El corpulento Josef Kramer estuvo desde mayo de 1944 a noviembre del mismo año en el puesto de comandante de Birkenau ( Auschwitz II). Estuvo al cargo de la aniquilación de los judíos húngaros hasta su traslado a Bergen-Belsen donde sería capturado , juzgado y ejecutado
El SS Josef Kramer, apodado " la hiena de Belsen", llegó a ostentar el rango de SS-haupsturmführer ( capitán . Después de su partida a Bergen Belsen le sustituiría en su función Richard Baer. Pero vallamos por partes.
En 1943, Kramer fue el jefe del campo de concentración de Natzweiler, en las cercanías de Estrasburgo. El campo , de reducidas dimensiones, disponía de una cámara de gas de forma cilíndrica que contenía una camilla de madera donde se ataba al condenado, sujeto de experimentación de las nuevas sustancias tóxicas. Provista de una mirilla especial, podía observarse la agonía del prisionero, y de este modo cronometrar el tiempo que tardaba el gas en matarle. En aquel infierno serían eliminadas también, con la técnica del Evipan, cuatro mujeres del Special Operational Executive que se lanzaron en paracaídas en Francia, al objeto de mantener relaciones con la resistencia. También se llevaban a cabo experimentos para la inoculación de los bacilos del Tifus. Empezó a funcionar en 1940 y estaba asociado al campo de Struthoff.
El profesor Hirt se ocupa personalmente de un experimento. Habla con Kramer y le encomienda el trabajito de gasear a 115 personas, de ellas 79 hombres y 30 mujeres judías, dos polacos ( Dios sabe por qué ) y 4 asiáticos. Las personas serían enviadas a cargo de la misma oficina central de las SS a dicho campo. Se preocupa ( Hirt) de que después de pasar por la cámara de gas los cuerpos se entreguen sin demora al instituto anatómico de Estrasburgo y le entrega a Kramer una botella de sales venenosas indicándole las dosis exactas que han de utilizarse para tal objeto.
Kramer comienza con 15 mujeres. La actitud de Kramer es habitualmente altiva e indiferente con aquellas pobres desnudas que asisten con plena consciencia a su último día de vida. Un empellón, una seca orden y los guardias empujan al grupo hacia la cámara de gas. Kramer tiene prisa. Da las órdenes y se cierran las puertas. En el interior de la estancia sin ventanas se enciende las luces: es necesario que el jefe observe el perfecto desarrollo del trabajo, como está prescrito por el profesor Hirt: sus cuerpos no han de sufrir el más mínimo daño ( el profesor no lo perdonaría nunca ). Kramer se instala frente a la mirilla con los ojos fijos en el grupo que se debate contra las paredes buscando inútilmente un respiro.
Acabado el espectáculo, Kramer se aparta bruscamente del vidrio y ordena que entren en funcionamiento los ventiladores, luego corre a abrir las puertas. Los ojos de los cadáveres miran desorbitados y tienen un brillo extraño, cristalino. Junto a sus bocas y narices hilillos de sangre.
Satisfecho, Kramer ordena que se retiren los cadáveres, los laven y los carguen en una furgoneta. Están tibios y se bambolean por todas partes. El chófer a recibido la órden de entregarlos lo antes posible al instituto de anatomía.
En el instituto de Estrasburgo hay un auxiliar de laboratorio, el francés Henry Herypierre, que es el encargado de recibir aquellos en total 30 cuerpos que aún no han adquirido la rigidez de los cadáveres. Advierte que todas ellas tienen un tatuaje en el brazo izquierdo, pero lo que más le llama la atención es la mirada: ojos extraviados, cristalinos, de insólita luz metálica.
Herypierre comprende: aquellas mujeres han muerto expresamente para él. La ejecución debe haber ocurrido hacía escasas horas. Siente un escalofrío. Rebusca en su bolsillo , saca un pedazo de papel y un lápiz despuntado y empieza a anotar frenéticamente los 30 números: realizará una investigación en aquel campo alemán sobre el que circulan tantos rumores.
Acaba de escribir dos o tres números cuando oye ruido de pasos: es el doctor Hirt que, al conocer la llegada a acudido inmediatamente. Apenas tiene tiempo de ocultar el papel.. El doctor lanza una mirada cortante a su auxiliar y luego se entrega a examinar los cuerpos. Parece satisfecho. Ordena inmediatamente la preparación el alcohol de los cadáveres. Transcurren unos días después de colocar los cadáveres en alcohol cuando llegan otros 56 cuerpos, esta vez de hombres. Kramer no ha perdido el tiempo ( Hirt recomienda a su auxiliar que mantenga la boca cerrada si quiere conservar la vida ).
El trabajo de coleccionar ejemplares interesantes continúa a ritmo creciente. La única dificultad era proceder en santa paz los estudios antropológicos, dado el oscilante desarrollo de los acontecimientos bélicos. Desgraciadamente de no ser así acaso hubiera contribuído en mayor medida a la ciencia...
Hacia el més de septiembre de 1944, el obersturbannfuhrer Sievers comunicó a la dirección que la colección de Estrasburgo había sido completamente disuelta, visto el riesgo de los acontecimientos bélicos. Esto transmitió o al menos quiso transmitir. En realidad no sabía si el profesor Hirt había tenido tiempo o no de deshacerse de los 80 incómodos cadáveres.
Por su parte, Hirt había ordenado a los doctores Bong y Maier que despedazasen los cuerpos y los quemasen en el crematorio. Sin embargo, al día siguiente de haber dado a toda prisa la orden, advirtió que, no obstante todos sus grandes esfuerzos, Bong y Maier habían dejado alguno en el depósito. Fueron los que se encontraron 30 días después los soldados del 7º ejército norteamericano. Hallaron cadáveres pero lógicamente no al profesor. No habrían de encontrarlo nunca. Por otra parte él mismo lo había dicho antes de abandonar la ciudad: no me cogerán ni vivo ni muerto.
Josef Kramer, detenido por los británicos en Belsen. Fue ejecutado.
Fuente de la historia " como torturaban las SS" de j. Bogatsvo y enciclopedia temática del holocausto.
Fotos H.E.A.R.Th ( galeria de imágenes de Auschwitz)