Campos Italianos
Publicado: Mar Nov 13, 2007 5:51 pm
Los campos mussolinianos: del Hades al Infierno.
Conviene advertir que el régimen fascista no fue blando con sus enemigos. Su historia comienza y acaba con episodios de una extremada violencia. Entre 1930 y 1934 se llevaron a cabo cerca de 6.000 arrestos en los ambientes comunistas y antifascistas (Giustizia e Libertá), la mayoría de los cuales no dieron lugar a juicio alguno ni a condena de ningún tipo.
Con todo, terror fascista y terror nazi no pueden confundirse, ni mucho menos. Al contrario que la Alemania nazi y la URSS, la Italia mussoliniana no tiene un sistema de campos de concentración, al menos, hasta 1939. Se pone en practica preferentemente el régimen de confinamiento vigilado (il confino), es decir, el exilio obligatorio, unas veces a las islas del sur de la “bota”,(Ponza, Ventotene, Ustica), otras en pueblos perdidos de Calabria o los Abruzos. En ningún caso se trata de exilios o deportaciones en masa.
Las condiciones de detención son duras y mas bien absurdas. La cartilla del confinado,(libretto del confino) les prohíbe:
- tener una baraja, ir al cine o al teatro, frecuentar tabernas, bares y restaurantes, entrar en una iglesia, mantener correspondencia, hablar una lengua extranjera, tener mas de 100 liras en el bolsillo, hablar de política o comentar la actualidad…….
En cambio, se les permite vivir con sus familiares, que tienen derecho a alojamiento gratuito e incluso a una indemnización diaria de 6,5 liras al día, si carecen de medios de subsistencia. E incluso, y esto ya es el colmo de las paradojas, tienen derecho a ir a la playa, por supuesto, bien escoltados, de 8 a 14 horas. Resumiendo, se suele pasar hambre, sobre todo tras la entrada en la guerra, y las condiciones de vida son difíciles, pero no tienen nada que ver con las de Alemania, incluso en lo que respecta a los detenidos judíos. En teoría, desde el otoño de 1938 los judíos extranjeros establecidos en Italia después del 1 de enero de 1919 tenían que ser expulsados, pero este decreto nunca se llevo a la práctica.
A partir de 1939, la situación empeoro. Prueba de ello es que Italia proyectó dotarse de un régimen de campos de concentración, y el 1 de septiembre de 1939, se preparan ya listados de personas a confinar:
Extranjeros: 1679 que deben ser expulsados, 1451 para encerrar en campos de concentración, 2431 que deben ser apartados en los “confino” y 253 que deben ser estrechamente vigilados.
Italianos: 458 para ser encerrados en campos de concentración, 296 apartados en “confino” y 360 para ser vigilados.
El 26 de mayo de 1940, Guido Buffarini, subsecretario de estado, en el Ministerio del Interior, escribe al jefe de la policía, Arturo Bocchini, que “el Duce desea que en caso de guerra se preparen campos de concentración, incluso para los judíos”.
En junio de 1940, se adoptan las disposiciones relativas a los campos de concentración. A partir del 10 de junio, se detiene a los judíos, como “medida de seguridad”, Ningún judío es maltratado; incluso las desobediencias al régimen se castigan sin violencia.
A finales de octubre de 1940, Italia cuenta con 4251 detenidos de nacionalidad extranjera, de los cuales 2412 son judíos, y 1373 italianos, de los cuales 331 son judíos.
Solo un poco mas de la mitad, es decir, 2396 extranjeros y 853 italianos son encarcelados en campos de concentración, los demás son exiliados (confini).
A finales de 1940, Italia cuenta en total con 10356 “reclusos”, de los cuales, entre 3000 y 4000 se hallan en campos de concentración.
En 1941 el número de detenidos se había incrementado notablemente: casi 11000 personas se hallaban confinadas o en los campos de concentración. A finales de 1942, los campos reagrupaban a 5000 detenidos, frente a los casi 10.000 de principios de 1943, sin contar a 8.000 “confinados”.
A mediados de 1943, Italia cuenta teóricamente con 51 campos de concentración, casi todos ellos situados en el sur de la península. Sin embargo, no esta claro que pueda hablarse de campos propiamente dichos. Casi siempre se trata de edificios improvisados, habilitados para recibir un pequeño numero de detenidos: escuelas, villas, conventos y castillos son mas frecuentes que los campamentos de barracones rodeados de alambre de espino.
Alguno de ellos, como Treia o Vinchiaturo, solo encierran a unos 50 detenidos; otros tienen una capacidad mayor, como el de Renicci di Anghiari, con unas 5000 plazas. Algunos estan destinados solo a los judíos, otros son mixtos.
puerta de entrada a Renicci di Anghiari
el campo en 1942
Ni que decir tiene que las condiciones de vida son precarias. Sin embargo no son de carácter deshumanizador. Y ello gracias a que un decreto del 4 de septiembre de 1940, firmado por el propio Mussolini, indica que a los detenidos se les trate con humanidad, sin violencia, que su trabajo, cuando se les diera, debía ser remunerado. Estamos muy lejos del espíritu de los campos de concentración nazis, aquel espíritu que desde el principio rechaza explícitamente cualquier idea de humanidad hacia los detenidos. Algo que resulta impensable en el contexto nazi, a los detenidos italianos con frecuencia se les concedían permisos para salir durante el día.
Por desgracia no siempre se respeto esta política de indulgencia, en especial en el campo de Ferramonti-Tarsia, el campo mas grande de los destinados a los judíos y probablemente uno de los mas severos.
