La Gestapo

La vida cotidiana en la Alemania del Reich

Moderador: José Luis

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smr
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Re: La Gestapo

Mensaje por smr » Mié May 18, 2011 11:35 pm

Hola, lo encuentro un tema escalofriante. Realmente tenían el control de toda la Europa Nazi.
Hay un libro muy bueno reeditado:
TITULO: "Historia de la Gestapo"
AUTOR: Jacques Delarue
Hay diferentes ediciones, la última es del 2010 por la editorial "La Esfera de los libros"
Lo recomiendo ya que es un libro documentado y muy interesante.

Antonio132
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Re: La Gestapo

Mensaje por Antonio132 » Mar Oct 09, 2012 5:51 pm

Hola. A propósito del último mensaje de smr sobre el libro de Jacques Delarue. Quiero hacer una consulta sobre el mismo.
La nueva edición de La Esfera de los Libros trae cien páginas más respecto a las editadas en los 70.
¿Sabéis si han añadido información nueva, o solo es cuestión de maquetación?
Es que, la verdad, es algo caro, pero llevo tiempo detrás de comprarlo y no sé si comprar la edición antigua (que es bastante más barata, aunque de segunda mano(, o comprar esta nueva.

Saludos gracias

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Audie Murphy
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Re: La Gestapo

Mensaje por Audie Murphy » Mar Oct 09, 2012 11:33 pm

Antonio132 escribió:Hola. A propósito del último mensaje de smr sobre el libro de Jacques Delarue.
La nueva edición de La Esfera de los Libros trae cien páginas más respecto a las editadas en los 70.
¿Sabéis si han añadido información nueva, o solo es cuestión de maquetación?
Es que, la verdad, es algo caro, pero llevo tiempo detrás de comprarlo y no sé si comprar la edición antigua (que es bastante más barata, aunque de segunda mano
no merece la pena pagar tanto por la edición más reciente

viewtopic.php?f=21&t=12027&hilit=delarue+libro+gestapo
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Antonio132
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Re: La Gestapo

Mensaje por Antonio132 » Mié Oct 10, 2012 1:11 am

Audie Murphy escribió:
no merece la pena pagar tanto por la edición más reciente

viewtopic.php?f=21&t=12027&hilit=delarue+libro+gestapo

Muchísimas gracias Audie Murphy, lo compraré de segunda mano.

Saludos

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Re: La Gestapo

Mensaje por NBP15 » Lun Mar 18, 2013 1:39 pm

Hola a todos.
Muy buen aporte y mucha información sobre esta organización pero me gustaría que me pudieseis indicar cuales eran los rangos dentro de la GESTAPO. Según tengo entendido esta organización era dependiente de las SS y estaba formada por los miembros de esta y además por otros "funcionarios" de carrera como abogados y gente de ese ámbito. Pero dentro de la propia GESTAPO no tengo nada claro cual era la cadena de mando y quien obedecía a quién, quién estaba por encima de quién en tal rango y cual era el poder de los oficiales de las SS dentro de esta organización. No sé si el conocimiento que tengo es correcto o he dicho algún disparate, por eso me gustaría que me pudieseis decir cual era exactamente la cadena de mando y los distintos rangos dentro de la GESTAPO.

Un cordial saludo y gracias de antemano.
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Re: La Gestapo

Mensaje por José Luis » Lun Mar 18, 2013 6:38 pm

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maxtor
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Re: La Gestapo

Mensaje por maxtor » Vie Mar 29, 2013 12:34 pm

smr escribió:Hola, lo encuentro un tema escalofriante. Realmente tenían el control de toda la Europa Nazi.
Hay un libro muy bueno reeditado:
TITULO: "Historia de la Gestapo"
AUTOR: Jacques Delarue
Hay diferentes ediciones, la última es del 2010 por la editorial "La Esfera de los libros"
Lo recomiendo ya que es un libro documentado y muy interesante.
Gestapo.-

Durante la segunda mitad del s. XX se han publicado muchos libros y artículos sobre casi todos los aspectos de la sociedad nazi, entre los que se encuentran excelentes contribuciones a la comprensión del terror que reinó en Alemania durante los doce años y medio del Tercer Reich, y a medida de la casi total apertura de los archivos alemanes y de otros países se han podido ir demoliendo viejos mitos acerca del terror nazi.

