Diario de un piloto aleman

Organización y despliegue de las fuerzas aéreas. Aviones de combate.

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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 1:46 am

2 DE ENERO DE 1941

—Cadete aviador Knoke, reportándose al Ala de Combate Núm. 52, en la comisión que será efectiva el día 2 de enero de 1941, procedente de la Escuela de Combate Núm. 1.

Se me envía a la Escuadrilla Núm. 1. El teniente Ohlschlager, mi Comandante de Escuadrilla (Staffekapitan), me recibe sin el menor entusiasmo. Me prodiga un débil y casi afeminado apretón de manos. Tiene la cara hinchada, los ojos saltones como los de las ranas. Instintiva e inmediatamente siento cierta antipatía hacia él.

Un teniente de baja estatura, que parece escolapio, entra en el cuarto. Me hago presente y tampoco me simpatiza en absoluto. Es muy orgulloso, no entiendo por qué; no ostenta ninguna condecoración. Me parece que es el tipo de individuo que mojaría los pantalones a la primera señal de combate.

El escuadrón de aquí, al que he sido comisionado, no es otra cosa que una de las reservas del Ala. Está integrada por dos escuadrillas y una compañía. Aquí se concentran los nuevos pilotos que vienen de las escuelas de entrenamiento aéreo que hay en el interior del país, y reciben el toque final antes de entrar en acción. Parten hacia las distintas unidades de combate conforme van necesitándose reemplazos.

Hay varios cadetes más; pero probablemente no se nos destinará a formar parte de unidades en acción hasta después de ser promovidos al rango de teniente. Mientras tanto, nuestro entrenamiento como oficiales debe continuar. Todo esto es interminable, asistir a la escuela me desalienta y deprime. ¡Al diablo con eso, lo que quiero es entrar en acción!

Nada de lo que hay aquí me llama la atención.

10 DE FEBRERO DE 1941

El escuadrón ha sido trasladado al sur de Francia. De toda la región, habíamos de venir a dar a Cognac. Por base tenemos una antigua estación de la Fuerza Aérea Francesa.

El equipo y las instalaciones que encontramos son muy primitivos; las pistas están muy mal construidas.

La antigua ciudad de Cognac es gris y deprimente; sin embargo goza de renombre en todo el mundo; su nombre lo indica y nos proporciona el consuelo a cambio de todo lo demás. Esto siempre y cuando sea posible obtener botellas del producto de la localidad.

1º DE MARZO DE 1941

He sido ascendido al grado de cadete superior de escuadrilla (Oberfahnrich). Hubiera preferido que se me asignara a una de las unidades que están en acción.

Desde que terminó la campaña de Francia, el aire se ha convertido en el punto focal de la guerra. Nuestras estadísticas demuestran el enorme éxito que ha alcanzado la Fuerza Aérea Alemana en sus operaciones sobre el Canal y sobre Inglaterra misma. Durante los últimos meses se ha estado llevando a cabo una prueba del poder, que es de vital importancia, entre las fuerzas oponentes que entran en combates aéreos.

Todavía es indudable que la victoria en la Batalla de Inglaterra debe concederse a los pilotos de combate de la RAF. Como enemigo en el aire, hemos descubierto que el inglés es duro, pero limpio en la lucha. La historia de lo que hicieron los pilotos de combate británicos constituirá siempre un capítulo glorioso en los anales de la guerra aérea.

Una y otra vez el Alto Mando Alemán creyó que había derribado el último de los Spitfires que peleaban tenazmente y, sin embargo, una y otra vez, conforme los días fueron convirtiéndose en semanas y éstas en meses, nuestros bombarderos y aviones de combate tuvieron que enfrentarse a nuevos luchadores del aire, que permanecían impávidos ante el gran número de aparatos de la RAF que se estrellaban diariamente, encontrando muerte segura.

El hecho de que no hayamos podido establecer la supremacía aérea necesaria para la invasión, debe atribuirse enteramente a la determinación y arrojo de los pilotos de combate británicos. En último análisis, fueron ellos los que hicieron imposible el ataque alemán a las Islas Británicas.

Los Spitfire Supermarine, debido a la gran facilidad con que puede maniobrarse en ellos y a su funcionamiento técnico, han dado bastantes disgustos a las formaciones de aviones alemanes. "¡Achtung, Spitfire!" Los pilotos alemanes han aprendido a poner particular atención cuando escuchan esta llamada en sus audífonos. Consideramos como una hazaña notable derribar a un Spitfire y, desde luego, así es.

Tengo curiosidad de ver qué pasará cuando encuentre mi primer Spitfire. Por ahora todo sigue en completa calma, aun sobre el Canal.

Parece que ha llegado a su fin la Batalla de Inglaterra... y se ha perdido.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 1:52 am

7 DE MARZO DE 1941

Nuevamente de regreso en Alemania.

El escuadrón se halla estacionado en Doberitz, en las afueras de Berlín, y formamos parte de las defensas aéreas de la capital. Los Tommies sólo vienen de noche.

8 DE MARZO DE 1941

He pasado otro fin de semana en Berlín. Ayer encontré a una amiga que conocí durante los días de mi estancia en Werneuchen. Pasamos juntos unas horas felices.

Nunca fue mi intención, pero no puedo remediarlo; parece que me he enamorado de Lilo. Los Tommies tienen la culpa de esto. Andaba en las calles cuando hubo una incursión aérea en Berlín y tuve que entrar a uno de los refugios antiaéreos. Había mucha gente y me vi en la necesidad de compartir mi asiento con una muchacha excepcionalmente atractiva; sin embargo, se mostró muy reservada, y apenas comenzaba a romper el hielo cuando sonó el aviso que todo había pasado y se nos permitía salir del refugio. Pasó mucho tiempo antes de que lograra verla otra vez.

¡Y ahora me he enamorado de ella!

24 DE MARZO DE 1941

Lilo y yo nos hemos comprometido hoy. Creo que podremos casarnos el próximo otoño; todo depende del permiso que debe
concederme el Departamento de Personal. También es día de mi cumpleaños. He llegado a los veinte, pero, en opinión
del teniente Ohlschlager, soy todavía muy joven para contraer matrimonio.

—Mejor espera a que termine la guerra — me aconseja

Pero la guerra puede durar treinta años y probablemente para entonces ya no tendría el valor de casarme. De cualquier manera, no quiero esperar tanto antes de conocer lo que el amor encierra.