Fuente: "Los campos de la muerte". Joël Kotek y Pierre Rigoulot.(Salvat).
Conviene advertir que el régimen fascista no fue blando con sus enemigos. Su historia comienza y acaba con episodios de una extremada violencia. Entre 1930 y 1934 se llevaron a cabo cerca de 6.000 arrestos en los ambientes comunistas y antifascistas (Giustizia e Libertá), la mayoría de los cuales no dieron lugar a juicio alguno ni a condena de ningún tipo.
Con todo, terror fascista y terror nazi no pueden confundirse, ni mucho menos. Al contrario que la Alemania nazi y la URSS, la Italia mussoliniana no tiene un sistema de campos de concentración, al menos, hasta 1939. Se pone en practica preferentemente el régimen de confinamiento vigilado (il confino), es decir, el exilio obligatorio, unas veces a las islas del sur de la “bota”,(Ponza, Ventotene, Ustica), otras en pueblos perdidos de Calabria o los Abruzos. En ningún caso se trata de exilios o deportaciones en masa.
Las condiciones de detención son duras y mas bien absurdas. La cartilla del confinado,(libretto del confino) les prohíbe:
- tener una baraja, ir al cine o al teatro, frecuentar tabernas, bares y restaurantes, entrar en una iglesia, mantener correspondencia, hablar una lengua extranjera, tener mas de 100 liras en el bolsillo, hablar de política o comentar la actualidad…….
En cambio, se les permite vivir con sus familiares, que tienen derecho a alojamiento gratuito e incluso a una indemnización diaria de 6,5 liras al día, si carecen de medios de subsistencia. E incluso, y esto ya es el colmo de las paradojas, tienen derecho a ir a la playa, por supuesto, bien escoltados, de 8 a 14 horas. Resumiendo, se suele pasar hambre, sobre todo tras la entrada en la guerra, y las condiciones de vida son difíciles, pero no tienen nada que ver con las de Alemania, incluso en lo que respecta a los detenidos judíos. En teoría, desde el otoño de 1938 los judíos extranjeros establecidos en Italia después del 1 de enero de 1919 tenían que ser expulsados, pero este decreto nunca se llevo a la práctica.
A partir de 1939, la situación empeoro. Prueba de ello es que Italia proyectó dotarse de un régimen de campos de concentración, y el 1 de septiembre de 1939, se preparan ya listados de personas a confinar:
Extranjeros: 1679 que deben ser expulsados, 1451 para encerrar en campos de concentración, 2431 que deben ser apartados en los “confino” y 253 que deben ser estrechamente vigilados.
Italianos: 458 para ser encerrados en campos de concentración, 296 apartados en “confino” y 360 para ser vigilados.
El 26 de mayo de 1940, Guido Buffarini, subsecretario de estado, en el Ministerio del Interior, escribe al jefe de la policía, Arturo Bocchini, que “el Duce desea que en caso de guerra se preparen campos de concentración, incluso para los judíos”.
En junio de 1940, se adoptan las disposiciones relativas a los campos de concentración. A partir del 10 de junio, se detiene a los judíos, como “medida de seguridad”, Ningún judío es maltratado; incluso las desobediencias al régimen se castigan sin violencia.
A finales de octubre de 1940, Italia cuenta con 4251 detenidos de nacionalidad extranjera, de los cuales 2412 son judíos, y 1373 italianos, de los cuales 331 son judíos.
Solo un poco mas de la mitad, es decir, 2396 extranjeros y 853 italianos son encarcelados en campos de concentración, los demás son exiliados (confini).
A finales de 1940, Italia cuenta en total con 10356 “reclusos”, de los cuales, entre 3000 y 4000 se hallan en campos de concentración.
En 1941 el número de detenidos se había incrementado notablemente: casi 11000 personas se hallaban confinadas o en los campos de concentración. A finales de 1942, los campos reagrupaban a 5000 detenidos, frente a los casi 10.000 de principios de 1943, sin contar a 8.000 “confinados”.
A mediados de 1943, Italia cuenta teóricamente con 51 campos de concentración, casi todos ellos situados en el sur de la península. Sin embargo, no esta claro que pueda hablarse de campos propiamente dichos. Casi siempre se trata de edificios improvisados, habilitados para recibir un pequeño numero de detenidos: escuelas, villas, conventos y castillos son mas frecuentes que los campamentos de barracones rodeados de alambre de espino.
Alguno de ellos, como Treia o Vinchiaturo, solo encierran a unos 50 detenidos; otros tienen una capacidad mayor, como el de Renicci di Anghiari, con unas 5000 plazas. Algunos estan destinados solo a los judíos, otros son mixtos.
puerta de entrada a Renicci di Anghiari
el campo en 1942
Ni que decir tiene que las condiciones de vida son precarias. Sin embargo no son de carácter deshumanizador. Y ello gracias a que un decreto del 4 de septiembre de 1940, firmado por el propio Mussolini, indica que a los detenidos se les trate con humanidad, sin violencia, que su trabajo, cuando se les diera, debía ser remunerado. Estamos muy lejos del espíritu de los campos de concentración nazis, aquel espíritu que desde el principio rechaza explícitamente cualquier idea de humanidad hacia los detenidos. Algo que resulta impensable en el contexto nazi, a los detenidos italianos con frecuencia se les concedían permisos para salir durante el día.
Por desgracia no siempre se respeto esta política de indulgencia, en especial en el campo de Ferramonti-Tarsia, el campo mas grande de los destinados a los judíos y probablemente uno de los mas severos.
Fuente: "Los campos de la muerte". Joël Kotek y Pierre Rigoulot.(Salvat).