La investigación del terror nazi atravesó tres etapas distintas; la primera fase comenzó al final de la Segunda Guerra Mundial y duró hasta el final de los años sesenta y se centró dicha investigación en el papel de Hitler y en los órganos principales del aparato del terror en Berlín, así como en el trágico destino de los judíos. Los investigadores alemanes estaban muy desacreditados en aquella época por haber apoyado a Hitler, de modo que la mayor parte del trabajo lo desarrollaron estudiosos de otros países o alemanes emigrados, y fue un trabajo marcado por lo limitado de las fuentes de archivo.

El principal postulado de esta primera fase era “verticalista” donde se presentaba a un maníaco llamado Hitler al mando de un estado monolítico, que funcionaba sin dificultad y de un partido que controlaba a toda la población alemana y al resto de la Europa ocupada con un terror ilimitado, y en el centro de ese terror se encontraba una policía todopoderosa, omnisciente y omnipresente encabezada por la Gestapo. Este órgano que se fundó en Berlín en 1933 pronto tuvo jefaturas en las principales ciudades alemanas y de comisarías más pequeñas en los demás municipios del país. La Gestapo – al igual que la “policía del pensamiento” que retrató Orwell en su novela de posguera 1984, supuestamente estaba dotada de un gran ejército de agentes y espías bien entrenados, que empleaban medios técnicos de vigilancia y con un poder más que suficiente para controlar a todos los ciudadanos, desde los judíos hasta los comunistas.

Fue una versión que vino reforzada por la tesis de Hannah Arendt en su famoso estudios sobre los régimenes totalitarios y por otros historiadores como el francés Delaure en su libro sobre la Gestapo, en un capítulo titulado “La Gestapo está en todas partes”, decía: “La Gestapo actuaba por su propia cuenta, instalando micrófonos y grabadoras en las casas de los sospechosos. En ausencia de la víctima, o con la excusa de reparar o revisar la instalación telefónica o eléctrica, instalaban discretos micrófonos, lo que permitía espiar al individuo incluso en la intimidad familiar. Nadie estaba a salvo de este tipo de práctica. (…) El espionaje se hizo tan universal que nadie podía sentirse seguro”.

La segunda fase de la interpretación del terror nazi comenzó a mediados de los años sesenta y prevaleció hasta el final de los ochenta, fue un momento donde los historiadores alemanes empezaron a enfrentarse con su pasado y a no justificarlo, fue un momento duro y doloroso que practicamente implicó a todos los intelectuales alemanes en un reñido debate, conocido por (Historikerstreit) que se reflejó en la prensa y en los principales medios de comunicación, sobre la singularidad del Holocausto. En sus inicios el debate fue moderado y se divulgó a través de las obras del sociólogo Ralf Dahrendorf sobre la debilidad endémica dela democracia en la sociedad alemana, las del historiador Martin Broszat sobre la naturaleza de la estructura de la dictadura alemana y las del ex arquitecto nazi y ex ministro de Armamento – Albert Speer – sobre el carácter y hábitos diarios de Hitler. El efecto inicial de esas obras fue presentar la imagen de la dictadura alemana y del pueblo alemán desde una perspectiva más matizada y en cierto, sentido más favorable. La culpa seguía atribuyéndose a Hitler, pero su control sobre la sociedad se consideraba más tenue que en la fase anterior. Se consideraba que la población no había actuado de forma tan homogenea.