Ohlschlager me dice que espere, pero sé lo que piensa; siempre anda rondando a Lilo, como palomilla en derredor de la flama, y puede llegar a lograr su intento si persiste en forzar sus atenciones para con ella.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 2:10 am

24 DE ABRIL DE 1941
EN NOMBRE DEL FÜHRER NOMBRO AL CADETE DE VUELO HEINZ KNOKE PARA SER ASCENDIDO AL RANGO DE TENIENTE
Con fecha 1º de abril de 1941

"Confirmo este nombramiento con la seguridad de que al cumplir con escrupulosidad su deber de oficial, de acuerdo con el juramento de servicio y lealtad que prestó, quedará justificada la confianza que se le otorga al darle esta Comisión. Por su parte, puede recurrir a la protección especial del Führer.

Fechado en Berlín el día 22 de abril de 1941.
(Firmado) GOERING
Ministro de Aviación del Reich y
Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea".

Este documento me fue entregado hoy por el Comandante, junto con la cruz ceremonial de un oficial.

En esta forma se ha realizado una ambición. Si fuera comisionado para entrar en acción . . .

22 DE MAYO DE 1941

—¡Hasta la vista, Lilo! ¡Auf Wiedersehen, amor mío!

Estamos en el andén de la estación de la Schlesicher Bahnhof en Berlín y el expreso va a partir. El tren se halla repleto, pero Lilo ha logrado acercarse hasta una de las ventanillas; seguimos despidiéndonos hasta que el tren se pierde de vista. Lilo vivirá con mis padres.

El tren militar con destino a Cherburgo se halla en la siguiente plataforma y debe salir unos cuantos minutos más tarde. Es el que debo abordar; llevo en la bolsa las órdenes de traslado al frente de operaciones.

Mientras el tren se pone en marcha, ya de noche, escuchamos el ruido de las sirenas. Una vez más los ingleses están sobre Berlín.

23 DE MAYO DE 1941

El Ala de Combate Núm. 52 tiene apostado su segundo escuadrón en Ostende. Averiguo que la comandancia está situada en el lado Este del aeródromo y me presento al comandante, que es el capitán Woitke. Es un hombre corpulento y la fuerza de su puño me obliga a caer casi de rodillas cuando nos estrechamos la mano. Realmente es un cambio, comparado con la bienvenida que me dio Ohlschlager, cuya garra es débil.

Mientras toma una copa de brandy, Woitke me hace varias preguntas. Me simpatiza este gigante que, aparte de ser oficial regular y antiguo en un regimiento, es un piloto experimentado y ostenta la Cruz de Hierro de Primera Clase en el chaquetín que porta garbosamente. En la Batalla de Inglaterra derribó quince aparatos británicos, en su mayoría Spitfires.

Después de media hora me lleva en su auto hasta el sitio donde se encuentra la escuadrilla Núm. 6, a la que he sido asignado.

Soy el cuarto de los oficiales que integran dicha escuadrilla; mi comandante de escuadrilla es el teniente Rech. Al igual que el comandante, los tenientes Barkhorn y Rail ostentan la Cruz de Hierro. El teniente Krupinsky lleva aquí sólo una semana; pero ya hemos estado juntos en el escuadrón de reservas desde el mes de enero. Todos los demás pilotos son oficiales subalternos, pero experimentados; son todos buenos muchachos que saben lo que tienen que hacer. De soslayo me miran con suspicacia, pues parece que no tienen muy buena opinión de los tenientes jóvenes. Cuando averiguan que no juego baraja, me ignoran por completo. En momentos como éste no vale nada la escuadrilla que reluce orgullosamente dando a conocer el nuevo grado.

Ya afuera, el ingeniero en jefe de mantenimiento me muestra un hangar camuflado, donde está mi aparato: un Messerschmitt ME 109E. Lo veo sonreir mientras dice:

—Es un armatoste, pero todavía puede volar. —Tal es su veredicto y añade—:Está suficientemente bueno para no
convertirlo en chatarra.
Esto es lo que en realidad piensa.

Una hora después estoy en el aire haciendo movimientos de prácticas; mis aterrizajes son horribles; me he dado cuenta de que hasta el más humilde soldado está viéndome con ojos de incredulidad. Parece que aquí no les inspiro mucha confianza y eso hace las cosas difíciles. Ya al caer la tarde y acompañado del comandante de la escuadrilla vuelvo a subir en práctica de combate. Creo que lo he dejado satisfecho.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 2:34 am

24 DE MAYO DE 1941

Nos levantan a las cuatro de la mañana y el jefe nos conduce en su automóvil hasta el campo. Están amunicionando mi aparato; hago que echen a andar el motor para revisarlo por última vez.

—¡Todos los pilotos deben presentarse ante el comandante de la escuadrilla!

El teniente Rech nos da a conocer la orden del día; la escuadrilla deberá llevar a cabo dos misiones de patrulla sobre la costa Sur de Inglaterra. El primer vuelo se hará a las 8 horas y el segundo a las 17; el resto del tiempo quedamos libres, pero deberemos estar listos para despegar en cinco minutos en caso de que se dé la alerta. La escuadrilla Núm. 4 mantiene preparada una sección de cuatro aparatos para despegue instantáneo.

Como ésta es mi primera salida en misión de vuelo, se me asigna a la Sección Núm. 3, que conduce el teniente Barkhorn. Debo volar en la posición táctica Núm. 4, como ala del oficial subalterno Grünert.

Después de haber recibido instrucciones, todos se retiran a dormir en sillones y sofás hasta la hora del almuerzo; salgo al exterior, demasiado excitado para poder dormir, y voy de uno a otro lado, entre los aparatos, hasta que me fastidio; de regreso al salón en donde se hallan las tripulaciones, hago el intento de leer un poco; quizás cuando haya desempeñado unas diez misiones de vuelo pueda dormir como hacen los demás.

A las 7 horas se presenta un ordenanza llevando dos cestos. ¡El desayuno! Me doy cuenta de que tengo hambre.

A las 7:50, el teniente Rech se pone el chaquetín. — ¡Perfectamente, muchachos, vámonos! ¡Todo el mundo afuera!

Sacan rodando los aparatos de los hangares; mi armatoste se halla en el extremo lejano del área de dispersión, junto al del oficial subalterno Grünert; éste se adelanta a paso largo y bosteza.

