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por maxtor » Vie Dic 30, 2016 5:22 pm
Saludos cordiales a todos.
Precedentes campos de concentración de las SS.-
Los campos de concentración encarnan el espíritu del nazismo como ninguna otra institución en el Tercer Reich, y constituyeron un sistema de dominación bien diferenciado, con normas, personal, siglas y organización propias: en la documentación oficial y el habla coloquial, se le conocía como el KL (del alemán Konzentrationslager). Con H. Himmler al mando, el jefe de las SS y el principal secuaz de Hitler, el KL era el reflejo de las violencias obsesivas de los nazis: crear una comunidad nacional uniforme tras haber erradicado a los marginados sociales, raciales y políticos; el sacrificio personal en aras de la higiene racial acompañado de una ciencia mortífera; el aprovechamiento del trabajo forzoso para mayor gloria de la madre patria; el control sobre Europa, esclavizando a las naciones extranjeras y la colonización del espacio vital; la liberación de Alemania de sus peores enemigos a través del exterminio de masas; y, por último, la determinación de morir matando antes que rendirse. Con el tiempo, todas estas obsesiones modelaron el sistema del KL y dieron lugar a detenciones indiscriminadas en masa, penalidades y muerte.
Se calcula que 2.3 millones de hombres, mujeres y niños terminaron en los campos de concentración de la SS entre 1933 y 1945; la mayoría, 1.7 millones, perdieron la vida allí. Casi un millón de muertos fueron judíos, a los que se asesinó en Auschwitz, el único KZ con un papel destacado en lo que los nazis denominaron la “Solución Final”: el exterminio sistemático de la población judía en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Adolf Hitler pronunció el 30 de enero de 1941 un discurso ante el gran público donde decía: “Alemania no había inventado los campos de concentración – Fueron los ingleses quienes aprovecharon esta institución para ir hundiendo a otras naciones” ( M. Domarus, M. Hitler: Reden und Proklamationen 1932 – 1945, 4 vols, 1973, p. 1568). La cantinela era bien conocida. El propio Hitler había dicho lo mismo antes, cuando anunció al pueblo alemán que su régimen no había hecho sino copiar los campos de concentración de los ingleses (aunque no los maltratos). (Discurso de Hitler el 30 de enero de 1940, en Domarus, Reden, vol.3, p. 1459). La propaganda nazi jamás se cansó de hablar de los campos extranjeros.
Durante los primeros años del régimen, los discursos y los artículos evocaban rutinariamente los campos británicos de la guerra de los Bóer, y señalaban también los campos en activo en Austria, de donde se decía que los activistas nacionales del nazismo vivían escenas de gran sufrimiento. El verdadero mensaje de esta propaganda – que los campos de las SS no constituían una excepción – difícilmente podía pasar desapercibido, pero para asegurarse de que todo el mundo lo recibía, Himmler quiso explicarlo con todo detalle en un discurso emitido por la radio alemana en 1939. Los campos de concentración eran una “institución consagrada” en el extranjero, anunció, y añadió que la versión alemana era considerablemente más moderada que la extranjera.Aquellos intentos de relativizar los campos de la SS tuvieron poco éxito, al menos fuera de Alemania. Pese a todo existía un ápice de verdad en la cruda propaganda nazi. El “campo” en tanto que centro de detención, era realmente un fenómeno muy extendido en los escenarios internacionales. En las décadas previas a la toma del poder por parte de los nazis, los campos para el encierro masivo de sospechosos políticos y de otra índole que habían proliferado en Europa y en otros territorios, generalmente en épocas de guerra o agitación política, y aquellos centros continuaron proliferando tras la desaparición del Tercer Reich.
