Indagación moral

Los Campos de la Muerte del Tercer Reich

Moderador: José Luis

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maximus

Indagación moral

Mensaje por maximus » Mié Jun 07, 2006 4:10 pm

Con motivo de incluir un “Topic” en el apartado de “Biografías” sobre Eichmann, he tenido ocasión de releer “Eichmann en Jerusalén”, de la filósofa Hanna Arendt, y he encontrado unos párrafos que creo que son muy valiosos. Y esto viene particularmente a cuento porque pienso que en este foro, donde hay tanta y tan buena historia, también hay anécdotas, trivialidad e incluso humor. Por eso creo que tampoco viene mal que se incorporen algunos párrafos claves de la indagación moral de la doctora Hanna Arendt aunque a algunos les puedan parecer un tanto enrevesados (no lo son, en realidad).

Éste es un foro sobre la segunda guerra mundial, que es la fábula histórico-moral de nuestro tiempo y, puestos a decirlo todo, tampoco se me escapa que hay aquí algunos “posts” (no muchos, desde luego) un tanto sospechosos e inquietantes.

Son alentadores los casos de los héroes morales que aparecen en este mismo foro, como el sargento Schmidt o el SS Gerstein, pero la guerra fue posible porque hubo pocos héroes y muchos Eichmann y, lo que fue casi peor, algunos Albert Speer, más inteligentes que Eichmann a la hora de hacerse los tontos y argumentar su arrepentimiento.

Vamos al libro sobre Eichmann y su juicio, según la doctora Arendt. El capítulo del libro se titula “Los deberes de un ciudadano cumplidor de la ley”, y estos son algunos párrafos:

“Durante el interrogatorio policial, cuando Eichmann declaró repentinamente y con gran énfasis que siempre había vivido acorde con los preceptos morales de Kant, en especial con la definición kantiana del deber, dio un primer indicio de que tenía la vaga noción de que en aquel asunto había algo más que la simple cuestión del soldado que cumple órdenes claramente criminales.
“Esta afirmación resultaba indignante, ya que la filosofía moral de Kant está tan estrechamente vinculada a la facultad humana de juzgar que elimina en absoluto la obediencia ciega. El juez, impulsado por la curiosidad o bien por la indignación ante el hecho de que Eichmann se atreviera a invocar a Kant para justificar sus crímenes, decidió interrogar al acusado sobre este punto.
“Ante la general sorpresa, Eichmann dio una definición correcta del imperativo categórico: el principio de la voluntad debe ser tal que pueda devenir el principio de leyes generales. Es decir, no se puede aplicar al robo ni al asesinato, puesto que el ladrón y el asesino no pueden desear vivir bajo un sistema jurídico que otorgue a los demás el derecho de robarles y asesinarles a ellos.
“Eichmann añadió que había leído la Crítica de la Razón Práctica de Inmanuel Kant y que desde el momento en que recibió el encargo de llevar a la práctica la Solución Final, había dejado de vivir en consonancia con los principios kantianos, que se había dado cuenta de ello, y que se había consolado pensando que había dejado de ser dueño de sus propios actos y que él no podía cambiar nada.
“Lo que Eichmann no explicó a los jueces fue que en aquel período de crímenes legalizados por el Estado, no se había limitado a prescindir del principio de la moral kantiana por ser ésta inaplicable, sino que la había modificado de manera que dijera: compórtate como si el principio de tus actos fuese el mismo que el del legislador o el de la ley común.
“O, según la forma del “imperativo categórico del Tercer Reich”: “compórtate de tal manera que si el Führer te viera, aprobara tus actos” (esto procede de “Die Technik des Staates”, de Hans Franck, 1942).
“Gran parte de la horrible y trabajosa perfección en la ejecución de la Solución Final se debe a la extraña noción, muy difundida en Alemania, de que cumplir las leyes no significa únicamente obedecerlas, sino actuar como si uno fuera el autor de las leyes que obedece. De ahí la convicción de que es preciso ir más allá del mero cumplimiento del deber.
“Eichmann prestó ayuda a un primo suyo medio judío y a un matrimonio judío de Viena, en cuyo favor había intercedido su tío. Incluso en su juicio en Jerusalén, estas desviaciones le hacían sentirse un tanto descontento de sí mismo, y cuando le interrogaron sobre ello, adoptó una actitud de franco arrepentimiento y dijo que había “confesado sus pecados a sus superiores”. Esta impersonal actitud en el cumplimiento de sus asesinos deberes condenó Eichmann ante sus jueces mucho más que cualquier otra cosa, lo cual es comprensible, pero según el acusado esto era precisamente lo que le justificaba. No, no hacía excepciones. Y esto, según él, demostraba que siempre había actuado contra sus inclinaciones, fuesen sentimentales, fuesen interesadas. En todo caso, él siempre había cumplido con su deber.
“Durante el último año de la guerra, dos años después de la Conferencia de Wannsee, Eichmann padeció su última crisis de conciencia. A medida que la derrota se aproximaba, tuvo que enfrentarse con hombres de su propia organización que pedían más y más excepciones, e incluso la interrupción de la Solución Final. En esta época Eichmann tuvo una de sus pocas entrevistas personales con Himmler, en el curso de la cual el jerarca nazi le gritó que “¡si hasta el presente momento usted ha cumplido la orden de matar judíos, ahora se le ordena que se dedique a cuidarlos, a hacerles de niñera!”. Himmler en aquel momento, daba órdenes a diestro y siniestro en el sentido de que los judíos debían ser bien tratados –quería usarlos como rehenes ante los aliados-, y la entrevista supuso una amarga experiencia para Eichmann, en el sentido de que su esfuerzo moral durante dos años como asesino que había sacrificado sus inclinaciones naturales en el cumplimiento de su deber, ahora era despreciado.”