—Recuerde usted, señor, que suceda lo que suceda, si llegamos a entrar en combate, no debe alejarse de mi lado; de lo contrario, puede usted encontrarse con un Spitfire que le agujeree los pantalones.

7:55 horas. Me pongo el paracaídas y los mecánicos me ayudan a ajustarme los tirantes.

7:58 horas. La excitación es terrible. El jefe ha levantado la mano; se oye el golpe de cierre de las cabinas. ¡Enciendan! Rugen los motores al empezar a trabajar; atravesamos el campo sin despegar y minutos después la escuadrilla está ya en el aire.

Inmediatamente Rech vira en dirección al mar. Hay muy poca visibilidad, la altura de las nubes es de 500 pies. En unos cuantos segundos dejamos atrás la tierra y la perdemos de vista. Apenas si se puede adivinar el horizonte. Acelero, porque mi armatoste se está quedando rezagado y debo mantenerme a la altura de los demás.

Nos dirigimos hacia el Oeste, volando muy bajo sobre las aguas; la superficie del mar se halla en completa calma; no hay señales de barcos o aviones; el radio se mantiene en silencio; el único ruido que se escucha es el de los motores.

Delante de nosotros empieza a distinguirse una línea gris: es la costa de Inglaterra. La Cruzamos al Norte de Deal.

Durante varios minutos, Rech vuela internándose en tierra; sigue las vías del ferrocarril que conduce a Canterbury. No hay tráfico. La gente alza los ojos para vernos; indudablemente creen que son Spitfires, pues la niebla no les permite distinguirnos bien.

El jefe hace virar su aparato y desciende tras de un punto que le sirve de blanco; no sé lo que es. El compañero que va a mi lado también entra en picada y comienza a hacer fuego. Veo que se trata de una batería emplazada al centro de una serie de costales de arena y que consiste de un cañón antiaéreo, múltiple, de veinte milímetros. Sus proyectiles de luces brillan delante de mí; me están apuntando. Inclino el aparato y vuelo muy bajo a través de un campo abierto. Grünert hace un segundo ataque. Ajusto las miras y reviso las ametralladoras. Surgen más y más hilos de perlas que contrastan vigorosamente con el gris opaco de las nubes.

Nunca llego a estar a punto de disparar; todo lo que puedo hacer es no perder de vista a Grünert. En cualquier momento, surgiendo de entre la niebla, pueden precipitarse sobre nosotros los Spitfires.

La escuadrilla vuelve a entrar en formación y se dirige hacia el Este; tras de nosotros algo ha quedado incendiándose. No he llegado a disparar una sola vez y esto me hace sentirme realmente torpe. Cierto que estaba tan excitado que difícilmente habría dado en cualquier blanco; debo aprender a conservar la calma.

Hacia el Norte de nosotros, en Ramsgate y Margate,
hay estaciones de combate, pero en esta ocasión no se presentan ni Spitfires ni Hurricanes. Sin embargo. ¿si llegaran a interceptamos? Cubro la retaguardia en la formación que lleva la escuadrilla y siempre el que ocupa ese sitio es al que derriban. Esto sucede más en el caso de un novato, mas si es tan excitable como yo. . .

Son las 9:14, aterrizamos en Ostende y me presento al comandante de la escuadrilla.

—¿Y bien, cómo te fue? ¿Hiciste algún blanco?

—No, señor.

—¿Oh? ¿Y por qué no?

—No llegué a disparar.


Rech se echa a reir y dándome palmaditas en la espalda dice:

—No te preocupes, la próxima vez tendrás mejor suerte. Acuérdate que Roma no se hizo en un día.

A las 17:05 horas despegamos para efectuar nuestra segunda misión.

Esta vez ninguno tiene oportunidad de disparar; pasamos algún tiempo dando vueltas sobre el mar entre Folkstone y Dover. Los Tommies no vuelan cuando el tiempo está tan malo. Y todavía está peor sobre las Islas Británicas.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 8:26 pm

27 DE MAYO DE 1941

Durante los dos últimos días el Canal ha estado envuelto en densa niebla. No ha habido ninguna actividad en ninguno de los dos bandos.

Aun hoy podemos efectuar un ataque, volando bajo, contra el aeródromo inglés que hay cerca de Ramsgate. El tiempo nos obligó a mantener el vuelo a la altura de la copa de los árboles.

En la primera incursión, despegamos a las 7:15 horas. Grünert y yo escogimos de blanco los depósitos de combustible que hay en la estación de combate. No se ve ningún aparato. Atacamos el aeródromo una y otra vez, disparando sobre cualquier objeto que se ve en movimiento. El fuego de las baterías antiaéreas es muy reducido, las defensas son débiles. Cuando damos por terminada nuestra misión, parte de los tambores de combustible quedan en llamas.

A las 10 horas regresamos en una segunda incursión. Esta vez localizo un emplazamiento de fuego antiaéreo que hay al
Oeste, en el extremo de la pista. Entro al ataque desde una altura no mayor de diez pies del nivel del piso; pero los Tommies se mantienen firmes y abren el fuego contra mí; sus proyectiles pasan muy cerca de mi cabeza y los disparos que hago dan contra los costales de arena que les sirven de protectores. Vuelvo dos veces más atacando el mismo blanco. Grünert está ocupado disparando sobre un hangar camuflado en el que alcanzo a distinguir un Hurricane. En mi tercer intento tengo éxito y veo cómo mis proyectiles de veinte milímetros estallan en el cañón antiaéreo. El artillero número uno cae del asiento.

De pronto, el radio anuncia: "¡Spitfires!"

Seis u ocho de éstos se acercan por el lado Norte. No sabiendo qué hacer, procuro mantenerme muy de cerca, tras de Grünert. Se origina una confusión general que dura varios minutos. Mis camaradas se avisan unos a otros cuando atacan los Tommies. Grünert me recuerda que permanezca junto a él.

Volamos a una altura no mayor de unos cuantos pies; la punta del ala de mi aparato casi tropieza con las copas de los árboles cuando viro en seguimiento de Grünert. Casi rozándonos, por encima, pasa un Spitfire como relámpago; otro más queda por unos instantes en el centro de mis miras y abro el fuego. Inmediatamente se oculta en la niebla densa y baja.

—¡Le diste! — grita alguien que creo es Barkhorn. Un Spitfire desciende rápidamente hasta estrellarse al otro lado del terraplén.

