La diplomacia española

Partidos políticos, actuaciones gubernamentales

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Francis Currey
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La diplomacia española

Mensaje por Francis Currey » Sab Oct 01, 2005 1:27 am

Este documento es el redactado por el entonces Capitán de Fragata y Jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, Luis Carrero Blanco, a instancias del Ministro de Marina del momento, a la sazón Salvador Moreno quien firmó y presentó el mismo a Franco.


MINISTERIO DE MARINA. - SECRETO


Excelentísimo Señor:

1°.- La iniciación de las operaciones en Grecia, así como las noticias relativas a la existencia de tropas alemanas en Rumanía, ya la retirada de importantes contingentes germanos del litoral del norte de Francia, hacen pensar en la posibilidad de un cambio en el plan general de guerra establecida, basado en un ataque directo a las Islas Británicas, y en la puesta en ejecución de una acción de gran envergadura en dirección a Palestina.

Todo parece indicar que el objetivo de las operacionesde este invierno es la ocupación del Canal de Suez, atacándolo simultáneamente desde el Este y el Oeste.

2°.- La situación actual de la guerra pudiera resumirse en los siguientes términos:

a) Se ha desistido, al menos hasta que pase el invierno y vuelvan los buenos tiempos, del desembarco en Inglaterra. La guerra en el Norte se manifestará exclusivamente en acción de agotamiento de las Islas Británicas, con bombardeos aéreos pertinaces a puertos y regiones industriales e intensa acción naval (submarinos, aviones y fuerzas de superficie, cuyas posibilidades de actuación han sido considerablemente favorecidas por el mejoramiento de la situación geográfica del Reich producido por la ocupación del litoral continental) contra las comunicaciones marítimas británicas.


b) Al alargarse la guerra, y dada la actitud de solidaridad de los EE. UU. respecto a Inglaterra, el problema militar del Eje queda, en cierto modo, en un segundo plano respecto a la importancia del problema económico de Europa entera. Se hace necesario, indudablemente, que Europa pueda vivir prescinciendo de los recursos de ambas Américas, todo el tiempo que sea necesario hasta la terminación de la guerra y para ello es indispensable proceder a una profunda reorganización económica del viejo mundo, explotando y dosificando racionalmente los recursos de Europa, de la mayor región posible de la parte norte de África y del Asia occidental, y esto exige como cuestión fundamental arrojar a los Ingleses del Mediterráneo y, quizás también, contar con la cooperación de Francia.

La acción política (entrevista del Führer con el Mariscal Pétain) parece dirigirse en este último sentido, y en cuantoa la acción militar y diplomática, ambas parecen encaminadas a dominar el Mediterráneo.

3°.- El dominio efectivo de este mar, convirtiéndole en una especie de Báltico al margen de la acción de las fuerzas de superficie inglesas, pues las submarinas siempre tendrán posibilidades de actuar, ya que una obstruccuión submarina completa del Estrecho es posible que no se pudiera realizar al menos en mucho tiempo, exige la ocupación de sus dos acceso: Canal de Suez y Gibraltar.

4°.- Ante esta situación, basada, es cierto, en elementos de juicio seguramente incompletos, pero que aprecio muy próxima a la real, considero mi deber soometer al elevado juicio de V.E. mi punto de vista en orden a una orientación general del plan de acción naval en el caso en que los altos intereses de España, providencialmente en manos de V.E. conviniera nuestra intervención en la guerra.

5°.-La ocupación de Gibraltar, o al menos la inutilización de de su base naval, requiere, indudablemente, la entrada de España en la guerra al lado, claro está, de las potencias del Eje.

Ahora bien, al entrar España en la guerra frente a Inglaterra es evidente que perderiamos las comunicaciones a través del Atlántico, como las perdió Alemania desde el momento de comenzar el conflicto no obstante disponer de una fuerza naval muy superior a la nuestra. El petroleo, la gasolina, el trigo, y cuantos recursos indispensables para la vida de la nación llegan con más o menos dificultades desde América quedarían cortados. Estos recursos no podrian llegar por el Mediterráneo, porque tendrían que proceder del mar Negro, y mientras los ingleses estén en Alejandría las comunicaciones marítimas en el Mediterráneo oriental están también cortadas, y no nos quedaría, por lo tanto, otra comunicación para abastecer a la nación de víveres, combustible y materian de todas clases, que el ferrocarril con Alemania a través de Francia, comunicación ésta a todas luces insuficiente, aún suponiendo que Alemania disponga de lo que nosotros necesitamos en la cantidad suficiente para proporcionárnoslo.

6°.- Es evidente que, en estas condiciones, la intervención de España no solamente no reportaría ventajas al Eje, sino que, por el contrario, le ocasionaría un considerable perjuicio, al tener que atender a nuestras necesidades (que entonces serían las suyas) acrecentadas por la guerra sin disponer de las comunicaciones indispensables. Por otra parte, la cuestión de Gibraltar es, en cierto modo, secundaria en orden a la influencia de Inglaterra en el próximo Oriente, mientras cuente con el már Rojo y el Canal de Suez para sostener a las fuerzas de tierra, mar y aire, que operan en la región.

7°.- Parece desprenderse deéstas que, por una razón casi de imposibilidad material, España no intervenga en la lucha en tanto que el canal de Suez esté en poder de los ingleses.

8°.- Ahora bien, el día que el canal de Suez sea ocupado por las potencias del Eje, la situación cambiará completamente de aspecto. Inglaterra será desalojada del próximo Oriente, y para que el Mediterráneo quede completamente fuera de de la acción de las fuerzas navales inglesas y puedan ser plenamente aseguradas las comunicaciones a través de dicho mar, lo que será necesario para conseguir la ordenación económica del viejo mundo, será preciso inutilizar la base naval de Gibraltar, lo que exigirá la intervención de España en la guerra.

