Los juicios de Nürnberg

Los juicios de Núremberg, las nuevas fronteras

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Erich Hartmann
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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Sep 04, 2005 7:12 pm

LA PELÍCULA DEL HORROR

El 27 de noviembre de 1945, a principios de la tarde, cuando acaba de terminar el interrogatorio de Goering por parte del fiscal soviético Rudenko, la sala de sesiones se oscurece lentamente y las imágenes de un terrible documental —que durará veintitrés minutos— aparecen en la pequeña pantalla instalada ante los acusados. Las imágenes son atroces, y se refieren a los campos de exterminio y a los ghettos (y especialmente a uno, el de Varsovia). Se ve a las SS torturar y asesinar a hombres, mujeres y niños. Se ve a los siniestros "kapos" golpear indiscriminadamente a los desgraciados obligados a hacer trabajos inhumanos. Una parte del film muestra perros especialmente adiestrados que se encarnizan con los deportados vestidos con el uniforme a rayas. Y se ven también hornos crematorios a los que algunos prisioneros arrojan los cuerpos de los ejecutados mientras oficiales de las SS fuman cigarrillos bromeando. Ante esta sucesión de imágenes, cada una más horrible que la anterior, y que los uniformes de los guardianes revelan como auténticas sin que pueda quedar la menor duda, los acusados están espantados. Se ve a un soldado alemán arrastrar por los cabellos a una muchacha desnuda. Luego, a la muchedumbre harapienta y hambrienta del ghetto de Varsovia, y a otra muchacha judía obligada a desnudarse en la calle por un alemán que le apunta a la espalda con el fusil. También están desnudos los cadáveres que aparecen en las escenas siguientes, transportados en un carro a donde dos tipos con traje civil, alemanes o sicarios reclutados en los países bálticos y en Europa oriental, los arrojan sobre un montón de otros cadáveres.

El film enhebra muchas imágenes tomadas por los mismos esbirros SS en los campos de concentración, con otras secuencias rodadas por los servicios cinematográficos aliados en el momento de la liberación de los prisioneros supervivientes. Pero las más espantosas son las primeras, porque los asesinos se han hecho retratar en poses exhibicionistas y sonríen complacidos mientras torturan y matan. Con orgullo son presentados también, como una curiosidad de circo, perros adiestrados para morder las huesudas pantorrillas de los deportados a los que el agotamiento hace menos rápidos ante las órdenes. Exhaustivas y acertadas secuencias son dedicadas a los hornos crematorios, donde los mismos prisioneros echan los cuerpos de sus compañeros eliminados, bajo la distraída mirada de oficiales de las SS que fuman y conversan. En un granero, otros prisioneros son quemados vivos. Durante la proyección, el silencio petrificado de la sala de Nuremberg es roto de vez en cuando por algún susurro de espanto. Ni un comentario interrumpe el zumbido del proyector ni el sucederse de las imágenes. También los acusados callan atónitos, como si algunas de estas cosas fueran para ellos totalmente nuevas. Otros documentales son proyectados en el curso del proceso. Uno, rodado por los ingleses, ilustra los horrores de Belsen, y va unido a algunas secuencias filmadas por los alemanes sobre las atrocidades del ghetto de Varsovia. Otro, presentado por los rusos también en diciembre de 1945, muestra en el Lager de Lublin, inmediatamente después de la liberación, pilas de cadáveres, el interior de los hornos crematorios, y prisioneros desnudos en los barracones. Todavía en otro aparecen las cajas fuertes del Reichsbank, abiertas por algunos soldados americanos que extraen de ellas y vacían en el suelo sacos llenos de objetos y collares de oro, piedras preciosas, y prótesis y muelas de oro. Esta vez el espectáculo va dedicado a Funk, que continúa diciendo ser un pobre inepto desprovisto de autoridad, y por ello de responsabilidad. Funk reconoce haber realizado la "liquidación económica" de los judíos. Pero protesta que nunca ha visto esos sacos ni su contenido, y que acaso se trata de objetos que los ciudadanos, en vez de entregarlos al Estado según las normas, escondían en los bancos. Cuando el fiscal, que esta vez es el americano Dodd, le hace observar que nunca se ha visto esconder en el banco los dientes de oro que se tienen en la boca, Funk baja la vista y se calla.

Pero no todos los documentales exhibidos en el proceso son tan desagradables para los acusados. El 11 de diciembre de 1945 fue proyectado uno sobre desfiles en Berlín y concentraciones del partido en Nuremberg. Todos los acusados se ven de nuevo con brillantes uniformes, potentes, temidos, altaneros. Sus rostros se encienden de alegría y orgullo: "Asi era yo. Yo era ése. Uno de los países más potentes del mundo". Estos son los pensamientos que les acuden. Cuando aparece Hitler, se advierte, en la penumbra, su estrecimiento de entusiasmo y sumisión. El loco Hess llega hasta a ponerse en pie. Cuando vuelve la luz, todos están visiblemente emocionados.

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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Sep 07, 2005 12:38 am

Rudolf Hess: “No estoy loco, mi cabeza funciona”.

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Ante los jueces, el ex Vicefuhrer, que había volado a Inglaterra para tratar la paz, es ahora sólo un hombre tranquilo y olvidadizo.

Después del interrogatorio de Goering. que ha ocupado bastantes sesiones, se espera con impaciencia el de Hess. Todos (y no sólo en la sala) esperan conocer la trastienda del sensacional vuelo realizado a Inglaterra por Hess en mayo de 1940. Todos quieren saber si actuó por propia voluntad o si obedeció a una orden (o sugerencia) secreta de Hitler. Según los médicos de la cárcel de Nuremberg, y en el fondo también según algunos de los mismos miembros del Tribunal, parece poco probable que Hess sea capaz de hacer revelaciones en uno u otro sentido. "El impenetrable Hess", le llaman los periódicos, aunque el desconfiado ministro del Exterior soviético, Vichinsky, apenas ha llegado a Nuremberg para asistir al proceso ha dicho inmediatamente: "No es más que un farsante". En realidad diez psiquiatras han examinado durante varias semanas a Rudolf Hess sin llegar a una conclusión precisa. Le han enfrentado a Goering, Von Ribbentrop y Von Papen, pero no los ha reconocido. Luego han hecho entrar en el locutorio a su ex secretaria, Hildegarde Fath, de treinta y seis años. Hess estaba sentado en un sillón, con la muñeca derecha esposada a la de un guardián, y parecía dormitar. La señorita Fath, desenvuelta pero conmovida, se le acercó, le puso una mano en el brazo y le saludó: "Guten Morgen, Herr Hess. ¿Se acuerda de mí?". El ex sustituto del Führer se estremeció y la miró, enarcando ligeramente las cejas. "Trabajaba con usted. ¿No se acuerda?". Hess quedó callado un momento, y luego murmuró dos palabras: "¿De veras?". La señorita Fath siguió hablando con Hess, y le dijo que las bombas de "esa gente" le habían destruido su casa de Munich, pero que Frau Ilse Hess y su hijo Wolf Rüdiger estaban bien. "Lo sé", dijo Hess después de un largo silencio. "Por desgracia, mi memoria no es buena". La señorita Fath insistió: "Anímese, Herr Hess. Verá cómo logra recordarlo todo". Luego ha seguido hablando. Le ha dicho que cuando él huyó en avión a Escocia, Hitler la hizo arrestar por la Gestapo, y apenas recobró la libertad fue despedida del empleo estatal. Hess exclama: "Bien, señorita Fath. Apenas recupere mi puesto la admitiré otra vez".

Un psiquiatra, presente en la conversación, interviene en la discusión: "¿Qué puesto?" ha preguntado a Hess. El ex Viceführer ha tenido una sonrisa extraña: "No hacen más que decirme que tenía un alto cargo en el partido nazi...". Tampoco con la otra secretaria, Ingeborg Speer, de treinta años, hubo mejores resultados. "No entiendo bien lo que dice", murmura Hess, "pero sé que todas las muchachas alemanas son sinceras".

La visita de su antiguo profesor de Geopolítica en la Universidad de Munich, el general de setenta y seis años Kart Haushofer, que fue consejero privado suyo en el período en que había proyectado entablar negociaciones de paz con Inglaterra después de la caída de Francia, concluye en tragedia mortal. Haushofer le habla largo tiempo, le recuerda su vida, desde su nacimiento en 1894 en Alejandría (Egipto) hasta su matrimonio con Use, y le ha hablado también de su único hijo, Wolf Rüdiger, que ahora tiene ocho años. Pero Hess se ha limitado a escuchar con sonrisa cortés, frío, sin mostrar comprensión. Haushofer se ha ido trémulo y descompuesto, y apenas llegado a su casa se envenena junto con su mujer.

