de los canales, sino que incluso había que abandonar las cabezas de puente, (entre ellas las del canal Aa ya tomado por Guderian y Reinhardt). Además, si Calais mantenía una resistencia muy poderosa, también debía ser rendida por la aviación. El mismo General Jodl comentó a un subordinado que no tenía lógica alguna sacrificar carros de combate cuando la Luftwaffe era más "barata".
El 25 de mayo Hitler mandó una carta a Mussolini en donde le decía que pese a las afirmaciones de la prensa demoliberal y sus falsas conclusiones, en breve haría uso de sus carros blindados.
En resumen, la orden definitiva de Hitler de alto a sus fuerzas vino dada por:

1.- Se tenía la percepción, (ya veremos más adelante que también en el campo aliado) de que las fuerzas aliadas de la gran bolsa estaban condenadas. En teoría a los alemanes sólo les quedaba por delante la “kesselschlacht”, (Batalla de Aniquilación).
2.- Gran parte del mando se hallaba temerosa ante las potenciales amenazas de esta “nueva táctica” que los aliados decidieron denominar “Blitzkrieg”, (término que, por cierto, Hitler consideraba ridículo (1). El temor por la reedición de un Marne a lo 1.940 le oprimía el pecho a más de uno.
3.- Hitler consideró, (sólo o en compañía) que sería una necedad arriesgar los carros en un terreno nada propicio a los medios blindados. Una tierra húmeda y repleta de cursos fluviales no era buena para este tipo de arma, (aunque curiosamente olvidaría el dato tiempo después en el desastroso debut invernal del carro pesado Tiger Panzerkampfwagen VI, en el frente de Leningrado). Para colmo aún pendía en las mentes de muchos mandos la debacle de la 4ª Panzerdivision “Blitz” Whermacht, cuando atacó confiada a los ya derrotados polacos durante la etapa final de la Campaña Polaca. El resultado de tamaña "arrogancia blindada" fue la pérdida de 60 de sus carros (2).
4.- Hitler deseaba no desgastar mecánicamente a sus medios blindados, (ya había sufrido numerosas bajas en equipo).
Al final de la Campaña de Francia, el 50% de los carros de combate empleados, (2.439, sin contar los vehículos de mando) habían sido destruidos por el fuego enemigo o el puro desgaste mecánico que los hacían antieconómico o imposible su reparación (3). Debemos de tener muy en cuenta que aunque había habido enormes progresos en la tecnología militar desde la Gran Guerra un, por ejemplo, Panzerkampfwagen Mark II no es tan fiable mecánicamente como un M1 Abrahams MBT; (“Main Battle Tank”) de los que tiene desplegado EEUU en Mesopotamia.
Según pruebas practicadas a los carros alemanes del tipo medio Panzerkampfwagen Mark IV Ausführung H en el polígono de tiro de Kummersdorf, las máquinas, entre los 600 y los 800 kilómetros necesitaban reparaciones de mantenimiento del motor, (en los peores casos se necesitaba sustituir íntegra la planta motriz), y en amortiguadores y demás componentes tractores (4).
Animo a los lectores a calcular, haciendo uso de los mapas con los que acompaño las sucesivas entradas de éste mi fraccionado artículo, la distancia que hay entre Echternach (frontera germano-luxemburguesa) y Boulogne, o Gravelines, (costa del Canal). Aunque bien pensado sería un cálculo erróneo e ingenuo, pues evidentemente los alemanes no fueron en línea recta. Kummersdorf es Kummersdorf, y el campo de batalla... es eso, el reino de lo aleatorio.
5.- Es cierto que la Luftwaffe asumió por parte de sus mandos y por los comandantes de las otras armas demasiadas expectativas. Pero lo cierto es que su corto historial había sido impresionante… demasiado brillante. Se tiró tanto del hilo que este acabó por romperse. Las razones de la derrota la Fuerza Aérea Alemana las analizaremos en las siguientes entregas.
6.- El Fhürer se limitó a reafirmar lo que una porción muy importante del mando alemán ya compartía. No tomó la decisión en solitario.

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1.- Walsh. S. El Cerco Infernal. Madrid. 2.002. p. 10.
2.- VVAA. Panzer Ligeros. Barcelona. 1.999. p. 38.
3.- Ibídem, p. 43.
4.- Speer. A. Memorias. Barcelona. 1.973. p. 340.