No me olvido de la lectura del libro “Ordinary People” de XXXXX en el cual se relatan las crueldades finales con los judíos a cargo de meros soldados nazis, ya en el momento de la descomposición final, cuando nadie ya daba órdenes. Miles de judíos eran obligados a marchar a pie, en lastimosas condiciones, por las carreteras de Alemania, sin rumbo fijo. Simplemente, los verdugos voluntarios de Hitler no podían dejar de cumplir su brutal obligación que ya habían internamente asumido.

Himmler podía ser lo suficientemente astuto y oportunista para reconvertirse en “protector de los judíos”, intentando hallar una salida política en las nuevas circunstancias. Pero Eichmann no era un político, sólo un funcionario que ya había sacrificado su humanidad en el momento en que aceptó asumir las órdenes emanadas de la Ley Suprema. Para sus limitaciones intelectuales, ya no había vuelta atrás.

maximus

Mensaje por maximus » Mié Jun 07, 2006 4:24 pm

Al final del post pretendía referirme a la lectura del libro 'Hitler's Willing Executioner: Ordinary Germans and the Holocaust.' de Daniel Goldhagen, cuyo título no recordaba bien. La traducción española es "Los verdugos voluntarios de Hitler"

Creo que, dentro del tema psicológico y moral, este fragmento del artículo de wikipedia sobre el Holocausto, viene muy a cuento