Ahora Hess, con pantalón gris oscuro y chaqueta de tweeds comprada en Escocia, está sentado en el banco de los acusados. Con el rostro descolorido y casi cadavérico en el que se destacan los ojos opacos, escucha a Jackson que lo describe como "el fanático Hess, Viceführer, jefe del partido, sustituto de Hitler, Reichsminister sin cartera, miembro del Consejo secreto alemán y del Consejo ministerial". Antes de caer víctima de su Wanderlust, de su deseo de viajar, era quien se preocupaba del perfecto funcionamiento del partido, transmitía órdenes y propaganda, mantenía la disciplina, y cuidaba de todas las actividades del partido mismo, de modo que éste continuara siendo un perfecto instrumento de lucha y de conquista.


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ignasi
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Mensaje por ignasi » Lun Sep 19, 2005 3:03 am

El periodista Carles Sentís publicó hace algunos años un libro recopilando los artículos que escribió para el diario "La Vanguardia" de Barcelona durante el proceso de Nurembreg.
Del artículo titulado "Con balanzas de precisión", del 8 de diciembre de 1945, extraigo unos párrafos curiosos sobre los acusados:
"El 'test' o prueba de inteligencia es un modelo típico de estos exámenes a los que son tan dados los americanos y de cuya eficacia muchos no dejan de dudar. La prueba a que se les ha sometido es muy compleja y antes de extenderse más sobre ella será muy interesante saber que, salvo Raeder, que no ha querido someterse a ella, y Hess, que por su enfermedad ha sido dejado al margen, los otros se han prestado encantados a estos ejercicios, principalmente Goering, que está siempre ansioso de demostrar su inteligencia. Despues del test, Goering se ha quedado, por cierto, bastante molesto, porque no ha obtenido el primer lugar, y quiere que repitan de nuevo los ejercicios para mejorar su calificación. El número uno lo ha obtenido el doctor Schacht, el más interesante personaje del proceso. Sólo en la prueba de matemáticas ha sido superado por Doenitz. Cuando el doctor americano le hizo ver su extrañeza, precismante por el fallo de los números en un tan fabuloso economista, el doctor Schacht le replicó:
- No se fíe nunca de los economistas demasiado fuertes en números. Primeramente, esto les hace perder visión general, y en segundo término, yo desconfío de ellos porque se me aparecen como posibles estafadores.
Las matemáticas, o los números, son sólo uno de los ocho ejercicios que dan la calificación completa: memoria general, facultad de comprensión y aptitud para retener un texto, memoria de cifras, resolución de un rompecabezas usual y, al propio tiempo, intelectual (en esto el más rápido fue Von Papen), rapidez en la traducción de un texto cifrado (con la ayuda de un código), ejercício de complemento de figuras y, finalmente, poder de observación.
El orden completo de calificaciones, y empezando por Schacht, con 146 puntos, es el siguiente:
2.- Seyss-Inquart
3.- Goering
4.- Doenitz
5.- Von Papen
6.- Frank
7.- Fritzsche
8.- Von Schirach
9.- Ribbentrop
10.- Keitel
11.- Speer
12.- Jodl
13.- Rosenberg
14.- Von Neurath
15.- Frick
16.- Funk
17.- Sauckel
18.- Streicher
Para calibrar el valor de las puntuaciones añadiré que el promedio es el de 125 puntos, cifra que rebasan 10 de ellos, o sea, la mitad. Ese promedio no es nada fácil de alcanzar."

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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Sep 27, 2005 7:23 pm

Las propuestas de Hess para la paz de Europa

Seidl, abogado defensor de Hess, ha dicho que su cliente, en un encuentro con Lord Simón e Ivone Kirkpatrick, del Foreign Office británico, expuso los cuatro puntos en que se basaría el acuerdo de paz de Hitler. El encuentro tuvo lugar en junio de 1941. Seidl lee algunos párrafos de las notas sobre la reunión, con la intención de demostrar que el viaje aéreo de Hess a Inglaterra fue sugerido por un sincero deseo de paz.

Hess estaba visiblemente inquieto mien- tras Seidl leía la declaración de Lord Simón, de la cual resultaba que los cuatro puntos de la misión de paz de Hess, basados en sus frecuentes conversaciones con Hitler, eran:

1) Definición de las esferas de influencia entre el Eje e Inglaterra, de modo que Europa fuera para el Eje, y se dejara el Imperio a la Gran Bretaña.

2) Restitución de las colonias alemanas.

3) Indemnización recíproca de bienes nacionales de Alemania y Gran Bretaña en el territorio de la otra nación.

4) Estipulación simultánea de la paz con Italia.

Un mes después de su lanzamiento con paracaídas sobre Escocia, Hess advirtió al gobierno de Londres que los nazis organizarían campos de concentración y harían morir de hambre al pueblo británico si, después de la invasión de las islas inglesas, se hubiera realizado un intento de proseguir la guerra por otros dominios del Imperio.

Pero en la sesión Seidl lee sólo algunas partes acertadamente escogidas entre las 70 páginas del documento. "Inglaterra creó un día los campos de concentración durante la guerra de los Boers —dijo Hess a Lord Simón en un pasaje omitido por la defensa—, y del mismo modo nosotros no dudaremos en ejercitar presiones de la misma manera sobre la metrópoli británica si el Imperio no quiere hacer cesar la guerra. Además, nosotros no pensaríamos en ocupar la metrópoli en este caso porque entonces tendríamos que alimentar a la población. Todo lo más ocuparíamos algunas bases importantes".

Hess informó detalladamente a Lord Simón sobre las condiciones de paz que a su juicio aceptaría Hitler. Tales condiciones fueron reveladas a su debido tiempo según los documentos exhibidos al tribunal por la acusación.

Hess proclamaba que Inglaterra habría debido dejar a Alemania manos libres en el continente europeo, del mismo modo que ella tenia manos libres en el Imperio. Lord Simón le preguntó cuál sería la futura configuración de los diversos países europeos según tal plan. Hess respondió entre otras cosas: "Que nos interesa la Rusia europea es más que evidente. La Rusia asiática no nos interesa".

Hess estaba dudoso sobre el porvenir de Noruega, porque cuando había preguntado a Hitler algunas precisiones al respecto, había recibido esta respuesta: "No me interesa para nada. ¡Tengo otras cosas en qué pensar!".

De la presunta locura de Hess se ocupa inmediatamente la acusación durante las repreguntas. Sir David MaxweIl-Fyfe, jefe de los fiscales ingleses, dice al Tribunal: "El médico del primer ministro Churchill, Lord Moran, opina que Hess tiene un estado mental del tipo mixto, de hombre inestable, es decir, con una personalidad psicopática". Jackson: "Los médicos americanos están convencidos de que el acusado no está mentalmente enfermo en el momento actual".

El ruso Rudenko: "Rudolf Hess, antes de su vuelo a Inglaterra, no sufría ninguna clase de enfermedad, igual que no la sufre ahora. Hoy da muestras de un comportamiento histérico con signos de simulación ".

Hess, en su banco, se agita inesperadamente y suelta una larga y gran risotada. El Tribunal y el público contienen el aliento un momento. Irritado, Goering da un codazo a Hess y le dice enfadado: "Este modo tuyo de comportarte es una vergüenza para todos nosotros". Hess, de golpe, se quita los auriculares, hojea el libro, y murmura frases en dialecto bávaro cuyo sentido no se comprende. El estenógrafo anota sólo tres palabras: "capitán", "estómago" y "Harthauserstrasse". La Harthauserstrasse es una calle tranquila en el barrio residencial de Munich. Alli había ido a vivir Hess cuando en 1927 se casó con Ilse. Allí había nacido, diez años después, su único hijo, Wolf Rüdiger, que en familia llamaban "Buz". El chalet, rodeado de una alta valla, tenia piscina y campo de tenis. La gente del barrio veía con frecuencia a Hess, alto, sólido, con la cara seria y retraída como si estuviese siempre inmerso en importantes reflexiones, salir con pantalones cortos de cuero, como se usan en Tirol y en Baviera, e ir a pasear por el Isar seguido de sus perros: el lobo Hasso con sus tres cachorros Nurmi, Hedda y Nickl, Nadie pensaba entonces que, de allí a poco, Hess volaría una noche de mayo hacia una aventura que todavía hoy resulta misteriosa para muchos.