Estos malditos pueden hacer virajes infernalmente cortos; parece que no hay manera de acorralarlos. Grünert pasa varios minutos tratando, en vano, de derribar a dos Tommies que vuelan juntos; pero siempre se le escapan, perdiéndose en la niebla.

Se nos está agotando el combustible; es hora de regresar a casa. Por momentos espero ver que se encienda la luz roja en señal de aviso. Lo mismo pasa a los demás compañeros.

Rech se dirige hacia el Este.

Cuando aterrizamos en Ostende, falta el sargento Obauer.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 8:33 pm

28 DE MAYO DE 1941

Los ingleses han correspondido a nuestra visita. Aparatos Blenheim y Spitfire han estado haciendo incursiones durante todo el día.

Empezaron a venir desde muy temprano, al amanecer, como a las 4 horas, en los momentos en que íbamos en el auto rumbo al aeródromo. Llegó un cierto número de Hurricanes, barriendo los diques, y ametrallando nuestros hangares de conservación.

Los demás despegaron a fin de interceptarlos, pero, desgraciadamente, mi aparato estará fuera de servicio hasta en la tarde; tiene una fuga en el tubo de presión que da al tren de aterrizaje y no puedo retraer la rueda del lado derecho.

Por fin, a eso de las 18:30 horas, despego junto con Barkhorn, Krupinsky y Grünert. Se informa que cerca de Dunquerque vuelan aparatos Blenheim y Spitfire. Nuestras baterías antiaéreas ya han abierto el fuego contra el enemigo, pero, por supuesto, sin ningún resultado. Los artilleros de los emplazamientos antiaéreos siempre se sienten orgullosos cuando tienen oportunidad de ahuyentar a los visitantes, pero no les agrada que se les diga que nunca dan en un blanco.

Ascendemos a 20,000 pies. No hay una sola nube en el horizonte; nos sentimos deslumbrados por el sol que está ocultándose en el Poniente. Me parece distinguir aparatos enemigos, hasta que me doy cuenta de que son solamente pequeñas gotas de aceite que hay sobre el parabrisa.

Desde la base nos ordenan seguir hasta Calais; se han recibido informes de que cerca de ahí vuelan varios Blenheims. Estoy en completa tensión e impaciente mientras escudriño el horizonte.

Intempestivamente, Barkhorn da la vuelta con precipitación y regresa hacia el punto de donde veníamos. Los Hurricanes
vienen tras de nosotros; es el único lugar hacia donde no se me ocurrió voltear. Tratan de atacarnos: levantamos el vuelo en ascenso prolongado, casi vertical, y viramos bruscamente hacia la izquierda, quedando tras de ellos; se alejan en dirección al mar, pero nuestra velocidad es mayor; antes de dos minutos quedan a nuestro alcance de tiro y comienza la lucha.

Hay enorme confusión, durante la cual todos giramos en un torbellino de locura; me doy cuenta de que estoy tras la cola de uno de los Tormmies y procuro conservar la posición; me descubre y vira hacia la izquierda, en dirección al sol; asciendo en su persecución y hago funcionar las ametralladoras, pero estoy totalmente cegado. ¡Maldita sea! Intento cubrirme los ojos con la mano, pero es inútil, ha escapado y siento tal rabia que quisiera darme de golpes.

Grünert sigue lanzando gritos de aliento; le contesto que no puedo ver más; tengo que abandonar la lucha. ¡Y pensar que ésta pudo haber sido mi primera presa!

En el futuro debo tener en cuenta el usar anteojos para protegerme de los rayos del sol.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 8:40 pm

30 DE MAYO DE 1941

"Area de Patrullas: Dover - Ashford - Canterbury". Asi reza la orden del día. "La Ruta del Lechero", es como la llaman los veteranos de la escuadrilla.

El tiempo está nublado; la visibilidad es pobre. Permanecemos en el aire durante una hora y media y aterrizamos nuevamente sin haber avistado enemigo alguno.

21 DE JUNIO DE 1941

Han pasado tres semanas desde la última vez que el escuadrón estuvo en acción. Nuestra base es ahora Suwalki, antigua estación de la Fuerza Aérea Polaca, cerca de la frontera rusa. Los Stukas y bombarderos de combate también utilizan el mismo aeródromo.

Durante las dos últimas semanas, nuestros ejércitos han estado concentrándose en masa, aumentando su fuerza a lo largo de la frontera oriental. Nadie sabe lo que ocurre. Hay rumores de que los rusos nos permitirán cruzar el Cáucaso en un intento para ocupar los campos petroleros del Medio Oriente y los Dardanelos, a fin de apoderarnos del Canal de Suez.

Se rumora también un ataque directo a Rusia. Me gusta la idea. El bolchevismo es el enemigo número uno de Europa y de la civilización occidental; si no se le combate, llegará el día en que domine el mundo entero. Mis camaradas son de la misma opinión; pero también recuerdan el pacto que existe entre el Reich y la Unión Soviética. Veremos qué sucede.

Por la tarde llegan órdenes de derribar el transporte aéreo que hace la travesía de Berlín a Moscú. El comandante despega con la sección local que le corresponde, pero fallan en su intento de interceptar el Douglas.

Pasamos la noche sentados en el comedor. Continúan las conjeturas.

¿Qué querrá decir eso de "Operación Barbarroja"? Es el nombre clave que se da a la enorme actividad militar que se desarrolla al Oriente del Reich. Las órdenes de derribar el transporte aéreo ruso me han convencido de que vamos a la guerra contra el bolchevismo.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:05 pm

22 DE JUNIO DE 1941

Son las 4 de la mañana. Alerta general para todas las escuadrillas. Todas y cada una de las unidades que hay en el aeródromo zumban en plena actividad. Durante toda la noche he oído el estruendo sordo y prolongado, distante, de los tanques y vehículos que pasan. Nos hallamos a sólo unas cuantas millas de la frontera.

Las 4:35 horas. Todas las tripulaciones se presentan en el salón de operaciones del escuadrón para recibir órdenes. El comandante, capitán Woitke, lee la orden especial del día que el Führer dirige a todas las fuerzas armadas.

¡Alemania va a atacar a la Unión Soviética!

Las 5 horas: El escuadrón despega y va a entrar en acción.