Los primeros recintos de estas características aparecieron en tiempos de las guerras coloniales de finales del s. XIX y principios del s. XX, como una brutal respuesta militar a las guerrillas; las potencias coloniales pretendían derrotar a los insurgentes locales internando a masas de civiles no combatientes en pueblos, ciudades o campos. Fue una táctica adoptada por España en Cuba, por EEUU en las Filipinas y por los británicos en Suráfrica (allí fue donde empezó a usarse el nombre de “campo de concentración”). La indiferencia y la ineptitud de las autoridades locales provocaba hambrunas, enfermedades y muertes entre los internos de aquellos centros. Pero pese a ello, no fueron el prototipo de los posteriores campos de las SS y existían grandes diferencias entre ellos en cuanto a su función, diseño y funcionamiento (Smitth, I.R., y Stucki, A., “The Colonial Development of Concentration Camps (1868 – 1902)”, Journal of Imperial and Commonwealth History, nº 39 (2011).
Lo mismo sucedió con los campos alemanes en el África occidental (en lo que hoy es Namibia), dirigidos por autoridades coloniales entre 1904 y 1908 durante una feroz contienda contra la población indígena. Varios millares de hereros y namas fueron encarcelados en lo que a veces han dado en llamarse campos de concentración- o incluso precedente del Holocausto – y se dice que casi la mitad murió por el desprecio y la negligencia de sus captores alemanes. Estos campos eran distintos a otros centros de internamiento coloniales, en tanto que estaban movidos por la estrategia militar que por el deseo de castigar y de forzar al trabajo.
Pero tampoco fueron el tosco modelo de los campos de las SS, tal como se ha afirmado, y cualquier intento de vincularlos directamente con Dachau o Auschwitz resulta poco convincente, en palabras del historiador Nikolaus Wachsmann (“Historia de los campos de concentración nazis”). I. Hull, en su “Absolute Destruction: MIlitary Culture and the Practices of War in Imperial Germany, Itaca, 2005, pp. 70 – 90”, ofrece una estimación de treinta y tres mil presos africanos. Sobre los vínculos entre Auschwitz y esos campos véase Madley, B. “From África to Auschwitz: How Germany South West Africa incubated Ideas and Methods Adopted and Developed by the Nazis in Eastern Europe”, y para una perspecitva más general Zimmerer, J, “War Concentration Camps and Genocide in South-West Africa: The firs German Genocide”, en Zimmerer y Zeller”. Una crítica extensa de dicha supuesta continuidad puede verse en Gerwarth, R., y S. Malinowski, “Hannah Arendt´s Ghosts: Reflections on the Disputable path from Windhoek to Auschwitz”.
La era de los campos comenzó realmente con la Gran Guerra, cuando fueron importados de las lejanas colonias a la Europa central, además de los campos de prisioneros de guerra propiamente dichos, buena parte de las naciones beligerantes fundaron campos de trabajos forzosos, de refugiados y campos de internamientos de civiles, movidos por las doctrinas de la movilización global, de nacionalismo radical y de la higiene social. Las condiciones fueron peores en la Europa central y del Este, donde los presos solían tener que soportar trabajos forzosos sistemáticos, manifestaciones de desprecio y actos violentos; varios centenares de miles murieron allí. A finales de la PGM, Europa estaba plagada de campos y su recuerdo perduró hasta mucho después de su clausura. En 1927, por ejemplo, una comisión parlamentaria alemana denunció aún con ira los abusos durante la guerra a presos alemanes en los campos de concentración británicos y franceses (Jones, H., “Violence Against prisioners of war in the First World War”, Cambridge - 2011).
En la década de 1920 – 1930, aparecieron muchos otros campos, al tiempo que buena parte de Europa se iba apartando de la democracia. Los régimenes totalitarios, con su maniquea división del mundo entre amigos y enemigos, se convirtieron en líderes de los campos en tanto que armas para aislar y aterrorizar a sus enemigos. Por sus orígenes, los KL pertenecen a esta variedad de campos y compartía con ella ciertos elementos básicos e incluso lazos directos. El sistema de campos en la España de Franco, por ejemplo, retuvo a centenares de miles de presos durante la guerra civil y después de ella, y parece haber inspirado en cierta medida en sus antecesores nazis. (Overy, R., “Das Kozentrationslager. Eine internationales Perspektive”, Mittelweg 36 (2011), nº 4. Sobre España, Rodrigo, J. “Exploitation, Fascist Violence and social Cleaning: A Study of Franco`s Concentration Camps from a Comparative Perspective”. En lo tocante a la visita de Himmler realizó a los campos de Franco en España en 1940, puede consultarse el trabajo de P. Preston, “El Holocausto español”, Debate, Barcelona, 2011).