9°.- Esta intervención no tendrá en tal caso los inconvenientes señalados en el punto 5°, pues disponiendo del Mediterráneo se podría aprovisionar a España por vía marítima a través de este mar, con plena garantía, una vez que quedara en manos del Eje, el Estrecho de Gibraltar.
10°.- En resumen, todo parece indicar que, antes de la citada caída del canal de Suez, España no entrará en la guerra, pero que tan pronto como dicho canal pase a poder de las potencias del Eje cambiarán fundamentalmentelos aspectos de la cuestión, y cabe pensar que V. E. decida nuestra intervención en el conflicto.

11°.- La situación, en tal caso, sería, en su aspecto general, la siguiente:

a) Nuestras comunicaciones marítimas por el Atlántico quedarían absolutamente cortadas e incumunicadas las Canarias y Guinea con la Península.

b) Es posible que Inglaterra, al perder sus bases del Mediterráneo trate de apoderarse de Azores y Cabo Verde, para asegurarse sus comunicaciones atlánticas; de Canarias con el mismo objeto y para mantener bases de submarinos con los que operar en el Mediterraneo, pues aunque el Estrecho quede cerrado a los buques de superficie, nunca podrá cerrarse de una manera absoluta a los submarinos, y puede que también de alguna posición en la costa de Portugal, posiblemente el mismo propio de Lisboa, resucitando la posesión excepcional de Torres Vedras, si bien con las modernas armas no tendrá las mismas características defensivas que al principio del pasado siglo.

c) España quedaría con su litoral cantábrico-galáico y del golfo de Vizcaya en vanguardia del dispositivo europeo, y con Canarias y Guinea fuera del mismo y sin enlace posible con la metrópoli..

12°.- La misión principal de España, consistirá en mantener cerrado el Estrecho por medio de la doble acción de artillería en la costay de fuerzas de flotilla en la mar. Al Este de este dispositivo ofensivo, la Marina tendrá que asegurar la protección antisubmarina de las comunicaciones mediterráneas como cuestión fundamental, pues de ellas dependería exclusivamente la vida del país y que, por estar más próximas al Estrecho de Gibraltar, con mayor intensidad sufrirían los ataques de submarinos ingleses.

13°.- Nuestro litoral del Atlántico quedará expuesto a los ataques ingleses, y en este orden de ideas los lugares más interesantes de defender son:

- La zona industrial de El Ferrol del Caudillo, atacable por aviones, pero bien defendida contra los buques.

- La zona industrial de Bilbao, atacable desde el mar y desde el aire por aviones procedentes de portaaviones.

- El puerto de Avilés (Zona Carbonera).

- La línea de cabotaje (tráfico de carbón) Avilés-Bilbao, que sería indispensable, porque las comunicaciones terrestres probablemente no darán el rendimientonecesario para abastecer en la proporción debida a los altor hornos de Bilbao.

- La zona industrial de Cádiz (factoría de San Carlos).

- Es posible también, aunque menos probable, que los ingleses intentaran algo contra las Rias Bajas, absolutamente indefensas en la actualidad, pero esto dependería de la situación con Portugal.

14°.- Es evidente que la defensa del litoral del Norte no puede confiarse a nuestras fuerzas de superficie, enormemente inferiores a las inglesas. Su rendimiento sería absolutamente nulo, o quedarían encerradas en El Ferrol o serian facilmente destruidas por fuerzas tres o cuatro veces superiores, sin sacar ningún provecho de unos buquesque tienen su papel específico e indispensableen la protección antisubmarinadel tráfico en el Mediterráneo. Pro otra parte, en las condiciones que habrían de presentarse ninguna fuerza de superficie de alguna entidad podria operar desde El Ferrol, porque no habria medio de abastecer de combustible a dicha base.

15°.- Ferrol tendrá que ser simplemente base de submarinos, cuyas necesidades en orden de combustible son mucho menores. Ferrol es además una magnífica posición para atacar desde ella las comunicaciones inglesas.

16°.- La pesca, aspecto sumamente importante para nosotros, quedaríanotablemente perjudicada y limitada aún con riesgos, a las proximidades de la costa, pues sin poder naval no puede protegerse la explotación de las riquezas del mar, que es una manifestación del ejercicio del mismo.

17°.- Como consecuencia de cuanto antecede, considero previsión que someto a la alta consideración de V. E.:

a) Establecer en Ferrol las minas necesarias, dentro de nuestras escasas posibilidades, para protejer Ferrol, Avilés, Bilbao y las Rias Bajas.

b) Hacer <<stock>> de diesel-oil en Ferrol para submarinos.

c) Artillar como se pueda Bilbao, Aviles, el litoral entre ambos puertos para así proteger en lo posible el cabotaje de carbón, y las Rias Bajas.

d) Disponer la defensa antiaérea de Ferol y Bilbao principalmente.

e) Destinar a la región del Norte a nuestros submarinosy preveer la llegada de submarinos aliados a Ferrol.

f) Preveer el armamento de los pesqueros de la PISBE, que estarían encargados del rastreo de la canal de seguridad de El Ferrol y, posiblemente, de la protección inmediata contra submarinos del cabotaje de carbón.

g) Preveer la defensa de minas y el armamento de pesqueros para mantener la canal de seguridad de dicha base.

h) Preveer la utilización de Cadiz como basse de submarinos aliados. El abastecimiento de combustiblepodría haberse realizado desde el Estrech, una vez caido Gibraltar, pero también cabe pensar en el traslado rápido de alguno de los depósitos de la factoría de Ceuta, cuya destrucción por el fuego de Gibraltar es más que probable dada su posición.

i) Artillar Cádiz y dotar de defensa antiaérea la factoría industrial.


j) Estudiar, de acuerdo con los ejércitos de Tierra y Aire, la intervención de la Marina en el dispositivo ofensivo del Estrecho de Gibraltar.

k) Destinar nuestras fuerzas de superficie a la región del Estrecho (base de Cartagena y Cádiz) y a la protección contra submarinos del tráfico.

l) Con respecto a la pesca, cabría preveer el desplazamiento con oportunidad de parte de la flota pesquera del Norte al Mediterráneo.

m) Preveerla evacuación de las poblaciones civiles de Ceuta, Algeciras y Tanger y el artillado de este último puerto.