http://en.wikipedia.org/wiki/Holocaust
Why did people participate in, authorize, or tacitly accept the killing?
Obedience
Stanley Milgram was one of a number of post-war psychologists and sociologists who tried to address why people obeyed immoral orders in the Holocaust. Milgram's findings demonstrated that reasonable people, when instructed by a person in a position of authority, obeyed commands entailing what they believed to be the death or suffering of others. These results were confirmed in other experiments as well, such as the Stanford prison experiment. In his book Mass Psychology of Fascism (1933), Wilhelm Reich also tried to explain this obedience. The work became known as the foundation of freudo-marxism. Nobel prize Elias Canetti also addressed the problem of mass obedience in Masse und Macht (1960 - "Crowds and Power"), developing an original theory of the consequences of commandments orders both in the obedient person and in the commander, who may well become a "despotic paranoiac". Two recent "experiments" The Third Wave and Jane Elliott tried answer the question of: "How can a people be a part of something terrible and then claim at the demise that they were not really involved?"
Functionalism versus intentionalism
Main article: Functionalism versus intentionalism
A major issue in contemporary Holocaust studies is the question of functionalism versus intentionalism. The terms were coined in a 1981 article by the British Marxist historian Timothy Mason to describe two schools of thought about the origins of the Holocaust. Intentionalists hold that the Holocaust was the result of a long-term masterplan on the part of Hitler's and that Hitler was the driving force behind the Holocaust. Functionalists hold that Hitler was anti-Semitic, but that he did not have a masterplan for genocide. Functionalists see the Holocaust as coming from below in the ranks of the German bureaucracy with little or no involvement on the part of Hitler. Functionalists stress that the Nazi anti-Semitic policy was constantly evolving in ever more radical directions and the end product was the Holocaust.
Intentionalists like Lucy Dawidowicz argue that the Holocaust was planned by Hitler from the very beginning of his political career, at very least from 1919 on, if not earlier. Later Dawidowicz was to date the decision for genocide back to November 11, 1918. Other Intentionalists like Andreas Hillgruber, Karl Dietrich Bracher and Klaus Hildebrand suggested that Hitler had decided upon the Holocaust sometime in the early 1920s. More recent intentionalist historians like Eberhard Jäckel continue to emphasize the relative earliness of the decision to kill the Jews, although they are not willing to claim that Hitler planned the Holocaust from the beginning. Yet another group of intentionalist historians such as the American Arno J. Mayer claimed Hitler only ordered the Holocaust in December 1941.
Functionalists like Hans Mommsen, Martin Broszat, Götz Aly, Raul Hilberg and Christopher Browning hold that the Holocaust was started in 1941-1942 as a result of the failure of the Nazi deportation policy and the impending military losses in Russia. They claim that what some see as extermination fantasies outlined in Hitler's Mein Kampf and other Nazi literature were mere propaganda and did not constitute concrete plans. In Mein Kampf Hitler repeatedly states his inexorable hatred of the Jewish people, but nowhere does he proclaim his intention to exterminate the Jewish people.
Furthermore, Functionalists point to the fact that in the 1930s, Nazi policy aimed at trying to make life so unpleasant for German Jews that they would leave Germany. Adolf Eichmann was in charge of facilitating Jewish emigration by whatever means possible from 1937 until October 3, 1941, when German Jews were forbidden to leave, Reinhard Heydrich issuing an order to that effect. Functionalists point to the SS's support for a time in the late 1930s for Zionist groups as the preferred solution to the "Jewish Question" as another sign that there was no masterplan for genocide. The SS only ceased their support for German Zionist groups in May 1939 when Joachim von Ribbentrop informed Hitler of this, and Hitler ordered Himmler to cease and desist as the creation of Israel was not a goal Hitler thought worthy of German foreign policy.
In particular, Functionalists have noted that in German documents from 1939 to 1941, the term "Final Solution to the Jewish Question" was clearly meant to be a "territorial solution", that is the entire Jewish population was to be expelled somewhere far from Germany and not allowed to come back. At first, the SS planned to create a gigantic "Jewish Reservation" in the Lublin, Poland area, but the so-called "Lublin Plan" was vetoed by Hans Frank, the Governor-General of Poland who refused to allow the SS to ship any more Jews to the Lublin area after November, 1939. The reason why Frank vetoed the "Lublin Plan" was not due to any humane motives, but rather because he was opposed to the SS "dumping" Jews into the Government-General. In 1940, the SS and the German Foreign Office had the so-called "Madagascar Plan" to deport the entire Jewish population of Europe to a "reservation" on Madagascar. The "Madagascar Plan" was cancelled because Germany could not defeat the United Kingdom and until the British blockade was broken, the "Madagascar Plan" could not be put into effect. Finally, Functionalist historians have made much of a memorandum written by Himmler in May, 1940 explicitly rejecting extermination of the entire Jewish people as "un-German" and going on to recommend to Hitler the "Madagascar Plan" as the preferred "territorial solution" to the "Jewish Question". Not until July 1941 did the term "Final Solution to the Jewish Question" come to mean extermination.
Recently, a synthesis of the two schools has emerged that has been championed by such diverse historians such as the Canadian historian Michael Marrus, the Israeli historian Yehuda Bauer and the British historian Ian Kershaw that contends that Hitler was the driving force behind the Holocaust, but that he did not have a long-term plan and that much of the initiative for the Holocaust came from below in an effort to meet Hitler's perceived wishes.
Another controversy was started by the sociologist Daniel Goldhagen, who argues that ordinary Germans were knowing and willing participants in the Holocaust, which he claims had its roots in a deep eliminationist German anti-Semitism. Most other historians have disagreed with Goldhagen's thesis, arguing that while anti-Semitism undeniably existed in Germany, Goldhagen's idea of a uniquely German "eliminationist" anti-Semitism is untenable, and that the extermination was unknown to many and had to be enforced by the dictatorial Nazi apparatus.
Religious hatred and racism
The German Nazis considered their duty to overcome natural compassion and execute orders for what they believed to be higher ideals. Much research has been done to explain how ordinary people could have participated in such heinous crimes, but there is no doubt that, like in some religious conflicts in the past, some people poisoned with racial and religious ideology of hatred committed the crimes with sadistic pleasure. Crowd psychology has attempted to explain such heinous acts, although Gustave Le Bon's The Crowd: A Study of the Popular Mind (1895) was also a major influence of Mein Kampf, in particular relating to the propaganda techniques described in it. Sadistic acts were perhaps most notable in the case of genocide of Ustasha whose enthusiasm and sadism in their killings of the Serbs appaled Germans, Italians, and even German SS officers, who even acted to restrain the Ustashe. However, concentration camp literature, such as the one written by Primo Levi or Robert Antelme, described numerous individual sadistic acts, including by Kapos.
Some authors, such as liberal philosopher Hannah Arendt in The Origins of Totalitarianism (1951), Swedish writer Sven Lindqvist or French historian Olivier LeCour Grandmaison have also linked the Holocaust to colonialism. They argue that techniques put in place during the New Imperialism period (first of all, concentration camps during the Boer Wars), as well as the pseudo-scientific theories elaborated during this period (e.g. Arthur de Gobineau's 1853 Essay on the Inequality of the Human Races) had been fundamental in preparing the conditions of possibility of the Holocaust. Others authors have adamantly opposed these views, on behalf of the "unicity" of the Holocaust, compared to any other type of genocide. Philosopher Michel Foucault also traced the origins of the Holocaust and of "racial policies" to what he called "state racism", which is a part of "biopolitics".
Finally, many have pointed the ancient roots of antisemitism, which has been present in the Western world since the foundation of Christianity. Modern ecumenism efforts, in particular by the Roman Catholic Church who asked pardon to the Jews, are being done in order to avoid any repetition of such acts.


