¡Hola a todos!
Quiero resumir las conclusiones del profesor Glantz sobre la Operación Urano (pp. 530-533).
Tras los sorprendentes éxitos de los
frentes Suroccidental y Stalingrado desde el 19 al 23 de noviembre, las dificultades múltiples que encontraron todos los tres
frentes soviéticos durante la semana final de noviembre evidenciaron que la forma en que habían organizado sus fuerzas para el combate durante la exitosa operación de penetración y cerco ya no se adecuaba a la situación existente en varios aspectos importantes. El primero y más importante era que los dos
frentes que habían conducido la operación de pinza cercaron muchas más fuerzas de las que el Stavka había previsto; es decir, unos 284.000 hombres en vez de los 90.000 previstos. Tal como indicaron los combates posteriores, incluso si redujeran sustancialmente la fuerza de sus unidades en el frente del cerco exterior, los tres
frentes soviéticos probablemente no serían suficientemente fuertes para liquidar a las grandes fuerzas del Eje en la bolsa de Stalingrado.
En segundo lugar, aunque Vasilevsky fue capaz de identificar las graves dificultades de mando y control hacia el 26 de noviembre y comenzó a remediarlas, como la transferencia del 21º Ejército del Frente Suroccidental al Frente del Don, esos problemas persistirían mientras que los ejércitos del Frente de Stalingrado de Eremenko operaran a lo largo de ejes diametralmente opuestos. Y no había una rápida solución a este problema porque el
frente de Eremenko carecía de suficientes ejércitos de campaña para conseguir las dos misiones que tenía asignadas.
En tercer lugar, al dosificar grandes fuerzas para conducir la Operación Saturno -en particular, el 2º Ejército de Guardias, los cuerpos de tanques 7º, 17º, 18º, 24º y 25º, los cuerpos mecanizados 5º y 1º, el 2º Cuerpo Mecanizado de Guardias, y los cuerpos de fusiles de guardias 4º y 6º-, el Stavka y Vasilevsky privaron a sus tres
frentes operando en la región de Stalingrado de las fuerzas necesarias, en especial fuerzas blindadas y mecanizadas, para cumplir cualquiera de sus dos importantes misiones. Sin refuerzos de consideración, no podían liquidar al Sexto Ejército ni rechazar las probables operaciones de rescate alemanas desde las regiones de Kotel'nikovo y Aksai o desde la confluencia de los ríos Chir y Don en las regiones de Rychkovskii y Verkhne-Chirskaia.
En cuarto lugar, enfrentados con estos nuevos problemas, el Stavka, Vasilevsky y los tres comandantes de
frente tenían que determinar el destino de la Operación Saturno. Y si no la conducían como estaba planeada, tenían que decidir dónde y cómo emplear las grandes reservas estratégicas y operacionales de la región de Stalingrado: primero y más importante, el 2º Ejército de Guardias del general Malinovsky. Cómo respondieron a estas y otras cuestiones iba a determinar la naturaleza y en última instancia el resultado de la lucha a lo largo del eje de Stalingrado durante diciembre de 1942.
Del lado alemán, las decisiones de Hitler de prohibir la retirada del Sexto Ejército y ordenar a la Luftwaffe el suministro aéreo del ejército de Paulus fueron decisivas para la supervivencia del Sexto Ejército, aun para todo el esfuerzo de guerra alemán. En primer lugar y sobre todo, estas decisiones fueron el resultado de la percepción de Hitler de que la orden de “permanecer firmes” que había emitido al Grupo de Ejércitos Centro a las puertas de Moscú en diciembre de 1941 había tenido éxito al evitar el colapso del grupo de ejércitos de Bock y, más importante, al mantener la voluntad alemana de prevalecer en la guerra. En segundo lugar, como muchos comandantes alemanes, Hitler no podía creer que el previamente inepto Ejército Rojo pudiera lograr una hazaña tan audaz como cercar, y mucho menos destruir, a todo un ejército alemán. Incluso si albergaba dudas mudas sobre las afirmaciones de Göring de que la Luftwaffe podía sostener al Sexto Ejército (y no hay pruebas de que las albergara), era inimaginable que las fuerzas soviéticas pudieran realmente liquidar una fuerza tan poderosa y famosa como el ejército de Paulus. Además, las divisiones panzer alemanas habían logrado hazañas hercúleas el invierno anterior cuando rescataron múltiples o aisladas fuerzas alemanas cercadas, y podían ciertamente hacerlo de nuevo. Así, la arrogancia, confianza y creencia de Hitler en su propia ideología y propaganda nazis condicionaron las decisiones que tomó durante los últimos diez días de noviembre.