Abogado Rohrscheidt: "Comprendo el punto de vista de los psiquiatras americanos, ingleses y rusos, pero mi cliente no está en situación de seguir el proceso. No recuerda tener mujer ni hijo, y ni siquiera ha pedido verlos".

Presidente: "¿La defensa del acusado piensa presentar una petición formal en este sentido?".

Rohrscheidt: "Estoy convencido de que el acusado no es capaz de declarar. Por eso considero mi deber pedir que el proceso contra él sea suspendido temporalmente. Si el Tribunal es de otro parecer, pido prueba pericial por parte de un experto designado por la Facultad de Medicina de Zurich o de Lausana. Soy de la opinión de que el acusado no es capaz de comprender lo que el Tribunal le dice, de modo adecuado para su defensa, porque su memoria es muy inestable. No recuerda sucesos ocurridos en el pasado ni a las personas que en ese tiempo han tenido que ver con él. El acusado está ciertamente enfermo".

Uno de los representantes de la acusación inglesa, Mervyn Griffith-Jones, recuerda al tribunal que Hess ha participado "activamente y con excepcional empeño" en el Anschluss de Austria, y que dispuso el envío a Polonia de las SS del general Stroop que luego debían destruir el ghetto de Varsovia; que Hess fue uno de los firmantes de las leyes de Nuremberg contra los judíos; que él extendió estas leyes también a Austria después de la forzada anexión; y que finalmente no sólo fue Hess jefe de la quinta columna nazi en Europa y en el mundo, la Ausland Organisation, organización de los alemanes en el extranjero, sino que tenía misiones especiales hasta en la administración de justicia, y se había convertido en una especie de Tribunal Supremo.

Cuando Hitler creó el Volkgerichtshof, el Tribunal Popular, es decir, el más temido tribunal del país, Rudolf Hess fue "autorizado a actuar sin piedad con los acusados que a su juicio habían salido de un proceso con condenas demasiado leves. Le era enviada la relación de todas las condenas impuestas a los culpables de atentados contra el partido, el Führer o el Estado, y él, si juzgaba las condenas demasiado suaves, podía decidir la acción 'despiadada', que por lo general consistía en arrojar la victima a un campo de concentración o hacerla matar".

La tesis de Grifith-Jones es que la misión de Hess en Inglaterra fue acordada previamente con Hitler (el cual, en caso de fracaso "se lavaría las manos como Pilato") para inducir a los ingleses a la paz de modo que Alemania hubiera actuado con las espaldas cubiertas en el Drang nach Osten, el impulso hacia el Este: "Hess sabía que se estaba preparando la Operación Barbarroja". Luego Griffith-Jones comenzó a leer el informe del Duque de Hamilton sobre el encuentro con Hess en el hospital de Eaglesham: "Hess me rogó que pidiera al rey Jorge que le concediera una audiencia y que le pusiera en libertad 'bajo palabra', dado que había llegado sin armas y por su espontánea voluntad". Goering, que ha escuchado la lectura de estos documentos con creciente estupor, se da palmadas en las piernas y se vuelve a Hess preguntándole si son verdad todas estas cosas que la acusación está diciendo. Hess, con ojos semicerrados y los brazos cruzados, dice que si con la cabeza.

Presidente: "Doctor Rohrscheidt, si lo considera oportuno el Tribunal querría que el acusado Hess expusiera sus opiniones respecto a la cuestión de su presunta enfermedad mental".

Rohrscheidt: "No tengo nada en contra. Además, creo que es lo que desea el acusado. Asi podrá decir sí se considera en disposición de declarar ante el Tribunal".

Hess deja caer el libro en el banco, pide permiso con un gesto a los otros acusados, sale de su recinto y a grandes zancadas se acerca al micrófono. Sonríe levemente, mete la mano en un bolsillo de la chaqueta y saca un sobre con algunas notas. "Señor presidente", dice en alta voz, "mi memoria ha vuelto a ser normal".

Un murmullo de incredulidad recorre la sala. Hess, impasible, prosigue: "Las razones por las cuales he simulado la pérdida de memoria eran de carácter táctico. En realidad, sólo mi capacidad de concentración ha disminuido algo. Pero fuera de esto, mi capacidad de seguir el proceso, mi capacidad de defenderme y de dirigir preguntas a los testigos, así como de responder a las preguntas, estas capacidades mías no se han modificado en modo alguno... Quiero subrayar el hecho de que reconozco mi plena responsabilidad por cuanto he hecho afirmado como signatario o cosignatario. Mi posición de principio es que el tribunal no es competente, y esto no queda modificado por la declaración presentada por mí. En el curso de conversaciones con mi defensor oficial he seguido fingiendo la pérdida de memoria, por lo que él obraba de buena fe cuando aseguraba que yo había perdido la memoria

Un estruendo de sillas caídas en la zona de prensa se oye en la sala. Cien periodistas corren fuera de la sede del procese para lanzar por radio y teléfono la desconcertante noticia: "Hess no está loco, Ha confesado". El presidente suspende la sesión y el tribunal se retira apresuradamente.

Goering, descompuesto, mira a Hess, que vuelve a su sitio riendo. Von Schirach dice: "No es de persona normal comportarse de esta manera. No es la actitud adecuada para un buen alemán". Streicher exclama: "El comportamiento de Hess ha sido una vergüenza. Perjudica la dignidad del pueblo alemán". Von Ribbentrop, que está enfermo y recluido en la enfermería de la cárcel, no quiere creerlo cuando le cuentan las noticias sobre Hess. "¿Hess?", pregunta asombrado el ex ministro del Exterior. "¿Quieren decir el Hess que está aquí? ¿Ha dicho eso? No es posible. Le he hablado y no me ha reconocido nunca, nunca".

Desde ese momento —en los cuatro meses entre diciembre de 1945 y marzo de 1946— se alternan, en la sala número 600 del Palacio de Justicia de Nuremberg, los interrogatorios y las preguntas a los acusados, aquéllos formulados por la acusación y éstas por los abogados defensores. Según el procedimiento anglosajón, que es prácticamente el aplicado por el tribunal, son admitidas las declaraciones preliminares de cualquier acusado. Muchas veces, como en el caso de Rosenberg (por no mencionar el de Goering), son verdaderas arengas de autodefensa, que, sin embargo, el tribunal acepta, sin que haya intervenciones de Jackson ni de los demás representantes aliados.

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Mensaje por Erich Hartmann » Jue Sep 29, 2005 3:50 pm

El interrogatorio de Hans Fritzsche

El acusado menos importante del grupo es Hans Fritzsche (que exonerado de toda culpa y libertado, morirá en Hamburgo el 27 de diciembre de 1953 durante una operación de cáncer), del cual uno de los más famosos periodistas presentes en el proceso, William Shirer, escribirá a su periódico: "Nadie entre los presentes en el banquillo, incluido él, parece comprender por qué está allí. Es un pez demasiado pequeño. Quizá representa al fantasma de Goebbels". Fritzsche, nacido el 21 de abril de 1900 en Bochum, en el Ruhr, hijo de un funcionario estatal y casado con Hildegarde Springer, interrumpe los estudios de segunda enseñanza porque le llaman a las armas en la Primera Guerra Mundial. Vuelto a Berlín, se gradúa en 1925 en Filosofía, Historia y Economía política. Pocos años después entra en la radio ocupándose de un programa semanal de actualidad titulado "Hans Fritzsche os habla". En 1932 es nombrado director del diario hablado y, al subir Hitler al poder, se afilia al partido nacionalsocialista. "Periodista dotado, inteligente, obediente y privado de escrúpulos", hace carrera porque su voz se asemeja a la de Goebbels, y sube rápidamente la escala jerárquica administrativa del Tercer Reich. En diciembre de 1938 era ya redactor jefe de la agencia oficial de prensa alemana Deutsches Nachrichten Buró. Al año siguiente es jefe de los servicios de información de radio. Al estallar la contienda, es jefe del servicio de prensa del ministerio de Propaganda.

Apenas llamado a declarar, Fritzsche se levanta en seguida, se inclina ante el tribunal (cualquier otro saludo, comprendido el militar, ha sido abolido) y cuenta:

"Fue después de mi entrada en el ministerio de Propaganda. No me afilié al partido por su programa o los principios expuestos en 'Mein Kampf. Yo siempre he repudiado los métodos brutales del partido. Nunca me han gustado. Eran la antítesis de mi vida y mis conceptos. Por esta razón me enfrenté con el partido, y sólo volví a sus filas cuando el nazismo obtuvo en Alemania la mayoría absoluta".