En nuestra escuadrilla, cuatro de los aparatos, incluyendo el mío, han sido equipados con mecanismo lanzabombas y durante las últimas semanas he estado practicando constante e intensamente en operaciones de bombardeo. Ahora hay un soporte colocado a lo largo de la panza de mi buena y vieja "Emilia", que lleva 100 bombas de fragmentación, de cinco libras cada una. Será enorme placer dejarlas caer a los cochinos pies de Iván.

Volando bajo sobre las extensas planicies, descubrimos interminables columnas alemanas que van rumbo al Este. Las formaciones de bombarderos van arriba de nosotros, y a unlado llevamos los temidos Stukas, bombarderos de picada, todos
siguiendo la misma dirección. Debemos efectuar un ataque a baja altura contra uno de los cuarteles generales rusos, que
se halla situado en los bosques que hay al Oeste de Druskininkai.

Por contraste, en el territorio ruso parece que todo duerme. Localizamos el sitio de ataque y volamos bajo por sobre los edificios de madera; pero no hay niun soldado ruso a la vista. Precipitándome sobre una de las chozas, oprimo el botón lanza-bombas que hay en el bastón de control. Siento claramente el brinco del aparato cuando pierde la carga.

Los demás dejan caer también sus bombas al mismo tiempo.

Grandes masas de tierra se levantan a manera de géiseres y durante un lapso de tiempo nos es imposible ver nada debido a la cantidad de humo y polvo que hay.

Una de las barracas arde furiosamente. La explosión ha volcado los vehículos descubiertos al ser arrancado el camuflaje. Por fin reviven los Ivanes. La escena que se desarrolla abajo, es semejante a la de un hormiguero que hubiese sido destapado, donde todos tratan de huir precipitadamente y en completa confusión. Los hijastros de Stalin, todavía en paños menores, huyen buscando refugio en los bosques. Comienzan a funcionar débiles baterías antiaéreas. Ajusto las miras sobre una de ellas y abro el fuego con las ametralladoras y con ambos cañones. El Iván que maneja el cañón cae a tierra, todavía en ropa interior.

¡Y ahora el que sigue!

Vuelvo nuevamente y ataco; los rusos se mantienen firmes y empiezan a disparar contra mí.

—¡Malditos! Esperen a que les quite el gusto de estar disparando.

Y una vez más vuelvo al ataque.

Nunca tuve tanta puntería como ahora. Bajo a seis pies de altura, casi rozando las copas de los árboles; en seguida levanto el vuelo bruscamente en rápido ascenso. Mis Ivanes quedan tendidos en tierra junto a su cañón. Uno de ellos da un salto y se pone de pie, y corre despavorido, ocultándose entre los árboles; los demás se han olvidado de pararse nuevamente.

Llevo a cabo cinco o seis ataques más. Revoloteamos en el campamento como enjambre de avispas; casi todas las chozas se hallan envueltas en llamas. Hago fuego sobre un camión que también empieza a inflamarse con la primera descarga.

Las 5:56: La escuadrilla hace su aterrizaje en perfecta formación de vuelo.

El comandante ve caras sonrientes en todas partes cuando los pilotos rinden su informe.

Por fin se ha roto el encanto. Durante largo tiempo hemos soñado con hacer algo semejante a esto a los bolcheviques; nuestro sentimiento no es exactamente odio, sino más bien completo desprecio. Es una satisfacción genuina la que experimentamos al poder pisotearlos en el lodo, que es el sitio donde deben estar.

Con la mayor rapidez vuelven a abastecerse de combustible y municion los aparatos; el campo se halla en febril actividad; los Stukas regresan de su misión, que consiste en apoyar a las unidades blindadas en su avance por tierra. También sus tripulaciones se muestran jubilosas.

Las 6:30 horas: Apenas cuarenta minutos después de haber aterrizado, vamos ya nuevamente en camino. Nuestro objetivo es el mismo sitio de antes, y desde una enorme distancia el humo que se alza de los edificios en llamas nos sirve de guía para llegar a nuestro destino.

Esta vez el fuego antiaéreo que nos da la bienvenida es concentrado, pero muy ligero; me hace recordar la experiencia que tuvimos cerca de Canterbury. Una vez más dedico mi especial atención a los Ivanes que manejan los cañones múltiples y dejo caer las bombas en uno de sus emplazamientos. ¡Tierra y polvo, en eso se convierte el sitio en que estaban los cañones! Y eso también acaba con los Ivanes.

Parece que los rusos han buscado abrigo y ocultan sus vehículos en el bosque que rodea al campo aéreo. Sistemáticamente atacamos el bosque con nuestras ametralladoras; el fuego se desata en distintos lugares que deben ser los sitios de almacenamiento de combustible. Yo hago fuego sobre cualquier blanco que encuentro al paso, hasta que se vacían los cargadores.

Aterrizamos a las 7:20 horas. Una vez más la escuadrilla se prepara para entrar en acción con la velocidad del relámpago; las tripulaciones de tierra trabajan con acelerada precisión; nosotros, los pilotos, les ayudamos y tenemos que contarles detalladamente las operaciones que están llevándose a cabo. Esta vez batimos el récord y quedamos completamente listos para el despegue en veintidós minutos. Salimos nuevamente sin perder un segundo.

Para entonces es ya poco lo que queda del campamento ruso. Todo blanco que descubrimos en la extensión que rodea los bosques es ametrallado intensamente. Coloco mis bombas en el último edificio que todavía sigue en pie; Krupinsky hace lo mismo, con lo que se aniquila cualquier cosa que hubiera escapado antes. El campamento ha sido totalmente destruido.

Después de estar cuarenta y cinco minutos en el aire, aterrizamos y conducimos las máquinas hasta el área de dispersión; tomamos aliento y gozamos de la primera comida del día.

Han llegado nuevas órdenes de operación. Nuestros aparatos de reconocimiento han observado las columnas rusas de transporte que retroceden hacia el Este, sobre la carretera ''Grodno-Zytomia-Skidel-Szczuczyn''. Nuestros tanques van en tenaz persecución de ellas. Debemos ayudar bombardeando y ametrallando a los rusos en su retirada.

Despegamos a las 10:07 horas, acompañados de los Stukas. Estos deben ejecutar bombardeos en picada sobre los emplazamientos de artillería rusa que existen en toda el área.