18°.- En lo que a minas se refiere, nuestra situación es la siguiente:

Departamento / Listas / Armamento / Construcción

Ferrol: 916 / - / -
Cádiz: 207 / 178 / 452
Cartagena: 302 / 463 / 1.994
Baleares: 548 / - / -
-------------------------------------
Totales: 1.973 / 641 / 2.446

Conviene dar carácter de máxima urgencia al alistamiento y construcción de las que están pendientes pues aún todas listas, 5.060 minas es un número muy por debajo de nuestras necesidades.

19°.- Con respecto a las Islas Canarias, las minas no tienen aplicación, a causa de la proximidad a la costa de los grandes fondos, y en lo que a fuerzas navales se refiere, solo podríanactuar como elemento complementariode un conjunto de defensa de costa cuya base principal tiene que ser la artillería de grueso calibre que no existe.

20°.- Si los ingleses intentaran algo contra las islas, lo harían con fuerzas similares a las que enviaron contra Dakar, y si Dakar rechazó el ataque fue principalmente por la artillería de 406 milímetros del Acorazado francés "Richelieu, los submarinos y la aviación. Destinar fuerzas ligeras y en escasísimo número como las nuestras para rechazar un ataque de acorazados es destinarlas a ser destruidas sin rendir lo más mínimo a la defensa o a la ridícula actitud, que no se soportaría fácilmente, de permanecer en puerto siendo blanco de las iras de la gente que, por lo general, no entiende de las cosas de mar y concede la misma importancia a un cañonero que a un "dreadnought".

Si se mandaran a Canarias fuerzas de superficie y se produjera el ataque de una agrupación inglesa en la que habría acorazados, como no hay artillería gruesa en la costa, estos, fuera de todo peligor, bombardearían, el clamór popular pediría la salida de nuestros buques y se produciría exactamente el caso de Santiago de Cuba. Los buques saldrían y serian destruidos, sin conseguir con su sacrificio el más mínimo beneficio a la defensa de las Islas, y nos quedaríamos sin unas unidades que, aunque escasas e incompletas, podrían cumplir su misión en la protección del tráfico mediterráneo, cuyo papel tendría que ser desempeñado por unidades aliadas, con el consiguiente desprestigio de España.

21°.- De estar conforme V. E., procederé con la máxima urgéncia a tomar las medidas necesarias para la realización del plan que he tenido el honor de exponer a V. E. de una manera sumaria en los puntos anteriores,

Diós guarde a V. E. muchos años.

Madrid, 11 de noviembre de 1940. - Firmado y rubricado: Salvador Moreno.

Excelentísimo señor Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos.

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Mensaje por Francis Currey » Sab Oct 01, 2005 1:27 am

Las condiciones para la entrada de España en la IIGM, del lado de Alemania e Italia, vienen resumidas en el memorando que el embajador alemán en Madrid (Stohrer) envió el 8 de agosto de 1940 a Berlín bajo el título de “Operación Gibraltar. Condiciones para la entrada de España en la guerra”.

Stohrer afirma que, de acuerdo con un memorando presentado en junio de ese año por la Embajada española, el Gobierno español se declara dispuesto, bajo ciertas condiciones, a abandonar su posición de Estado “no-beligerante” y entrar en la guerra del lado de Alemania e Italia.

Las condiciones del Gobierno español, según ese memorando del que habla Stohrer, eran:

1) Cumplimiento de las demandas territoriales, Gibraltar, Marruecos francés, Orán, el río de Oro (expansión) y las colonias del Golfo de Guinea.

2) Asistencia militar para la guerra.

Se precisaba, además, asistencia económica, sobre todo gasolina (España sólo disponía de fuel para un mes y medio de guerra) y alimentos (disponibilidad para 7 meses, estimación española muy optimista, según Stohrer).

Las ventajas de la operación para Stohrer eran:

1) El efecto de la declaración de guerra de España sería un duro golpe para el prestigio inglés (propaganda) y un incentivo para el alemán.

2) Inglaterra perdería el comercio de minerales con España, especialmente la pirita.

3) Anulación de los derechos de propiedad ingleses sobre mineral y minas de cobre.......

4) Una ejecución victoriosa de la operación daría el control del Estrecho.

Peligros de la operación para España:

1) Posibilidad de que Inglaterra comenzara operaciones militares contra España nada más saber de las intenciones ciertas de su entrada en la guerra.

2) Con el objetivo anterior, Inglaterra podría extender su dominio del territorio de Gibraltar para hacer que un ataque a su posesión fuese más difícil. Posteriormente también podría ocupar las Islas Canarias, Tánger y las colonias españolas. España considera incluso amenazadas las Islas Baleares.

3) La ruptura entre España e Inglaterra podría tener consecuencias para Portugal. Los ingleses podían ocupar Lisboa y Lagos y otras partes de Portugal con lo que España tendría un frente terrestre abierto.

4) El estallido de la guerra entre España e Inglaterra puede calentar la situación en África del Norte, especialmente en Marruecos, donde la situación es muy tensa. España desconfía del Residente General Nogues de quien se dice hace migas con los ingleses. Por tanto una operación en alianza inglesa-francesa-marroquí contra la zona española y Tánger es posible.

5) A causa del debilitamiento producido por su guerra civil, España es incapaz de llevar a cabo una guerra más allá de unos pocos meses si no recibe ayuda económica de Alemania e Italia.

6) Una intensificación de la grave situación económica y una eventual hambruna junto con la pérdida de islas y colonias podría desembocar en grandes revueltas en España. No considero este peligro muy grave en principio, ya que el ejército está intacto. Pero si la guerra se convirtiera en una guerra larga, la situación se volvería muy preocupante.