General Rudenko (fiscal soviético): "Leo una declaración suya del sumario. Dice: 'He sido largo tiempo uno de los dirigentes de la propaganda alemana... Goebbels me consideraba como un nacionalsocialista convencido y como un excelente periodista'. ¿Es exacto?

Fritzsche: "No. Firmé ese documento en Moscú y dije en seguida que nadie lo creería. Las respuestas que están escritas en él no son las mías. Si usted lo desea, señor fiscal, puedo explicarle por qué lo he firmado".

Rudenko: "Entonces, ¿no confirma usted estas declaraciones?"

Fritzsche: "No. Sólo la firma es auténtica ".

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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Oct 02, 2005 8:26 pm

Frick, el hombre que ajustaba los párrafos

Un curioso acusado es el doctor Wilhelm Frick, de sesenta y nueve años, ex ministro del Interior y ex Protector de Bohemia y Moravia sustituyendo al demasiado débil Von Neurath. Frick rehusa prestar testimonio, de modo que, según el procedimiento penal anglosajón, ni su defensor (el abogado Otto Pannenbecker) ni los acusadores americanos, inglés, soviético y francés pueden interrogarle. Wilheim Frick está también enfermo, sufre de violentos ataques de asma, pero no renuncia a asistir a los debates, siempre sentado en primera fila del recinto de los acusados entre Hans Frank y Julius Streicher.

Al comienzo de la sesión el abogado Pannenbecker presenta al tribunal una larga "memoria" del acusado en la que Frick se presenta como "un funcionario de buena fe, desprovisto de poder", sosteniendo que: 1) se interesaba exclusivamente por los asuntos internos y estaba a oscuras de los planes de agresión del nazismo; 2) no tenía influencia ni funciones de control sobre Himmler, jefe de la policía, y por eso no era responsable de las atrocidades cometidas en los campos de exterminio.

Frick, con chaqueta de sport a cuadros blancos y marrones, camisa a rayas y corbata negra, escucha molesto la perorata de su defensor. De vez en cuando subraya los pasajes más importantes con gestos de cabeza, y cambia algunas palabras con Albert Speer y Arthur Seyss-Inquart, que están sentados en la otra fila, a sus espaldas. Wilheim Frick, funcionario estatal e hijo de funcionario estatal, nacido en Aisenz, Palatinado, el 12 de marzo de 1877, casado con Margarete Doen y padre de dos hijos, fue el burócrata número 1 del nazismo ("Es el que ajusta los párrafos", decía de él Hitler. "Tenia más títulos pero menos potencia que Hermann Goering", subraya el acusador soviético, general Rudenko).

En los diez años en que fue ministro del Interior (es decir, de enero de 1933 a agosto de 1943, cuando fue nombrado Protector de Bohemia y Moravia), Wilhelm Frick tuvo a la vez los cargos de ministro del Interior de Prusia. Director del servicio de elecciones, Inspector general de la Administración, miembro del Consejo de defensa, miembro del Gabinete de guerra y miembro del Organismo de coordinación del Pacto Tripartito entre Alemania, Italia y Japón. A él, a su firma como ministro del Interior del Reich, se remontan las responsabilidades por la supresión de la autonomía de los antiguos estados alemanes, la constitución de la policía unificada, el control de los campos de concentración, las persecuciones azuzadas por Hitler contra las Iglesias católica y protestante, el decreto de eutanasia, las leyes antijudías de Nuremberg, y el decreto que entregaba a los judíos del este a la Gestapo.

La carrera de Frick bajo el nazismo fue oscura. A los cuarenta y siete años, siendo jefe de la policía política de Munich y ayudante del ministro bávaro de Justicia, Frick hizo de espía por cuenta de Hitler cuando el Führer, en otoño de 1923, preparó el Putsch para apoderarse del gobierno local. Fracasado el golpe de estado y procesado junto a Hitler bajo la acusación de alta traición, Frick fue absuelto y en seguida libertado. Desde ese momento será uno de los secuaces más fieles del Führer junto con Goering y Goebbels. Hitler no se olvidó de él, y al final de 1924, cuando salió de la cárcel de Landsberg y recuperó las riendas del partido nazi, nombró a Frick jefe del grupo parlamentario nacionalsocialista. Así que en las elecciones de 1929 el antiguo funcionario de policía es ministro (el primer ministro nazi de todo el Reich) en Turingia, con la cartera del Interior, y alli con la ayuda del Gauleiter Sauckel, comienza su actividad imponiendo en las escuelas las "oraciones del odio", interminables letanías llenas de ultrajes a los judíos y a Francia.

Cuáles son las ideas de Frick resulta evidente, apenas Hitler sube al poder, de uno de sus discursos en su nuevo cargo de ministro del Interior del Reich y de Prusia. Es el discurso que anticipa la "Operación Eutanasia", pronunciado el 28 de junio de 1933 ante el Consejo de expertos de Política Racial y Economía. Frick dice que los alemanes se preocupan demasiado de la protección de la salud individual, y que los individuos disminuidos (enfermos mentales, deficientes, tullidos, delincuentes) imponen a la comunidad una carga económica demasiado onerosa. "La eutanasia", ilustra la acusación, "fue practicada durante la guerra en sanatorios, hospitales y asilos bajo la autoridad de Frick. El sabía que los locos, los enfermos y los ancianos, las 'bocas inútiles', eran muertos de modo sistemático, pero no hizo nada para que cesara la matanza. Un informe de la comisión checoslovaca que indaga los crímenes de guerra afirma que entre estas personas disminuidas de las que se había ocupado Frick, al menos 275.000 habían sido suprimidas".

Y la acusación soviética añade: "Frick, antisemita fanático, preparó, firmó e hizo aplicar un gran número de leyes destinadas a eliminar a los judíos de la vida y de la economía alemana. Su obra de legislador fue la base de las leyes de Nuremberg de 1935. En el período en que, a partir del 20 de agosto de 1943, Frick ocupó el cargo de Protector de Bohemia y Moravia, millares de judíos fueron transportados del ghetto de Terezin, en Checoslovaquia, ai campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia, y muertos allí".

También las confesiones religiosas tuvieron en Frick, según la documentación de la acusación, un "enemigo firme e irreductible". En julio de 1934 anuncia en un discurso que el nacionalsocialismo "exige la liberación de la vida pública alemana de la influencia disgregadora de las confesiones", y el 4 de octubre de 1938 prohibe a los educadores y funcionarios del estado pertenecer a "organizaciones confesionales". Poco después disuelve la Acción Católica.

El burócrata número 1 de la Alemania nazi escucha silencioso. Sólo al final de la sesión dice a su defensor: "He cumplido mi deber de funcionario del estado. ¡Si me condenan, tendrían que condenar también a millares y millares de otros funcionarios!".

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Mensaje por Erich Hartmann » Mar Oct 04, 2005 8:09 pm

Baldur von Schirach: "Ha sido una matanza"

Baldur von Schirach, hijo de un funcionario que había sido director de teatro en la República de Weimar y de una americana, es uno de los primeros íntimos de Hitler. Es acusado de delitos contra la humanidad y, naturalmente, de conspiración como ex jefe de la Hitlerjugend, y desde las primeras fases del interrogatorio confiesa todas y cada una de sus responsabilidades en los crímenes del Tercer Reich, entregándose implícitamente a la decisión del Tribunal Militar Internacional. El abogado Franz Sauter, que lo defiende igual que a Funk, le interroga en las repreguntas: "¿Ha oído lo que ha dicho en esta sala el testigo Rudolf Höss, ex jefe del campo de Auschwitz? En aquel Lager murieron tres millones de inocentes, casi todos judíos. ¿Qué significa hoy para usted el nombre de Auschwitz?".

Baldur von Schirach responde en alta voz: "Ha sido la matanza más monstruosa y satánica de la historia del mundo. Pero no la realizó Hoss. El no era más que un ejecutor. Fue Hitler quien ordenó el crimen. El y Himmler cometieron este delito que será siempre una mancha de vergüenza para Alemania. La juventud alemana no tiene la culpa de ello. Ha sido siempre antisemita, pero no quería el exterminio de los judíos. Nunca supe que Hitler hacía matar cada día millares de inocentes...".

El fiscal americano Thomas J. Dodd recuerda al acusado que un sacerdote católico. Paúl Wassmer, que habia protestado desde el pulpito contra un himno de la Hitlerjugend que comenzaba con las palabras "Liberémonos por fin del Papa y los rabinos", habia sido procesado y condenado por ultraje a un miembro del gobierno.

Von Schirach: "-Yo me ocupaba de los asuntos internos de las Iglesias. Sólo he educado a toda una generación creyendo que servía a un hombre que quería dar a nuestro pueblo y a nuestra juventud el éxito, la grandeza y la libertad".

