¿Que pasó con los autos de los jerarcas nazis?
"Teutonic Monsters", monstruos teutónicos, era el calificativo que los potentados de Hollywood otorgaban a los automóviles de lujo un día propiedad de los jefes nazis.
En una subasta de autos antiguos el americano George C. Hamilton consiguió que se le adjudicara el "Mercedes" de respeto del Fuhrer (el utilizado en los desfiles, según información del catálogo) en 153.000 dólares. Apenas un año después, en Septiembre de 1974, el propio Hamilton volvió a vender el coche por 176.000 dólares. En el precio estaba comprendido el estandarte y una ametralladora MG 42. La reventa del auto en cuestión no sólo le había proporcionado a su propietario el beneficio de los 23.00 dólares de diferencia, sino otros 100.000, recaudados entre los visitantes en concepto de entrada.Esta fuente de ingresos facilitó, sin duda, la venta del auto.
Lo que está por aclarar es si verdaderamente se trataba del vehículo del Fuhrer, ya que en 1945 todos los "Mercedes" de 7,7 litros, el más pesado y el más grande de los modelos que ha fabricado la casa, se consideran autos de Hitler. Cualquier museo de Europa o ultramar que posea un automóvil de este tipo lo hará figurar siempre en sus catálogos como "el auténtico auto de Adolf Hitler".
Sin embargo, ni las fotos que suelen exponerse del original, ni la matrícula, ni la señal alguna interior o exterior permiten asegurar con certeza cuál de todos los que se dan por auténticos es el auto de Hitler. Hay que señalar que nunca hubo un automóvil a su nombre; como no aprendió a conducir, tampoco poseyó jamás un auto. Los vehículos que utilizó pertenecían al parque de la Cancillería, al de algún ministerio o al del OKW.
Durante las visitas efectuadas a Munich, Francfort o Stuttgart se servía del auto del Gauletier de la zona. Todo esto se desprende de las fotos correspondientes, en las que se puede leer sin dificultad las placas. Claro que el "Mercedes grande", descapotable y con cuatro puertas, fue el empleado para las ceremonias solemnes. Utilizado por todos los notables del régimen en los actos oficiales. Y debido a esto, al rango de los usuarios, más de 50 de estos "Mercedes" tenían los cristales a prueba de balas y carrocería blindada. Signos que hoy se citan como características evidentes para poder distinguir el auto del Fuhrer. O, según los gustos, el de Ribbentrop o Goring.
Así apareció, en el mes de Marzo de 1974, en una subasta de la acreditada casa Christie, un Horch-Roadster (llegado a Suiza a través de la República Democrática Alemana) verde oscuro, con los cristales a prueba de balas y un n°1 en la matrícula del parque oficial. Según el vendedor se trataba nada más ni nada menos que el auto de Hermann Goering. Una foto debidamente ampliada servía de justificante. En dicha foto se ve al mariscal del Reich, de pie junto al puesto del conductor: su enorme humanidad hacia imposible que pudiera ocupar las plazas de atrás. La falta de garantía auténtica de que el auto fuera, en efecto, el utilizado en su día por Goering, hizo que las ofertas entre un público que no escatima cuando la mercancía es de su agrado, no pasaran de los 60.000 francos. El auto no se vendió.
En el viejo continente no se pagan los recuerdos nazis, por más que en éste caso se trataba de un clásico del automovilismo, de una pieza tan rara como un Horch-Roadster de 1938. Es distinto cuando se trata de los británicos. Ningún precio es exclusivamente elevado cuando se trata de pujar por un coche que ha pertenecido a Churchill o al Mariscal Montgomery. Claro está que los británicos conceden mucho más valor a los autos antiguos (oldtimer) que los aficionados continentales.