Dificultades y peligros para nosotros:

1) Para el transporte del material de guerra necesario para España, sólo están disponibles la línea del ferrocarril Bordeaux-Hendaya-(frontera)-Irún-San Sebastián-Burgos...y la carretera que corre paralela. Dentro de la zona fronteriza ocupada por nuestras tropas, sólo hay un pasaje por los Pirineos, en St. Jean Pied de Porc. De acuerdo con el informe de von Both en Biarritz, sólo coches de pasajeros y camiones ligeros pueden transitar por este pasaje debido a la estrechez de sus curvas. El transporte de todo el material de guerra debe viajar por la costa, donde por muchos momentos, entre Bayona y San Sebastián, el ferrocarril y la carretera están a la vista y expuestos a la artillería naval. Todavía hay otra dificultad más con el ancho del tendido de la línea de ferrocarril, diferente al de la francesa, por lo que es necesario volver a cargar, y equipos como los cañones ferroviarios no pueden continuar. Así que la artillería pesada y otra artillería deben viajar por carretera.

2) Las reclamaciones sobre Alemania para el envíos de armas y tropas especiales no deben ser objetadas. Por otra parte, si la guerra se alarga, la asistencia económica que nos solicitan constituirá un gran problema (especialmente la nutrición).

Si la operación se lleva a cabo es necesario en cualquier caso:

1) Llevar las operaciones lo más camufladas que sea posible, tener disponible en España suministros de gasolina y material de guerra (municiones, bombas) que puedan ser discretamente transportados por ferrocarril o camión, y, no hasta el último momento, traer las armas pesadas del sur de Francia a través de la frontera rápidamente y a emplazamientos ya preparados, mientras que el arma aérea no debe hacer su aparición hasta el último momento cuando la operación se ponga en marcha.

2) El momento de iniciar las preparaciones y la operación se debe ajustar a los acontecimientos esperados en Inglaterra para evitar una entrada demasiado rápida de España en la guerra, es decir, un período de guerra insoportable para España, y así bajo ciertas circunstancias el comienzo de una fuente de peligro para nosotros.

Stohrer.-

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Mensaje por Francis Currey » Mié Oct 05, 2005 2:27 am

Neutralidad

La neutralidad, de España, fue el posicionamiento incial del gobierno de Franco, aunque la situación acabaría cambiando con los nuevos acontecimientos sucedidos en la guerra.

El 4 de septiembre de 1.939 el Gobierno decretaba la neutralidad del país ante el conflicto que acababa de estallar y así se publica en el Diario Oficial:

"Constando oficialmente el estado de guerra que por desgracia, existe entre Inglaterra, Francia y Polonia de un lado, y Alemania, de otro, se ordena, por el presente decreto la más estricta neutralidad a los súbditos españoles, con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del derecho público internacional".

Saludos

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Mensaje por Francis Currey » Dom Nov 06, 2005 11:07 pm

¿Intentó Hitler derrocar a Franco?

Las relaciones entre Hitler y Franco constituyen uno de los episodios más espinosos de la historia española reciente. Para los partidarios de Franco, éste supo siempre controlar las ambiciones de Hitler comprometiéndose únicamente en aquello que podía resultarle de interés; para sus adversarios, por el contrario, existió una identidad de cosmovisión desde el principio entre ambos invasores manifestando siempre Franco una postura de servilismo hacia el Führer. La realidad, sin embargo, fue mucho más compleja y en un momento determinado llevó a Hitler a considerar seriamente la liquidación de Franco.

Corría el mes de junio de 1942 cuando llegó al Ministerio de Asuntos Exteriores del III Reich una carta muy especial. El remitente era el general Muñoz Grandes, comandante en jefe de la División 250 de la Wehrmacht. Más conocida como División Azul, este contingente estaba formado por españoles y combatía en el frente ruso. La misiva llegaba en un momento especialmente interesante ya que, teóricamente, los días de Muñoz Grandes como jefe de la unidad estaban contados y el día 14 debía encontrarse en Berlín su sustituto, el general Esteban Infantes. Aquel mensaje podía tener un significado de importancia trascendental e inmediatamente se dieron los pasos para evitar el regreso de Muñoz Grandes a España. Mientras se retenía a Esteban Infantes en Berlín, el almirante alemán Canaris volaba a España para sondear ante Franco la posibilidad de que Muñoz Grandes de momento continuara al mando de la División Azul. Franco no pareció percibir ninguna segunda intención y dio su aquiescencia. Inmediatamente, Muñoz Grandes fue convocado al Cuartel general de Hitler, la denominada Guarida del Lobo.

Hasta aquellos momentos, el servicio de inteligencia alemán era conocedor de que Muñoz Grandes —el más falangista de los generales de Franco— estaba disgustado por la marcha reciente de la política española. Se mostraba descontento con los sectores tradicionales del régimen, abominaba de don Juan de Borbón al que ni siquiera consideraba español, defendía una implicación mayor de España en la guerra y aborrecía abiertamente a Serrano Súñer, el cuñado de Franco que tenía a su cargo la cartera de Asuntos Exteriores. De hecho, cuando Miláns del Bosch regresó a España, Muñoz Grandes le encomendó un mensaje para Serrano: si regresaba lo mataría personalmente junto a los de su camarilla. Desde 1941, Ribbentrop, el ministro de Asuntos Exteriores del III Reich, y Walter Schellenberg, el jefe de la sección VI de la Seguridad del Reich, estaban barajando la posibilidad de derrocar a Franco y sustituirlo por un general más abiertamente germanófilo. ¿Podía encajar Muñoz Grandes en ese objetivo?

La entrevista entre Hitler y Muñoz Grandes se celebró el 11 de julio. En el curso de la misma, el general español fue todo menos discreto. Según el Informe Monteys de 31 de agosto de 1942, despotricó de los reemplazos de la División Azul alegando que ya no eran mayoritariamente falangistas como en un principio y tampoco escatimó críticas contra los mandos. Confiado en la comprensión del Führer, le manifestó que no tenía inconveniente en mantenerse en el frente si así lo estimaba conveniente pero que, en realidad, lo que deseaba era regresar a España con apoyo alemán y llevar a cabo una limpieza a fondo con ayuda de la Falange. En su opinión no resultaría necesario derribar a Franco sino que bastaría con convertirlo en Jefe de Estado de manera decorativa mientras él asumía la presidencia del Gobierno.