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El Reembarque de Dunkerque (IV). La Operación Dinamo

Mensaje por molestoluegoexisto » Vie Mar 27, 2009 11:17 am

Ya desde el día 21 de mayo, Ejércitos Extranjeros del Oeste, al mando del General Halder se había percatado de la existencia del insólito número de buques fondeados en los puertos de Dunkerque y Boulogne.
Hemos de recordar que el Lord General aconsejó el día 19 de mayo al Gobierno inglés que considerase un plan de huida por mar. Pero no fue hasta el día 26 cuando los alemanes cayeron en la cuenta de la basta operación de evacuación que estaba en marcha. Ese mismo día aviones de reconocimiento descubrieron en la rada de Dunkerque 13 buques de guerra y 9 transportes. El Estado Mayor de Rundstedt admitió que el intenso tráfico de radio, sumado a la ya comentada observación aérea demostraba que los aliados no pensaban esperar sentados en la bolsa a esperar como mansos corderitos su fin.
El Coronel Henning von Tresckow, miembro del Estado Mayor de Rundstedt llamó a su amigo Schmundt destinado al Cuartel General del Fhürer para comunicarle las últimas noticias. Desde que Hitler fue informado, éste ordenó el inmediato ataque general a las divisiones panzer, exactamente a la 1:30 PM, aunque no autorizó a los carros penetrar en la población, pues como ya hemos dicho aún tenía bien fresco lo acontecido a los carros de la 4ª Panzer que penetraron en Varsovia en setiembre de 1.939. El trabajo habría de finalizarlo la artillería.
En realidad el ataque no se inició hasta el alba del día 27, pues los necesarios preparativos así lo exigían.
28.000 miembros no combatientes del BEF ya habían sido evacuados a Inglaterra el día 26. El acontecimiento que dio la puntada final a la realización de la Operación Dinamo fue el inmediato colapso del Ejército Belga. Esta rendición se ejecutó el día 28 de mayo, y por ella la bolsa aliada se redujo notablemente.
La defección belga sintió en Francia como un puñetazo.
Sea como sea la ofensiva contra Dunkerque no fue muy vigorosa, porque ya se daba por hecho el fin de toda esa masa acorralada. Por otra parte, y a juzgar por su impresionante trabajo ya realizado, la mayoría de los militares confiaban demasiado en el poder de la Luftwaffe.
Churchill estimó que como máximo podría evacuarse 50.000 efectivos (1). Los mandos superiores de la Royal Navy eran incluso menos optimistas. Aunque el día 26 fue cuando se puso en marcha la operación, no fue hasta el 31 cuando se contempló la posibilidad de evacuar a todos los ingleses, y a la mayor parte de los efectivos franceses.
El día 27 de mayo fueron evacuados 7.700 ingleses y el día 28, 18.000, muchos menos de los esperados. Pero el 29 se evacuaron 47.310 efectivos.
No obstante, el 27 de mayo los franceses contraatacaron en la zona de Amiens para eliminar la cabeza de puente alemana en ese sector. Este desorganizado y débil ataque francés fue rechazado sin problemas por los germanos. Al día siguiente el Coronel de Gaulle apoyado por la 51 División de Infantería "Highland" atacó la otra cabeza de puente sobre el río Somme. Tras un buen comienzo los anglofranceses tuvieron que replegarse. Las contraofensivas que temía Rundstedt y los demás estaban sucediendo, pero resultaron ser unas auténticas chapuzas. Improvisaciones que muestran el grado de desesperación y ofuscación de los aliados.
El día 28 Rommel embolsó a 50.000 franceses en el área de Lille. Estas unidades pertenecían a parte del 1 Ejército Francés, y su resistencia permitió en no escasa medida el repliegue ordenado al perímetro defensivo de Dunkerque. Respecto al avance de Guderian, su 19 Cuerpo de Ejército Blindado avanzó muy poco en dos días de combates.
Las razones son varias:

1.- Los aliados se habían atrincherado y reforzado.
2.- Estaban haciendo un buen uso del terreno pantanoso y repleto de cursos fluviales típico de aquella zona.
3.- Densa red de fuegos aliadas.
4.- Los carros necesitaban reparaciones.