Quienes por su cargo no pertenecían al grupo de las altas jerarquías del partido o ministros del Gobierno, soslayaban el uso del "Mercedes" grande, aunque pudieran permitirse el gasto de su mantenimiento. Para ello existían alternativas suficientes: el pequeño "Mercedes 500k" o "540k", de 8 cilindros como el otro. Y en sus dos versiones, limousine o deportivo, el modelo tenía un carácter evidentemente civil. Y lo mismo sucedía con el "Maybach". El llamado "Zeppelin", compacto, de 6 y 12 cilindros, ofrecía por lo menos tantas comodidades como un "Mercedes", era igualmente veloz y no menos representativo.
El príncipe de Waldeck hizo que la casa Dorr y Schreck de Francfort le colocara a su "Maybach" dos transportines: sabía que para conservar su auto una vez comenzada la guerra era preciso camuflado. El "Maybach" le acompañó durante toda la batalla de Polonia y hasta sobrevivió a la contienda, pasando después a poder de un aficionado de Brasil, a través de Suiza.
El "Horch" fue uno de los coches más apreciados y no sólo por los propietarios pudientes. Se construyó en las versiones de 8 cilindros en serie y en V (el de 17 cilindros en V, de 1931/33, estuvo a la venta durante un tiempo muy reducido); todos ellos muy resistentes y fáciles de manejar, además de mucho más baratos que el "Mercedes" o el "Maybach". En vez del "Daimler-Benz" de 5 litros, modelo "500K", que costaba 22.000 marcos, se podía uno comprar el "Horch" de tamaño parecido, tipo "850", por 15.000. El "Maybach" de 5 litros y 6 cilindros no pasaba de los 17.000 marcos.
Los astros del cine de los años treinta sentían una gran debilidad por lo exótico. Emil Jannings tuvo durante mucho tiempo un "Lincoln" de 1927; Hans Albers gustaba de conducir su "BMW".
Willy Birgel tenía un "Opel-Admiral" con una carrocería especialmente construida para él. Por su parte, los artistas extranjeros hacían gala de su preferencia por los autos alemanes. Clark Gable tenía en su garaje por lo menos 3 "Mercedes"; Al Jolson tenía otro; el intérprete de Tarzán, Johnnie Weissmuller poseía además de su "Cadillac" de 12 cilindros, un "Horch". Cuando al terminar la guerra muchos de los grandes autos alemanes requisados por los americanos fueron a parar a los EEUU, Hollywood adquirió cuantos pudo y no sólo para utilizarlos en las filmaciones. Muchos de los grandes modelos alemanes se perdieron en la confusión ocasionada por la segunda guerra mundial.
Ciertos especialistas aseguran todavía hoy que la mitad de los "Rolls Royce" de aquella época están aún en servicio (lo que posiblemente es cierto) deduciendo de ello que la noble marca británica es la mejor del mundo; pero no tienen en cuenta que los coches particulares ingleses, en la mayoría de los casos, durante la guerra siguieron en manos de los propietarios. De haber sucedido lo mismo en Alemania no cabe duda que hoy día contaríamos con la mitad de los "Maybach", "Horch" o "Mercedes" de entonces, ya que la calidad de estos automóviles podían resistir la comparación con el "Rolls Royce" en muchos aspectos, aunque quizá no en todos. Se calcula que existen todavía 100 "Maybach", de los 2000 que se construyeron. De vez en cuando aparece uno en Checoslovaquia, India, Australia. Como también aparecen bólidos de entonces en condiciones lamentables; los aficionados, sin embargo, no ahorran gasto ni esfuerzo para poner otra vez en condiciones a estos "clásicos" del automovilismo. Los más expertos en el negocio siguen logrando aún el portento de convertir un vehículo de bomberos en el "verdadero" automóvil que utilizaba Adol Hitler en los días de gala.
1- Este es el supuesto auto de Adolf Hitler por el que se pagaron en EEUU, en su primera venta, 153.000 dólares y 176.000 en la segunda.
2-Entre los autos en que los años treinta gozaron de mayor renombre figura este "Horch" de lujo, fabricado por Auto-Union en 1932.
3-El Mercedes 500k de Adolf Huhnlein, uno de los prohombres del partido.
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