Pronto llegamos a Grodno; los caminos se hallan congestionados en todas partes por los ejércitos bolcheviques. Gradualmente entendemos la razón por la cual el Alto Mando ordenó que se hiciera un ataque repentino, por sorpresa. Empezamos a apeciar la proporción de los preparativos hechos por los rusos para atacarnos. Acabamos de anticiparnos al momento escogido por los rusos para lanzar un ataque en gran escala contra Alemania por el dominio de Europa.

Alemania se halla seriamente comprometida con la Gran Bretaña en el frente occidental; nuestras mejores divisiones están estacionadas en Francia y los países ocupados de Escandinavia; se necesitan más fuerzas para los Balcanes, donde Mussolini ha creado bastantes dificultades debido a sus innecesarias invasiones de Grecia y Yugoslavia. Las fuerzas italianas son materialmente inútiles desde el punto de vista militar. Italia, como aliado del Reich, no es otra cosa que una pesadilla infernal.

La situación es ideal para que los bolcheviques desaten su ataque sobre Europa en cumplimiento de su plan general de provocar la revolución mundial.

¿Entrará el capitalismo occidental, con sus instituciones democráticas, en una alianza con el bolchevismo ruso? Si tuviéramos manos libres en el Oeste, podríamos infligir una derrota aplastante a las hordas bolcheviques a pesar del Ejército Rojo. Esa sería la salvación de la civilización occidental.

Tales son nuestros pensamientos de hoy al lanzarnos sobre las columnas rusas.

Nunca olvidaré este día. Nuestros ejércitos avanzan en todas partes, mientras las unidades que forman la punta de flecha empujan más y más hacia adelante. Los rusos han sido atacados y cogidos por sorpresa. Los soldados que avanzan por el camino, en el lado nuestro, nos saludan y hacen señales cuando pasamos volando muy bajo, por encima de ellos. Los caminos y sendas congestionadas, en el lado ruso, están siendo sometidas a bombardeos concentrados y al fuego de las
ametralladoras.

Miles de Ivanes se hallan en completa retirada, lo que origina verdadera huida en confusión cuando abrimos el fuego sobre ellos. Tropiezan y sangran al huir de la carretera en busca de protección en los bosques cercanos. En una ocasión dejo caer las bombas sobre una columna de artillería pesada tirada por caballos. Me siento feliz de no estar allí abajo.

Despegamos a las ocho de la noche para llevar a cabo nuestra sexta incursión de este primer día de operaciones. Durante todo el día no ha habido señal de que se acercara la Fuerza Aérea Rusa y podemos cumplir nuestra tarea sin encontrar la menor oposición.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:15 pm

23 DE JUNIO DE 1941

A las 4:45 horas despegamos para llevar a cabo nuestra primera misión. Una vez más atacamos las columnas rusas. La mañana es fría; ayer estuve sudando todo el día. Cuando el sol esté más alto, hará un calor insoportable.

Los rusos no han dado todavía señales de vida en el aire. No es sino hasta en la tarde cuando se informa de un encuentro con los Ratas. En seguida, los camaradas de la escuadrilla Núm. 4 hablan de luchas con aviones de caza rusos cerca de Grodno; es notable lo primitivo de la técnica de vuelo de los Ivanes; sus aparatos son lentos, pero sorprendentemente fáciles de maniobrar. Se acredita el teniente Günther Gerhard, antiguo amigo mío de los días en que estudiábamos en la Escuela de Combate, con una victoria obtenida el primer día de operaciones. Apenas si llegó ayer del escuadrón de reservas. Günther es un piloto excepcionalmente bueno. Me dirijo al área de dispersión de la escuadrilla Núm. 4, después de terminada la última misión de la tarde, y voy a visitarlo para felicitarlo por haberse anotado su primer presa. El capitán Woitke derribó tres Ratas en un solo encuentro.

25 DE JUNIO DE 1941

La tarea de bombardear me resulta cada vez más desagradable. Los camaradas de las escuadrillas cuatro y cinco han tenido dos días de combates con los Ratas. Nosotros, los que estamos dedicados a operaciones de bombardeo, perdemos la oportunidad de pelear. Hace ya mucho tiempo que debí haber cobrado mi primer presa.

El ejército ha logrado un éxito que rebasa las más optimistas esperanzas; los rusos son incapaces de contener nuestro avance. Seguimos tratando de aniquilar sus unidades en retirada; parece que su Fuerza Aérea no está ansiosa de entrar en combate. Algunos de los bombarderos Martin atacan blancos a nuestra retaguardia, pero sin causar serios daños. Es evidente que los pilotos de combate rusos reciben un entrenamiento que deja mucho que desear; los conocimientos que tienen de táctica de combate son tan elementales como primitivos son sus aparatos; sin embargo, en unas cuantas semanas habrán obtenido la experiencia necesaria de combate. A pesar del asombroso éxito inicial, sería un error de nuestra parte abrigar demasiado optimismo. El soldado ruso entiende por qué está luchando: el comunismo ha convertido en fanatico hasta el último de ellos.

2 DE JULIO DE 1941

Llama el teléfono; habla la oficina de mando del escuadrón:

—Que el teniente Knoke se presente a la comandancia.

¿Para qué me querrá el viejo? Me abrocho el cinturón y pistola y atravieso en dirección a la sala de operaciones.

El capitán Woitke está sentado afuera, frente a la barraca. Saludo.

—Teniente Knoke, a las órdenes, señor.

Woitke se pone de pie y me estrecha la mano.

—Hay órdenes del departamento de personal de la Fuerza Aérea para que se le comisione en el ala de combate Núm. 1. Deberá usted presentarse, tan pronto como sea posible, en la oficina de la comandancia de Husum.

Una hora más tarde voy volando en mi buena y vieja "Emilia". El avión más viejo del escuadrón ha completado sus viajes de operación y será transportado a la escuela de combate de Werneuchen, donde será utilizado para entrenamientos.

La campaña de Rusia ha terminado para los dos; para mí es todo un chasco, pero ¿qué gano con lamentarme? Ordenes son órdenes. Por la noche aterrizo en Werneuchen. Mañana en la mañana continuaré mi viaje por tren vía Hamburgo hasta Husum, que es un sitio apartado sobre la costa del Mar del Norte.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:38 pm

30 DE JULIO DE 1941

Por el momento, el ala de combate Núm. 1 consiste solamente de un escuadrón; durante las próximas semanas deberán integrarse otros dos más; se me comisiona en la escuadrilla Núm. 3. El comandante de vuelo, igual que yo, viene del frente ruso.