Incluso menciona el tremebundo "experimento Milgram", cuya mera divulgación fue considerada por la escritora Christa Wolf como una atrocidad.

Naturalmente, todos, Milgram, Goldhagen y hasta la señora Arendt pueden ser rebatidos en un debate moral, porque, de momento, la moralidad es una disciplina de muy dudoso empirismo... Lo cual supongo que es bueno.

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beltzo
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Mensaje por beltzo » Jue Jun 08, 2006 9:38 pm

Hola:

Voy a relatar algo que cuenta Laurence Rees en la introducción de su libro "Auschwitz, los nazis y la solución final", y que creo que muestra como la moralidad de algunos puede ser muy diferente de lo que en apariencia dicta la racionalidad.
[…]De hecho, y a pesar de que mi interés por este periodo de la historia se remonta a mis años escolares, la honda fascinación que siento por todo lo relacionado con el III reich arraigó en mí, precisamente, en un momento concreto de cierta entrevista que hice, en 1990, a un antiguo miembro del NSDAP. Me hallaba inmerso en la producción y redacción de un documental acerca de la figura del doctor Joseph Goebbels, y estaba conversando con Wilfred von Oven, quien en calidad de secretario personal, había trabajado codo a codo con el ministro de propaganda de infausta memoria. Una vez terminada la sesión formal, mientras tomábamos una taza de té, pregunté a aquel hombre encantador y de gran inteligencia:

-Si tuviera que sintetizar en una sola palabra la imagen que conserva del II Reich, ¿cuál elegiría?

Al verlo reflexionar, di por hecho que su respuesta giraría en torno a los horribles crímenes perpetrados por el régimen, unos crímenes cuya existencia no había tenido reparo en admitir, y el terrible daño que había causado el nazismo al mundo.

-Bueno, dijo al fin, si tuviera que resumir con una palabra la imagen que guardo del III Reich, diría que fue un paraíso.

¿Un paraíso? Aquello no se correspondía con nada de lo que había leido en mis libros de historia, ni se ajustaba, en absoluto, con el hombre elegante y refinado que tenía ante mí y que, dicho sea de paso, no poseía el aspecto ni el modo de hablar que yo habría esperado de un veterano nazi. ¡Un paraíso! ¿Cómo podía decir algo así? ¿Cómo podía nadie con un mínimo de inteligencia pensar tal cosa del III Reich y sus atrocidades? Más aún, ¿En qué cabeza puede caber que, en pleno siglo XX, personas provenientes de una nación culta, situada en el corazón de Europa, como es Alemania, fuesen capaces de cometer tales atrocidades? Todas esas preguntas se agolparon en mi mente aquella tarde, hace ya tantos años, y aún no han dejado de ocupar buena parte de mis pensamientos.
Por otro lado decir que Stanley Milgram demostró que la impunidad juega un importante papel a la hora de cometer las mayores barbaridades, algo que a mi juicio las convierte aún en más execrables y que se debiera tener muy presente en estas cuestiones. Algo de esto se trató aquí: http://wwwsegundaguerr.superforos.com/v ... 7764#17764

Saludos
"Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero sino, los franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy judío". Albert Einstein

maximus

Mensaje por maximus » Mié Jun 14, 2006 4:48 pm

Podría incluirse en este topic, este extracto de una entrevista a Franz Stangl. A diferencia de Eichmann, cuya existencia burocrática lo alejaba de las escenas atroces, Franz Stangl ha sido quizá el verdugo de los campos de exterminio que ha podido ser estudiado de forma más próxima.