Casado con Henriette Hoffmann y "formando parte del grupo de los más íntimos del Führer, quien le visita incluso privadamente en su piso cerca de la Cancillería del Reich", Baldur von Schirach "suprime o absorbe, sirviéndose de la violencia y de la autoridad, todos los grupos juveniles que hacen la competencia a la Hitlerjugend", de modo que la colosal organización, añade uno de los cargos, se convierte en un vivero de refuerzos de las SS y una escuela de preparación militar bajo la dirección de la Wehrmacht.

Cuando estalla la guerra mundial, Baldur von Schirach deja a Arthur Axmann el puesto de jefe de la Hitlerjugend y marcha al frente occidental a buscar la gloria soñada en las canciones. En julio de 1940 Hitler lo reclama a la patria y le nombra Gauleiter de Viena. En la capital austríaca, dice la acusación, las deportaciones de judios se habían comenzado ya, y de 190.000 que habia al principio sólo quedaban 90.000.

Von Schirach: "¡La deportación al este fue orden de Hitler, no mía!".

El ocaso de Baldur von Schirach comienza en 1943, cuando el ex jefe de la Juventud Hitleriana ya no es admitido en el círculo de los Íntimos de Hitler. El Führer, acaso instigado por Goebbels y Bormann, se ha acordado de pronto de que Von Schirach es "un americano" por su ascendencia materna, y que su política cultural en Viena es poco ortodoxa, especialmente después de una exposición de pintura donde aparecen inexplicablemente algunas obras del "arte degenerado". Las sospechas de Hitler (que confía a Goering: "Tengo cierta desconfianza de Baldur") aumentan cuando Von Schirach, acompañado por su mujer, va a hablarle de las terribles condiciones de los judíos rusos deportados. "Aunque Von Schirach tiene tendencia a dramatizar todo cuanto le ocurre", reconoce la acusación americana, "hay que creerle cuando dice que en 1944 temía ser detenido por orden de Hitler".

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Baldur von Schirach en la cárcel de Nuremberg

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Imagen de parte del banquillo de los acusados, los MP y los abogados de los acusados


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Mensaje por Erich Hartmann » Mié Oct 05, 2005 5:41 pm

El corrompido Streicher, odioso incluso a los nazis

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Julius Streicher, sesenta años, editor-director del "Stürmer" y acusado de crímenes contra la humanidad por la persecución contra los judíos, finge no escuchar estas declaraciones de Von Schirach y contempla el techo de la sala con aire deliberadamente indiferente. El hombre que el 20 de julio de 1933 habia hecho detener en Nuremberg 250 comerciantes judíos, obligándoles por la fuerza a comer la hierba de un campo, se sienta aislado en el recinto de los acusados. Nadie se le acerca ni le habla. Hasta el ex ministro Funk protesta cuando le toca sentarse a su lado: "Es el peor castigo que me podían imponer los jueces", susurra a Von Ribbentrop y a Von Papen.

Calvo, de rostro decadente y enviciado, y aire presumido, Streicher de vez en cuando mira a los jueces y confia a su defensor, el abogado Hans Marx: "Estoy seguro de que todos estos magistrados son judíos".

Luego se levanta y pide la palabra: "Excelentísimos señores, quiero protestar. En la cárcel soy tratado del modo en que se acusa ahora a la Gestapo de haber tratado a sus victimas...". Streicher mira a su alrededor, satisfecho de la impresión producida en el auditorio. "Me tuvieron desnudo cuatro días en una celda, flagelado, sujeto al muro con cadenas de hierro, obligado a besar los pies de soldados negros". Me abrieron la boca con un trozo de madera, y luego me golpearon la cara. Cuando pedia un poco de agua me llevaban a las letrinas y me decían: "¡Bebe!".

Luego, habiéndose calmado un poco, prosiguió: "Soy hijo de un pedagogo bávaro nacido en Fleinhausen, Suecia, el 12 de febrero de 1885. En casa éramos nueve niños y YO era el más pequeño. Me sentía atraído hacia la juventud, quería enseñar, me parecía la actividad mejor, y me hice maestro elemental... En 1912 —continúa— comencé a interesarme por la política, y celebré los primeros mítines recorriendo el país en un automóvil puesto a mi disposición por la banca de los judíos Cohén. Luego marché a la guerra. De cabo llegué a oficial y conseguí cuatro condecoraciones sobre el campo de batalla. Vuelto a Alemania, vi que el judaismo se había apoderado de la nación, desde las finanzas al ejército, desde la política a la industria...".

El acusado consulta sus anotaciones y añade: "Habría querido volver a empezar mi profesión de maestro y educar niños durante toda mi vida, pero en un mitin tomé la palabra. Algo dentro de mi me impulsaba de nuevo a ese camino".

Dos años después, en 1923, Julius Streicher funda con Alfred Brunner, en Nuremberg, el Partido Socialista Alemán. Bien pronto sus camaradas le acusan de indignidad, sosteniendo que durante la guerra ha cometido delitos sexuales en el Norte de Francia. "No es verdad —replica el acusado—. Todos saben que yo no habría podido participar en la vida pública, y menos enseñar en las escuelas, si hubiese cometido algún delito...".

En aquel tiempo, Julius Streicher habia escogido ya su camino. Su especialidad principal era la de ensañarse "contra los judíos con obsceno sadismo". En verano de 1923 entrega su partido a Hitler, participa con el Führer en el intento de Putsch de derechas en Munich, arengando a la multitud en Marienplatz, y funda "Der Stürmer" ("El miliciano de asalto"), periódico ilustrado antisemita en el que publica "fantásticos relatos de asesinatos rituales realizados por los judíos, y de la conspiración mundial judaica, que se pretendía haber sido revelada por los llamados 'Protocolos de los Sabios de Sión', asi como de delitos sexuales cometidos por los judios". En dos años el periódico llega a una tirada de seiscientos mil ejemplares. Este hombre, conocido como pornógrafo, que se jacta de ser un famoso libertino y de chantajear a los maridos de sus amantes, llega a diputado del Reichstag y Gauleiter de Franconia con la subida de Hitler al poder, pero no entra nunca en el circulo de los consejeros del Führer ni participa de modo alguno en la elaboración de la política que llevará a la Alemania nazi a la guerra de agresión. Esto se desprende de las pruebas recogidas por la acusación Su plataforma y su imperio son el feudo de Nuremberg, y las leyes raciales de 1933 una de sus principales obras.

Abogado Marx: "¿Usted asistió a la preparación y discusión del proyecto de leyes de Nuremberg?".

Streicher: "Tengo la honradez de decir que creo haber contribuido indirectamente".

Marx: "La acusación está convencida, después de leer muchos artículos de su 'Der Stürmer', que usted, entre 1942 y 1943, debia saber que ocurrían matanzas de judios. ¿Es verdad?".

Streicher: "Estaba suscrito a la 'Israelistisches Wochenblatl', revista semanal israelita, una publicación semita editada en Suiza. En sus páginas leí referencias a cosas irregulares. Se trataba de un artículo, aparecido en 1943 ó 1944, donde se decía que en el este, en Polonia me parece, los judíos desaparecían en masa. Francamente, me parece que la 'Israelistisches Wochenblatt' no es una autoridad a la que se deba creer. Por otra parte, no daba cifras, y además hablaba de 'desapariciones', no de 'ejecuciones'".

Julius Streicher habla tranquilamente, con desenvoltura. Cuenta que él visitó cuatro veces el campo de concentración de Dachau ("Claro que fui allí, ¡pero no sé que después de cada visita mía, como dice la acusación, 'desaparecieran' judíos!"), mas lo hizo con fines humanitarios. "Todos los años, en Navidad, hacía libertar a diez o veinte comunistas, los llevaba en autobús a Nuremberg y los invitaba a comer con sus familias en el hotel Deustcher Hof.

Se levanta el fiscal Griffith-Jones. "Acusado Streicher, la acusación de crímenes contra la humanidad que presenta contra usted el tribunal está probada por su diario. ¿Qué me dice de este pasaje? 'El problema judio no ha sido solucionado todavia. Y no lo será ni siquiera cuando el último judio haya dejado Alemania. Lo será sólo cuando el judaísmo mundial pueda ser aniquilado"'.

Streicher se agita en el banco y balbucea algunas frases desprovistas de sentido: "No he sido yo e! que ha escrito esas palabras —prorrumpe finalmente—, sino mi redactor jefe. ¡Quería decir la aniquilación de la potencia judía!".