Para esta nueva generación de investigadores predominantemente alemanes la persecución de los judíos y el Holocausto fueron el centro del debate, las obras pioneras de Broszat y Dahrendorf y las revelaciones del ex nazi Speer apenas trataron el tema de los judíos y el Holocausto, por ejemplo, los judíos ni siquieran se nombran en el índice de Broszat, en su libro The Hitler state, Speer omite a los judíos en su análisis Inside The Third Reich, y Dahrendorf, en su Society and democracy in Germany, dedica sólo unas pocas páginas a los judíos y al antisemitismo. Entre los nuevos investigadores de la segunda fase, que desarrollaron sus trabajos desde mediados de los años setenta hasta mediados de los ochenta, siguiendo el camino abierto por Broszat, empezó a aceptarse el hecho de que la población alemana era menos antisemita de lo que se había afirmado, y el maltrato de los judíos había influido menos de lo que se pensaba en lo que concierte al apoyo social a la dictadura nazi. Se puso de relieve que para muchos alemanes, los bárbaros progromos de la Kristallnacht, ocurridos el 9 y el 10 de noviembre de 1938, fueron terribles. La reacción social obligó a la dirección nazi a presionar y más tarde matar a los judíos con mayor secretismo, ahora se creía que sólo unos pocos nazis intransigentes se habían alegrado de la desgracia sufrida por los judíos. El tema parecía interesar poco a la población alemana, como describió tan gráficamente Ian Kershaw “la carrera de Auschwitz se construyó con odio, pero se pavimentó con indiferencia”.

Posteriormente muchos investigadores se hicieron eco de las observaciones de Kershaw sobre la indiferencia de la población alemana respecto al destino de los judíos, así Detlev Peukert, destacado investigador en estudios sobre la resistencia y la historia de la vida cotidiana, señala que “no se indujo a la mayor parte de la población… a apoyar activamente la persecución de los judíos. (…) Por tanto, el antisemitismo no fue, frente a lo que han supuesto algunos historiadores y periodistas, un instrumento esencial en la integración y movilización de la soceidad en la dirección nacionalsocialista” (Inside Nazi Germany: conformity, opposition, and racism in everyday life, Londres 1987, pp. 58).

Kershaw participó en un gran proyecto sobre la intensidad del antisemitismo de la población alemana y sobre su influencia en las opiniones locales, obediencia o desobediencias diarias de los ciudadanos alemanes, titulado “Bavaria en el período nacionalsocialitas”, dirigido por Broszat y publicado en seis volumenes entre 1977 y 1983 (Martin Broszat y otros (comps), Bayern in der NS-Zeit, 6 vols., Munich, 1977 – 1983). Él y sus colaboradores y otros proyectos de la misma época contribuyeron a desplazar el objeto de estudio del terror nazi hacia nuevos núcleos, distintos del liderazgo berlinés, principalmente a las penurias de los ciudadanos alemanes medios que vivían en las provincias del Tercer Reich. Así Lutz Niethammer ha sido uno de los primeros investigadores que han demostrado la riqueza de las fuentes de archivo locales y que han ampliado las metodologías de investigación aplicables al estudio del Tercer Reich. Véase su libro Entnazifizierung in Bayern: Säuberung und Rebatilitierung unter amerijanischer Besatzung, Franfurt am Main, 1972, que emplea métodos de investigación cuantiativos, así como su pionero estudio de historia oral, “Die Jahre Weiss man nicht, wo man die beute hinsetzen soll”: Faschismus – Erfahrungen im Ruhrgebiet, Berlín 1983.

Este nuevo interés por la vida cotidiana, aunque reavivó los estudios de Broszat y otros pioneros de esta fase, fundamentalmente confirmó las tesis que ya habían expuesto de un modo más global sus colegas de la generación anterior. El análisis que se llevó a cabo en este período sobre los informes de la Gestapo y el Partido Socialdemócrata en el exilio – SOPADE – sobre los documentos de los tribunales locales y sobre otros datos corroboró la tesis de Broszat (y otros autores) según las cuales había una considerable discordia y desunión en todos los niveles de la sociedad nazi.