Aquí la vida es tranquila; desde que llegué he volado infinidad de veces sin haber encontrado un solo Tommy.

En su mayoría, las operaciones consisten en despegar cuando hay alarmas que indican el paso de algún avión enemigo en misión de reconocimiento. Hasta hoy no hemos tenido éxito al tratar de interceptarlos.

3 DE AGOSTO DE 1941

El escuadrón ha sido trasladado a las Islas de Wangerooge y Gorkum, en el Mar del Norte.

17 DE AGOSTO DE 1941

Todos los días nuestras patrullas dan protección aérea a la Marina, escoltando los convoyes que hacen la travesía de Bremen o Hamburgo al Canal. Los británicos procuran mandar Blenheims o Beaufighters a atacarlos, pero, hablando en sentido general, las operaciones son en mínima escala. De vez en cuando, nuestras patrullas logran derribar un Tommy que trató de atacar uno de nuestros barcos.

Nuestros aviones están equipados con tanques de reserva para combustible. Volar durante horas enteras, mar adentro, resulta un trabajo extremadamente monótono.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:43 pm

26 DE AGOSTO DE 1941

A las 10 horas me llama por teléfono el ayudante del ala, teniente Rumpf, y me informa que han aprobado mi solicitud de casamiento.

Me presento en la oficina de la comandancia para obtener mi licencia; el oficial está de muy buen humor y me da permiso de utilizar el avión de comunicaciones del escuadrón, que es un pequeño Bücker Jungmeister. Esto quiere decir que me he ahorrado un viaje por tren de más de 600 millas.

Si salgo hoy, podré casarme con Lilo pasado mañana.

Despego a las doce horas; volando muy bajo atravieso el área de dispersión antes de emprender el viaje que me llevará a donde está mi novia; mis camaradas me dicen adiós al pasar. El vuelo es maravilloso, hace un encantador día de verano y nunca lució más bello el paisaje. Corro tras los cúmulos y me desvío hacia el Este, volando sobre un cielo inundado de sol. El motor trabaja con brío; de vez en cuando desciendo hasta cerca de un campo o por encima de un lago; los campesinos están atareados recogiendo las cosechas; los nadadores se entretienen jugando en el agua.

Y yo pienso que muy pronto veré otra vez a Lilo.

Tres horas más tarde aterrizo en Prenzlau, tomo combustible y continúo el viaje que me llevará a donde está ella. De pronto encuentro una zona de mal tiempo. Mi pequeño y buen Bücker es batido por las fuertes rachas de viento y lluvia; la visibilidad es cada vez menor; no podré llegar hasta Posen, que es el sitio donde había pensado hacer la siguiente parada. No hay motivo para seguir adelante a toda costa; a Lilo no le interesaría casarse con el cadáver de un aviador. Cambio el rumbo en dirección a Werneuchen y aterrizo allí en medio de un aguacero a las 16:31 horas.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:53 pm

27 DE AGOSTO DE 1941

La verdad es que deseaba haber salido a las 6 de la mañana, pero no fue posible obtener el permiso hasta las 8:30. Todavía sigue lloviznando persistentemente, pero la visibilidad es mucho mejor que ayer. Se necesitan casi tres horas de vuelo para llegar a Posen, donde hay una estación de entrenamiento para aviadores.

Aquí vuelvo a tener dificultades con la torre de control para obtener el permiso de proseguir hacia Lodz. ¡Maldito tiempo! Por órdenes de la oficina meteorológica se han cancelado todos los vuelos en el país. ¡Al diablo con todo! Quería haber estado con Lilo hoy mismo en la noche.

Camino hasta mi aparato; la instrucción de vuelo está reducida a las proximidades inmediatas al aeródromo; siete u ocho de los pequeños biplanos de entrenamiento despegan y aterrizan constantemente; entre ellos hay algunos Bücker Jungmanns.

Se me ocurre una idea; pongo en marcha mi avión y salgo hasta llegar a la pista. En la camioneta de control está uno de los alumnos, que se ocupa de anotar en un libro diario los incidentes y particulares de todos los vuelos.

Me hace la seña y se acerca a preguntar mi nombre, ya que, por supuesto, no puede reconocerme. Le digo que solamente voy a dar unas vueltas al campo y que no se moleste en anotar mis movimientos. Al darse cuenta de mis insignias, golpea los tacones, toma la posición de firmes y contesta:

—¡Muy bien, señor!

Al acelerar, me río para mis adentros; efectúo un par de aterrizajes y hago la seña al muchacho de la camioneta de control. Rígido, en posición de atención, alza la banderola verde y me autoriza el despegue. Esta vez sigo volando bajo hasta quedar tras unos árboles que ocultan la vista del aeródromo; y entonces tomo rumbo a Lodz.

Como a sesenta millas el tiempo está realmente malísimo; la altura del cielo, completamente cerrado, no es mayor de 100 pies; la visibilidad llega al punto de peligro debido a los chubascos y ráfagas que materialmente ciegan; me encuentro a sólo unos cuantos pies sobre el suelo, la tormenta golpea fuertemente y me arrastra con gran violencia; hay muestras de asombro en el rostro de las gentes que se vuelven a verme al pasar por los villorrios. Cerca de Kalisch encuentro las vías del ferrocarril de la línea que corre entre Breslau y Lodz; la visibilidad es completamente nula; ahora, pase lo que pase, no debo perder de vista la vía. Me estremezco sólo de pensar en un aterrizaje forzoso; me estrellaría inevitablemente y después vendría el consejo de guerra. La pérdida de su comisión sería un bonito regalo de bodas para el teniente Knoke.

De pronto se abre y hace visible el horizonte; he pasado la zona lluviosa y el cielo tiene una altura de 3,000 pies.

Pocos minutos más tarde vuelo sobre Schieradz. Mi padre regresó a este lugar cuando terminaron las hostilidades en Polonia y ha sido inspector de policía durante más de un año. También Lilo está aquí.

Desciendo muy bajo en dirección a la comandancia de policía. Lilo y mis padres viven en el edificio. Me elevo en espiral ascendente y vuelvo a picar dos o tres veces más. La gente sale y se para en las calles estirando el cuello; en el departamento que ocupan mis padres se abre un balcón y salen mis padres y mi hermana; en seguida aparece Lilo, que me hace señas con una toalla blanca. Efectivamente, allí está.