Aunque probablemente el pariente extranjero más cercano a los campos de concentración de las SS se halle en la Unión Soviética de Stalin, esto aparece reflejado en los trabajos sobre los dos sistemas de campos de Todorov. Aprovechando la experiencia de las detenciones en masa durante la PGM, los bolcheviques usaron los campos ya en tiempos de la revolución. En los años treinta, controlaban un extenso sistema de detención, conocido como Gulag, en el que se integraban los campos de trabajo, las colonias, las prisiones y otros más. Solo los campos de trabajo disciplinarios del Comisariado del Pueblo para los Asuntos internos – NKVD – albergaban a un millón y medio de reclusos a principios de enero de 1941, muchísimos más que el sistema de campos de las SS. Como el complejo del KL, el soviético estaba movido por una utopía destructiva, que pretendía crear una sociedad perfecta eliminando a todos los enemigos, y sus campos siguieron una trayectoria en cierta medida similar: pasaron de ser caóticos centros de terror a convertirse en una inmensa red de campos dirigidos desde una central; pasaron de la detención de los sospechosos políticos al encarcelamiento de marginados sociales y étnicos; pasaron del énfasis inicial en la rehabilitación a unos trabajos forzosos a menudo letales. (O. V. Khlevniu, “The History of the Gulag, New Haven, 2004, cifras en la p. 328; o A. Applebaum, “Gulag: A History of the Soviet Camps, Londres, 2003).
A la vista de estos paralelismos algunos estudiosos han apuntado a la posibilidad de que los Nazis simplemente se hubieran adueñado del concepto de campo de concentración estalinista: una afirmación, que sin embargo, puede inducir a error aunque sea casi tan antigua como los propios campos de las SS. Existen dos problemas concretos; ya que en primer término hubo profundas diferencias entre ambos sistemas de campos. Aunque los soviéticos tuvieron una época inicial más mortífera, por ejemplo, el KL posterior experimentó un vuelco hacia el radicalismo y desarrolló bastantes más línea letales, que culminaron en Auchwitz, sin parangón en la URSS ni en ningún otro lugar. Los presos del NKVD tenían más probabilidades de recuperar la libertad que de morir, mientras que los reclusos en tiempo de guerra de un campo de concentración de la SS solo podían esperar la muerte. En conjunto el 90 % de los internos del Gulag logró sobrevivir; en el KL, la cifra de presos registrados que lograron sobrevivir probablemente era inferior a la mitad. En segundo lugar; disponemos de pocas pruebas para demostrar que los nazis copiasen a los soviéticos. A decir verdad, la SS observó de cerca la represión estalinista en el Gulag, sobre todo tras la invasión alemana del verano de 1941: los jefes nazis consideraron la posibilidad de quedarse con dichos campos, y enviar un resumen de las condiciones y la organización en aquellos campos de concentración a las comandancias de sus KL.
El régimen nazi no tuvo en el Gulag una inspiración relevante o aclaratoria de hacia dónde querían ir, y cuesta creer que la historia de los KL de la SS hubiera sido distinta de no haber existido el Gulag, o los campos de concentración franquistas. Los KL se construyeron sobre todo en Alemania, del mismo modo que el Gulag era fundamentalmente un producto soviético. Existen similitudes entre ellos, claro está; pero estas quedan muy marginadas por las profundas diferencias; cada sistema de campos tenía una forma y una función propia, modeladas por unas prácticas, objetivos y unos antecedentes nacionales específicos.
Saludos desde Benidorm.
Fuente: Nikolaus Wachsmann (“Historia de los campos de concentración nazis”)