La respuesta de Hitler fue positiva ya que —sin saberlo Muñoz Grandes— coincidía con los planes que ya hemos mencionado del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la inteligencia del Reich. Así, acordó mantener una comunicación directa, secreta y extraoficial con el general y luego, por su cuenta, dio forma al plan de sustitución de Franco. De momento, no era conveniente que Muñoz Grandes regresara a España. Antes debía convertirlo en un héroe para facilitar su control de la situación española. Para facilitar este objetivo decidió que la División 250 sería trasladada a un frente más activo. En el contexto de la época, el plan parecía plenamente realizable. Rommel avanzaba imbatido en el Norte de África y Sebastopol acababa de caer ante von Manstein. El 23 de julio, Hitler firmó la Orden 45 del Führer que ordenaba la conquista de Leningrado bajo el nombre de Magia de Fuego (después cambiado a Luz del Norte). Muñoz Grandes al mando de la División Azul participaría en la toma de la ciudad, antigua capital de los zares y segunda de la URSS. Para asegurar su éxito, la División se convirtió en la numéricamente más fuerte de todo el XVIII Ejército. Mientras tanto Esteban Infantes, el sustituto enviado por Franco se veía obligado a permanecer en Berlín. Como mucho, tanto Hitler como Muñoz Grandes estaban dispuestos a que marchara al frente en calidad de segundo jefe de la División Azul.

Lo que ignoraba Muñoz Grandes es que no era él quien había convencido a Hitler sino éste el que venía pensando en utilizarle desde hacía ya algún tiempo. De hecho, las Charlas de sobremesa de Hitler correspondientes a aquella época dejan de manifiesto una creciente animadversión hacia Franco y su gobierno. El 7 de julio, se había entregado a amargas reflexiones sobre el clero y Serrano Súñer, y había llegado a confiar a Jodl que esperaba derribar al Caudillo recurriendo a “la vieja Falange”. Tras recibir el asentimiento del general Keitel, el Führer había señalado incluso cuáles eran sus proyectos concretos : “tenemos que impulsar todo lo que podamos la popularidad del general Muñoz Grande (sic)... porque la División Azul puede, en un momento dado, desempeñar un papel decisivo, cuando suene la hora de derribar este régimen controlado por los curas”. La entrevista, ya señalada, que mantuvo con el general español unos días después sólo sirvió para confirmar un plan ya fraguado.

Cuando durante el mes de agosto se produjo una crisis ministerial en España en el curso de la cual se produjo la caída, entre otros, de Serrano Súñer, el Ministerio de Asuntos exteriores alemán comenzó a considerar que el plan Muñoz Grandes no era ya necesario. Sin embargo, el comandante en jefe de la División Azul insistió en su realización en una entrevista con Likus, celebrada el 5 de septiembre, y —lo más importante— Hitler también se negó a descartarlo. La clave, sin embargo, seguía siendo una gran victoria asociada a Muñoz Grandes. Desde la noche del 1 al 2 de septiembre, los hombres de la División Azul comenzaron a desplazarse por carreteras secundarias para participar en la ofensiva sobre Leningrado. En la del 5 al 6 inició los combates en las cercanías de Pushkin, la antigua Tsarkoye Tseló, residencia de los zares. Sin embargo, los resultados iban a ser muy distintos a lo esperado. Enfrentados a unidades de dos cuerpos de ejército soviéticos —el 42 y el 45— los divisionarios combatieron con arrojo tal y como se esperaba. De hecho, las perspectivas eran tan buenas que el 25 de septiembre el Alto Mando de la Wehrmacht volvió a plantearse la invasión de España con el nombre clave de Gisela. El paso se daba en un momento desfavorable porque antes de una semana resultaba obvio que Leningrado no caería y Muñoz Grandes no cosecharía la gloria esperada. El 19 de octubre Hitler anuló la ofensiva contra Leningrado. Ese mismo día, y ante la perspectiva de desembarco aliado en el norte de África, el Führer se entrevistó con el almirante Raeder para examinar la posibilidad de una invasión de España. A su juicio, para esa coyuntura resultaba imperativo el regreso de Muñoz Grandes a su país.

El 2 de diciembre de 1942, Hitler comunicó a los enviados españoles en la Guarida del Lobo que, finalmente, Esteban Infantes podía sustituir a Muñoz Grandes en el mando de la División Azul. Unos días después el Führer condecoró al general con la Cruz de Caballero, una condecoración que se concedía raramente a los no-alemanes. Halagado, Muñoz Grandes se comprometió nuevamente a alinear más claramente a España con Alemania y a mantener la comunicación secreta con Hitler a través de canales extraoficiales. La acogida que se le dispensó en territorio español parecía indicar que estaba más cerca que nunca del triunfo. Se trataba, en realidad, de un espejismo. Franco lo colmó de honores (la Palma de plata de la Falange, el ascenso...) y aparentó escuchar sus argumentos en favor de una entrada completa en la guerra cuando cenó con él en Noche Vieja. Pero la suerte estaba echada. Controlado de cerca por el Caudillo, Muñoz Grandes había dejado de ser un peligro para él y una baza para Hitler. El antiguo jefe de la División Azul creía contar con posibilidades y así se lo comunicó en secreto a su enlace alemán. No era así. En el futuro Franco se permitiría incluso ser extremadamente generoso con Muñoz Grandes. Podía hacerlo con tranquilidad. El Führer había planeado un peligroso golpe en su contra pero el plan había naufragado en realidad en los gélidos arrabales de Leningrado.

Fuente: César Vidal

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Política exterior franquista y la Segunda Guerra Mundial

Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 08, 2005 5:56 pm

Política exterior franquista y la Segunda Guerra Mundial

La Guerra Civil Española fue la primera batalla librada contra el fascismo, el prólogo de la Segunda Guerra Mundial. La derrota de la República mostraría pronto que la vinculación franquista a las potencias del Eje, amén de concordancias ideológicas, era el pago a la ayuda militar, económica, política y diplomática recibida por los sublevados durante la guerra y que les permitieron vencer en la misma.