Por última vez paso por encima del edificio, casi rozando el techo con las ruedas, y prosigo mi camino hasta Lodz, donde aterrizo.

Hora y media después Lilo está en mis brazos. Cuando le digo que nos vamos a casar al día siguiente, no puede creer lo que oye. También es una gran sorpresa para mis padres, a quienes no había avisado que vendría.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 9:59 pm

28 DE AGOSTO DE 1941

Durante la mañana se lleva a cabo la boda con todas las formalidades necesarias.

A las 17 horas salimos Lilo y yo de la oficina del registro civil ya como marido y mujer. Nuestro apartamento parece florería. No necesito hablar más respecto a ese día. Nuestra felicidad es completa.

29 DE AGOSTO DE 1941

Una vez más estoy en el aire durante varias horas, que se me hacen eternas; me detengo solamente el tiempo necesario para tornar combustible en Frankfort y Schwerin y llego de regreso a mi puesto a las 17 horas, donde mis camaradas me reciben con calurosa bienvenida.

Antes del anochecer se da la alarma y despego con instrucciones de interceptar unos Blenheims que han sido avistados cerca de la costa; sin embargo, no tenemos éxito porque no logramos descubrirlos.

Hace dos días que casi me olvidé de la guerra que se supone estoy peleando.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 10:51 pm

1º DE ENERO DE 1942

La linea de la costa costa alemana en el Mar del Norte me es ahora tan familiar como la palma de mi mano.

He completado más de cien misiones de vuelo, incluyendo escoltas a convoyes, trabajo de patrullas y alarmas en general, durante las cuales hemos entrado en combate ocasionalmente con Blenheims y Wellingtons a pesar del mal tiempo que prevalece en el mar.

En el Oeste, la guerra ha entrado en un período de tregua. Los Tommies rara vez vienen ahora de día; al oscurecer, nuestros aviones de combate nocturnos tienen más que hacer que nosotros. Hasta sobre el Canal los días han transcurrido en calma.

En el Este, nuestras fuerzas han ganado tremendas victorias. Las puntas de lanza motorizadas del ejército alemán han
llegado a las puertas de Moscú. Sin embargo, ahora el Alto Mando tiene que enfrentarse al invierno que entraña serios
problemas a los cuales no se había dado la atención necesaria. Lo que tiene que sufrir el soldado alemán es monstruoso e increíble; los ejércitos no están habituados al invierno ruso y el equipo con que cuentan resulta inadecuado en tales condiciones. Se están tomando medidas urgentes en Alemania con el fin de remediar esta situación tan pronto como sea posible.

Durante los últimos meses han muerto en combate algunos de mis antiguos camaradas con quienes estuve en el ala de
combate Núm. 52. Ha aumentado el número de aviones enemigos que han sido derribados.

Me informan que Günther Gerhard se estrelló al momento de despegar y que resultó fatalmente herido después de haber derribado dieciocho aviones rusos. Entre Barkhorn y Rall han derribado también más de cien aparatos enemigos. Me causa enorme desaliento no haber podido seguir al lado de mis viejos camaradas.

En el otoño, nuestra escuadrilla fue trasladada por varios días al área del Báltico. Volamos en maniobras de práctica con el acorazado "Tirpitz", que fue botado al agua recientemente. Durante varios días tuve la oportunidad de ocupar el puesto de oficial de control de combate aéreo a bordo del gran monstruo de batalla.

Desde septiembre, nuestra base aérea se halla en el aeródromo de Jever, donde se instaló una nueva estación de combate. Actualmente el ala tiene aquí también su cuartel general.

8 DE FEBRERO DE 1942

El hielo ha interrumpido las comunicaciones entre las islas del Mar del Norte y el continente. Aparte de nuestras operaciones regulares, mantenemos un servicio de comunicación de emergencia con dichas islas. Por avión se les envía el correo, así como los víveres, y en casos especiales de urgencia se transportan civiles.
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Mensaje por gerkamp » Dom Abr 24, 2011 11:59 pm

10 DE FEBRERO DE 1942

Todo el Comando Alemán de Combate en el Oeste se halla alerta.

Parte de la Flota de Alta Mar que se encuentra en Brest, incluyendo los acorazados "Prinz Eugen" y "Gneisenau", varios cruceros y cazatorpederos, deberán atravesar el Canal y proceder rumbo a Noruega. Se ha previsto que los ingleses harán todo lo que esté dentro de sus posibilidades para evitar que nuestra marina cumpla con estos propósitos.

El Canal es ahora teatro de tantas actividades como se desarrollaron durante la Batalla de Inglaterra. Nuestras unidades de combate mantienen una vigilancia constante en el área del Canal.

Ha salido la Flota. No pueden ser peores las condiciones del tiempo; tanto para los ingleses como para nosotros es muy difícil efectuar vuelos.

Al caer la tarde nos trasladamos a un campo aéreo que hay cerca de las costas de Holanda.

11 DE FEBRERO DE 1942

Por la mañana, la niebla nos obliga a permanecer en tierra; sin embargo, a eso de las 10 horas la visibilidad mejora, y durante horas enteras estamos pendientes de la orden de vuelo. Tenemos que estar listos para despegar en cualquier minuto.

Llegan informes de la situación que prevalece en el Canal. Como lo habíamos previsto, los ingleses están atacando, a pesar de las pésimas condiciones del tiempo. Hasta los aparatos de tipo más antiguo están siendo lanzados a la lucha; nuestras tripulaciones rinden informes de combates con torpederos británicos del tipo Swordfish. Apenas uno que otro de estos aviones logra regresar a su base. Los británicos sufren enormes bajas, pero continúan la lucha con toda energía. Esta es otra demostración de valor por parte de nuestro viejo enemigo del otro lado del Canal.

El viento huracanado y la nevasca barren nuestro campo aéreo obligándonos a permanecer en tierra durante todo el día.

La Flota llega al Estrecho de Dover y se reporta en las cercanías de Calais.

Los británicos siguen volando en misiones suicidas. Hasta hoy, ni una sola vez han tenido éxito en su intento de hundir nuestras naves desde el aire; sin embargo, las baterías costeras de largo alcance que están emplazadas en Dover han logrado causar bastantes daños. El tiempo nos favorece. La escuadrilla sigue todavía en tierra.
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