http://www.auschwitz.dk/sobibor/franzstangl.htm

El austriaco Franz Stangl, policía austriaco que persiguió a los nazis hasta que estos ocuparon el país, estuvo a cargo del campo de exterminio de Sobibor hasta septiembre de 1942, cuando fue transferido al campo de Treblinka. Ganó reputación como eficiente administrador y, según Odilo Globocnik, fue el mejor comandante de campo y tuvo la participación más importante de todas las acciones ejecutadas.
Al final de la guerra logró ocultar su identidad y aunque encarcelado en 1945, fue liberado dos años más tarde. Logró escapar a Italia, con su colega de Sobibor, Gustav Wagner, donde fue ayudado por autoridades del Vaticano y la Cruz Roja. Vivió en Siria durante tres años antes de trasladarse a Brasil en 1951, donde encontró trabajo en la fábrica de Volkswagen en Sao Paolo, todavía usando su propio nombre.

Aunque su responsabilidad por los asesinatos en masa eran conocidos por las autoridades autriacas, no se emitió orden de arresto hasta 1961. Hasta seis años más tarde no fue localizado por el cazador de nazis Simon Wiesenthal y detenido en Brasil. Después de su extradición a Alemania Occidental fue enjuiciado por la muerte de aproximadamente 900.000 personas. Admitió estas muertes pero aseguró que su conciencia era clara y que simplemente estaba cumpliendo con su deber. Fue sentenciado a cadena perpetua y murió en la cárcel de Dusseldorf en 1971.

Fue entrevistado por la periodista Gitta Sereny en 1970 y sus comentarios aparecieron en el libro “Into that darkness: An examination of Consciente (1983)

“¿Diríamos que usted se habituó a las liquidaciones?”
“Uno se acostumbra a eso”

¿En días, semanas, meses?
Meses. Lleva meses antes de que yo pudiera mirar una de ellas directamente. Lo reprimía creando un lugar especial: jardines, nuevos barracones, cocinas, todo nuevo. Hay cientos de maneras de evadir la mente. Yo las usé todas.

Incluso así. Si usted se sentía tan fuerte, ¿no había veces, quizás por la noche, en la oscuridad, en que usted no podía evitar pensar sobre ello?
Al final, la única manera de lidiar con ello era beber. Me llevaba un gran vaso de brandy en la cama cada noche y bebía.

Creo que usted está eludiendo mi pregunta
No, no pretendo eso. Por supuesto, había pensamientos. Pero yo los expulsaba de mi mente. Yo me concentraba en el trabajo una y otra vez.

Diríamos que usted finalmente sintió que ellos no eran realmente seres humanos
Cuando yo estaba en un viaje una vez, más tarde, en Brazil, my tren se detuvo cerca de un matadero. El ganado sus corrales, al oír el ruido del tren, se acerca a la valla y lo miraba. Yo pensé entonces que me recordaba a Polonia, era como la gente me miraba, con confianza, justo antes de que fueran a las latas

Ha dicho usted, latas. ¿Qué quiere decir?
Yo no podría comer carne enlatada después de esto. Esos grandes ojos me miraban sin saber que enseguida estarían todos muertos.

Entonces, usted no sintió que ellos eran seres humanos?
Mercancia. Eran mercancia.

Cuando usted comenzó a pensar en ellos como mercancia? La forma en que usted habló antes, del día que usted llegó por primera vez a Treblinca, el horror que usted sintió viendo cadáveres por todas partes, ¿no eran entonces mercancía para usted?
Creo que comenzó ese día que primero vi el campo de exterminio de Treblink.a Recuerdo a Wirth allí de pie, junto a las fosas llenas de cadáveres azules y negros. No tenía nada que ver con humanidad, no era posible. Era una masa de carne podrida. Wirth decía que qué íbamos a hacer con toda esa basura. Creo que inconscientemente eso comenzó a hacerme pensar en ellos como enera posible. Era una masa de carne podrida. Wirth decía que qué íbamos a hacer con toda esa basura. Creo que inconscientemente eso comenzó a hacerme pensar en ellos como en mercancía.