Estos nuevos estudios también contribuyeron a ilustrar la tesis de Broszat de que Hitler había sido crucial para el movimiento nazi. Sin su liderazgo, decía Broszat, el Tercer Reich se habría desmoronado a causa del desorden y la discordia. Surgieron una serie de estudios sobre la resistencia y la persecución que sugerían al menos de forma implícita que el Tercer Reich no podría haber sobrevivido tras la muerte de Hitler (Peter Hoffman, Detlev Peukert y Peter Steinbach). Al igual que los Piratas de Edelweiss, los Swing – Jugend y otros grupos juveniles rechazaban las imposiciones nazis y luchaban con vehemencia creciente contra Hitler, sus padres protestaban por la reducción de los salarios, la severidad de las condiciones de trabajo y el liderazgo nazi. Según Kershaw, Broszat y otros investigadores, sólo Hitler tenía la simpatía del pueblo; sólo Hitler podía mantener intacta esta sociedad turbulenta.

El alto grado de discordia que revelaron estos estudios, junto con el interés por la vida cotidiana y aspiraciones de los alemanes medios, prepararon el camino para la tercera persepectiva, vigente en la actualidad, sobre el terror nazi y la Gestapo. Los nuevos investigadores impresionados por la demostración de que muchos alemanes encontraron modos de obedeceder las órdenes nazis en la vida cotidiana, empezaron a cuestionarse cómo pudo ocurrir tal desobediencia si la Gestapo y los demás órganos de poder eran tan poderosos y dominantes como se pensaba. El resultado fue una evaluación completa, totalmente nueva, del aparato de terror naz y el papel de los alemanes corrientes en el terror y el Holocausto.

El enfoque más reciente rechaza la idea de que el terror fuese total y presenta un punto de vista mucho más negativo sobre la función que cumplieron los ciudadanos alemanes corrientes; muchos estudios han incidido en el papel que tuvieron los ciudadanos corrientes en el cumplimiento de la justicia nazi y en el control social. A partir de datos que se creían destruidos o que no habían sido accesibles a los investigadores con anterioridad, como los autos procesales del Tribunal Especial y los expedientes de la Gestapo, los estudios realizados han conducido a ciertos hallazgos muy polémicos. Se ha puesto en evidencia que la Gestapo tenía a su disposición menos manos de obra, espías y medios para controlar a la población de lo que se presuponía (Gellately, Robert, ha investigado los registros de la Gestapo de Würzburg en su libro The Gestapo and German society: enforcing racial polity, 1933 – 1945, Oxford, 1990).

Puesto que sus recursos eran limitados, la Gestapo tuvo que confiar en su sociedad civil como fuente de información. Estas pesquisas raras veces procedían de informantes renumerados, sino de ciudadanos normales que actuaban así por motivaciones diversas. Los vecinos molestos, la familia política resentida, los compañeros de trabajo descontentos utilizaban a menudo la policía secreta del estado para saldar sus asuntos personales, a menudo baladíes. A través de las denuncias políticas, los ciudadanos normales alemanes fueron los ojos y oídos de la Gestapo. El historiador canadiense Robert Gellately ha situado en el centro del debateel asunto de la denuncia política en la sociedad nazi, aunque Reinhard Mann y algunos otros autores han estudiado el tema antes que él. Otros autores han seguido la línea de Gellately, como Gisela Diewald – Kerkmann sobre las denuncias políticas presentadas ante las autoridades locales del Partido nazi, titulado Politische Denunziation im NS-Regime oder die kleine Macht der “Voksgenossen”, Bonn, 1995.

Así según esta nueva tesis la población en gran medida se controlaba a sí misma. La colaboración y la confabulación caracterizan las actividades del pueblo alemán, mucho más que la resistencia intencionada y el verdadero desacuerdo. Los investigadores alemanes Klaus – Michael Mallmann y Gerhard Paul, publicaron en 1991 un estudio ejemplar sobre las actividades cotidianas del aparato del terror en Saarland, y describen así esa pauta de conducta:

“Nuestro estudio muestra una y otra vez que lo que en otros lugares se ha celebrado como resistencia es, en realidad, una mezcla de conflictos policráticos no intencionados, conductas propias de cualquier conflicto social y deseos piadosos de los exiliados. (…) Ni la propaganda ni el terror fueron totalmente efectivos. Quedaban muchos lugares en los que la gente podía comportarse con bastante normalidad. Su conducta en el interior de estos espacios no completamente “coordinados” o dentro de la estructura de poder policrático no guardaba ninguna similitud con la resistencia o la oposición”.