Griffith-Jones es implacable: "Sigo leyendo: 'Hace falta que se realice una expedición punitiva contra Rusia, y que los judíos soviéticos sean muertos, exterminados radicalmente'".

Streicher estalla: "¡Pero si esas bobadas fueron escritas en 1921 ¿Quién cree que en aquella época yo pensara en invadir Rusia? ¡Se trata de una imagen puramente retórica y nada más!".

Griffith-Jones: "Usted ha dicho aqui en la sala que en la 'Israelistisches Wochenblatt' no se daba cifras de las matanzas de judíos y no se hablaba de asesinatos. Confirma esta declaración usted, que se proclama fanático de la verdad?".

Streicher: "Cierto, cierto".

Griffith-Jones: "Tengo aqui la 'Israelistisches Wochenblatt' del 11 de julio de 1941, que publicaba: 'Más de cuarenta mil judíos han muerto en Polonia este año'".

Streicher: "Es posible; pero se habla sólo de millares, no de millones, ¡y no hay ninguna alusión al hecho de que hubieran sido asesinados!".

Griffith-Jones: "No tiene usted acierto en sus respuestas. Cito otro número de la 'Israelistisches Wochenblatt', el del 27 de noviembre de 1942. Dice: 'En el Congreso Sionista de Suiza ha sido expuesta la situación de los judíos europeos. El número de victimas se cuenta por millones. Si el programa alemán prosigue, se puede calcular que de seis o siete millones de judios europeos quedarán menos de dos millones'. Y también: 'Los judíos han sido deportados casi todos al Este. A fines de este invierno el número de victimas llegará a cuatro millones".

Streicher: "Jamás he leído nada de ese género. Y aunque lo hubiese leído, no lo habría creído. Tengo la experiencia de una larga carrera periodística...".

Julius Streicher se defiende mal, con frecuencia se deja llevar por la ira, e irrita a jueces y defensores con sus arengas antisemitas. Tardo de inteligencia, locuaz y disparatado, en los tests de medida de inteligencia el Gauleiler de Franconia ha tenido el coeficiente más bajo de todos los acusados (106).

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Mensaje por Erich Hartmann » Vie Oct 07, 2005 7:48 pm

SOÑABA CON IMPERIO A LA SOMBRE DE LA CRUZ GAMADA

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Interrogatorio de Alfred Rosenberg, teórico del nazismo. Filósofo, orador y periodista, fue uno de los más preeminentes periodistas del nazismo.

Tampoco es diferente el resultado del interrogatorio de Alfred Rosenberg, el filósofo del nazismo que con su libro "El mito del siglo XX" —una obra de 700 páginas, confusa de contenido y estilo, constituida, sobre todo, por una mescolanza de ideas mal asimiladas acerca de la supremacía nórdica— se aseguró primero una verdadera fortuna económica, y luego un puesto de preeminencia en la dirección del Tercer Reich.

Orador prolijo, duro y convincente, periodista de palabra violentísima, había estado al lado de Hitler en el Putsch de Munich, y cuando el Führer fue a parar a la cárcel de Landsberg, el filósofo tomó en sus manos las riendas del partido, dándole apresuradamente, pero de manera bastante eficaz, una apariencia de legalidad con vistas a las elecciones de mayo de 1924. Tampoco de esto se había olvidado Hitler. Al subir al poder había nombrado a Rosenberg director del "Völkischer Beobachter", periódico del partido, le habia hecho diputado del Reichstag, le habia puesto al frente del Comité de Asuntos Exteriores del partido y, finalmente, le habia confiado una misión de definición sumamente enrevesada y confusa: "encargado de la completa educación e instrucción intelectual y filosófica del partido nacionalsocialista".

Entre las fantasías que se albergaban en el cerebro de Alfred Rosenberg, una, entre muchas otras y no todas claras, tenía el primer lugar: la creación de un inmenso imperio nórdico bajo el signo de la cruz gamada, y del que estuvieran excluidos judíos y "razas inferiores". Por esto, dice la acusación, entabló contactos con Quisling para la invasión de Noruuega. En nombre del fantástico proyecto sobre el inmenso imperio nórdico, Rosenberg se declaró enemigo irreductible de los rusos, por lo que se disgustó grandemente ante la noticia del pacto de no agresión germanosoviético de agosto de 1939. "Tengo un presentimiento como si este pacto de Moscú hubiera de caer alguna vez sobre la cabeza del nacionalsocialismo", escribió melancólicamente en su diario. Pero continuó propugnando un ataque a traición contra los soviets a fin de que "el Báltico sea un mar interior alemán". "Será —dijo— la más grande conquista alemana de la historia". Pero todo esto lo niega ahora Rosenberg.

Rosenberg: "Hitler fue quien me reveló que la invasión de Rusia se había ordenado ya. Me encontré ante un hecho consumado. Todo lo que pude decir fue: '¡Buena suerte al ejército alemán!' ".

Los habitantes de Ucrania y Rutenia no tardaron en conocer las ideas de Rosenberg sobre la germanización del Ostland (tierra del este), ideas probablemente poco claras, pero ciertamente crueles. El obstáculo mayor para su realización era la Convención de La Haya de 1917, la cual establecía, con normas del Derecho Internacional, que la guerra es un encuentro entre Estados llevado por las fuerzas armadas estatales, en el curso del cual la población civil no puede ser sometida a violencias. El articulo 46 de la Convención dice precisamente que "el honor y el derecho de la familia, la vida de los individuos y la propiedad privada... deben ser respetados". Alfred Rosenberg, apenas invadida Rusia, salvó el obstáculo con una normativa a sus funcionarios que establecía: "El principio de la Convención de La Haya... no es aplicable, dado que ¡a URSS debe ser considerada como país inexistente, y por eso el Reich debe asumir todas las funciones de gobierno y todas las demás funciones estatales". Su nuevo ministerio, el de Asuntos de los Territorios Orientales, o sea, la rapiña sistemática de todos los bienes para aprovisionamiento del ejército alemán y reclutamiento forzoso de la mano de obra, preparaba a los rusos "años duros".

"El Grupo de ejércitos del Centro -anunciaba Rosenberg al Führer— proyecta capturar en la Rusia ocupada de cuarenta mil a cincuenta mil muchachos entre los diez y los catorce años para trasladarlos al Reich. Esta iniciativa, que será bien acogida por los industriales alemanes, no mira sólo a prevenir la directa vigorización de las fuerzas del enemigo, sino también a reducir su potencialidad biológica ".

A Rosenberg le había ido mejor al principio de la guerra, cuando en Francia su departamento especial (Einsatzstab Rosenberg, creado en enero de 1940, financiado por el partido y en el que colaboraban Goering y Keitel) habia saqueado obras de arte de une: punta a la otra del país, llevando a Alemania, en el transcurso de una docena de meses, ciento treinta y siete vagones de ferrocarril con 4.174 cajas que contenían millares y millares de valiosísimas pinturas de Rubens, Rembrandt. Velásquez, Murillo. Goya, Watteau y Fragonard. De Bélgica, con la Aktion M (Operación Mobiliario) habían sido sacadas doscientas cuarenta mil toneladas de muebles y confiscados millones de pisos.

Dodd: "Usted escribió una carta en la que sugería el fusilamiento inmediato de cien judíos franceses. En el sumario ha reconocido que esa orden era falsa e injusta. ¿Lo confirma?".

Rosenberg: "Dije que era humanamente injusta. Es distinto".

Dodd: "Era un delito, un verdadero proyecto criminal".

Rosenberg: "No. Yo consideraba estas ejecuciones como un hecho admitido generalmente en un estado de guerra excepcional. El mismo mando superior de la Wehrmacht daba noticias de ello, y también los periódicos anunciaban el fusilamiento de rehenes. Hay que admitir que, según el Derecho de Gentes y en estado de guerra excepcional, estos hechos podían ser considerados una represalia lícita...".

Dodd: "Le ruego que no divague. Sabemos bastante bien qué son la Convención de La Haya y el Derecho de Gentes. Cuando usted sugirió el fusilamiento de cien judios franceses, ¿se sentía un predicador que filosofa sobre la concepción del mundo y de la cultura, o más bien un miembro de la Wehrmacht?".

Con el rostro rojo, conteniendo a duras penas la ira, Alfred Rosenberg agarra el micrófono y lo aprieta como si quisiera despedazarlo: "Señor acusador —grita—, repito que habia en Francia contra nosotros una guerra subterránea de sabotaje y asesinato de soldados alemanes. ¡Por esta razón, sólo por ésa, escribí la carta que ahora, como hombre, rechazo!

Dodd: "Un poco tarde, ¿no es verdad?".