Verdad es que, también, dicha vinculación era alimentada por delirios imperialistas de Franco y sus acólitos de Falange que se prestaban, si la ocasión era propicia, a recoger las migajas del nuevo reparto del mundo que el creciente poderío alemán en Europa parecía asegurar.

Días antes de finalizar la guerra en España se firmaba en Burgos, con Jordana como ministro de Asuntos Exteriores, el Pacto Anti Komintern, acuerdo político contra la Internacional Comunista. También, el 31 de marzo de 1939, se suscribió el tratado de amistad hispano-germano, que colocaba a España en la condición de asociada a Alemania en condiciones harto ventajosas para dicho país. Tiempo después se retiraba España de la Sociedad de Naciones, «ese antro podrido de la democracia» al decir de la prensa de la época. Simultáneamente se establecían bases de cooperación con el Vaticano.

No, no se trataba de poner una vela a Dios y otra al diablo. Las cruces, la gamada y la del papado, cuyas tendencias totalitarias eran más que manifiestas, podían perfectamente servir a un régimen que trataba de revivir las épocas del esplendor de Trento, de la España martillo de herejes. Fascismo y clericalismo eran las dos caras de una misma moneda. Los teólogos de combate, que habían movilizado tanto la Iglesia española como el Vaticano contra la República española, venían a plantear el mismo o parecido discurso que en Berlín planteara Goebbels: Por el imperio hacia Dios.

Tiempo después, y según sucedían los avances de las tropas alemanas en Francia, el Gobierno, que había declarado públicamente la neutralidad española, iba cambiando de actitud. Días antes de la capitulación francesa en el bosque de Compiègne a manos de Pétain, Laval y demás colaboracionistas, cambió España su actitud de país neutral por la de no beligerante, situación nueva que permitiría a Franco mostrar mejor y más claramente su apoyo a las potencias del Eje.

Así, aviones y submarinos alemanes repostaban en puertos y aeródromos españoles. Se bombardeaba Gibraltar desde bases andaluzas, barcos de guerra italianos fondeaban en las islas Baleares. Las policías de Hitler y Mussolini adiestraban a toda suerte de policías españoles, ya fueran oficiales u oficiosas, en los métodos represivos de la época.

Tánger fue españolizado, es decir, ocupado por tropas españolas, y en esa ciudad se establecieron la Gestapo y los servicios de inteligencia alemanes para todo el norte de África.

Serrano Súñer, Ridruejo, Tovar y otros jerarcas del «amanecer» negociaban en Berlín, en 1940, la utilización del territorio español para la llamada Operación Fénix. Se trataba de la ocupación de Gibraltar para así impedir el dominio naval y aéreo británico en el Mediterráneo y también la utilización posterior de dicha base en operaciones militares en el norte de Africa. Parecía que los delirios fascistas de Castiella y Areilza expresados en el libro titulado Reivindicaciones españolas estaban a punto de cumplirse. Si España entraba en la guerra al lado de Alemania o Italia, no sólo Gibraltar, sino también parte de Argelia y del Marruecos francés serían españoles. Zonas de expansión colonial en Río de Oro y el golfo de Guinea formarían parte del nuevo imperio que estaba al alcance de la mano.

Tras las negociaciones de Berlín y la visita de Himmler, jefe de la Gestapo, a Madrid, se celebró la entrevista de Hendaya entre Franco y el Führer. Serrano Súñer y Stchrer redactaron el protocolo donde se contemplaba la participación de España en la guerra a cambio de compensaciones territoriales.

Si España no entró en guerra en aquellos meses no fue debido a la posteriormente cacareada visión de Franco, sino a que Hitler tuvo que prestar toda su atención a la situación creada en los Balcanes a causa de la derrota del ejército italiano en Grecia en octubre de 1940. Al tiempo, el Estado Mayor alemán prepara dos alternativas militares: la dicha Operación Fénix, ataque a Gibraltar, y la denominada Barbarrossa, ataque a la Unión Soviética.

Serrano Súñer y Hitler, Canaris y Franco conversan, en distintas ocasiones, acerca de la fecha adecuada para el ataque a Gibraltar. Pero la preparación del operativo Barbarrossa y el desastre italiano en Libia obligan a Hitler al envío a África del ejército de Rommel. Se aplaza, entonces, la Operación Fénix.

Las entrevistas de Franco y Mussolini en Bordighera y con Pétain en Montpellier, en febrero de 1941, no modifican en nada la situación. Son, fundamentalmente, temas de primera página en la prensa de la época, ocasión de reafirmación antidemocrática y anticomunista para los monaguillos del Movimiento. Ocasión también para la deportación de exiliados republicanos en Francia a los campos de concentración nazis sitos en Alemania o Austria.

El 21 de junio de 1941 las tropas alemanas invaden territorio de la URSS. La fiebre, la euforia fascista en España es total, invade las calles, la prensa, las emisoras de radio. La histeria de Serrano Súñer, la de Arrese, la de muchos jefes militares no conoce límites. Piden el exterminio de Rusia. El país de Lenin, gritan en la madrileña calle de Alcalá, es culpable de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, de nuestra guerra civil.

Se crea la División Azul, que entraría en combate el 13 de agosto. Marchaban hacia Alemania borrachos de anticomunismo, cantando Lily Marlén o Cara al sol. Franco, el 18 de julio, se encargaría de echar leña al fuego. Para él, las tropas alemanas dirigían la batalla que Europa y el cristianismo tanto anhelaban. Y la sangre de la juventud española iba a unirse a la de los camaradas del Eje. Naturalmente, al socaire de todo ello se intensificaba la represión interna. La caza al rojo estaba al orden del día.

España, aunque de manera parcial, se había convertido en beligerante al enviar soldados a luchar contra la Unión Soviética, Hitler era el amo de Europa y sus tropas alcanzaban las afueras de Moscú. De otra parte, el ataque japonés a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941 y las iniciales y espectaculares victorias niponas daban alas al optimismo fascista.

