Entrevista a Gregor Dorfmeister
Publicado: Mar Ago 26, 2008 7:44 pm
Su experiencia y la de sus amigos en la guerra quedó para el recuerdo en forma de libro de memorias: El Puente. Escrito tras el pseudónimo de Manfred Gregor, este libro sería llevado más tarde al cine con el mismo título. Actualmente Gregor Dorfmeister vive una tranquila vida en su casa de Bad Tölz. Entre sus recuerdos de soldado destaca aquella dura experiencia vivida defendiendo -como Volksturmmann, con tan sólo 16 años de edad- el puente de acceso a su pueblo sobre el río Isaar junto a otros adolescentes. Cuando los blindados aliados llegaron sin problemas a la posición débilmente defendida por los muchachos, Dorfmeister comprendió lo que ocurría y salvó su vida marchándose al sitio de donde no debería de haber salido: la casa de sus padres. Pasados 63 años de aquella grave experiencia, he tenido el placer de hacerle unas preguntas que gustosamente ha respondido para todos nosotros.
¿Cómo fueron sus días en la Hitlerjugend?
Mis días en la Hitlerjugend estuvieron llenos de deporte, ¡y a todo chaval joven le gustan los deportes! No nos dábamos cuenta de que éramos adoctrinados al mismo tiempo.
¿Eran ustedes, los jóvenes, conscientes de lo que realmente significaba ser un niño de la HJ? ¿Lo eran sus padres?
¡Con toda seguridad nosotros no! Pero tampoco se nos había preguntado si nos gustaba o no. Era obligatorio unirse a la Jungvolk a los diez años y cambiar a la Hitlerjugend cuando cumplías catorce. Mis padres fueron católicos romanos y así lo somos hasta hoy tres hijos. Católicos y nacionalsocialistas no encajaban juntos. Pero tampoco mis padres fueron preguntados.
¿Era habitual entre los niños soñar con ser un soldado?
Todo chico joven sueña con ser un héroe, y así hicimos. Más tarde reconocimos la diferencia entre los sueños de soldado y la terrible realidad de la guerra.
¿Cómo llegó usted a la Volksturm? ¿A qué unidad fue asignado?
Exactamente en mí 16º cumpleaños recibí la orden de unirme a la Volkssturm unos diez días después. En mi pueblo, Bad Tölz, estaba situada la llamada SS-Junkerschule y tuve que registrarme allí yo mismo. Así que me convertí en un Volksturmmann en la SS-Division “Götz von Berlichingen”. Además, fui vestido con un uniforme de la SS, pues no tenían otros. ¡Nadie nos preguntó ni a mí ni a los otros chicos si eso nos gustaba o no!
¿Cuales fueron sus sensaciones al principio?
Todos nos sentimos mal, porque fuimos preparados para ser verdaderos buenos soldados mediante un entrenamiento diario terrible, que comenzaba con el Weckruf (toque de diana) por la mañana hasta la “llamada nocturna”, que nos dejaba caer en nuestras camas mortalmente cansados.
Ustedes fueron educados para dar su vida por el Führer. Cuando usted se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando allí en el puente y decidió marcharse a casa, ¿se sintió, de alguna manera, extraño? ¿Se sintió como un traidor?
Antes de que me fuera a casa intenté convencer a mis dos últimos camaradas vivos para que se me unieran y pasar la noche en la casa de mi familia, pero fracasé con todos mis argumentos. Cuando les dejé no me sentí como un traidor, sino que sentí fracaso. Al día siguiente, era el 2 de mayo de 1945, las tropas americanas habían ocupado Bad Tölz durante la noche. Encontré a mis dos camaradas yaciendo muertos.
¿Cómo fue su vida durante la inmediata posguerra?
El inmediato periodo de posguerra fue muy difícil. Pasamos hambre todos los días. Tras meses mis dos hermanos volvieron a casa desde campos de prisioneros. Mi madre había acogido a diez refugiados en nuestra pequeña casa en Bad Tölz. Trabajé en una fábrica hasta que la escuela abrió otra vez en diciembre de 1945. A principios de 1946 acabé el bachillerato y más tarde estudié en la universidad de Múnich. Cuando acabé empezé con mi profesión de periodista. En 1958 fue publicado mi libro “El Puente”. Un año más tarde también fue publicado en España. En 1960 me convertí en editor jefe de mi periódico local Tölzer Kurier.