En los últimos años se han publicado varias obras que investigan el papel de los jueces, fiscales y los tribunales en el control de la sociedad, esos estudios muestran que las autoridades judiciales “normales” del Tercer Reich no impartían justicia imparcial “positiva”, como habían defendido muchos funcionarios de la administración de justicia después de la guerra. Los jueces y fiscales, tanto en el ámbito local como en el nacional, administraron una justicia parcial y arbitraria, del mismo modo que los oficiales de la Gestapo. La nueva visión de la Gestapo y del sistema judicial – así como del papel del pueblo alemán como colaborador de ambas instituciones – ha permitido desmitificar el aparato de terror nazi. Se han recabado pruebas detalladas procedentes de los archivos, que muestran claramente el funcionamiento real del terror nazi en los niveles más bajos de la estructura. Ya no es posible sostener que la Gestapo era ubicua y que el poder del estado sobre el individuo era total. Tampoco es aceptable la clasificación de los alemanes en dos polos opuestos, el de los seguidores fieles del Führer y el de las víctimas inocentes o combatientes de la resistencia, todos los indicios apuntan a que la gran mayoría de la población alemana encontró acomodo al régimen nazi.

El punto álgido de dicha investigación y de los datos que se lograron de dichos archivos se publicaron a comienzo de los años 90 sendos estudios de dos investigadores norteamericanos Christopher R. Browning y Daniel Jonah Godhagen, donde se presentaron datos escalofriantes sobre la colaboración – más activa de lo que se pensaba – de los alemanes corrientes en el Holocausto. La consecuencia inmediata fue la apertura de un intenso debate entre los investigadores, en parte como reminiscencia del Historikerstreit alemán de los años ochenta. La controversia empezó en los EEUU antes de extenderse en Alemania (como ejemplo de este encendido debate, véase el intercambio de cartas entre Goldhagen y los respetados investigadores judíos del Holocausto Omer Bartov y Christopher Browning en New Republic, 10 de febrero de 1997).

El epicentro del debate fue el libro de Goldhagen Los verdugos voluntarios de Hitler: los alemanes corrientes y el Holocausto y su afirmación de que los ciudadanos alemanes corrientes mataron judíos voluntariamente durante el Holocausto porque actuaban movidos por lo que él consideraba un “antisemitismo destructivo” histórico y característicamente alemán. Uno de sus principales detractores es Christopher Browning que en Ordinary men: Reserve Police Battalion 101 and the final solution in Poland que los alemanes no actuaron de un modo distinto a como lo habría hecho el pueblo de cualquier país en una situación tan extrema, pese a sus discrepancias, ambos autores llegan a la misma tesis: numerosos civiles alemanes de mediana edad, con muy escasa formación o adoctrinamiento ideológico, eran llamados para participar en la guerra durante breves períodos como policías de reserva por todo el este de Europa, con el fin de disparar a bocajarro a miles de judíos indefensos, y posteriormente regresaban a sus casas en Alemania para seguir con sus vidas normales en compañía de sus familias.

Otro factor que ha contribuido a destacar la participación de los alemanes corrientes en los crímenes nazis es la exposición con gran afluencia de público en las principales ciudades alemanas durante los últimos años. “La guerra de aniquilación: los crímenes del ejército alemán, de 1941 a 1944) y fue organizada por el Hamburg Institute for Social Research, donde se muestra de forma gráfica y documentada la participación directa regular del ejército alemán en las atrocidades criminales perpetradas contra los judíos y otros civiles de Europa del este durante la Segunda Guerra Mundial. Sobre la participación del ejército alemán en los crímenes contra la humanidad, puede verse a Omer Bartov, Hitler`s army: soldiers, Nazis and war in the Third Reich, Nueva York, 1992.