Pero pasaban los meses y las cosas no estaban claras a pesar del optimismo de Informaciones, Arriba y demás prensa regimentada. Parecía que misas y tedeums por la liberación de Rusia no eran suficientes para doblegar al Ejército Rojo, el cual, a pesar de sufrir cuantiosas bajas humanas, a pesar de la pérdida de inmensos territorios, no se derrumbaba, seguía combatiendo.

De otra parte, las ansias de imperio no casaban bien con la realidad española de aquel tiempo, realidad que se prolongó bastantes años. Aunque banderas, guiones y gallardetes, camisas azules, botas altas y boinas rojas, himnos y triples gritos mostrando la sumisión al jefe, al Caudillo, formaran parte sustancial de la vida cotidiana, España era, sobre todo, tierra de mendigos, de gentes que hambreaban con la escudilla en la mano, las colas formadas ante las puertas de los cuarteles o de los locales del Auxilio Social de no importa qué lugar del país.

Teóricos de uniforme, subidos a la cucaña del poder, al tiempo que se enriquecían en el mercado negro, pícaros de la letra anticomunista, peroraban sobre la esencia histórica del español, mitad monje mitad soldado. Policía política, policía militar, guardias civiles, jefes de casa, de barrio, de localidad, etc., formaban parte del tejido social, de tela de araña, donde se ahogaba la vida española. Más de doscientos treinta mil presos políticos existían en España, según datos oficiales, en 1940. Ciano afirmaba que en Madrid se fusilaba diariamente entre doscientos y doscientos cincuenta hombres y mujeres; en Barcelona, ciento cincuenta; en Sevilla, ochenta. Para Wolfis, entre 1939 y 1941 más de ciento noventa y dos mil españoles fueron pasados por las armas.

En 1942 comienza a cambiar el curso de la guerra. La ofensiva de verano es frenada en el Cáucaso a finales de septiembre. En Stalingrado se inicia la batalla que iba a romper la columna vertebral del poderío alemán. Franco cesa a su cuñado como ministro de Asuntos Exteriores y en vez de la baza Serrano juega la baza Jordana, al que ciertos medios, no se sabe bien por qué, juzgan proclive a los aliados. Verdad es que también, por aquellos tiempos, Franco había declarado que «si el camino de Berlín fuese abierto a las fuerzas soviéticas, España enviaría no una nueva División Azul, sino un millón de hombres para defender la capital hitleriana».

El desembarco en Casablanca el 8 de noviembre de 1942, la carta que envía Roosevelt a Franco, una cierta posición conciliadora de Churchill respecto al régimen franquista, fuerzan a la política exterior española a ciertos equilibrios, a acusadas ambigüedades. Aún, a pesar de todo, el franquismo espera el milagro, la victoria alemana. Si, por un lado, se limitan los suministros a aviones y barcos italianos y alemanes en nuestro territorio, por otro, se firman acuerdos para el envío de víveres y materias primas al Tercer Reich. Arrese, secretario general del Movimiento, toma el relevo de Serrano Súñer en lo que concierne a la actividad propagandística pro nazi, llevando ésta hasta lo convulsivo.

Arrese se entrevista con Hitler, al que solicita armamento moderno para poder hacer frente a una eventual invasión de España por parte de americanos e ingleses, presumiblemente por Canarias. De otra parte, tras la reunión de Sevilla el 17 de febrero de 1942 entre Franco y Oliveira Salazar se firma el Pacto Ibérico. Los dirigentes fascistas de Portugal y España olfateaban las dificultades de las armas alemanas y se aprestaban, sobre todo Franco, a abrir una etapa de diversificación de contactos y acuerdos. Portugal había mantenido, a pesar de su régimen corporativo, fascista, sus tradicionales relaciones con Gran Bretaña, ésa era una baza que Franco podía necesitar en su momento.

El África Korps se derrumbaba en las arenas del desierto ante la aviación y los blindados anglo-americanos. Y en enero de 1943 comenzaba la fase final de la batalla de Stalingrado. Los que habían destruido Guernica, los que habían humillado al ejército francés, al belga, los que habían humillado a media Europa caían vencidos, derrotados ante la potencia y heroísmo de los soldados rojos. Stalingrado fue la esperanza para millones y millones de hombres y mujeres. Un nombre de leyenda en cárceles y campos de concentración, en los versos de cien poetas. Era el principio del fin del imperio de los mil años proclamado por Hitler.

En esa situación, Franco, a través de Samuel Hoare, embajador británico en Madrid, propone se lleven a cabo conversaciones entre las fuerzas del Eje y los aliados para lograr una paz por separado y unir las fuerzas frente a la Unión Soviética, con la que había que continuar guerreando basta lograr su aplastamiento. Pero la iniciativa de Franco, que de algún modo tomaba en su mano la propuesta que en su día hiciera Rudolf Hess a los británicos y salía al encuentro de los intereses políticos y estratégicos de los sectores más reaccionarios del imperialismo anglo-norteamericano, era ciertamente prematura y sólo sería posible años después, tras el discurso de Churchill rompiendo la coalición antihitleriana que marca el comienzo de la guerra fría, no de la caliente, que era la pretensión de Franco entonces.

Franco fracasa en sus intentos y tiene que aceptar la única salida que le queda, bajo presión anglo-norteamericana vuelve desde sus posiciones de no beligerante a la neutralidad. Declaración que fue hecha el 3 de octubre de 1943. Y así, el 12 de diciembre del mismo año comenzaba el retorno de algunas unidades de la División Azul. Volvieron diezmados, con Cruces de Hierro, pero sin el regusto de la victoria.

Comienza un cambio lento en la política exterior española, dado que tanto en las fuerzas armadas como en Falange las corrientes pro nazismo son abrumadoramente mayoritarias y Franco las necesita ante la incertidumbre que el porvenir puede deparar a su régimen, sabe de ciertas conspiraciones de algunos monárquicos y de otros que no lo son que andan buscando el apoyo de los aliados para una posible restauración monárquica a través de la espada de algún Badoglio indígena.