Actualmente, ¿qué piensa cuando ve grupos de neonazis en las calles, no sólo en Alemania, sino también en otros países?
¡Tras las terribles experiencias de 1945 no puedo entender que la gente no aprenda de la historia! ¡Espero que la democracia sea lo suficientemente fuerte para mantener “pequeños” a esos fanáticos!
Muchas gracias, señor Dorfmeister.
Un saludo.
¿Cómo fueron sus días en la Hitlerjugend?
Mis días en la Hitlerjugend estuvieron llenos de deporte, ¡y a todo chaval joven le gustan los deportes! No nos dábamos cuenta de que éramos adoctrinados al mismo tiempo.
¿Eran ustedes, los jóvenes, conscientes de lo que realmente significaba ser un niño de la HJ? ¿Lo eran sus padres?
¡Con toda seguridad nosotros no! Pero tampoco se nos había preguntado si nos gustaba o no. Era obligatorio unirse a la Jungvolk a los diez años y cambiar a la Hitlerjugend cuando cumplías catorce. Mis padres fueron católicos romanos y así lo somos hasta hoy tres hijos. Católicos y nacionalsocialistas no encajaban juntos. Pero tampoco mis padres fueron preguntados.
¿Era habitual entre los niños soñar con ser un soldado?
Todo chico joven sueña con ser un héroe, y así hicimos. Más tarde reconocimos la diferencia entre los sueños de soldado y la terrible realidad de la guerra.
¿Cómo llegó usted a la Volksturm? ¿A qué unidad fue asignado?
Exactamente en mí 16º cumpleaños recibí la orden de unirme a la Volkssturm unos diez días después. En mi pueblo, Bad Tölz, estaba situada la llamada SS-Junkerschule y tuve que registrarme allí yo mismo. Así que me convertí en un Volksturmmann en la SS-Division “Götz von Berlichingen”. Además, fui vestido con un uniforme de la SS, pues no tenían otros. ¡Nadie nos preguntó ni a mí ni a los otros chicos si eso nos gustaba o no!
¿Cuales fueron sus sensaciones al principio?
Todos nos sentimos mal, porque fuimos preparados para ser verdaderos buenos soldados mediante un entrenamiento diario terrible, que comenzaba con el Weckruf (toque de diana) por la mañana hasta la “llamada nocturna”, que nos dejaba caer en nuestras camas mortalmente cansados.
Ustedes fueron educados para dar su vida por el Führer. Cuando usted se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando allí en el puente y decidió marcharse a casa, ¿se sintió, de alguna manera, extraño? ¿Se sintió como un traidor?
Antes de que me fuera a casa intenté convencer a mis dos últimos camaradas vivos para que se me unieran y pasar la noche en la casa de mi familia, pero fracasé con todos mis argumentos. Cuando les dejé no me sentí como un traidor, sino que sentí fracaso. Al día siguiente, era el 2 de mayo de 1945, las tropas americanas habían ocupado Bad Tölz durante la noche. Encontré a mis dos camaradas yaciendo muertos.
¿Cómo fue su vida durante la inmediata posguerra?
El inmediato periodo de posguerra fue muy difícil. Pasamos hambre todos los días. Tras meses mis dos hermanos volvieron a casa desde campos de prisioneros. Mi madre había acogido a diez refugiados en nuestra pequeña casa en Bad Tölz. Trabajé en una fábrica hasta que la escuela abrió otra vez en diciembre de 1945. A principios de 1946 acabé el bachillerato y más tarde estudié en la universidad de Múnich. Cuando acabé empezé con mi profesión de periodista. En 1958 fue publicado mi libro “El Puente”. Un año más tarde también fue publicado en España. En 1960 me convertí en editor jefe de mi periódico local Tölzer Kurier.
Actualmente, ¿qué piensa cuando ve grupos de neonazis en las calles, no sólo en Alemania, sino también en otros países?
¡Tras las terribles experiencias de 1945 no puedo entender que la gente no aprenda de la historia! ¡Espero que la democracia sea lo suficientemente fuerte para mantener “pequeños” a esos fanáticos!
Muchas gracias, señor Dorfmeister.
Un saludo.