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Keitel, Kaltenbrunnen y Ronsenberg durante el juicio



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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Oct 09, 2005 12:59 am

100.000 DOCUMENTOS SECRETOS

Uno de los trabajos mas interesantes cara al proceso de Nuremberg fue el asignado al comandante Coogan, del Ejercito americano: el examen de los documentos nazis. En aquella época existía una gran cantidad de documentos recogidos a granel en "centros" apropiados. William H. Coogan, junto con una docena de colaboradores, los seleccionó. El mismo contó:

"Los documentos más importantes se llevaban por medio de un correo especial a nuestra oficina de París (y, después, a Nuremberg) para una posterior y más profunda valoración. Cuando terminamos el trabajo, cada uno de nosotros había examinado más de 100.000 documentos. Seleccionamos 4.000, pero como la vista duraría solamente nueve meses y el procedimiento preveía que todas las pruebas de cargo fuesen discutidas en el transcurso de las audiencias, nos vimos obligados a reducir los documentos a 2.000. Todos fueron reconocidos como auténticos por los acusados. Sin embargo, la parte más interesante fue el descubrimiento de algunos documentos.

El diario del feldmariscal Joel se halló tras una pared simulada en un castillo de Renania. Algunas cartas importantísimas concernientes al general Keitel se encontraron en una mina de sal gema. El hallazgo más significativo fue el de la colección entera de los diarios y la correspondencia de Alfred Rosenberg. Lo que encontramos era suficiente, por sí solo, para mandarle a la horca, ya que demostraba su directa responsabilidad en la matanza de millones de judíos y deportados. En un castillo cerca de Marburgo descubrimos después algunos centenares de toneladas de documentos: el archivo del Ministerio del Exterior alemán desde 1937 a 1944, el archivo del Alto Mando de la Werhmacht y el de la Marina, y también 85 cuadernos con las actas taquigráficas de las reuniones de Hitler con sus generales y colaboradores
".

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Papeleo en Nuremberg


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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Oct 09, 2005 1:07 am

Von Ribbentrop: "Soy absolutamente inocente"

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El 2 de marzo de 1946 es el turno de Von Ribbentrop. El tribunal comunica que las pruebas por las que Von Ribbentrop se declaró favorable a la eliminación de 500.000 judíos húngaros han sido conseguidas. Anotaciones relativas a la reunión que tuvo el 17 de abril de 1943 con el regente húngaro, almirante Horthy, llegadas a manos de los jueces, atestiguan que dijo que los judios "debían ser exterminados o llevados a campos de concentración".

Von Ribbentrop, copiando la actitud de Goering, ha dicho por medio de su abogado que asume plena responsabilidad por sus actos como ministro del Exterior del gobierno nazi. Pero se ha declarado inocente de todas las imputaciones que se le hacen.

Visiblemente cansado, el presidente interrumpe la lectura de una interminable declaración del abogado de Von Ribbentrop. Martín Horn. El defensor responde que su precaria salud no permitía a su cliente hablar, y que por eso tenia que hablar él en su lugar. La declaración de Von Ribbentrop dice en cierto momento: "Como ministro del Exterior del Reich, debía atenerme a los principios y a las normativas de Hitler. Por las declaraciones desarrolladas en política exterior, acepto toda la responsabilidad".

Su abogado ha añadido: "Pero en lo que respecta a las acusaciones de haber preparado una guerra de agresión, de haber violado los tratados, de haber participado o aprobado crímenes de guerra contra los principios de humanidad, el acusado Ribbentrop se declara absolutamente inocente.

El acusador americano Thomas J. Dodd dice después "Hemos hablado con uno médicos militares de la prisión, y es convicción nuestra que Ribbentrop no está enfermo y podrá declarar. Está simplemente nervioso y aterrorizado, eso sí, pero no enfermo.

El encargado americano de los interrogatorios previos afirma; "Ribbentrop ha tenido siempre un terror del demonio al coronel Amen".

Aludía al coronel Jonn Amen que repetidamente sometió a interrogatorio a Von Ribbentrop el otoño anterior, y que dirigía los interrogatorios por parte americana en lugar del juez Jackson.

La ex secretaria de Von Ribbentrop dice que había podido ver el original del tratado secreto firmado por Rusia y Alemania en 1939 para repartirse Polonia e incorporarse por parte rusa los países bálticos. La ex secretaria es Margarete Blanck. Apenas ha tenido tiempo de testimoniar que el tratado fue firmado por Molotov y Von Ribbentrop, cuando el acusador soviético la interrumpe. Su objeción de que tal argumento está fuera de lugar y que la secretaria no es competente para testificar sobre tratados internacionales, es una ducha fría sobre la dificilísima cuestión planteada al Tribunal. Se decide una interrupción para examinar la cuestión a puerta cerrada.

Rudenko declara que las maniobras de los abogados para incluir en el proceso un tratado secreto son "simplemente provocativas".

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El general Rudenko

Alfred Seidl, abogado de Hess, se apodera del argumento declarando que sólo fueron redactados dos ejemplares del tratado en el acto de la firma, realizada en Moscú en agosto de 1939. Recordando al tribunal que los rusos se han apoderado de la mayor parte de los archivos del ministerio del Exterior en Berlín, Seidl añade: "Pido que se ordene a la delegación soviética que presente al tribunal el original de dicho acuerdo. ¡No consigo comprender que la acusación soviética quiera negar su existencia! Renuevo la petición de que Molotov se presente a declarar".

Vestido con un ajado traje oscuro, con el rostro ya coloreado de rubor, ya pálido como el de un cadáver, con voz trémula, el ex ministro Von Ribbentrop ha comenzado por fin su defensa. Afirma que a Winston Churchill y a Lord Vansittart corresponde la responsabilidad de haber frustrado el deseo de Hitler de llegar a un acuerdo angloalemán.

Con tono sumiso y cansado, Von Ribbentrop dice que había trabajado desde 1936 a 1937 en este pacto, "verdadera piedra angular de la política exterior de Hitler".

El pacto propuesto por Hitler garantizaba:

1) la supremacía naval británica, para siempre;

2) la neutralidad de Francia y de los Países Bajos;

3) la conservación del Imperio Británico "incluso con ayuda de las fuerzas armadas de Hitler, si fuera preciso"; y

4) el reciproco reconocimiento de la potencia de ambas naciones.

La extraordinaria personalidad del Führer —añade Von Ribbentrop— dominaba la política exterior de Alemania". Respecto a las conversaciones de Berchtesgaden entre Hitler y el canciller austriaco Schuschnigg, se expresa en estos térrminos: 'No se puede hablar absolutamente de presiones ni de ultimátum... Estoy convencido de que Schuschnigg recibió una formidable impresión del Führer y de su personalidad". En cuanto a Checoslovaquia, explica: "Se puede hablar de un estado checo, pero no de un pueblo checo. Era un estado compuesto de nacionalidades heterogéneas, una colección de elementos artificialmente reunidos en 1919". Y añade:

"El modo en que los sude fes alemanes fueron perseguidos por Praga no era absolutamente compatible con los estatutos de la Sociedad de Naciones sobre las minorías. Era obvio desde el principio que la cuestión debía ser resuelta. Pero yo consideraba que Alemania podía resolverla por vía política, pacificamente".

Von Ribbentrop declara que Alemania nunca tuvo intención de atacar a los Estados Unidos.

"Habíamos tomado en consideración la posibilidad de que Japón atacase Hong-Kong o hiciese la guerra a Inglaterra, pero nunca a los Estados Unidos".

Después de terminar la campaña occidental —dice Von Ribbentrop—, Hitler renovó las propuestas de paz a Inglaterra. Alemania ofrecía garantías al Imperio Británico a cambio del reconocimiento de la supremacía alemana en el continente europeo y la devolución de "una o dos" colonias alemanas. El ataque del Japón a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 fue, para el ministerio del Exterior germano, una "completa sorpresa".

Von Ribbentrop afirma haberse afanado a principios de 1941 por convencer a los japoneses de que atacaran Singapur, y después de la invasión alemana de Rusia solicitó que el Japón agrediera por el este a la Unión Soviética. El Japón se atuvo, sin embargo, a una tercera decisión, y atacó PearI Harbor. Finalmente, Von Ribbentrop afirma que el ex embajador japonés en Berlin disfrazó sus intenciones remitiéndole a Tokio, ocho días antes de que el Japón agrediese a los Estados Unidos. Von Ribbentrop se obstina en remachar la firmación de que, por lo que a él respecta, hizo todo lo posible por mantener a los Estados Unidos fuera de la guerra.