España, mejor dicho, la política franquista sigue debatiéndose entre las presiones de los aliados y su permanente gesticulación fascista. Víveres y materias primas, sobre todo wolframio, siguen enviándose a Alemania. Washington, cogiendo por el cuello la economía española, suspende temporalmente el envío de petróleo a nuestro país en enero de 1944. Ante el cariz que toma la situación, Franco tiene que hacer nuevas concesiones. Así, tras el desembarco de Normandía, meses después, aviones del Air Transport Command norteamericano son autorizados para repostar en territorio español, incluso en aeródromos cercanos a Madrid. Y ante la presión británica los envíos de wolframio son reducidos a la mínima expresión. Y el 12 de abril de 1945 España rompe relaciones diplomáticas con Japón.

Mussolini, liquidada la República de Saló, rodeado por un grupo de soldados alemanes, es arrestado el 27 de abril en Dongo por la resistencia italiana. El 29, veintitrés cuerpos cuelgan por los pies de una plaza milanesa, la de Loreto. Entre los de los jerarcas fascistas y miembros del Gobierno de la República de Saló se encuentran los de Mussolini y Clara Petacci. Días después, en un Berlín destruido, ocupado ya en su práctica totalidad por el Ejército Rojo, Hitler se suicida. La guerra toca a su fin, la bandera roja ondea ya sobre el edificio de la cancillería.

Pero la victoria del 9 de mayo de 1945 no trajo a España la libertad deseada, sino la continuación de la dictadura. La política exterior franquista, tras la derrota alemana, consistió, en lo fundamental, en jugar, de una parte, la carta vaticana. De otra, en cambiar de amo, en traspasar la hipoteca que Hitler había mantenido sobre España a las potencias imperialistas, Estados Unidos de Norteamérica en primer lugar. Gran Bretaña y los EE.UU. levantaron entonces, en frase de Churchill, un «telón de acero» frente a la pretendida y falaz amenaza soviética. Prefirieron una España franquista a una España democrática, España franquista que, aislada, era posible controlar y utilizar en la guerra fría.

Fuente: Historia Política y militar de las Brigadas Internacionales, Madrid. Compañía Literaria S.L., 1996, pp.320-25

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Mensaje por David L » Mar Ago 22, 2006 8:29 am

La posición de España durante toda la IIGM no fue uniforme, la diplomacia hispana tuvo trabajo de sobras para hacer gala de ser competente, o todo lo contrario. España vio con buenos ojos los primeros pasos triunfantes dados por la Whermacht, y como amigo de Alemania veía en estos triunfos una puerta abierta para ampliar sus posesiones territoriales, sobre todo en un lugar que suponía algo más que simples intereses económicos o estratégicos: el Africa Norte. Los militares más importantes del régimen franquista habían hecho carrera en tierras norteafricanas, y era ahí en donde España veía su futuro renacer como Imperio, toda la política exterior española entre 1939 y finales de 1942 tuvieron al África Norte como eje de la misma. El primer paso dado por España en aras de conseguir ese anhelado imperio africano fue la toma de la ciudad de Tanger, ciudad que desde 1912 tenía un estatuto de control internacional regido por Italia, GB, Francia y España.

España siempre pensó que Tanger entraba dentro de su zona de influencia, por ello el reparto colonial de 1912 fue considerado una injusticia para nuestro país, así que Franco decidió el 14 de junio de 1940, cuatro días más tarde de la entrada de Italia en guerra, ocupar la ciudad con vistas incialmente a "mantener el orden", ya que tres de las cuatro potencias que regían la ciudad estaban en guerra, como veréis este truco ha sido y sigue siendo usado para anexionarse territorios en todo el mundo.

La ocupación de Tanger el 14 de junio también se debió al hecho mencionado anteriormente, este "hecho" tenía un nombre: Italia; este país no dejaba de ser un competidor directo en el futuro dominio del Marruecos francés al que aspiraba España, y antes de que Italia diera el paso de ocupar un punto tan estratégico como era una de las entradas del Mediterráneo, Franco ocupó Tanger.

A partir del 12 de junio de 1940, España, (como bien ha comentado antes Francis,que se había declarado neutral en 09/39) pasaba ahora a subir un escalón en su trayecto hacia la declaración de guerra, este no era otro que la no beligerancia. De ahí a declarar la guerra había un trecho muy corto, el ejemplo de Italia debe tenerse en cuenta.

La diplomacia española se estaba preparando el terreno para entrar en guerra una vez caída Francia, junio del 40, y es sobre los territorios coloniales de esta última sobre las que España basa sus pretensiones definitivas para entrar en guerra al lado del Eje, pero veremos como todo se va al traste y se acaban los nuevos sueños imperiales de una España que se consideraba renacida tra la GCE.

La clave de este fracaso y de la no entrada en guerra de España podemos debersela a dos hombres: Hitler y Pétain. El viejo mariscal, al que se le había endosado la terrible responsabilidad de firmar el armisticio con Alemania, se mantuvo firme y testarudo en condicionar la firma del armisticio con Alemania al mantenimiento de las posesiones coloniales francesas. Primer golpe para las aspiraciones franquistas. El segundo protagonista, y el más importante "diplomático español" fue el propio Hitler, éste, decidió que era más importante para los intereses de Alemania mantener al nuevo régimen de Vichy favorable a Berlín, que a una España débil como sustituta de aquél. Segundo golpe importante para las aspiraciones españolas.

Para resumir, por delante de España estaba Roma y Vichy, no podía esperar nada nuestro país, por lo menos hasta la operación Torch, operación militar que traería consigo la expulsión alemana del norte de África y la adhesión a los aliados del áfrica francesa.

De todas formas, aunque los apologistas del franquismo siempre han intentado eximir a Franco de sus ansias de entrar en guerra al lado del Eje, si que podemos decir sin caer en el error, que si España hubiera dedicado a presentar a Hitler hechos consumados, como fue el caso de Italia con Grecia, España hubiera entrado en la IIGM, y la diplomacia española, que tantos malabarismos tuvo que hacer durante toda la misma, "solamente" tendría que haber trabajado entre Berlín y Roma.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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