Había tantos niños,¿no le hicieron pensar en sus hijos, de como se sentiría usted en el lugar de aquellos padres.
No, yo no puedo decir si alguna vez pensé eso. Yo raramente los vi como individuos, era siempre una masa enorme. A veces me paraba en el muro y los veía. Pero, cómo explicarlo, estaban desnudos, apretujados, corriendo, siendo conducidos con látigo como…

No podría usted haber cambiado esto?. En su posición, usted podía haber detenido la desnudez, los látigos, el horror de los corrales de ganado…
" No , era el sistema. Witrth lo había inventado. Funcionaba, y puesto que funcionaba, era irreversible

maximus

Mensaje por maximus » Lun May 05, 2008 8:14 am

Me olvidé en su momento de explicar exactamente en qué consistía el "experimento Milgram", que está directamente relacionado con los crímenes nazis y concretamente con el célebre proceso a Eichmann

Puede encontrarse en wikipedia "experimento Milgram"

El experimento de Milgram fue un famoso ensayo científico de psicología social llevado a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, y descrito en un artículo publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título Behavioral Study of Obedience (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumido en 1974 en su libro Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental). El fin de la prueba era medir la buena voluntad de un participante a obedecer las órdenes de una autoridad aún cuando éstas puedan entrar en conflicto con su conciencia personal.


El investigador (V) persuade al participante (L) para que dé lo que éste cree son descargas eléctricas dolorosas a otro sujeto (S), el cual es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes continuaron dando descargas a pesar de las súplicas del actor para que no lo hiciesen.Los experimentos comenzaron en julio de 1961, un año después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Milgram estaba intrigado acerca de cómo un hombre completamente normal, e incluso aburrido, y que no tenía nada en contra de los judíos había podido ser un activo partícipe del Holocausto. ¿Podría ser que él y el millón de cómplices únicamente siguiesen órdenes?

Milgram lo resumiría al escribir:

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio


Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)
Tabla de contenidos [ocultar]
1 Método del experimento
2 Resultados
3 Reacciones
4 Interpretaciones
5 Variaciones
6 Ejemplos de la vida real
7 Referencias
8 Véase también



Método del experimento [editar]A través de anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban voluntarios para participar en un ensayo relativo al "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale, por lo que se les pagaba cuatro dólares más dietas. A los voluntarios que se presentaron se les ocultó que en realidad iban a participar en un investigación sobre la obediencia a la autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación: los había que acababan de salir de la escuela primaria a participantes con doctorados.

El investigador comunica al participante voluntario a investigar y a otro que se hace pasar también por participante, pero que en realidad es un cómplice del investigador, que están participando en un experimento para probar los efectos del castigo en el comportamiento del aprender. Se les señala que es escasa la investigación llevada a cabo en este campo y se desconoce cuánto castigo es necesario para un mejor aprendizaje.

A continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una caja que determinará su rol en el experimento. El cómplice toma su papel y dice haber sido designado como "alumno". El participante voluntario toma el suyo y ve que dice "maestro". En realidad en ambos papeles ponía "maestro" y así se consigue que el voluntario con quien se va a experimentar reciba forzosamente el papel de "maestro".

Separado por un módulo de vidrio del "maestro", el "alumno" se sienta en una especie de silla eléctrica y se le ata para "impedir un movimiento excesivo". Se le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema "para evitar quemaduras" y se señala que las descargas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreversibles. Todo esto lo observa el participante.

Se comienza dando tanto al "maestro" como al "alumno" una descarga real de 45 voltios con el fin de que el "maestro" compruebe el dolor del castigo y la sensación desagradable que recibirá su "alumno". Seguidamente el investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el "maestro", proporciona al "maestro" una lista con pares de palabras que ha de enseñar al "alumno". El "maestro" comienza leyendo la lista a éste y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de palabras dando al "alumno" cuatro posibles respuestas para cada una de ellas. Éste indicará cuál de estas palabras corresponde con su par leída presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree que es la correcta). Si la respuesta es errónea, el "alumno" recibirá del "maestro" una primera descarga de 15 voltios que irá aumentando en intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir, 450 voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.

El "maestro" cree que está dando descargas al "alumno" cuando en realidad todo es una simulación. El "alumno" ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el "alumno" comienza a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro" y se queja de su condición de enfermo del corazón, luego aullará de dolor, pedirá el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios, gritará de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un grabación de gemidos y gritos de dolor. Si el nivel de supuesto dolor alcanza los 300 voltios, el "alumno" dejará de responder a las preguntas y se producirán estertores previos al coma.

Por lo general, cuando los "maestros" alcanzaban los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".

Si el "maestro" expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y según el grado:

Continúe, por favor.

El experimento requiere que usted continúe.

Es absolutamente esencial que usted continúe.

Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.

Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.

En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.