En segundo lugar, Manstein ejerció lo que llegó a convertirse en una influencia fatal sobre Hitler cuando pareció confirmar la decisión de Hitler de ordenar a Paulus permanecer firme. Después de la primera conferencia de Manstein con Weichs en Starobel'sk y en muchas ocasiones desde entonces, Manstein quebró la que había sido una valoración unánime de los peligros de la situación del Sexto Ejército por Weichs, Paulus y muchos otros generales alemanes, y no favoreció explícitamente una ruptura inmediata de la bolsa. Esto se haría mucho más claro después de mediados de diciembre, cuando Manstein demostró su incapacidad o falta de voluntad para dar a Paulus la orden de ruptura. (Modestia aparte, me produce cierta satisfacción ver que Glantz confirma mis reflexiones sobre el papel de Manstein en Stalingrado. Véase “Manstein y Stalingrado” en
http://forosegundaguerra.com/viewtopic.php?f=5&t=7193 ).
Todo esto propició una angustiosa carrera entre las fuerzas del Grupo de Ejércitos Don alemán y los
frentes Suroccidental y Stalingrado del Ejército Rojo durante la primera semana de diciembre de 1942. El resultado de la carrera determinaría la salvación o destrucción del Sexto Ejército de Paulus, con inmensas implicaciones estratégicas tanto para el ganador como para el perdedor. Dicho de forma más precisa, el objetivo del Grupo de Ejércitos Don era montar operaciones de rescate desde el oeste y suroeste para salvar al Sexto Ejército, mientras que el objetivo del Stavka era bloquear y derrotar esos intentos de rescate. No sólo estaba en juego la supervivencia del Sexto Ejército, sino también la reputación, si no el destino final, de la Wehrmacht de Hitler.
En cuanto al coste humano del combate durante las fases iniciales de la Operación Urano, la historia oficial rusa más reciente de la batalla por Stalingrado afirma que las fuerzas alemanas y rumanas perdieron un total de 145.000 soldados y oficiales desde el 19 al 30 de noviembre, incluyendo 65.000 prisioneros de guerra. La misma fuente coloca las pérdidas materiales del Eje en 3.600 ametralladoras, 2.900 cañones, 700 morteros, más de 300 tanques, más de 250 aviones, 7.500 vehículos de varios tipos, hasta 1.500 motocicletas, y vastas cantidades de otros equipamientos y suministros militares. Además, las fuerzas soviéticas “liberaron” unos 700 tanques soviéticos que habían capturado los alemanes [esta cifra está claramente hinchada, tal como advierte más tarde Glantz], así como 6.000 prisioneros de guerra del Ejército Rojo recientemente capturados. En cuanto a los soviéticos, la misma fuente reconoce que los tres
frentes atacantes perdieron 79.400 hombres, incluyendo 18.400 muertos en acción, 359 tanques (145 irrevocables), y 125 aviones. Subdivididas por
frentes, el Suroccidental perdió 38.400 hombres (incluyendo 8.200 muertos), el Don 22.800 (incluyendo 5.800 muertos en acción), y Stalingrado 18.200 (incluyendo 4.400 muertos). Debido a su postura ofensiva, sus pérdidas de material fueron mínimas. Por ejemplo, el Frente de Stalingrado reportó la pérdida de sólo 15 cañones, 15 morteros y 13 ametralladoras.
Las fuerzas del Eje confirman generalmente el alto número de pérdidas personales, admitiendo que el Tercer Ejército Rumano y los dos cuerpos rumanos combatiendo al sur de Stalingrado perdieron unos 90.000 hombres, mientras que el Sexto Ejército y el Cuarto Ejército Panzer sufrieron unas 34.000 bajas al 23 de noviembre y otras 14.000 hacia finales del mes.
Bien, hasta aquí estos comentarios. Ahora hay que comprar y leer el libro. Yo ya he colocado la orden de compra (25 euros en casa).
Saludos cordiales
JL