Sir David Maxwell-Fyfe, fiscal inglés, le pregunta si no se acordaba ya de haber dicho al barón Oshima, embajador japonés, con fecha 29 de noviembre de 1941: "Si el Japón decide hacer la guerra a los Estados Unidos, tanto el Japón como Alemania sacarán una gran ventaja de ello". MaxweIl-Fyfe se referia a un despacho diplomático de Oshima del que se desprende que Von Ribbentrop ejerció presiones para una pronta acción militar en Extremo Oriente, sosteniendo que si el Japón dudaba, "toda la potencia militar norteamericana e inglesa se concentraría luego en contra suya".

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Hablando con su abogado, Martin Horn, una vez dicatada la sentencia de muerte

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En el banquillo, centro, entre Göring y Keitel. (El sitio de Hess, como era frecuente, está en esta imagen vacío, entre Göring y Ribbentrop)

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Última edición por Erich Hartmann el Mar Dic 13, 2005 4:49 am, editado 1 vez en total.

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Mensaje por Erich Hartmann » Dom Oct 09, 2005 6:26 pm

La acusación contra Keitel y Jodl.

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Keitel, con los cascos de traducción, escucha a los acusadores americanos


'Yo he dicho nada parecido —replica Von Ribbentrop— y podría ser sólo que el embajador japonés quisiera precipitar los acontecimientos".

Luego admite haber proporcionado fondos a Rosenberg para el traidor noruego Quisling, y más tarde para los nazis noruegos. Pero dice que ya no recordaba los detalles.

Mostrado por la acusión un mapa de los campos de concentración, replica que nunca ha oído el nombre de Mauthausen antes de ser encarcelado en Nuremberg. "Durante todo el tiempo que fui ministro sólo conocía los nombres de otros tres campos".

"Su respuesta es tan increíble —replica Maxwell-Fyfe— que no puede ser más que falsa".

Wilhelm Ernst Gustav Keitel, sesenta y tres años, es el ex jefe del OKW (Oberkommando der Wehrmacht, Mando supremo de las fuerzas armadas alemanas), del que dependían las tropas alemanas de tierra, mar y aire, y que en la práctica anulaba al ministerio de la Guerra.

Las cinco acusaciones que han llevado al procesamiento de Keitel son:

1) El acusado conocía los planes de agresión contra Checoslovaquia (Caso Verde), Polonia (Caso Blanco), Dinamarca y Noruega (Ejercicio Weser), Bélgica y Holanda (Caso Amarillo), Grecia y Yugoslavia (Caso Marita), Inglaterra (Operació León Marino), Austria (Operación Otto) y la Unión Soviética (Operación Barbarroja).

2) Una carta de Canaris, que recuerda a Keitel que las órdenes inhumanas para el "tratamiento" de los comisarios politicos rusos hechos prisioneros van contra las convenciones internacionales, tenía al margen una anotación de puño y letra del acusado que decia: "Sus escrúpulos van unidos al concepto tradicional de una guerra caballerosa. Aquí se trata de la aniquilación de una ideología. Por esto apruebo completamente las medidas en cuestión".

3) Fue Keitel quien, en agosto de 1942, dio la orden de entregar a la policía de las SS (el Sicherheitsdienst o Servicio de Seguridad) a los paracaidistas angloamericanos capturados.

4) Keitel firmó el decreto Nacht und Nebel (Noche y Niebla), sobre la eliminación secreta de antinazis en los países ocupados del oeste europeo.

5) Keitel ordenó que en Polonia y Rusia, para prevenir atentados contra las fuerzas armadas alemanas, se fusilaran entre cincuenta y cien "comunistas" por cada soldado alemán asesinado.

"Cuando el almirante Canaris leyó la respuesta de Keitel a su carta, me dijo: '¡ Un día el mundo condenará a la Wehrmacht por estos métodos' ". El que habla es el general Erwin Lahousen, ayudante de Canaris, que compareció ya contra Von Ribbentrop y que ahora lanza estas acusaciones contra el ex jefe del OKW. El fiscal coronel Amen le pregunta:

"¿Oyó hablar al acusado Keitel de una limpieza política'?".

Lahousen: "Sí. Keitel se sirvió de estaexpresión que seguramente habría oído a Hitler'. Lo recuerdo muy bien aun sin recurrir mis anotaciones".

Amen: "¿Que medidas, según Keitel, debían ser aplicadas?".

Lahouse: "Según Keitel se trataba del bombardeo de Varsovia y del exterminio de algunos estamentos de la población polaca".

Amen: "¿Cuales?".

Lahousen: "Los intelectuales, la nobleza, el clero, ¡y naturalmente los judíos!".

Amen: "¿Qué otras cosas le confió Canaris?".

Lahousen: "Me dijo que hacia tiempo que Keitel hacia presión sobre él para inducirle a matar al general francés Weygand y darme a mi ocasión de eliminarlo...".

Amen: "Testigo, cuando dice 'eliminación', ¿qué quiere decir?".

Lahousen: "Asesinar".

Amen; "¿Qué hacia en aquellos momentos Weygand?".

Lahousen: "Si recuerdo bien, se encontraba en África del Norte".

Amen: "¿Qué razón había para matar a Weygand?".

Lahousen: "El general estaba al mando de parte del ejército francés, Keitel temía que se dedicara a un doble juego y no quisiera pelear por Alemania. Este es el motivo que yo recuerdo, aunque puede darse que estuvieran en juego otros factores".

Amen: "Testigo, ¿oyó hablar alguna vez de una operación conocida por el nombre cifrado de Gustav?".

Lahousen: "No se trataba de una operación, sino de un intento de suprimir al general Giraud. El nombre en clave era usado por el OKW".

Amen: "Cuando dice OKW, ¿quiere decir Keitel?".

Lahousen: "".

Amen: "Se refiere al general Giraud del ejército francés, ¿no?".

Lahousen: "Exacto. El general había huido de la fortaleza de Königstein en 1942, y había orden de encontrarlo y matarlo".

Amen: "¿Quién había dado la orden?".

Lahousen: "Fue dada a Canaris por el jefe del OKW, Keitel. No era una orden escrita, sino verbal".

Poco después le llega el turno al ex Generaloberst (capitán general) Alfred Jodl, jefe de operaciones del OKW, nacido en Würzburg, junto al Main, el 10 de mayo de 1890. Es el "cerebro" de todas las operaciones militares del Tercer Reich. El fiscal inglés G. D. Roberts lee las acusaciones principales que el Tribunal Militar Internacional presenta contra el ex Generaloberst.

1) Jodl preparó los ataques a Checoslovaquia, Noruega, Grecia, Yugoslavia y Rusia.

2) El 7 de octubre de 1941 firmó una instrucción en la que precisaba que Hitler no aceptaría la rendición de las guarniciones de Moscú y de Leningrado porque quería que las dos ciudades rusas fueran destruidas.

3) El 26 de octubre de 1944 ordenó la evacuación forzosa de los habitantes de Noruega septentrional y el incendio de sus casas "para impedir que ayudaran a los rusos".

4) En una orden de operaciones destinada a la tropas que combatían en el este, prescribió "emplear el terror contra la población para disuadirla de participar en una resistencia activa o pasiva".

Alfred Jodl escucha impasible, y dice: 'No yo, sino Hitler, fue quien preparó la agresión a la Unión Soviética". Estas palabras son desmentidas, casi inmediatamente, por uno de los testigos más esperados del proceso, Friedrich Paulus, el feldmariscal que en Stalingrado se rindió a los rusos en enero de 1943 después de que las veintidós divisiones alemanas a sus órdenes fueran aniquiladas en la batalla en torno y dentro de la ciudad.

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Keitel en su celda

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Keitel en el banquillo de los acusados (el de abajo)

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Keitel junto a Sauckel durante el proceso

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Keitel almorzando junto a Jodl, durante una breve pausa

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Saludos cordiales
Última edición por Erich Hartmann el Mar Dic 13, 2005 4:50 am, editado 1 vez en total.

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Mensaje por Erich Hartmann » Lun Oct 10, 2005 2:51 am

Yo creo que el de la primera foto del post anterior no es Keitel, como se asegura en la mayoría de las fotos que aparecen en internet, sino Rundstedt. ¿Qué opinan?

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ignasi
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Mensaje por ignasi » Lun Oct 10, 2005 4:23 am

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Yo también diría que se trata de Von Rundsted. Lo comparo con esta otra foto y diría que se trata del mismo hombre...

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Eckart
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Mensaje por Eckart » Lun Oct 10, 2005 5:02 am

Claramente es Rundstedt.

Saludos.

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