Los aliados estaban en disposición, al comprimirse la línea de frente de asumir una defensa temporalmente viable que les permitiera, con una relativa economía de fuerzas ganar el tiempo necesario para asegurar la evacuación. Aunque tardaron un tiempo en percatarse de ello.
Al final el día 29 de mayo el mismo Guderian solicitó retirar a los carros para reaprovisionarlos y repararlos, detalle que olvida mencionar en el momento de escribir sus memorias. Todas sus unidades, menos la 1ª División Panzer recibió la autorización. De hecho Hitler desde Bruselas volvió a detener, (y esta vez definitivamente) a los carros.
En realidad los alemanes atacaron haciendo un extenso uso de la Luftwaffe y la artillería divisional y de campaña, así que los aliados no consiguieron desgastar en demasía los sistemas de armas de la Whermacht. Cuando los alemanes se veían sometidos a una red de fuegos aliada demasiada tupida, o se veían entorpecidos por una poderosa línea defensiva natural sometían las posiciones adversarias a una lluvia de fuego de saturación. Por otra parte, los aliados disponían de limitadas reservas de munición. Así que el trabajo de destrucción de la bolsa se la dejó la jefatura a la sufrida infantería. Los blindados los necesitaba Alemania para la segunda parte de la Batalla de Francia. Infantería, artillería y aviación darían el golpe de gracia a los embolsados.
Sólo se dejaron actuar a 10 divisiones de infantería alemanas contra la bolsa aliada, pero en su lugar permaneció la intrincada estructura de mando anterior que no paraba que poníaermanecíats)ealizaci de poner trabas a un ataque realmente coordinado.
Lo cierto es que el OKH ya había desviado su atención a la Operación Rojo; segunda fase de la Batalla de Francia.
Como dijo el Coronel Rolf Wuthmann:

"Ya nadie estaba interesado en Dunkerque".

Pese a que muchos confiaban en el poder destructivo de la Luftwaffe, (no sólo Göering y Hitler) lo cierto es que los aviones partían desde aeródromos alemanes, mientras que los ingleses sólo tenían que despegar desde aeropuertos situados a un puñado de kilómetros más allá del Canal. Las tripulaciones alemanas no tenían un entrenamiento específico antibuque y contra puertos, y muchos de los barcos usados para evacuar a los aliados eran condenadamente pequeños. A esto hay que añadir que el agua y la arena limitaban el poder destructivo de las bombas
En un principio los aliados hicieron uso de una defensa elástica con escaso uso de la maniobra, no fue el caso del sitio de la plaza de Lille, en donde parte del 1 Ejército Francés retuvo a cuantiosos contingentes germanos durante cuatro valiosos días, aunque ejecutando una defensa estática a ultranza. Mientras las líneas defensivas se iban comprimiendo y acortando los aliados intentaron con éxito mantener una última posición que permitiese a los buques operar la evacuación. Siempre se intentó durante esta retirada mantener la cohesión, cosa que impidió a los alemanes hacer uso de la maniobra. El terreno llano y repleto de cursos de agua facilitó la defensa, la tropa estaba más abrigada y en ocasiones los ejes de avance enemigos eran unidireccionales, predecibles. Esto facilitó a los aliados, sino la dislocación de las columnas enemigas, sí su retención temporal.
Las órdenes para evacuar franceses de Dunkerque no llegaron hasta el día 29, día en el W. Churchill dio la orden de que se diese la misma asignación de embarque para ambos ejércitos. Las consideraciones políticas del Primer Ministro británico son evidentes. Fue en este día cuando Dunkerque se puso al alcance por primera vez de la artillería pesada alemana. En la noche de ese mismo día Harold Nicholson; alto mando de la Royal Navy escribió en su diario:

"Confiamos en poder evacuar una pequeña parte de nuestras tropas" (2).

Hasta un día tan tardío como el 31 de mayo, (el día 4 de junio finalizó Dinamo) el propio Hitler comunicó a Mussolini que muy pocos aliados escaparían de la bolsa.
Ese día escaparon 68.014 efectivos.
Pese a los problemas de la Luftwaffe en Dunkerque se asignaron a la operación de hostigamiento 500 cazas y 300 bombarderos.
El día 27 la Fuerza Aérea Alemana dañó mucho los muelles y la misma ciudad de Dunkerque. Los cazas machacaban con sus ametralladoras las líneas de hombres que se disponían a embarcar.
El piloto alemán Paul Tenne dijo:

"Odie Dunkerque. Era simplemente matar, sin ninguna adulteración".