El estudio posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests realizados a los participantes demostraron que los "maestros" con un contexto social más parecido al de su "alumno" paraban el experimento antes.

Además de éste proyecto, Milgram realizó otra base de proyectos en el cual fue demostrado con ratones de experientación. El experimento consistía en mostrarles a los ratones dentro de una caja de paredes electrificadas la salida, el ratón entendía que ésta no le beneficiaba siguiendo a la proxima pared para así encontrar la salida[cita requerida]. El experimento muestra que el ratón tanto como el ser humano puede ser condicionado con presión para hacer lo que pide el demandante o maestro como en el experimento con alumnos


Resultados [editar]Milgram rodó una película documental que demostraba el experimento y sus resultados, titulada Obediencia, cuyas copias originales son difíciles de encontrar hoy en día.

Antes de llevar a cabo el experimento, el equipo de Milgram estimó cuáles podían ser los resultados en función de encuestas hechas a estudiantes, adultos de clase media y psicólogos. Consideraron que el promedio de descarga se situaría en 130 voltios con una obediencia al investigador del 0%. Todos ellos creyeron unánimemente que solamente algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo.

El desconcierto fue grande cuando se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como "maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 a sus "alumnos", aunque a muchos les colocase el hacerlo en una situación absolutamente incómoda. Ningún participante paró en el nivel de 300 voltios, límite en el que el alumno dejaba de dar señales de vida. Otros psicólogos de todo el mundo llevaron a cabo variantes de la prueba con resultados similares, a veces con diversas variaciones en el experimento.

En 1999, Thomas Blass, profesor de la universidad de Maryland publicó un análisis de todos los experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66% sin importar el año de realización ni la localización de los estudios.


Reacciones [editar]Lo primero que se preguntó el desconcertado equipo de Milgram fue cómo era posible que se hubiesen obtenido estos resultados. A primera vista, la conducta de los participantes no revelaba tal grado de sadismo, ya que se mostraban preocupados por su propia conducta. Todos se mostraban nerviosos y preocupados por el cariz que estaba tomando la situación y, al enterarse de que en realidad la cobaya humana no era más que un actor y que no le habían hecho daño, suspiraban aliviados. Por otro lado eran plenamente conscientes del dolor que habían estado inflingiendo, pues al preguntarles por cuánto sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14.

El experimento planteó pregunta sobre la ética de la experimentación científica en sí misma debido a la tensión emocional extrema sufrida por los participantes (aunque se podría decir que dicha tensión fue provocada por sus propias y libres acciones). La mayoría de los científicos modernos considerarían el experimento hoy inmoral, aunque dio lugar a valiosos estudios sobre la psicología humana.

En defensa de Milgram hay que señalar que el 84% de participantes dijeron a posteriori que estaban "contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio y un 15% les era indiferente (respondieron un 92% de todos los participantes). Muchos le expresaron su gratitud más adelante y Milgram recibió en varias ocasiones ofrecimientos y peticiones de ayuda de los antiguos participantes.

Hay un colofón poco conocido del experimento Milgram, reportado por Philip Zimbardo: Ninguno de los participantes que se negaron a administrar las descargas eléctricas finales solicitaron que terminara el experimento (que se dejaran de realizar ese tipo de sesiones) ni acudieron al otro cuarto a revisar el estado de salud de la víctima sin antes solicitar permiso para ello.

Seis años después del experimento (durante la Guerra de Vietnam) uno de los participantes en el experimento envió una carta a Milgram explicándole por qué estaba agradecido de haber participado a pesar del estrés:

"Fui un participante en 1964, y aunque creía que estaba lastimando a otra persona, no sabía en absoluto por qué lo estaba haciendo. Pocas personas se percatan cuándo actúan de acuerdo con sus propias creencias y cuándo están sometidos a la autoridad. . . . Permitir sentirme con el entendimiento de que me sujetaba a las demandas de la autoridad para hacer algo muy malo me habría asustado de mi mismo . . . . Estoy completamente preparado para ir a la cárcel si no me es concedida la demanda de Objetor de Conciencia. De hecho, es la única vía que podría tomar para ser coherentre con lo que creo. Mi única esperanza es que los miembros del jurado actúen igualmente de acuerdo con su conciencia . . . .

Sin embargo, no todos los participantes experimentaron este cambio en su vida. De acuerdo con los estándares modernos, los participantes no fueron totalmente desengañados, y algunas entrevistas de salida indicaron que muchos participantes nunca entendieron del todo la naturaleza del experimento.