Estos materiales y las pruebas aportadas por la investigación de Browning y Goldhagen ya no permiten afirmar que el Holocausto fue perpetrado únicamente o principalmente por las unidades especiales de élite nazis, ya que el núcleo del ejército alemán como de los batallones de policia de reserva estaban formado por ciudadanos medios alemanes.

Durante los últimos cincuenta años se ha incrementado el conocimiento del terror nazi y la interpretación que impera en la actualidad se basa en datos empíricos mucho más sólidos que la que imperaba en épocas pasdas, no obstante y como comenta el historiador Eric A. Johnson se comienza a desequilibrase la interpretación del terror. Hace cincuenta años cuando comenzaba la primera fase de la investigación sobre el terror, se presuponía que el principal órgano de terro, la Gestapo era todopoderosa. En la actualidad, los investigadores sostienen que la Gestapo era relativamente débil. Al disponer de un número muy reducido de oficiales y espía, la Gestapo dependía de las denuncias civiles como fuente de información. A mediados del s. XX los investigadores creían que casi toda la población alemana estaba aterrorizada por la Gestapo y otros órganos represivos nazis. Hoy, en cambio, se acusa a la población alemana de haber cumplido una función fundamental en el terror, de haber proporcionado a la Gestapo información importante sobre sus conciudadanos y de haber participado voluntariamente en el asesinato en masa de los judíos.

Muchos alemanes corrientes participaron en el terror nazi y en el Holocuasto. Los recursos y la mano de obra de la Gestapo eran exiguos. De hecho, el terror nazi nunca fue total, y los ciudadanos alemanes disfrutaron de un amplio margen de maniobra para liberarse de las frustaciones cotidianas con las normativas y los líderes nazis, sin excesivo temor a ser detenidos o procesados. Pero este enfoque empieza a perder de vista el hecho de que el terror no habría existido si no hubiera sido desencadenado por la dirección nazi y dirigido por la Gestapo. No se puede menospreciar simplemente por su falta de agentes, la efectividad de la gestapo, y por otro lado el nuevo enfoque sobre el terror nazi empieza también a infravalorar toda resistencia que aunque sí es cierto que fue poca como señalan Mallmann y Paul, “la mayor parte de la disconformidad no se desarrolló como actividad de opisición y resistencia… (…) y que el apoyo básico del Tercer Reich se mantuvo hasta el amargo final”, pero también es cierto que muchas personas (comunistas, socialistas, testigos de Jehová y clérigos – actuaron conscientemente y con valentía en diversos momentos del Tercer Reich para intentar socavar el régimen nazi.

La clave de la Gestapo y su aplicación del terror fue su carácter selectivo. El terror nunca se aplicaba de forma general o indiscriminado, sino que iba dirigido específicamente contra los enemigos raciales, políticos o sociales del régimen nazi, y solía ignorar las expresiones de disconformidad o desobediencia leves de otros ciudadanos alemanes. Este tratamiento dual de diferentes sectores de la población contribuyó a que el régimen nazi ganase legitimidad, (y máxime cuando muchos alemanes veían con malos ojos a los judíos) y apoyo entre el pueblo alemán. Los judíso fueron el blanco principal del terror, pero también se aplicó contra los comunistas y otros activistas de izquierdas, círculos religiosos o en personas “indeseables sociales” – homosexuales, delincuentes profesionales, disminuidos físicos o psíquicos, etc – La mayor parte de los alemanes corrientes no sufrió los efectos del terror, y no fue necesario amenazarlos porque la mayoría fue fiel a la cúpula nazi y apoyó voluntariamente desde el principio hasta el final al Tercer Reich, aunque lógicamente no siempre con el mismo grado de apoyo, hubo mucha cobardía, apatía y obediencia esclavista a la autoridad para poder explicar el comportamiento de mucha población alemana.

Los oficiales de la Gestapo tuvieron en la población alemana un apoyo considerable en el desempeño de su trabajo durante los años del nazismo y posteriormente en la República Federal, pero son ellos los principales autores de los crímenes, y así deben ser considerados.

Saludos desde Benidorm.

Fuente: "El Terror nazi. La Gestapo, los judíos y el pueblo alemán", Eric A. Johnson.

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