Ese primer día los británicos sólo evacuaron 7.669 soldados. Pero los cazas de la Royal Air Force Hurricans y Spitfires lucharon duramente contra los Messerschmitt 109. El Mayor Werner Kreipe, piloto de bombardero afirmó que caían sobre ellos con furia maniaca.
El piloto de Stukas Rudolf Braun afirmó:

"Esta fue nuestra primera ración de auténtica guerra".

Los días 28 y parte del 29 de mayo hubo mal tiempo, (niebla y lluvia) resultó imposible volar, y de ello se aprovecharon los aliados.
Los ingleses habían movilizado hasta 1.000 buques de todo tipo para agilizar la operación. Y el día 1 de junio volvió a plagarse el aire de aviones, para entonces muchos aliados habían sido ya evacuados.
Pero la Luftwaffe hizo mucho daño a los aliados. 235 embarcaciones de todas las clases inglesas y francesas fueron hundidas y 177 aeronaves de la RAF fueron derribadas. La RAF había realizado 2.739 salidas en el área de Dunkerque. Por contra a la Luftwaffe sufrió 240 aeronaves.
Por una vez los aliados consiguieron superioridad aérea local.

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1.- Lukacs. J. Cinco días en Londres. Mayo de 1.940. Churchill sólo frente a Hitler. Fondo de Cultura Económica. Turner.
2.- Ibídem.

molestoluegoexisto
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El Reembarque de Dunkerque (V). Conclusiones

Mensaje por molestoluegoexisto » Vie Mar 27, 2009 11:20 am

Al final fue la terrible presión de las divisiones de fusileros alemanes la que colapsaron la bolsa, sumado a sus fuegos de artillería y ante todo, y sobre todo la crónica disminución de pertrechos aliados de todo género.
El día 4 de junio la Whermacht entró en Dunkerque, una ciudad machacada por bombas y obuses, con buques varados y quebrados, restos de aviones destrozados, cientos de cadáveres dispersos y toneladas de pertrechos de guerra abandonados.
Los alemanes hallaron en la martirizada ciudad 2.472 armas de fuego individuales, (la mayor parte de los soldados se llevaron su equipo a Inglaterra), 63.879 vehículos inutilizados o no, y 76.097 toneladas de munición abandonada. 40.000 prisioneros aliados fueron tomados en la bolsa, casi todos eran franceses que aguantaron hasta el final el embate alemán.
Todos ellos pasaron a los campos de concentración.
338.226 aliados escaparon de la bolsa. De ellos 120.000 franceses del 1 y 7 Ejército Franceses. El “milagro de Dunkerque”, para sorpresa de todos había ocurrido.
Pero aún así la operación "Golpe de Oz", ideada por Manstein y apoyada por Hitler contra el parecer de muchos dio sus frutos. La Whermacht capturó casi a 1.000.000 de soldados aliados (sin contar muertos y heridos) por sólo 60.000 bajas propias. La BEF se salvó, sí; Pero dejó en Francia todos sus pertrechos. Volver a poner en pie de guerra a esos miles de hombres costaría a la industria de guerra británica muchos meses de duro trabajo.
Winston Churchill en su obra; "Recuerdos de la Segunda Guerra Mundial" afirma que Hitler dejó escapar a la BEF para favorecer la posterior oferta de paz, (muy favorable ésta para Inglaterra, por cierto). Pero el mismo Guderian en sus Memorias afirma que no halló confirmación de esta tesis ni en Hitler, ni en su entorno inmediato (1).
Según lo expuesto en este somero ensayo vengo a demostrar que pese a las concepciones racistas hitlerianas que consideraban a Gran Bretaña como un imperio hermanado por la sangre germánica aria, sangre que, (según el racismo determinista-materialista) les había permitido evolucionar, (creencia ilustrada del “progreso”) hasta un lugar de preeminencia mundial, lo cierto es que el Fhürer paró a los blindados porque en su opinión, (y en los de la mayoría) ya habían cumplido con su papel. Desde que Hitler supo que los aliados escapaban permitió el avance, ¡y aún entonces no creía que fuera posible que pudiesen escapar tantos!... a juzgar por las declaraciones realizadas a Mussolini. Algo normal, teniendo en cuenta que los mismos manos de la Royal Navy opinaba lo mismo.
Aunque sea un poco ladrillo he creído mejor plasmar en el Foro los cinco trozos del artículo. Aquellos que quieran leerlo en su lugar "de origen" pueden hacerlo accediendo a mi foro, a saber:

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Espero haber arrojado algo de luz para aquellos que le apasionen la historia militar.

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