Los experimentos provocaron críticas emocionales más acerca de la ética del experimento mismo que sobre los resultados. En la publicación Jewish Currents (actualidades judías), Joseph Dimow, un participante en el experimento de 1961 en la Universidad de Yale, escribió acerca de sus sospechas tempranas de que "todo el experimento estaba diseñado para ver si los estadounidenses comunes obedecerían órdenes inmorales, como muchos alemanes habrían hecho durante el periodo nazi". De hecho este era uno de los fines explícitos del experimento. Citando del prefacio del libro de Milgram, Obedience to Authority: "La cuestión surge para saber si hay conexión entre lo que hemos estudiado en el laboratorio y las formas de obediencia que hemos condenado de la época nazi".

En 1981 Tom Peters y Robert H. Waterman Jr. escribieron que el Experimento Milgram y el posterior Experimento Zimbardo en la Universidad de Stanford eran aterradores en sus implicaciones acerca del peligro que amenazaba en el lado oscuro de la naturaleza humana.


Interpretaciones [editar]El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:

La primera es la teoría del conformismo, basada en el trabajo de Solomon Asch, que describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene ni la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, lo cual llevará la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la persona.
La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.

Variaciones [editar]En su libro Obedience to Authority: An Experimental View, Milgram describe diecinueve variaciones de su experimento. Generalmente, cuando la cercanía física de la víctima era incrementada, la obediencia del participante decrecía, cuando la distancia física de la autoridad era menor, la obediencia del participante incrementaba (experimentos 1 al 4). Por ejemplo, en el experimento 2, donde los participantes recibían instrucciones por teléfono, la obediencia disminuyó en 21 por ciento. Es interesante que algunos participantes trataron de engañar a la autoridad (el experimentador) fingiendo que continuaban con el experimento. En la variación donde la víctima tenía la mayor cercanía física con el participante, cuando los participantes tenían que mantener físicamente el brazo de la víctima sobre la placa que generaba la descarga eléctrica, la obediencia decreció. Bajo esta circunstancia, sólo 30 por ciento de los participantes completaron el experimento.

En el experimento 8 los participantes fueron mujeres: Anteriormente todos los participantes habían sido hombres. La obediencia no varió significativamente, aunque las mujeres manisfestaron haber experimentado mayores niveles de estrés.

El experimento 10 se realizó en una oficina modesta en Bridgeport, Connecticut, fingiendo que quien realizaba el experimento era la entidad comercial "Research Associates of Bridgeport" sin conexión aparente con la Universidad de Yale (para eliminar el factor de prestigio de la Universidad que influenciara el comportamiento de los participantes). En estas condiciones la obediencia cayó al 47.5 por ciento.

Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. En esos experimentos los participantes fueron acompañados por uno o dos "maestros" (también actores, como el aprendiz o víctima). El comportamiento de los acompañantes afectó fuertemente los resultados. En el experimento 17, cuando dos maestros adicionales se negaron a cumplir las órdenes, sólo 4 de los 40 participantes continuaron en el experimento. En el experimento 18 los participantes realizaron una tarea de acompañamiento (leyeron las preguntas por un micrófono o registraron las respuestas del aprendiz) con otro maestro, quien competaba la prueba completamente. En esa variación sólo 3 de 40 desafiaron al experimentador.

Recientes variaciones del experimento Milgram sugieren que la interpretación no supone obediencia ni autoridad, sino que los participantes sufren una desolación aprendida, donde se siente incapaces de controlar el resultado, de manera que abdican a su responsabilidad personal. En un experimento reciente donde se usó una simulación de computadora en lugar de un aprendiz que recibía descargas, los participantes que administraban las descargas estaban conscientes de que el aprendiz era irreal, pero aún así los resultados fueron los mismos.

En la popular serie Basic Instincts, se repitió el experimento Milgram en 2006, con los mismo resultados con los hombres. En un segundo experimento con mujeres se mostró que ellas eran más proclives a continuar el experimento. Un tercer experimento con un maestro adicional para generar presión mostró que en esta condición los participantes continuaban con el experimento


Ejemplos de la vida real [editar]De abril de 1995 a junio de 2004 hubo una serie de engaños, conocidos como Strip Search Prank Call Scam, en la cual trabajadores de restaurantes de comida rápida en Estados Unidos recibían una llamada de alguien que decía ser oficial de policía, quien persuadía a las figuras de autoridad para desnudar y abusar sexualmente de los trabajadores. El artífice obtuvo un alto nivel de éxito al persuadir a las víctimas para que realizaran actos que no habrían realizado en circunstancias normales. El principal sospechoso de estas llamadas, David R. Stewart, fue encontrado no culpable en el único caso que ha ido a juicio hasta ahora[/b]

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